En los céspedes de jardines urbanos, rurales, rotondas, campos de golf, etc., crecen multitud de especies de setas que, por su accesibilidad, llaman la atención de numerosos ciudadanos. Una de las preguntas más frecuentes en internet es: “Me han salido unas pequeñas setas blancas en el césped ¿Qué son? ¿Se pueden comer? o ¿Qué hacer para eliminarlas?”
Curiosamente, estos hongos han sido escasa y deficientemente estudiados por los micólogos, que se han centrado más en las setas de medios más “naturales” o silvestres, tales como bosques y pastizales.
Debido al origen frecuentemente alóctono de los sustratos y semillas utilizadas en los céspedes, en ocasiones se encuentran especies exóticas, raras e incluso nuevas o sin nombrar todavía.
¿Por qué salen tantas especies de setas en los céspedes? Esto es debido a que se trata de un medio que, al ser regado, cuenta con una elevada humedad durante todo el año; y a que el suelo es rico en materia orgánica procedente de los restos de la hierba segada, del estiércol u otros abonos que se emplean para su fertilización, así como de los orines y excrementos de perros, aves, artrópodos, moluscos y lombrices que frecuentan este hábitat.
Empezaré con una recomendación general: NO COMER LAS SETAS DE LOS CÉSPEDES, debido a dos motivos de peso: 1º) Las setas pueden absorber y acumular las sustancias químicas (fertilizantes y pesticidas) con las que se tratan los céspedes. 2º) Muchas de las especies son difíciles de identificar, existiendo especies comestibles muy parecidas a otras que son tóxicas, por lo que deben ser identificadas por expertos, utilizando microscopios y reactivos químicos.
El año pasado se produjo una muerte y varios casos de intoxicación por ingesta de Lepiota brunneoincarnata (primera foto) que había fructificado abundantemente en algunos jardines públicos de Barcelona y Huesca.
Por contra, una de las especies más apreciadas es la “Senderuela” o “Carretilla” (Marsmius oreades, en la segunda foto), excelente comestible que crece en primavera y otoño formando los llamados “corros de brujas” (anillos de hierba de color más oscuro), cuyos carpóforos pueden conservarse secos para luego ser añadidos a sopas y guisos, sin embargo hay que recolectarla con precaución, ya que es muy parecida a la especie tóxica Marasmius collinus (tercera foto) que suele crecer en grupos más apretados (en forma cespitosa) y tiene un olor desagradable.
Algo similar le pasa al Champiñón de campo (Agaricus campestris, 4ª foto) que puede ser fácilmente confundido (sobre todo en ejemplares jóvenes) con especies tóxicas como A. iodosmus, A. xanthoderma y A. placomyces.
Parientes de la apreciada “
Seta de chopo” (
Agrocybe aegerita) son
Agrocybe molesta (5ª foto), buen comestible, y la delicada
Agrocybe pediades, sin interés gastronómico debido a su pequeño tamaño.
La “Barbuda” o “Matacandil” (Coprinus comatus, 6ª foto) también es comestible de joven, dentro de ese mismo género hay especies sin interés debido a su pequeño tamaño, escasa carne y vida efímera como son C. disseminatus y C. plicatilis (7ª foto).
Frecuentes en verano y también de vida efímera, ya que se secan con los primeros rayos del sol, son
Conocybe apala (=
C. albipes =
C. lactea, 8ª foto) y la extraña
Conocybe delicuescens (9ª foto). Estas y otras especies de los géneros
Conocybe,
Bolbitius,
Panaeolus y
Stropharia pueden ser fácilmente confundidas con algunas setas alucinógenas, debido a su contenido en
psilocybina, como son
Psilocybe semilanceata y
Panaeolina foenisecii, que también salen en céspedes y prados, las cuales conviene no ingerir, ya que si se superan las dosis (que son variables en función de las características de cada seta, la forma de consumo o con qué se mezclen, así como de la sensibilidad de cada consumidor) pueden resultar altamente tóxicas.
Me he dejado en el tintero otras muchas especies, porque la lista sería interminable, pero ya lo sabéis ¡Mucho cuidado con esas pequeñas setas de apariencia inofensiva que salen en el césped!
Fotos 4ª, 5ª, 6ª y 8ª by Mad Hatter.