Si hay un pueblo discreto y respetuoso ese es el japonés, su cultura y sus tradiciones, basadas en el sintoísmo y en el budismo, están muy interiorizadas y generalizadas entre la población. Por ejemplo, se dice que “El Emperador no es plenamente feliz hasta que no sea feliz el más humilde de sus súbditos”.
Esto también les lleva a tener unos códigos sociales de conducta muy rígidos y a ciertas supersticiones. Por ejemplo, en Japón hay una gran creencia popular en los amuletos como protectores ante las desgracias y la mala suerte. Entre los mas apreciados están aquellos en los que aparecen los monos, asociados a la buena suerte. De hecho, la palabra japonesa para nombrarlos, saru, significa “ahuyentar la mala suerte“.
En Nikko, principal centro religioso del Japón, hay un pequeño templo que es parada obligatoria durante la visita al santuario, con la representación de los tres monos más famosos del mundo, los tres mono-sabios que propugnan las tres maneras de vivir el sintoísmo:
-Mizaru: no ver maldades.
-Iwazaru: no decir maldades.
-Kikazaru: no escuchar maldades.
Pese a ello, la rígida estructura social les lleva, de vez en cuando, a buscar ciertos desahogos privados como la bebida. Y es que Japón huele a sake, y hay más bares de los que parece a primera vista, ya que éstos no se anuncian y suelen encontrarse en la segunda planta. La mayoría son locales muy pequeños, con una clientela fija, de hecho cada cliente tiene su propia botella de uso privado, con su nombre o sus iniciales grabadas. Entre estos clientes hay gente occidental famosa como por ejemplo Quentin Tarantino. También podemos encontrar tascas de tapas y flamenco en pleno Tokyo, debido a la enorme atracción que muchos nipones sienten por nuestras, para ellos, “exóticas” costumbres ibéricas.
Pero, como en todas partes, la vida en Japón no es perfecta, existen abusos, injusticias y delincuentes. Y como la ley no puede llegar a todas partes, en la Edad Media surgió una casta de jugadores y paladines justicieros que se pusieron fuera de la ley para proteger a los débiles y de paso controlar sus propios trapicheos y negocios, son los llamados Yakuza. Los cuales se rigen por un código del honor muy estricto y se organizan en una estructura de tipo feudal. Se caracterizan por tener prácticamente todo el cuero tatuado.
Para explicar mejor lo que son los Yakuza, a continuación, transcribo un texto de Toshio Okada, del 16 de junio de 2007, Barcelona. Publicado por “Tertulia Japón” (http://tertuliajapon.blogspot.com/):
"Se dice que el origen de la palabra “Yakuza” está en la pronunciación de 8+9+3 en el juego de las cartas tradicionales japonesas (Hanfuda). Los Yakuza(s), la gente que inicialmente vivía tanto fuera de la ley como fuera de la estructura social, contaban con los juegos que ellos mismos organizaban con las cartas o las manos, en lugares escondidos de templos, etc... Su aparición se puede remontar hasta la época de Kamakura Bakufu (1192-1333)-gobierno de samuráis.
La palabra “Yakuza” suele considerarse como equivalente a “Mafia” a través de las novelas y películas, como las del director Kitano Takeshi. Sin embargo, Yakuza lleva en su seno una vieja y tradicional cultura identificadora, que se expresa con las palabras a veces difíciles de traducir a otras lenguas: Guiri to Ninjyo, Jingui, Guikyoshin,...(Obligaciones, trato, compasión, humanidad, ...). Es un mundo de Guiri to Ninjyo, que facilita la creación de películas con abundantes dramas violentos y colores, dado que el mundo de Yakuza conlleva intrínsecamente una cultura de vida y muerte grotescamente intensificada y un antiguo y estricto código, mediante el que se gobierna el mundo oscuro a base de la estrategia de la zanahoria y el palo.
Periódicamente, se vienen produciendo películas de Yakuza en Japón, dado que siempre van a contar con la asistencia de un público fiel. También están aseguradas las escenas de luchas, dilemas, mucha sangre, lágrimas, colores vivos, tradiciones, fidelidades, traiciones, héroes, malos,... Las de Kitano están más centradas sobre los yakuzas inmaduros que llevan siempre algún fallo, es decir, a los yakuzas doblemente fuera de la ley (fuera de ésta y fuera del mundo de Yakuza), por eso resultan muy cómicas y un tanto surrealistas.
Yakuza, a pesar de que vive en el mundo fuera de la ley, tiene su propia cultura y vieja tradición que a veces resultan atractivas para la gente. En primer lugar, el jefe tendrá que tener una buena carrera de delincuente sin igual, ser fuerte en las peleas, valiente, sin temer a nada ni a nadie, saber intimidar, elocuente, manejar un rico vocabulario, ser el primero en atacar, ganar siempre, ser inteligente y estratega, capaz de reunir a subordinados superdotados,... En fin un orgullo o prototipo de dios para todos sus fieles. Es gracias al jefe que se mantiene su feudo de influencia (Nawabari) en que se generan los beneficios con los negocios mafiosos. En segundo lugar, los yakuzas no tienen que meterse con la población. El mundo de yakuzas se encuentra donde no hay sol, es decir, donde no llega el poder de la ley. Pero este principio ya muchas veces ha sido infringido por su agresión o chantaje a los huelguistas, los políticos, etc... En tercer lugar, a pesar de que viven fuera de la ley, tienen su propia ley muy rígida (Shikitari) que es tradicional, ceremonial, lo que crea a veces una belleza en la pantalla de las películas.
Aunque últimamente los yakuzas se confunden con grupos de gangsters, por ejemplo el último caso de asesinato del alcalde de Nagasaki (Se trataba de un compra-venta de un terreno que el ayuntamiento de Nagasaki no quería permitir a un gangster, expulsado de una banda de Yakuza por su mal comportamiento).
Hay jefes de Yakuza legendarios muy conocidos en Japón, tales como Shimizu Jirocho o Kunisada Chuji.
Shiumizu Jirocho (1820-1893) fue un yakuza legendario y famoso a través de Kodan (cuentos delante el público), Rokyoku (cuentos con la música), Shingueki (teatros), etc.... Nació en Shimizu del actual Shizuoka-ken. Fuerte, inteligente, y humanitario. Durante la revolución de Meiji, encontró a Yamaoka Tesshu, emisario del régimen, Tokugawa Bakufu, y empezó a venerarle considerándole como verdadero samurái. Yamaoka Tesshu, por su parte, tenía mucho respeto por el acto humanitario de Jirocho que había enterrado a los soldados de Tokugawa que perdieron la vida en la batalla del puerto de Shizuoka, poco antes de que Tokugawa perdiera su poder después de dos siglos y medio del gobierno. Jirocho tenía también un subordinado gracioso y fiel que se llamaba Mori no Ishimatsu que aparece en cualquier cuento tradicional. En Rokyoku (cuento con música), se solía decir sobre Ishimatsu, la famosa frase “Baka wa shinanakya Naoranai.” (Un idiota no se cura si no se muere.), puesto que tenía un temperamento rápido y violento, extremadamente gracioso y humano. Total, que la gente le quería por su carácter tan ingenuo.
Kunisada Chuji (1810-1851): Hijo de una familia campesina. Actuaba en la zona sur de la montaña de Akagui de la actual región de Gunma-ken. Luchaba contra las autoridades y salvó la vida de los muchos campesinos durante la “Hambruna de Tempo”. Famoso por ser valiente, sin temor ante nada, y humanitario. Fue crucificado por las autoridades. Todavía la gente sigue teniendo respeto hacia él por todo lo que había hecho en favor de los campesinos.
Los Yakuza ha evolucionado y se han transformado hasta hoy. Pero siguen viviendo fuera de la ley, teniendo un código tradicional con su estructura feudal y rígida, y manteniendo e intentando agrandar su feudo mediante luchas con otra bandas.
Actualmente existen en Japón una veintena de grandes sindicatos de Yakuza que reagrupan a unos 41.000 miembros, de entre los cuales la mitad pertenecen al grupo, Yamaguchi Gumi, cuyo jefe es Shinobu Tsukada a partir de agosto 2005. Este último está actualmente en la cárcel por tenencia de armas, pero desde detrás de la rejas sigue mandando. El feudo de Yamagushi Gumi es principalmente la región de Kansai (Osak-Kobe-Kyoto), pero desde hacía unos años empezó la marcha hacia el este (Tokyo y más arriba), y ahora está presente por todas las partes del archipiélago.
Esta expansión hacia el Este suscita algunas veces guerras de gangsters, como fue el caso en febrero de 2007 en Tokyo con el asesinato de un jefe de la banda perteneciendo al sindicato del crimen Sumiyoshi-Kai (8.000 miembros) por un asunto de territorio. Yamagushi Gumi fue fundado en 1915 en Kobe, y se hizo el sindicato más poderoso bajo la férula de su famoso padrino de la época, Kazuo Taoka.
Cada vez es más difícil distinguir entre las actividades de los Yakuza y las empresas. Interviniendo hasta en la bolsa, constituyendo sus propias empresas legales, y participando en la burbuja inmobiliaria. Yakuza es cada vez más inteligente, sabe esconderse bien, y sigue manteniendo su feudo. Su imagen ya está muy lejos de las de Shiumizu Jirocho o Kunisada Chuji. Ahora poca gente aprecia las actividades de los Yakuza que son en la mayoría de los casos oscuras y dudosas, y están muy lejos de las imágenes que se ofrecen en las películas que homenajean su bello código de actuación y la tradición. La gente lo considera sólo como equivalente a la mafia".
En 1974, el director de cine Sydney Pollack rodó “Yakuza”, interpretada por Robert Mitchum, Ken Takakura, Brian Keith y Herb Edelman, como principales actores.
Harry Kilmer (Robert Mitchum) es requerido por su buen amigo George Tanner (Brian Keith) para que intente liberar a su hija de los Yakuza japoneses.
Para ello viajará a Tokyo, donde volverá a encontrarse tras muchos años de ausencia con un antiguo amor, la hermana de Tanaka Ken (Ken Takakura), un maestro zen, con el que pretende aliarse para recuperar a la muchacha.
Se trata de un excelente film sobre la mafia japonesa y sus códigos de comportamiento, alimentado en su trama de acción por una historia de crepuscular romanticismo y una observación al sentimiento de culpa y de honor.
El ritmo es acertado, huyendo de la apresuración tan normal en este tipo de proyectos, asentado en una gradación melancólica, la mirada en las emociones y en la interacción personal, más que descansando la esencia de la trama en las escenas de acción, que las hay y de gran intensidad, narradas con gran eficacia y espectacularidad, gracias a un buen trabajo de Pollack y a la habilidad en las artes marciales de Ken Takakura, quien por cierto, efectúa una excelente interpretación, al igual que el espléndido Robert Mitchum, con el que Takakura desprende una gran química cuando ambos aparecen en la pantalla.
Una parte meritoria del éxito de la película es el guión de Robert Towne (quien ya había firmado apreciables textos para “Chinatown”, “El último deber” o “Shampoo”) y Paul Schrader, que debutaba en el cine con “Yakuza”.
Posteriormente se asociaría con Martin Scorsese para ofrecernos algunos de los mejores títulos del cine moderno.
Resuena en el sombrero: “The State We´re In”.- The Chemical Brothers (Banda sonora de la película “Lost in Translation”).