En la última entrada de "Frikosal" aparece una fabulosa foto con una pareja de coleópteros meloideos de la especie Mylabris quadripuctata (en la primera foto), que, por su aspecto rechoncho, yo confundí inicialmente con otro coleóptero parecido pero de la familia Chrysomelidae, con el que comparte el mismo apellido específico: Clytra quadripunctata (fotos segunda y tercera).
Los Mylabris, al igual que muchos otros meloideos (los más conocidos son las llamadas vulgarmente "Aceiteras" (género Meloe), unos insectos bastante grandes de color negro con el abdomen muy abultado, pero con una estrecha cintura de avispa en su inserción con el protórax, seguro que los habéis visto), exudan una hemolinfa muy tóxica cuando se sienten amenazados, cosa que avisan a través de sus llamativos colores, rojo brillante con cuatro manchas negras (de ahí el nombre específico).
Este código universal de colores es bien conocido, casi todos los animales saben que cuando se combina el negro con el rojo, el naranja o el amarillo, de una forma intensa y llamativa, quiere decir que aquello contiene veneno o alguna sustancia amarga o muy desagradable. Tal y como sucede con las avispas (Vespidae) o las mariquitas (Coccinellidae), éstas últimas presentan un aspecto similar a las dos especies de coleópteros anteriormente mencionadas, con sus élitros coloreados de rojo vivo con puntos negros. De forma que cuando un pájaro o cualquier otro depredador observa estos colores, ya sea instintivamente o por alguna mala experiencia previa, no osa tocar al portador de los mismos.
Pero hay insectos que han aprovechado evolutivamente las ventajas defensivas que ofrecen estos códigos de colores, así hay insectos que, aún careciendo de aguijón y de veneno, se disfrazan de avispas (Polistes dominulus, en la cuarta foto) para parecer peligrosos y ser respetados por sus posibles enemigos, como hacen muchas mosquitas inofensivas de la familia Syrphidae, la inocua mariposa Paranthrene tabaniformis (quinta foto), cuyas larvas taladran el tronco de los chopos y otras frondosas, al igual que hace el cerambícido Plagionotus arcuatus (sexta foto).
Casualidades de la vida, el otro día, en el mismo prado en el que fotografié la bella mariposa Zygaena (también tóxica para los pájaros, como bien apuntó "Frikosal") de la entrada anterior, observé una gran profusión de pequeños escarabajos del género Clytra, posiblemente la mencionada C. quadripunctata, aunque también podría tratarse de C. espanoli, más frecuente en la Península Ibérica (por lo de "español", no porque sea panoli).
Parecían bastante excitados, revoloteaban por el prado de flor en flor y de hierba en hierba, algunas parejas copulaban (segunda foto), mientras que otros ejemplares adoptaban una curiosa postura en solitario, sobre el tallo de una gramínea, asidos con su primer y segundo par de patas, mientras arqueaban el abdomen hacia abajo, de cuyo extremo sobresalía una extraña estructura escamosa, la cual manipulaban con sus patas traseras (tercera foto).
Intrigado, busqué en el volumen nº 13 de "Fauna Ibérica" dedicado íntegramente a la familia Chrysomelidae, y en la introducción del capítulo de la subfamilia Clytrinae decía esto: "Durante la puesta las hembras depositan los huevos mezclados cuidadosamente con excrementos, gracias a la acción de un aparato rectal, usado por el insecto para elaborar escamas o láminas de heces bañadas en una secreción de las glándulas rectales, lo cual determina la morfología externa de la cubierta del huevo. Para este proceso la hembra emplea sus patas posteriores, que van girando el huevo alojado en la foseta del último esternito abdominal, hasta darle la configuración final".
Las larvas de los Clytrinae se alojan en el interior de estuches fabricados a partir de excrementos y detritus, los cuales van agrandando y reparando a medida que aumentan de tamaño durante el desarrollo. Estas larvas son mirmecófilas, es decir viven en el interior de los hormigueros alimentándose de restos orgánicos de todo tipo, en una relación que puede calificarse de comensalismo, ya que no reporta ningún beneficio para las hormigas y, probablemente, tampoco ningún perjuicio.
El riesgo principal para la vida de estos crisomélidos mirmecófilos se da al emerger el adulto de la ninfa, alojada en el interior del hormiguero, ya que las hormigas reaccionan frente a él como si se tratara de una posible presa. La defensa del coleóptero se verifica mediante la secreción de sustancias repelentes y también de sustancias azucaradas, que rechazan o entretienen a las hormigas, respectivamente, o mediante la simulación de la muerte (tanatosis).
Concretamente, las larvas de Clytra quadripunctata viven en los hormigueros de Formica rufa, y los adultos se alimentan de hojas de sauces (Salix sp.), en la forma típica, y de encina (Quercus ilex), en la subespecie puberula. Mientras que los adultos de C. espanoli se alimentan de encinas, sauces y chopos (Populus).
La mirmecofilia alcanza su culminación en algunas especies de lepidópteros licénidos que también sobrevuelan estos mismos prados, como Maculinea rebeli.
No es mi intención establecer paralelismos con el comportamiento de personas concretas, pero es cierto que una táctica defensiva muy habitual consiste en protegernos bajo una coraza o una apariencia de dureza, fortaleza y seguridad, bajo la que tratamos de ocultar nuestra verdadera naturaleza frágil, débil e insegura. Aunque también es verdad que a veces las apariencias no engañan y nos avisan de cosas realmente peligrosas ¿Por qué la entomología y la psicología tendrán que ser tan complicadas?
Todas las fotos están bajadas de internet, ya que mis habilidades fotográficas dejan mucho que desear, como se pudo ver en las desenfocadas fotos de la entrada anterior ¡"Frikosal" te necesito! Haríamos un buen equipo ¿No te parece?