domingo, agosto 30, 2009

ALMA DE RABEL



La verdad es que no tiene mucho misterio, dentro de un rabel lo único que hay es aire, si bien no se trata de un aire cualquiera, sino del aire del lugar en el que se está, del lugar en el que se vive, un aire que quizás fue el mismo que atravesó los pulmones de nuestros tatarabuelos.

Un rabel no es más que una especie de violín rústico construido con los elementos que cada rabelista puede encontrar o reciclar en su entorno inmediato.

Creo firmemente en eso de que “la primera impresión es la que cuenta” y la primera vez que vi un rabel me vinieron a la mente tres imágenes: una pala de frontón, un sarcófago y una caja o estuche de lápices, todos ellos de madera.

La pala de jugar a pelota, por esa artesanía rural, relacionada también con el espectáculo, ya que si hay algo que no puede faltar en ningún pueblo del Norte es un frontón donde jugar los partidos de pelota y donde, en ocasiones, se reúne la gente para otro tipo de actos sociales, culturales, festivos o deportivos.

El sarcófago representa el lugar que nos relaciona con nuestros ancestros, es como si un trocito del alma de nuestros antepasados habitase allí dentro del rabel y nos fuesen proporcionando pinturas o lápices (de ahí lo del estuche) con los que pintar los paisajes de nuestros recuerdos y de nuestro medio ambiente, en el sentido más amplio de la palabra, tanto natural y físico, como emocional, psíquico y espiritual.

De hecho, como cantan los propios rabelistas, un buen rabel debe estar fabricado con rey (raíz) de pino, el cuerpo; crin de mula negra, la cuerda del arco; tripa de gato, el cordaje; cabeza de serpiente, el cordal; y cuerno, para la atadura. Si bien, se admiten todo tipo de variantes, en aras del aprovechamiento y reciclaje de todo tipo de materiales que el rabelista pueda aprovechar.

El sábado por la tarde, tuve el privilegio de asistir a las actuaciones que se celebraron con motivo de la II Feria Ganadera de las Siete Villas en Viniegra de Arriba. Las siete villas son los pueblos de Brieva de Cameros, Ventrosa, Viniegra de Arriba, Viniegra de Abajo, Mansilla, Canales de la Sierra y Villavelayo, que conforman la comarca del Alto Najerilla, en la vertiente norteña y riojana de la Sierra de Urbión, una comarca de secular tradición pastoral, ganadera y trashumante.

El festejo contó con las actuaciones de “El Chirri” (en la primera foto), rabelista de Alberite; Javier Asensio (segunda foto), folclorista riojano, aunque nacido en Vinuesa (Soria); Misael Rojas (tercera foto), rabelista de la comarca riojana de los Moncalvillos; el grupo Zarándula, de Logroño; y Miguel Cadavieco, de Cantabria.

La temática de los romances y cantares con los que nos deleitaron los músicos, al son del rabel, el pandero y la gaita de bota, versa sobre asuntos relacionados con los usos y costumbres de la vida rural, cuentos de pastores relacionadas con la ganadería trashumante, en la que abundan las historias de bandidos, lobos, perros, corderos, zorros, mezcladas con la arraigada temática católica en la que se asegura que vírgenes, santos, apóstoles y hasta el mismísimo Jesucristo, transitaron por estos paisajes serranos. También se tratan asuntos socioeconómicos, tales como herencias, conflictos de tierras y lindes, lugares de descanso eterno, así como las desigualdades existentes entre los ricos terratenientes de noble linaje y los humildes trabajadores del campo, pobres de dinero, pero ricos en maña, ingenio, picaresca y alegría de vivir.

Una alegría de vivir que, a pesar de la secular censura propia del puritanismo cristiano, también incluye episodios de sexo explícito, muy subidos de tono, como el romance que nos cantó “El Chirri” sobre los “cojones internacionales de su abuelo”, que son “internacionales” no porque su abuelo hubiese sido muy multirracial en sus relaciones, sino porque rima con “cardenales”, los que le hacían en el culo de su abuela. Si bien, “El Chirri” no se atrevió a cantar el último verso para no turbar los inocentes oídos de la numerosa chiquillería que se dio cita en la concurrida plaza del pueblo.

Es digno de resaltar precisamente ese hecho, que en tiempos de la TDT, internet y la play-station, los más jóvenes disfrutaron de lo lindo con los cuentos, las historias y las músicas, que recitaban de viva voz los mayores, en compañía de los venerables ancianos, como el Tío Goyo, allí presente, cuya memoria ha logrado ser rescatada en gran parte debido al esfuerzo encomiable de personas como Javier Asensio García, que a lo largo de toda su vida han ido recopilando estos romances, cantares, historias, costumbres y cuentos que forman parte de nuestras raíces. Una labor que ha culminado con la publicación del libro “El Romancero General de La Rioja”.

Sirva de ejemplo, este romance que cantó el propio Javier, “El Romance de la Loba Parda”:

"Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada,
las cabrillas altas iban y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas, no paran en la majada.
Vide venir siete lobos por una oscura cañada.
Venían echando suertes cuál entrará a la majada;
le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos como punta de navaja.
Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada;
a la otra vuelta que dio, sacó la borrega blanca
hija de la oveja churra, nieta de la orejisana,
la que tenían mis amos para el domingo de Pascua.
¡Aquí, mis siete cachorros, aquí, perra trujillana,
aquí, perro el de los hierros, a correr la loba parda!
Si me cobráis la borrega, cenaréis leche y hogaza;
y si no me la cobráis, cenaréis de mi cayada.
Los perros tras de la loba las uñas se esmigajaban;
siete leguas la corrieron por unas sierras muy agrias.
Al subir un cotarrito la loba ya va cansada:
—Tomad, perros, la borrega, sana y buena como estaba.
—No queremos la borrega, de tu boca alobadada
que queremos tu pelleja pa' el pastor una zamarra;
el rabo para correas, para atacarse las bragas;
de la cabeza un zurrón, para meter las cucharas;
las tripas para vihuelas, para que bailen las damas".

Al escuchar estos romances, uno se da cuenta de lo reciente, moderna y escasa que es la tradición forestal en estas sierras, ya que resulta evidente el predominio aplastante de la secular tradición pastoral y ganadera.

También he de decir que no tengo nada en contra de las tradiciones, ni de conservar el recuerdo de los antiguos usos y costumbres de nuestros queridos pueblos, pero echo en falta que no se hagan nuevas composiciones más acordes con los tiempos que corren, y con algo más de "caña", se podría llamar "Rebel Rabel" (o algo así), lo cual contribuiría, sin duda, a mantener vivo este estilo musical tan útil y eficaz para contar historias en la más pura tradición oral.

En el vecino valle del río Iregua, también muy ganadero, pero más boscoso y rico debido a una más fácil comunicación por la carretera Soria-Logroño (N-111), se encuentra el próspero pueblo de Villoslada de Cameros, en pleno Parque Natural de la Sierra de Cebollera, en el llamado Cameros Nuevo.

Pues bien, en Villoslada se celebra la feria de ganado más importante de la sierra, a la que siempre han acudido ganaderos de todos los pueblos de los alrededores. Javier Asensio contó una anécdota referida a uno de los ganaderos más pudientes de Viniegra de Arriba, el Tío Fidel, el cual solía ir todos los años a la feria de Villoslada. En esas ferias, además de ganado, se venden todo tipo de productos culinarios y de artesanía, incluidos algunos instrumentos y juguetes como los chiflos, muy populares entre la chiquillería de antaño. De modo que todos los chavales del pueblo con los que se encontraba el Tío Fidel, le pedían a éste que les trajera un chiflo, y a cada paso le decían: “Tío Fidel, si va usted a la feria de Villoslada, haga el favor de traerme un chiflo. Tío Fidel no se olvide usted de traerme un chiflo. Tío Fidel tráigame un chiflo!” En esto, el Tío Fidel se tropezó con Juanito, el chaval más trabajador y honrado del pueblo, quien muy educado le dijo: “Tío Fidel, tenga usted cinco pesetas para que me compre un chiflo, por favor”. A lo que el sorprendido Tío Fidel le contestó con aplomo: “Tú chiflarás.

Resuenan en el sombrero: “El Romance de la Loba Parda”.- Juanma Sánchez (La Cabrera (Madrid), 2006). Y "Fidel Rabelista", en honor al Tío Fidel. (Un recuerdo tambien para el entrañable Tío Flore, el último trashumante del cercano pueblo camerano de El Rasillo, quien, antes de morir, me transmitió el secreto de su extraordinario y medicinal "Zurracapote" ¡Va por usted! Descanse en paz).





Fotos by Mad Hatter.

viernes, agosto 21, 2009

EL AGUJERO SIN FONDO


Tengo un agujero dentro de mí que no consigo llenar, he echado en él toneladas de basura, restos de la cocina, vacas muertas y tractores rotos, pero nunca he escuchado siquiera que nada tocase el fondo, por lo que empiezo a temer que se trata de un agujero sin fondo.

Resuena en el sombrero: "The Bottomless Hole".- The Handsome Family (Albuquerque (New Mexico), 2003):



"My name, I don´t remember
Though I hail from Ohio
I had a wife and children
Good tires on my car
What took me from my home
And put me in the Earth
Was the mouth of a deep dark hole
I found behind my barn
We´d been filling it with garbage
As long as you could count
Kitchen scraps and dead cows
Tractors broken down
But never did I hear one thing hit the ground
And slowly I came to fear
That this was a bottomless hole
I went out behind the barn
And stared down in that hole
Late into the evening
My mind would not let go
So I got out my ropes and a rusty clawfoot tub
And I rigged myself a chariot
To ride down in that hole
My wife, she did help me
She fed me down the ropes.
And then I sank away
From the surface of this world
When the last rope pulled tight
I had not reached the end
And in anger, I swung there
Down in that dark abyss
So I got out my knife
I told my wife goodbye
I cut loose from the ropes
And fell on down that hole
And still I´m there falling
Down in this evil pit
But until I hit the bottom
I won´t believe it´s bottomless".

Traducción: "Mi nombre, no lo recuerdo, aunque caí desde Ohio, tenía esposa e hijos, y buenas ruedas en mi coche. Lo que me sacó de casa y me puso sobre la Tierra fue la boca de un oscuro y profundo agujero que encontré detrás del granero. Hemos estado llenándolo con tanta basura como puedas contar, restos de la cocina, vacas muertas y tractores rotos, pero nunca he escuchado que nada haya tocado el fondo, y poco a poco he llegado a temer que esto sea un agujero sin fondo. Salí detrás del granero y empecé a bajar por ese agujero, tarde por la noche, mi empeño no cejaba, así que saqué unas cuerdas y un barreño oxidado y me até a un carro para descender por el agujero. Mi esposa me ayudó, ella fue soltando las cuerdas y entonces desaparecí de la superficie de este mundo. Cuando la última cuerda se tensó, aún no había alcanzado el fondo, y con rabia, me quedé allí colgado en ese oscuro abismo. Así que saqué mi cuchillo, le dije adiós a mi mujer, corté las cuerdas y caí por aquel agujero, y todavía estoy cayendo en ese pozo infernal, pero hasta que no choque contra el fondo no me creeré que no lo tiene"(¡Ea!).

jueves, agosto 20, 2009

BRISA AUTOMÁTICA


Mientras la mayoría de la gente soporta calores y aglomeraciones en las concurridas playas y en otros lugares de vacaciones, los pocos que nos hemos quedado a trabajar en agosto podemos disfrutar de la suave brisa del aire acondicionado que recorre los pasillos de las oficinas semidesiertas, agita suavemente las hojas del ficus de plástico, hace ondular con languidez las vaporosas ropas y deja caer sobre la moqueta algún que otro papel extraviado que dormía el sueño de los justos sobre las perezosas mesas.

Los rayos de sol dibujan diseños rectilíneos sobre la moqueta impoluta, tras atravesar las persianas medio cerradas. Nos tostamos con la fría luz de los tubos fluorescentes y las pantallas de los ordenadores, mientras vamos borrando con rutinaria parsimonia el “spam” cotidiano, al tiempo que apuramos el tibio café de máquina con un último trago y estiramos las piernas bajo la mesa para quitarnos los zapatos con disimulo.

En un discreto rincón, la máquina de café intercambia susurros y guiños de luces con la fotocopiadora en “stand by”, mientras esperan la esporádica visita de alguna solitaria dama ataviada con tirantes y sandalias o de algún que otro oficinista desaliñado y con cara de haber dormido poco debido al calor de las noches estivales.

Pero hay que estar alerta para no perder de vista esa sombra que nos persigue a todas partes…

Resuena en el sombrero: “A Shadow Underneath”.- The Handsome Family (Albuquerque (New Mexico), 2003):



“Lisa heard a whisper
In her computer screen
And in the sad, laser flicker
Of the Xerox machine
Out the tinted windows
Cars sped silently
And everything was quiet
Everything was clean
But she felt something waiting
A shadow underneath
Oh, a shadow underneath
Another cup of coffe
Snacks from the machine
She started down the hallway
At the plastic trees
Waving under air ducts
In the automated breeze
A whisper, a flicker, trembling in the leaves
And she wanted to see it
But she didn´t want to see
Oh, she didn´t want to see
Down the elevator falling silently
In the parking lot silver puddles gleamed
A cannyon of buildings
Lazy pipes of steam
And all of it whispered; all of it breathed
And all the little shadows
Danced around her feet
And she wanted to see them
But she didn´t want to see
Oh, she didn´t want to see".

Traducción: “Lisa escuchó un susurro en la pantalla de su ordenador y en el triste parpadeo láser de la máquina Xerox. Detrás de los ventanales tintados los coches aceleraban silenciosamente, todo estaba tranquilo, todo estaba limpio. Pero ella sintió que algo estaba esperando, una sombra por debajo, oh, una sombra por debajo. Otra taza de café, con snacks de la máquina, ella empezó a caminar por el pasillo, mientras los árboles de plástico saludaban ondulando bajo los conductos del aire acondicionado en la brisa automática, un susurro, un parpadeo, temblando en las hojas. Y ella quería verlo, pero no quería ver, oh, ella no quería ver. El ascensor descendía silenciosamente, mientras en el aparcamiento brillaban los charcos plateados. Un cañón de edificios, tuberías perezosas de vapor, y todo ello susurraba, todo ello respiraba. Y todas las pequeñas sombras bailaban alrededor de sus pies, y ella quería verlas, pero no quería ver, oh, ella no quería ver”.

martes, agosto 18, 2009

MELOCOTONES CAÍDOS


Era una tarde tremendamente calurosa y bochornosa, el sol se ponía tras las montañas incendiando el horizonte con fuego rojo y púrpura, mientras el aroma dulzón de los melocotones caídos impregnaba todo el aire y se extendía por las huertas del valle.

El precio de mercado había hecho irrentable la recolección, por lo que los melocotones maduros de piel aterciopelada caían de los árboles y quedaban diseminados por el suelo como si hubiese caído una lluvia de tizones encendidos.

No obstante, con aquel calor y la falta de lluvias era necesario regar los árboles, y la última hora de la tarde es el mejor momento para hacerlo. Por lo que el noble y trabajador Juan se enrolló el refajo de tela a la cintura, cogió el azadón, le dio un beso de despedida a su mujer y se dirigió con paso firme hacia el huerto.

Pero al llegar, Juan vio con cierto disgusto y decepción que Damián, el vecino de arriba, se le había adelantado y le escuchaba silbar mientras abría la compuerta de la acequia.

Damián era todo lo contrario que Juan, durante años había regentado una pequeña y sucia taberna en la que solía reunirse la peor calaña del pueblo. Era un tipo haragán, borrachín y pendenciero que finalmente se vio forzado a cerrar el negocio y, muy a regañadientes, tuvo que dedicarse al cultivo de un trozo de tierra que había heredado de su padre.

Damián carecía de conocimientos de agricultura y de vocación por la tierra, por lo que tenía una gran envidia de Juan, un agricultor honesto y trabajador que llevaba de manera ejemplar sus fincas, se había casado con una guapa y simpática moza con la que había tenido un par de preciosos niños.

Damián, al percatarse de la presencia de Juan, le miró de reojo con desdén y comenzó a actuar con gran parsimonia, con el único objeto de minar la paciencia del tranquilo Juan para tratar de sacarle de quicio.

El único vicio que se permitía Juan, de vez en cuando, era acudir a la cantina del pueblo para tomarse un vino y jugar al dominó con sus amigos. Procuraba no meterse en líos, a pesar de que en las escasas ocasiones en que se había cruzado con Damián éste le miraba con desprecio y le provocaba mediante indirectas y alusiones socarronas.

La enemistad llegaba hasta tal punto que, aunque carecía de pruebas, Juan estaba seguro de que Damián era el responsable de la muerte de una excelente higuera que él tenía justo en el rincón donde poco tiempo antes le había ganado un pleito en los tribunales por un conflicto de lindes.

La noche se echaba encima y entonces Juan escuchó el sonido del agua bajando por el desagüe, se acercó corriendo hasta el borde de la finca de Damián y comprobó indignado que éste había estado desperdiciando el agua, tirándola al río, en lugar de avisarle de que ya era su turno de regar. Juan, que era muy consciente del enorme valor que tiene un recurso escaso como el agua en estos tiempos de sequía, montó en cólera y con el azadón en ristre se dirigió a todo correr hacia Damián, mientras profería en voz alta todo tipo de insultos e improperios. Damián que en el fondo era un cobarde, al verle venir tan encolerizado, salió corriendo por entre los surcos. Juan fue tras él pisando los melocotones caídos de forma que su aroma dulzón se intensificaba.

Con los nervios, al saltar una acequia, Juan tropezó, cayó al suelo y exclamó un gemido, entonces Damián se volvió y al verlo allí tirado se lanzó hacia él como un perro salvaje, con los ojos inyectados de odio. Juan buscó a tientas el mango de la azada, la encontró e instintivamente la lanzó con fuerza contra Damián, con tan buena puntería que le acertó en plena sien. Un chorro de sangre salpicó de rojo los melocotones y añadió un salvaje matiz animal al aroma dulzón de fruta podrida que lo impregnaba todo.

Resuena en el sombrero: “Fallen peaches”.- The Handsome Family (Albuquerque (New Mexico), 2003):



“We came down the black dirt hill
Between the rows of blooming peaches
And we scattered leaping fawns
As we fell into the ditches.

Ahead of me ran Jackson
Who took a bullet to the chest
And beneath the swaying peaches
Jackson slowly bled to death.

But as his green eyes dimmed
I saw a fiery mist
Drift softly to the clouds
From between his cold, blue lips.

Now my eyes were opened
I stood up between the guns
I saw trails of smoke and fire
Flying everywhere I looked.

Like hands of glowing light
Trailing up from fallen peaches
And around the running fawns
Leaping through the branches.

Across the corpses on the hills
The sunset spread her flames
And her glowing fingers held me
As they dug my shallow grave.”

Traducción: “Bajamos por la colina de suelo negro, entre las hileras de los melocotoneros en flor, y dispersamos a los cervatillos saltarines, cuando caímos en las zanjas. Delante de mí corría Jackson, quien recibió un balazo en el pecho y, bajo los melocotones meciéndose, Jackson se desangró lentamente hasta morir. Pero cuando sus ojos verdes se nublaron, vi una niebla de fuego deslizándose suavemente hacia las nubes, de entre sus fríos labios azules. Entonces mis ojos se abrieron y me levanté entre las armas, vi rastros de humo y fuego volando por todas partes a donde miraba, como manos de luz resplandeciente alzándose desde los melocotones caídos y alrededor de los cervatillos corriendo, saltando entre las ramas. Por encima de los cadáveres en las montañas, la puesta de sol extiende sus llamas y sus dedos encendidos me sostienen mientras cavan mi somera tumba.”

viernes, agosto 14, 2009

El regreso del auténtico Rioja-Rioja





Hace casi dos años, hablando sobre los incendios que se producen en los setos y ribazos, comentaba el valor que tienen estos ecosistemas en miniatura como reservorios de biodiversidad y de interesantes y valiosas levaduras como la Candida pulcherrima, que habitan en la pruina que recubre el hollejo de la uva (ver primera foto) durante el período de maduración de ésta y que producen la fermentación del mosto para convertirlo en vino, confiriéndole extraordinarios aromas afrutados de una gran calidad. Unas levaduras que durante el resto del año viven en la hojarasca y en la materia orgánica del humus del suelo de los viñedos, ribazos y montes próximos, y que cada vez resultan más escasas, debido al uso abusivo de quemas, fertilizantes minerales, herbicidas, insecticidas y fungicidas.

Durante este caluroso y seco verano, las uvas están madurando antes de lo habitual, al igual que sucede con otros frutos azulados y pruinosos, con los que también se fabrican bebidas espirituosas, como las endrinas (Prunus spinosa) que aparecen en la segunda foto. Unas pequeñas y ásperas ciruelas silvestres que se utilizan para la fabricación del patxarán.

Además de la vid (Vitis vinifera), con todas sus variedades, hay otra planta leñosa, un árbol, que tiene una trascendental importancia en la calidad de los vinos. Me estoy refiriendo a los robles, concretamente al roble francés (Quercus petraea) y al roble americano (Q. alba), con los que se fabrican las barricas en las que se crían y envejecen los vinos. La madera, convenientemente secada y tostada (ver tercera foto), le confiere al vino buena parte de los taninos, fenoles, lactonas y otras sustancias químicas que caracterizan los diferentes buqués.

El roble francés también es autóctono del Norte peninsular, donde se le conoce como roble albar, pero durante el apogeo del Imperio naval español, en el siglo XVI, muchos bosques de esta noble y valiosa especie fueron talados para dedicarlos a la construcción de barcos, motivo por el que, actualmente, la producción de madera autóctona no es suficiente para abastecer a la industria tonelera, siendo precisa la importación de madera de robles franceses y norteamericanos.

Afortunadamente, recientes investigaciones y experiencias han descubierto que en Castilla y León, La Rioja, Euskadi, Navarra, Aragón y Catalunya, persisten masas de robles autóctonos (Quercus pyrenaica, Q. petraea, Q. faginea y sus híbridos naturales) cuya selvicultura ha permitido la existencia de pies con buenos fustes, apropiados para la fabricación de las duelas de madera con las que se hacen las barricas. Concretamente, el pasado otoño, la tonelería "Quercus" del grupo "Rivercap" comenzó a fabricar las primeras duelas con madera de rebollo (Q. pyrenaica) procedente de los montes de Manzanares de Rioja. Por lo que próximamente podremos degustar el primer vino de Rioja-Rioja, es decir, procedente del mosto de uvas riojanas criado en barricas hechas con madera de robles riojanos.

Otras comarcas en las que conviven excelentes viñedos junto a montes feraces son las del Penedés y la Terra Alta, en Catalunya. En la cuarta foto se muestra un bonito paisaje de un arroyo cercano a Horta de Sant Joan (Terra Alta, Tarragona), justo un año antes de que, desgraciadamente, esa zona haya sido arrasada por un pavoroso incendio que ha quemado una superficie de 1.140 Ha. y en el que hubo que lamentar la muerte de cinco bomberos.

En resumen, los beneficios directos e indirectos que conlleva la existencia de ribazos, setos y montes en la vecindad de nuestros viñedos, son indudables, ya que, además de ofrecernos belleza y paisaje, es en estos retazos de vegetación silvestre donde se refugian las levaduras que dan calidad a nuestros vinos; la flora que nos proporciona madera para fabricar barricas, leñas, pastos, miel, frutos y setas; la fauna que ayuda a controlar las plagas que atacan nuestros cultivos; así como aquella otra fauna de pelo y pluma que hace las delicias del cazador y cuyas carnes tan armoniosamente se maridan con esos excelentes caldos.

Incluso el nombre de "Rioja" procede del río Oja, así denominado por la enorme cantidad de hojas de árboles caducifolios que arrastraban sus aguas durante el otoño, procedentes de los frondosos bosques de la Sierra de la Demanda.

Para terminar, propongo un brindis (con Rioja, por supuesto) por nuestros montes, por nuestras viñas y por todas aquellas gentes que las cuidan, en especial las de los valles del Duero y del Ebro, por los familiares y amigos de los caídos en la lucha contra los incendios, y también porque me acaban de conceder mi cuarto trienio ¡Qué leche!

¡Feliz finde!

Fotos2 y 4 by Mad Hatter . Nº 1: Racimo de "Cavernet Sauvignon", si bien en La Rioja las variedades más características son "Tempranillo" y "Garnacha". Nº 3: Operación de tostado del interior de las barricas en una tonelería.

miércoles, agosto 12, 2009

FUEGO CONTRA EL FUEGO





Estamos acostumbrados a ver imágenes de helicópteros y aviones arrojando agua, ya sea sola o, más frecuentemente, mezclada con espumógeno (de color blanco) o retardante (polifostato amónico con colorante rojo), sobre los frentes de llama de los incendios forestales, con el fin de apagarlos o para, al menos, rebajar su intensidad, al objeto de que los medios terrestres puedan atacarlos con mayor eficacia y seguridad.

Pero es menos conocido el hecho de que uno de los métodos más eficaces para apagar los incendios forestales es el llamado contrafuego. Un sistema que se fundamenta en un principio muy simple: cuando el fuego llega a una zona ya quemada este se apaga por falta de combustible. Esto es algo muy fácil de decir, pero su aplicación práctica ya es otro cantar.

En primer lugar, no siempre se pueden aplicar los contrafuegos, para ello deben darse una serie de circunstancias, como que las condiciones meteorológicas no sean de gran inestabilidad ni con vientos cambiantes.

Es necesario que la línea de inicio del contrafuego se apoye en una línea de defensa apropiada lo más segura posible, como puede ser: una carretera, un camino, un cortafuegos o una faja tratada con retardante (cortafuegos químico), al objeto de asegurar que el fuego no avance en la dirección opuesta a la deseada, que es hacia el frente del incendio.

Otra cuestión fundamental es que absolutamente todo el personal que participa en la extinción del incendio debe estar informado de que se va a realizar un contrafuego en un lugar y momento determinados. Este último factor del tiempo resulta de vital importancia. La clave está en calcular el momento en el que debe prenderse el inicio del contrafuego para que, mientras éste coge la fuerza suficiente, el incendio ya esté lo suficientemente cerca para que el efecto de succión producido por la corriente ascendente de aire caliente favorezca que el contrafuego avance en sentido contrario al incendio. Cuando ambos frentes de llama chocan se produce una explosión (ver primera foto) y el incendio cesa en pocos segundos. Si bien, hay que vigilar que dicha explosión no lance pavesas y cree focos secundarios, además de la fundamental vigilancia que hay que hacer del perímetro de todos los incendios apagados, para evitar posibles y nefastas reproducciones.

La decisión de realizar un contrafuego es complicada y comprometida, ya que, además de analizar si las condiciones son apropiadas, hay que tener en cuenta que el contrafuego, en el mejor de los casos, siempre va a quemar (a propósito) una determinada superficie de monte, es decir, que supone el sacrificio de una parte del bosque para salvar una superficie mayor o incluso evitar que el fuego llegue a pueblos, campamentos, zonas habitadas u otro tipo de bienes e infraestructuras.

Para la ejecución de los contrafuegos, normalmente se emplean unas antorchas de goteo especiales (ver segunda foto) provistas de una mecha en la que arde una mezcla de gasoil con gasolina, de forma que el operario, al caminar, va dejando una serie de puntos de fuego alineados sobre el suelo que van prendiendo la vegetación.

En norteamérica, donde las dimensiones de los bosques son mucho mayores y todo se hace a gran escala, para hacer los contrafuegos en grandes incendios suelen utilizarse helicópteros-antorcha (helitorch), es decir, helicópteros que lanzan fuego en lugar de agua, como el que puede verse en la tercera foto actuando en un enorme bosque canadiense.

El contrafuego resulta muy útil para luchar contra incendios que avanzan sobre terrenos con grandes pendientes inaccesibles o cuando se producen en las cercanías del ocaso, de manera que la falta de luz impide la actuación de los medios aéreos. Siempre y cuando las condiciones sean las apropiadas, como se ha mencionado anteriormente.

Resuena en el casco: "Fight Fire".- The Golliwogs (California, 1966). Con John Fogerty al frente, antes de que formara sus famosos "Creedence Clearwater Revival". Recordar que, el pasado mes de Julio, Fogerty ha estado actuando en España pero, imperdonablemente, no fui a verle ni le dediqué si quiera una mísera entrada, sirva esta para resarcir tamaña afrenta y descuido, con aquella letra que reza: "You know that I need you girl. I tried to believe you girl. But I gotta fight fire with fireeeee…"


Primera foto: Incendio de San Antón (Ezcaray (La Rioja), 24-01-99*), en el momento en el que el contrafuego (a la derecha) choca contra el frente del incendio que ascendía por la ladera (a la izquierda). La foto fue tomada por el compañero Director de Extinción (J.A.M.G.) al que le tocó aquella emergencia, en la que, afortunadamente y gracias a la pericia y experiencia de los Agentes Forestales de esa zona en la aplicación de contrafuegos, a la efectividad del mismo y a la limpieza del cortafuegos en el que se apoyó, sólo se quemaron unas 40 hectáreas de monte (14 Ha. de pinar y 26 de retamar). Las otras dos imágenes están bajadas de internet.

(*) La fecha del incendio es correcta, eso es un 1 (enero). En el Norte de España, cuando no llueve, ni nieva y hay vientos desecantes del Sur, suelen producirse numerosos incendios a finales del invierno. Aunque, afortunadamente, también es verdad que suelen correr menos y ser menos peligrosos que los que se producen en verano, pero haberlos haylos.

lunes, agosto 10, 2009

Muerte y Renovación




Los cúmulo-nimbos se oscurecen y se cierran sobre la sierra, el eco de un trueno retumba por todo el valle, fuertes ráfagas de vientos cambiantes recorren todos los rincones del bosque y un amago de tornado se ceba en un pequeño grupo de pinos al pie de la ladera. Bajo la somera capa de suelo, las raíces se tensan y acaban por romperse, con un tremendo crujido, varios árboles caen al suelo, de forma que las raíces que durante años han discurrido en horizontal, bajo el suelo del bosque, en cuestión de segundos pasan a elevar sus muñones en vertical, apuntando hacia el cielo nublado (primera foto).

El calor y la sequedad del estío han dejado los tejidos débiles y deshidratados. Las hojas lacias sucumben ante las quitinosas mandíbulas de los insectos. Los escasos jugos que atesoraban las plantas pasan a formar parte de los orondos cuerpos de larvas, orugas y gusanos, mientras que en las hojas sólo queda el esqueleto parduzco del delicado entramado de sus nervios (segunda foto).

Las supurantes heridas son invadidas por las hifas blanquecinas de los hongos que crecen con las renovadas fuerzas que les brinda la humedad de la tormenta, formando un fieltro aterciopelado y ceniciento de podredumbre y decadencia que todo lo cubre (tercera foto).

La descomposición de los tejidos comienza mucho antes de que éstos caigan al suelo. La rama del pino, la hoja del roble y el hueso del zorro confluyen, se encuentran y se mezclan para conformar un sublime y perfecto caos de muerte y reciclaje, donde restos y residuos de todo tipo se van acumulando para formar en su fondo el rico, negro y esponjoso humus.

La decadencia, la muerte y la descomposición de unos conforma el lecho que sustenta la vida de la siguiente generación. Si observamos con mayor detalle la primera fotografía, vemos que al pie de los pinos caídos ya existen algunos pequeños brinzales de roble que, sin duda, se verán favorecidos por la luz, el espacio y los nutrientes que ofrece el recién formado claro en el bosque. Es el ciclo de la vida y la muerte que no cesa, que gira y gira sin parar, y es en lo que se fundamenta el funcionamiento de todos los ecosistemas.

Entrada dedicada a Dani Jorque, sorprendente, triste y prematuramente fallecido a los 26 años de edad, aunque ha dejado descendencia. Mi más sentido pésame para su viuda, familiares y amigos. También va para Willy "Mink" DeVille, fallecido el pasado 6 de agosto a los 59 años ¡Demasiado corazón!

Fotos by Mad Hatter.

viernes, agosto 07, 2009

ARTE EN LA TIERRA



Desde el año 2003, en la aldea riojana de Santa Lucía de Ocón, a primeros de agosto se organiza la exposición "Arte en la Tierra", dirigida por el escultor canario-riojano Félix Reyes, en la que diversos artistas plantan sus obras en el rico y diverso paisaje de este valle salpicado de aldeas y constituido por un mosaico de rastrojos y cultivos bordeados por setos, pastos, matorrales, sotos y bosques que cubren los valles, las suaves colinas y las riberas de los arroyos.

Los artistas que participan en la exposición de este año que se inaugura mañana son:

El leonés Alfredo Omaña (en la primera foto), con su "Sueño Verde". Su idea consiste en intervenir ese paisaje segado y agostado con un conjunto de camas, tanto metálicas como hechas de hierba natural. Se dispersarán un conjunto de pacas de fresco heno por un agostado campo, donde la gente pueda tumbarse y descansar o simplemente contemplar el paisaje.

La argentina Carolina Belén Martínez expone su proyecto "Cartografía de la percepción", que consta de dos partes, una acción que se desarrolla de forma interactiva con los habitantes de Santa Lucía de Ocón y una instalación que establece un diálogo con el pueblo, su gente y su historia. Su idea es intervenir en el paisaje de Santa Lucía de Ocón con piedras que ha ido recogiendo de diferentes lugares, como una forma de mezclar los distintos paisajes, de fusionarlos entre sí y con parte de su propia memoria. Cada piedra, además de un mapa, lleva la pregunta "¿y a dónde la llevas ahora?" y un correo de contacto, con la idea de que quien la encuentre la lleve a otro paisaje distinto, se lo haga saber y de esa manera poder armar un nuevo mapa de recorridos. Una cartografía de las piedras que con distinto origen coinciden en un lugar determinado y tomando ese sitio como punto de partida siguen cada una construyendo su propio camino.

Emilia Fernández: Su proyecto consiste en elaborar unas cajas-cuadro a modo de foto instantánea en la que convivan distintos estratos atemporales. Pretende que cada caja sea el testimonio vital de las generaciones de una misma familia. Se expondrán en una casa o pajar abandonados y cada caja contará una historia de cada familia. Es un intento de parar, aunque sea por un instante, el tiempo.

Fernando Rubio expone su proyecto "Dejar Huella", una invitación abierta y espontánea a todos los transeúntes de todas las edades y condiciones sociales a participar en un lugar afín a la sociedad para el que se plantea y con el que se desarrolla.

María Gutiérrez muestra su proyecto "La Pecera". La idea es crear una pecera donde los peces naden en el aire, sobre la tierra de secano de Santa Lucía y que sus vivos y brillantes colores resalten sobre la tierra parda u ocre del cereal o la paja. La pecera permitirá deambular por un colorido jardín de peces que nadarán alrededor de la gente, mecidos por el viento.

No os preocupéis, aunque viene a cuento, no voy a volver a torturaros con el "Santa Lucía", ni a poneros "música para cerdos", proveniente de esta tierra de vino y artistas, en donde, en lugar de quemar los rastrojos, hacemos arte con ellos ¡Viva La Rioja!

En la segunda foto: Obra de Demetrio Navaridas, expuesta en Santa Lucía de Ocón en agosto de 2003, "Vueltas y vueltas", un bonito dibujo en espiral sobre el rastrojo.

Recordar también aquella entrada de hace casi año, sobre "El Batec de la Terra", y esa otra sobre "el ojo oscuro de la tierra".

martes, agosto 04, 2009

El Vendedor de Tila



"Asturiaaaaas patria queriiidaaaa
Asturias de mis amoreeeeees
Quien estuviera en Asturiaaaaas
en todas las ocasioneeeees.
Tengo que subir al árbol,
Tengo de coger la flor
Y dársela a mi morena
Que la ponga en el balcoooooón
."

Ese árbol al que hay que subir para coger la flor, al que se refiere el himno del Principado de Asturias, no es otro que el magnífico Tilo, a cuyas aromáticas flores se les denomina "tila".

En la Península Ibérica habitan dos especies de Tilo, la más abundante es el Tilo de hojas grandes (Tilia platyphyllos), un árbol caducifolio propio de los bosques mixtos que pueblan los barrancos, riberas, hoces y pies de los cortados calizos de buena parte del Norte y Este peninsular. Se caracteriza por sus grandes hojas dentadas, que son más claras y pubescentes por el envés.

Por otra parte, está el Tilo de hojas acorazonadas (Tilia cordata), más escaso y propio de climas atlánticos, se caracteriza por tener las hojas glaucas y lampiñas por el envés, con unos mechones de pelillos rojizos en las axilas de los nervios de las hojas. Habita en los bosques mixtos y hayedos, siendo frecuentemente cultivado en parques y jardines.

Los tilos son, además, unos de los pocos árboles con uso ornamental de sombra que no se han visto afectados por ninguna enfermedad ni plaga serias durante las últimas décadas.

Las flores de estos árboles se agrupan en característicos corimbos que salen del centro de una bráctea membranosa, de tal forma que, al madurar el fruto y secarse la bráctea, ésta propicia la dispersión a cierta distancia del árbol, debido al efecto aerodinámico de hélice giratoria que se produce en su caída, al ser empujadas por la más mínima brisa.

La madera de los tilos es dura y ligera, y adquiere un suave tacto con el pulimento. Con ella suelen fabricarse, entre otras cosas, los núcleos de los carretes de hilo, quizás sea también debido a que la ardua tarea de coser requiere de un gran pulso, paciencia y serenidad, ya que, sin duda, el uso más conocido del tilo es el de sus aromáticas flores de propiedades relajantes y sedantes, que suelen tomarse en infusión (la tila), cuando se desea calmar los nervios.

Como dijo el Sr. Rajoy ayer, los vendedores de tila están haciendo su agosto, durante este agitado verano. Y es que eso de perder los nervios o de perder los papeles, está muy mal visto, hay que mantener la calma y la serenidad en todo momento y circunstancia, pase lo que pase, ante todo, mucha calma (que decían los "Siniestro Total").

Otras plantas con efecto relajante son la Valeriana (Valeriana officinalis) y la Melisa (Melissa officinalis), incluso hay una, la Hierba de San Juan (Hypericum perforatum), de la que se aseguraba que tenía efectos antidepresivos similares al "Prozac", si bien esta propiedad no ha podido demostrarse científicamente, siendo una planta muy eficaz para la cicatrización de heridas y el tratamiento de quemaduras.

Si es que en verano, con el sol y el calor, se alteran las cabezas y conviene ponerse un amplio sombrero, beber agua en abundancia y no comerse mucho el tarro.

El agua es la mar de relajante, tanto la salada de la mar océana, como la dulce que corre por ríos, arroyos y cascadas, donde se producen abundantes iones negativos que tienen un beneficioso efecto relajante y terapéutico, contra el estrés, la ansiedad y los agobios propios de la vida moderna.

Además de cremas protectoras para la piel y pastillas e infusiones para el vientre y los nervios, hay otra parte del cuerpo, que se encuentra en el extremo opuesto a la cabeza, que también sufre frecuentes trastornos y molestias en verano. Me estoy refiriendo a los pies (claro está) ¿No os habéis fijado en la cantidad de pies que salen en los anuncios durante el verano? Pies con sandalias, pies descalzos que caminan por la playa, por el césped, bajo el sol o en la penumbra de un dormitorio, pies bellos y suaves que se rozan entre las sábanas, caricias y masajes en los pies, pies con uñas multicolores, pies sanos, sin hongos, sin callos, sin durezas ni asperezas, pies que huelen bien y que se levantan frescos, alegres y lozanos de la cama, con un beso y una sonrisa.

Resuenan en el sombrero: "Asturias Patria Querida" y "Don´t Worry, Be Happy".

Fotos: Flores de Tilo (Tilia platyphyllos), foto bajada de internet; y Río Iregua a la altura del "Achichuelo" (Villoslada de Cameros (La Rioja), by Mad Hatter): Un lugar perfecto para quitarse el sombrero, relajar la mente y refrescarse los pies.

P.D.: Aprovecho la ocasión para recordar a todos los amigos empresarios que ya pueden volver a mandarme regalos, ahora que los tribunales han dictaminado que recibir regalos no es ningún delito. Pero tila no hace falta que me manden porque ya tengo un magnífico tilo en el jardín. Gracias.

domingo, agosto 02, 2009

El Camino de los Contrabandistas


Muy cerca de esa zona del “Serradero”, “Morro Gimeno”, en el Cameros Nuevo (La Rioja), donde aquella impetuosa e imprevisible pottaka de la anterior entrada consiguió tirarme al suelo, por el vecino monte de la “Argenzana”, discurre el llamado “Camino de los Contrabandistas”, una estrecha vereda de herradura que ha logrado mantenerse hasta nuestros días, a duras penas, gracias a las pezuñas del ganado y a las botas de algún esporádico excursionista.

Cumbreando por la divisoria de aguas entre los valles del Iregua y el Najerilla, se dice que por ese camino transitaban los estraperlistas que pasaban tabaco y otras mercancías desde Francia a Portugal.

En ocasiones, por estas fechas, suelo recorrer el tramo de este camino que pasa junto a la “Fuente de la Teja”, en busca de arándanos o anabias, que es como se denominan en Cameros a los frutos azulados del Vaccinum myrtillus, una pequeña mata de montaña que crece entre los brezales y en el sotobosque de pinares y hayedos.

Cuando estos frutos están muy maduros, llegan a fermentar sobre la misma mata, por lo que, si se comen muchos, tanto las personas como los animales (ciervos y corzos) pueden cogerse una considerable borrachera.

Ahora es cuando lamento no acordarme de alguna de aquellas historias de contrabandistas, bandoleros, guardias civiles y pastores trashumantes que nos contaba el bueno de Tomasón, uno de los últimos vaqueros que ha trabajado en estas montañas de El Rasillo.

Buscando en internet, he encontrado esta historia de la cercana frontera entre Navarra y Guipúzcoa:

“Encontrándose en la muga de Navarra y Gipuzkoa, no nos tiene que extrañar que el portillo de Zárate fuera testigo de numerosos relatos de contrabandistas. Se dice que un día los Miqueletes sorprendieron a un contrabandista navarro que llevaba el macho cargado con cuatro pellejos de vino. Los guardas guipuzcoanos le daban el alto, pero el hombre del valle de Araiz no detenía su caballería ni por esas. Cuanto más gritaban los Miqueletes, más corría el vecino de Azkarate. Y así llegaron hasta las laderas de Otsabio, los guipuzcoanos corriendo por el lado de Gipuzkoa de la muga, y el de Araiz a la carrera por la margen navarra de los mugarris. Ni el estraperlista ni los guardias osaron cruzar las mugas, así que avanzaron en paralelo hasta agotarse. Ya le dijo el cabo de los Miqueletes al navarro, después de que agotados se sentaran a descansar todos precisamente en un mugarri "Gipuzkoa-Navarra", pero cada uno en su lado: "Tú crees que ha merecido la pena semejante carrera para terminar así, en la misma piedra, y uno a cada lado. Tú sin poder pasar el contrabando, y nosotros sin poder cogerte?”.

En la zona del Pirineo Catalán, también eran frecuentes las historias de contrabandistas, como lo refleja una canción muy conocida y popular por aquellas queridas tierras:

Els Contrabandistes”, en la voz del cantautor ampurdanés Josep Tero.



Un cantautor que también ha puesto música a este precioso poema de Joan Roís de Corella titulado “La balada de la garsa i l´esmerla”. La garsa es la Garza (si bien en el vídeo han puesto imágenes de Urracas, supongo que por error) y l´esmerla es un bello y estilizado halconcillo, el Esmerejón, que dibujé en cierta ocasión, hace muchos años, y que ya mostré en este blog, como puede verse en la entrada del enlace.

Resuena en el sombrero: “La balada de la garsa i l´esmerla”.- Josep Tero (Girona, 1984?).




Esta entrada está dedicada a los familiares de los Guardias Civiles que han sido salvajemente asesinados. Mi más sentido pésame y descansen en paz.

sábado, agosto 01, 2009

La Pottoka Salvaje



El sol estaba en lo más alto del cielo y caía implacable sobre los dorados pastos agostados, los blanquecinos peñascos y sobre nuestras locas y juveniles cabezas.

Al cumbrear el collado, nos reconfortó una fresca brisa y la impresionante vista de "Morro Gimeno", con sus afloramientos rocosos, sus pequeños cortados calizos, sus dolinas, sus pastos ondulados como un mar dorado sobre el que se alzan al fondo las altivas hayas, con un verde lujurioso, tachonado en lo alto de las copas por un incipiente ámbar, anticipo del cromatismo otoñal, pero todavía frescas y sombrías en su base, junto al suelo salpicado de rocas blanquecinas.

En los pastos, desperdigados por la ladera y el pequeño valle, se encontraba un grupo de yeguas y caballos, pastando apaciblemente bajo el sol, mientras espantaban las moscas con el movimiento de su cola, los tics nerviosos de su piel, la agitación de sus orejas, eventuales resoplidos y alguna que otra patada y elevación de sus cascos.

Pero la vista, inevitablemente, se nos iba a la fuente de cristalinas y gélidas aguas que hay en el fondo del barranco, con un pequeño abrevadero para el ganado. El sonido del chorro de agua resonaba en el valle y era música celestial para nuestros oídos, por lo que salimos corriendo a refrescar nuestras resecas y sedientas gargantas.

Al acercar los labios al chorro cristalino de vida, la palabra "agua dulce" adquiere todo su significado. No hay mejor bebida cuando se tiene sed, realmente, que el agua fresca, pura y cristalina de un manantial de montaña.

Con la sed ya más calmada y las nucas, caras, muñecas y manos refrescadas, nos deleitamos en la contemplación de los tritones que nadaban lánguidamente y se escondían entre las ovas del abrevadero.

Y entonces fue cuando la vi, una hermosa yegua pottoka de terso pelaje rojizo resplandeciente con su grupa al sol, ejercía una llamada irresistible para un jovenzuelo asilvestrado de mi edad. Ni corto ni perezoso, me acerqué caminando muy despacio hacia ella, llegué hasta su lado y le acaricié el hombro, ella levantó la cabeza para comprobar qué diablos era aquello que había osado interrumpir su apacible apacentamiento, me miró de reojo con apatía y desdén, y volvió a bajar la cabeza para seguir pastando. Entonces, retrocedí unos pasos para coger algo de carrerilla y de un rápido salto me subí a su grupa, la agarré de las crines y con un golpe de talones en su barriga grité "¡Arre!" Pero la austera y tranquila pottoka seguía pastando impertérrita. Decepcionado, me quedé allá arriba, algo cabizbajo y pensativo. Entonces, inesperada y rápidamente, la yegua alzó la cabeza y arrancó a todo galope. A duras penas, aterrorizado y agarrado a las crines como pude, alcancé a vislumbrar que la pottoka se dirigía a toda velocidad hacia el hayedo y que el primer árbol extendía peligrosamente una rama baja justo a la altura de la cruz de mi imprevisible montura. No tenía alternativa posible, tuve que saltar en marcha, salí revolcado a trompicones por el duro suelo y me quedé tendido con la cabeza a escasos centímetros de una piedra.

Polvoriento y con la espalda y el orgullo heridos, regresé a la fuente donde me esperaban mi hermano y algunos amigos riéndose a carcajada limpia, mientras mi padre me miraba fijamente con el ceño fruncido. Este último me echó una buena reprimenda por mi estúpida temeridad y me advirtió de la suerte que había tenido, ya que me podría haber desnucado fácilmente contra aquella piedra, y que las pottokas salvajes no están acostumbradas a que nadie las monte, en aquellos solitarios parajes.

Poco después, degustábamos algunos trozos de queso, salchichón, chorizo y jamón con pan, todo ello acompañado por la bota de vino y muchas risas, mientras comentábamos las peripecias de la excursión a la que mi sorprendente arranque de locura había puesto la guinda, desde todos los puntos de vista posibles, incluido el de los perros que nos miraban con esa cara de perplejidad en su cabeza ladeada que sólo ellos saben poner.

Al llegar a casa, hice el dibujo que veis arriba, una copia del cual envié a un concurso del programa de radio "Sin Nicotina", donde el honesto e inolvidable Fernando García sorteaba algunos ejemplares del "Old Ways" de Neil Young. Tuve la suerte de que me concedieran uno, como premio a la atrevida proeza de tan joven e intrépido cowboy riojano urbanita, y así fue como un servidor comenzó a aficionarse a la música country, escuchando canciones como esta:

Resuena en el sombrero: "Wayward Wind".- Patsy Cline (Nashville (Tennessee), 1961).