martes, abril 30, 2019

VERSIONES DE UNA VIDA (XXXII)



Una de las canciones más oscuras y extrañas del "Garage" fue compuesta en 1967 por el grupo tejano The Green Fuz (1ª foto), quienes cantaron con tono bronco, áspero y arrogante, nada ye-yé, sino más bien imbuídos de un cierto espíritu melancólico con aires proféticos, una letra que, sin embargo, era bastante sencilla e intrascendente: "Here we come, we´re coming fast, all the others are in the past…".

Quizás, esa oscura, naif y simplista arrogancia juvenil fue lo que atrajo a los Cramps a versionar el tema en 1981.

Actualmente, cuatro jovencitas de Brooklyn (New York), con el exótico nombre de "Habibi" (2ª foto), han retomado la canción, dándole un sabor dulce y oriental, que, sorprendentemente, le va muy bien! Casi pega más con un té árabe que con algo tan occidental como es un pedal de distorsión.

Que las disfrutéis:


2) The Cramps (1981).

3) Habibi (2018).

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miércoles, abril 24, 2019

VERSIONES DE UNA VIDA (XXXI)




Las flores suelen relacionarse con el sexo femenino, pero hay una flor que es netamente masculina, se trata del Satirión manchado (Orchis mascula), una preciosa orquídea silvestre a la que ya dediqué una entrada anterior, así llamada por los tubérculos o bulbillos de sus raíces (ver 2ª foto), que recuerdan a los testículos.

El tema de hoy va de esa obsesión, tan propia del sexo masculino, de darlo todo, de entrega total, de valeroso y viril arrojo, que a veces puede rozar lo suicida. Reflejada en tres singulares personalidades, representativas de tres décadas: Van Morrison, en los 60, cantante y líder del legendario grupo norirlandés Them; Jimmy García, en los 80, cantante y líder del grupo vallisoletano-madrileño The Nativos, así como inolvidable pincha del "Templo del Gato"; y Juanito Wau, en los 2.000, junto al grupo de Castellón Los Altragos; todos ellos cantaron el clásico "I Can Only Give You Everything":

1) Them (1966).

2) The Nativos (1985).

3) Los Altragos (2019).

Fotografías 1ª y 3ª tomadas by "Mad Hatter": 1) Flores de Satirión manchado (Orchis mascula), en la Sierra de Cameros (La Rioja), el viernes pasado. 2) Carpóforo de Verpa digitaliformis, igualmente en la Sierra de Cameros, el pasado sábado.

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lunes, abril 22, 2019

JARDINOSOFÍA, VERDOLATRÍA Y SILVICULTURA




El domingo por la mañana, en el programa de Radio 3 "El Bosque Habitado", escuché una interesante entrevista de María José Parejo al filósofo, antropólogo y escritor Santiago Beruete, autor de los libros titulados "Jardinosofía" y "Verdolatría", en los que reivindica la importancia de mantener un contacto regular con las plantas y la rebeldía de cultivar un huerto. "Cuando no hay plantas el mundo está vacío", dijo.

Ciertamente, los primates procedemos del dosel arbóreo, por lo que sentimos cierta añoranza por regresar a los árboles, apreciamos y amamos la vegetación arbórea, y se ha comprobado que pasear por un bosque maduro tiene efectos positivos sobre la salud física y mental.

Sin embargo, el género Homo y nuestros ancestros evolucionaron en un paisaje de sabana, por lo que sentimos cierta aversión a las selvas cerradas, donde la proliferación de arbustos y lianas nos dificultan la visión y el paso, de ahí el término despectivo "maleza". En las junglas abundan las plantas espinosas, los insectos y las serpientes venenosas, acechan infinidad de fieras y peligros, y nuestros enemigos nos pueden tender "emboscadas". Quizás por ello los jardines más bellos emulan a bosques abiertos, con pocos arbustos y abundante césped, flores, árboles frutales y hortalizas comestibles. La jardinería y la horticultura implican una cierta manipulación y dominio, más o menos intenso o incluso agresivo, de la Naturaleza.

Nuestra cultura judeocristiana está impregnada de un sentido agronómico, desde el Jardín del Edén hasta el "te ganarás el pan con el sudor de tu frente", el cultivo de plantas y árboles, ya sea como alimento (agricultura), como para solaz y disfrute estético (jardinería), lleva implícita cierta intervención sobre el suelo (roturación) y sobre los animales competidores (vallados, plaguicidas), así como una clasificación maniquea de las plantas entre "malas hierbas", que son combatidas mediante escardas y herbicidas, y los propios cultivos útiles y deseados a los que se protege, se abona y se riega.

Al alterar o manipular lo silvestre, especialmente al roturar y remover el suelo, los mayores perjudicados suelen ser los grandes olvidados, los hongos, el reino "fungi", que resulta fundamental para el equilibrio ecológico y el correcto funcionamiento de los ecosistemas, asociándose con las raíces de las plantas (micorrizas), para el reciclado de la madera, la materia orgánica y la formación de humus, sin olvidar que también aportan alimentos y medicinas.

Cultivar la tierra para obtener alimentos es importante, pero también lo es conservar nuestros bosques, matorrales y pastizales silvestres, con todo su equilibrio dinámico y su biodiversidad. De manera que la disciplina más general y holística debería ser la "silvicultura", considerando a la agricultura y a la jardinería como versiones simplificadas de la primera.

La filosofía o estrategia ideal debería ser "intervenir lo mínimo para obtener lo máximo". Huertos, jardines y bosques deberían ser tratados como lo que son, ecosistemas de los que formamos parte, con los establecemos relaciones de colaboración o simbiosis, sin agotar, esquilmar ni explotar, y con la vista puesta fundamentalmente en el suelo, como soporte vital de todo.

Nunca me han gustado las especializaciones. Considerarse así mismo como filósofo, artista, agricultor, jardinero o selvicultor, me parece una simplificación y autolimitación absurda, así como una falta de humildad, el ser humano debería ser ni más ni menos que eso, un ser humano completo y conectado con el resto de la Naturaleza, en el máximo número de facetas, en lugar de limitarse o vincularse a una única disciplina o actividad, especializándose en algo determinado y tratando únicamente con un clan o grupo selecto de personas que conocen y manejan un determinado argot o lenguaje exclusivo para los iniciados ¡Hay que ser más humildes, holísticos, todoterrenos, integrales, generalistas, universales y universalistas!

Resuena en el sombrero: "Can Only Give You Everything".- Them (Belfast (Irlanda del Norte, UK), 1966).

Fotografías tomadas by "Mad Hatter": 1) Vista del pueblo zamorano de Santa Cruz de los Cuérragos, rodeado por castaños, cerezos, manzanos, robles y temblones, entre los que merodean lobos y hasta algún oso. 2) Colmenillas (Morchella pulchella) bajo castaños. 3) Rama de los primates superiores ("Fauna" vol. II).

jueves, abril 04, 2019

REDESCUBRIENDO ARGÜELLES





Aquella mañana fresca y nublada del 1 de abril, por el centro de Madrid, sentí la necesidad de caminar, pensar y redescubrir el barrio de mi infancia (Argüelles).

Sin saber muy bien cómo ni por qué, mis botines me llevaron hasta el portal de la casa (1ª foto) donde vivió en gran Enrique Urquijo (Los Secretos), del que hace años leí un libro sobre su vida “Adiós Tristeza” (significativo y oportuno título). Sin embargo, la placa metálica (2ª foto) que se muestra en la pared no hace referencia a este excelso músico sino a un no menos ilustre dibujante y escritor, como fue Antonio Lara “Tono, uno de los fundadores de la revista “La Codorniz”.

Proseguí mi camino atravesando la Plaza del Conde del Valle Suchil, donde, pegando a la calle Alberto Aguilera, hay unos cuantos ejemplares de Ginkgo (Ginkgo biloba), alguno de los cuales tendrán una edad próxima al siglo (3ª foto). Resulta paradójico que, en nuestras ajetreadas y modernas calles, repletas de gente que transita apresuradamente portando móviles y patinetes eléctricos, aún queda sitio para unos estáticos y venerables fósiles vivientes, como son estos bellos árboles, reliquias del Jurásico.

Continué calle arriba por Guzmán El Bueno, azuzado por el hambre y la sed entré en el castizo barLos Chicos”, famoso por sus patatas bravas (4ª foto), de las que pedí una ración que regué con un par de cañas bien tiradas. En la actualidad el establecimiento está regentado por dos mujeres, una rumana y una ecuatoriana, siendo los camareros de origen sudamericano. Eso quizás explica por qué ya no pueden verse los tradicionales “zarajos” (tripas de cordero fritas enrolladas en un palo) entre las tapas de los mostradores, si bien he de decir que las patatas bravas me supieron igual de ricas que siempre. Ciertamente, el sector servicios en Madrid está claramente dominado por extranjeros.

Al salir del bar, observé emocionado que las puertas de mi antiguo colegio (La Salle San Rafael) estaban abiertas para permitir la salida de los alumnos, al finalizar la jornada matutina, tal y como yo mismo hice por última vez, hace la friolera de casi 40 años, por lo que no pude evitar asomarme para comprobar con asombro que el patio estaba exactamente igual, la galería, las columnas de ladrillo desgastado, el suelo con claraboyas de vidrio que dan al gimnasio del sótano,… Lo único que varía es una diversidad de razas y sexos entre el alumnado, mucho mayor de la que había hace 40 años.

Un poco más arriba, también permanecía igual que la recordaba la papelería “Impresos Rodríguez”, en la que compre un pequeño cuaderno en el que anoté el primer borrador de estas líneas. Al escribirlas tomo conciencia de lo afortunado que he sido por tener una infancia feliz, en la que, tanto yo como mi hermano, recibimos una educación que, más adelante, nos permitió estudiar una carrera y trabajar en el ejercicio de la misma, algo que, por desgracia, no es muy común en nuestros días.

La mayor diversidad de gentes y la inmediatez en el intercambio de información y acceso a los conocimientos que permite internet, en la actualidad, está produciendo una creciente globalización y propiciando una cierta “igualdad”, si bien aún persiste en nuestra sociedad un cierto “clasismo”, ya que solemos movernos en círculos mucho ,más cerrados de lo que nos creemos, formados por personas que suelen tener niveles culturales y económicos parecidos y que comparten unos intereses similares. Ello quizás sea debido a nuestra Historia y a los muchos siglos, incluso milenios, que la sociedad lleva estando organizada o compartimentada en diversos estamentos o clases.

El coctel internet-emociones parece estar erosionando y revolucionando esta rígida, secular y obsoleta estructura social. Las conexiones neuronales de nuestros cerebros y la forma en la que percibimos el mundo están cambiando, día a día, pero me pregunto si realmente estamos adaptados a esa velocidad de evolución que puede que nos produzca cierto vértigo. Hay quien habla de aturdimiento por exceso de información y falta de tiempo para asimilar los conocimientos y para pararnos a estar a solas con nosotros mismos, escuchar a nuestro “yo” interior, reflexionar, así como a un progresivo individualismo que dificulta las relaciones sociales “en carne y hueso”, de verdad, fuera del mundo virtual, que a menudo puede resultar ficticio o engañoso. Pero supongo que todo esto es inevitable, lógicamente, una mayor libertad implica mayor grado de incertidumbre.

Resuena en el sombrero: “Pero a tu lado”.- Los Secretos (Madrid, 1995).