martes, junio 28, 2011

AL-ZARQA




He de confesar que a mí el flamenco no es que me tire mucho, pero aquella guitarra flamenca tan pura, tan sola, sin acompañar a ningún cantaor, sonaba tan profunda y ancestral que parecía salir de las catacumbas del Sacromonte granaíno.

Y allí estaba yo, gracias a la radio, embelesado por ese torrente de agua cristalina que manaba de las fuentes de la Alhambra, escuchando con atención cada rasgueo, cada nota, cada acorde, cada filigrana, cada contrapunto y cada golpe de caja que salía de aquella pequeña y vieja guitarra, asombrado porque toda esa riqueza y variedad de sonidos pudiese provenir de un único instrumento en manos de una sola persona. Toda esa maravilla fluye de manera hermosa y natural de la cabeza de un solo hombre, pero…¿Quién será tan magnífico guitarrista? Reconozco que no sé mucho de flamenco, pero… ¿Qué palo es ese que suena? ¿Cómo es que nunca antes había escuchado nada parecido?

Así que, impaciente y picado por la curiosidad, continué escuchando el programa de radio (“Discópolis”, en Radio 3), y cuál fue mi sorpresa al enterarme de que, sí, era flamenco, pero tocado al estilo “derviche” por un músico egipcio, nacido en El Cairo en 1977, llamado Ali Khattab, que había venido a presentar su primer LP titulado “Al-Zarqa”.

Al-Zarqa”, en árabe, significa mujer morena de ojos azules. Alí Khattab dijo en la entrevista que había titulado así el disco y uno de los temas para resaltar la mezcla de culturas que se produce en su música. Una música en la que mezcla los palos típicos del flamenco (soleás, seguiriyas, tarantas, tangos y rumbas) con los ritmos tradicionales de Oriente Medio (hijaz, rast, nawaathar y nahawand). Y añadió: “La música es como una mujer (mora) con los ojos azules, bella, enigmática y seductora”.

Supongo que el flamenco tiene parte de sus raíces en la cultura mediterránea y en la música árabe, pero me extrañó que hubiese un guitarrista egipcio de flamenco ¡Y tan bueno! En la entrevista , Alí explicó que desde pequeñito aprendió a tocar la guitarra y le gustó mucho, y que, cuando tenía 13 años, cayó en sus manos una cinta de grandes clásicos de la guitarra flamenca en la que escuchó a Paco de Lucía, Manolo Sanlucar o al Niño Miguel, entre otros, y, desde aquel mismo momento, supo que él quería tocar así.

En 1997 hizo su primer viaje a Jerez de la Frontera, para conocer de primera mano el flamenco. Curiosamente, no se apuntó a ninguna academia de guitarra, sino que, simplemente, se empapó de la cultura flamenca, visitando tablaos y garitos, recorriendo las calles, tomando vinos y tapas en los bares, hablando con músicos, bailaores, cantaores, palmeros y aficionados. Descubrió que el flamenco es más que un estilo musical, es una forma de vida que le gusto y le caló muy hondo, podría decirse que el “duende” se le metió en el tuétano y allí se ha quedado.

Así que, tras regresar a El Cairo, decidió irse a vivir a Jerez de la Frontera durante los años 2005 a 2007, donde perfeccionó su técnica y compuso varias canciones.

El año pasado grabó sus temas en el estudio de un amigo egipcio, donde hicieron una maqueta que, casi por casualidad, cayó en las manos de Mario Pacheco (hasta hace poco responsable del sello “Nuevos Medios”) quien, al escucharla, no se podía creer que aquella joya era el trabajo de un desconocido y modesto chico egipcio. Lógicamente, no tardó mucho en publicar el disco, retocando escasamente la maqueta original, al que llamaron “Al-Zarqa”, en el que, además, consiguieron que colaborasen algunos de los mejores músicos de Egipto, como el veterano Abdou Dagher, en el violín, o el virtuoso Omar Beshir al oud.

Estos días, tenemos la gran suerte de contar con la presencia de Alí Khattab en España, en una gira que le ha llevado a tocar en “La Noche Blanca del Flamenco”, organizada por la Casa Árabe de Córdoba; y el próximo 8 de julio actuará en el festival “Raks” de Madrid, en compañía de otros dos jóvenes y excelentes músicos de El Cairo como Hesham Essam, al oud y Mohamed Medhat, al violín, apoyados por una experta sección rítmica, a cargo de los españoles Josemi Garzón, al contrabajo, y Antonio Rivero en la percusión.

No os perdáis su mágica fusión de flamenco y música árabe, sentiréis un torrente de agua pura y cristalina que, tras ser filtrada por las duras y verdes acículas de los pinsapos de las sierras gaditanas, os arrastrará irremisiblemente hasta un océano de un profundo color azul, como los ojos de “Al-Zarqa”. Cruzaréis el Estrecho de Gibraltar, os adentraréis en el Mediterráneo, rumbo a Oriente, hasta llegar al fértil Delta del Nilo, donde finalmente encontraréis la paz y el sosiego, saboreando un plato de dátiles con dulce té de menta, mientras os reflejáis en los profundos y bellos ojos azules de “Al-Zarqa”.

Resuena en el sombrero: “Tangos del Nilo” y “Al-Zarqa”.- Alí Khattab (El Cairo (Egipto), 2011).

martes, junio 21, 2011

VIVIR AL BORDE DEL MAR









Vivir a la orilla del mar, a ser posible en primera línea de playa, es algo deseable para la inmensa mayoría de la gente, sobre todo si se trata de un mar relativamente tranquilo y apacible como es nuestro querido “Mare NostrumMediterráneo, al que cantó magistralmente Serrat.

Sin embargo, para la mayoría de los seres vivos la orilla del mar es un lugar bastante peligroso e inhóspito, ya que el suelo suele estar formado por acantilados rocosos, playas y dunas de arena, azotadas por vientos salinos procedentes del mar, por lo que se trata de unos sustratos con escasa capacidad de retención de agua, muy pobres en nutrientes y con cierto contenido de sal, sustancia esta que es tóxica para la mayoría de las plantas terrestres y dulceacuícolas. Además, las propias olas pueden afectarles en casos de fuertes tormentas y tsunamis.

Entonces, a parte de los pescadores, los turistas y los surfistas ¿Qué otros seres gustan o son capaces de vivir en la orilla del mar? Pues a los mamíferos marinos (nutrias, focas y leones marinos) y a las aves marinas como gaviotas, charranes, pagazas, pardelas, albatros, alcatraces, paíños, petreles, pelícanos y cormoranes, como el joven Cormorán moñudo de la 3ª foto, que se asoma al mar desde la repisa del alto acantilado que le ha visto nacer. Estas oscuras aves son capaces de bucear velozmente para perseguir y capturar a los peces en su propio medio, con el único arma que les confieren sus largos y ganchudos picos.

Los animales pueden moverse y nadar, las aves incluso pueden volar, por lo que les resulta relativamente fácil adaptarse al medio costero. Sin embargo, las plantas terrestres deben aguantar inmóviles las condiciones del lugar en el que han echado raíces, por lo que sólo determinadas especies pueden vivir en medios tan duros como son las dunas y acantilados marinos o en sus proximidades, ya que existe toda una gama de hábitats o ecosistemas situados en bandas o anillos, dependiendo de la distancia que les separa del límite superior de las mareas vivas más altas.

Árboles tan frugales y adaptables como el sufrido Pino carrasco (Pinus halepensis), pueden adquirir un porte inclinado, retorcido, en bandera o achaparrado, cuando viven muy cerca del borde del mar (ver 7ª foto). Al igual que sucede con otros arbolillos o arbustos como el Acebuche u Olivo silvestre (Olea europaea var. sylvestris), los Tarayes o Tamarices (Tamarix gallica y T. africana), el Aladierno (Rhamnus alaternus), el Romero (Rosmarinus officinalis) y el Lentisco (Pistacia lentiscus).

Los arbusto de cierto porte que aguantan una mayor proximidad al mar, pudiendo vivir en el cinturón exterior de las dunas costeras son la Sabina mora de las dunas (Juniperus phoenicea ssp. turbinata), el Enebro marítimo (Juniperus oxycedrus ssp. macrocarpa) y la Bufalaga marina (Thymelaea hirsuta), todos ellos con hojas escamosas y ramas flexibles, esta última, por su similitud y evolución convergente con respecto a las primeras (los Juniperus son gimnospermas, mucho más antiguas evolutivamente) podríamos calificarla como la angiosperma que quería ser sabina.

Algo más cerca del mar, ya no existe ningún árbol o arbusto que aguante, a lo sumo podemos encontrar pequeñas matas de cepa leñosa (sufrútices) como la Melera o Pegamoscas (Ononis natrix, foto 8ª), así llamada porque sus tallos y hojas están cubiertos por pelos y glándulas que segregan una sustancia pegajosa, sus flores son amarillas con nerviaciones rojas o violetas y el fruto es una pequeña legumbre. Habita en arenales y roquedos costeros secos y soleados.

Aún más resistente si cabe, resulta la Coca marina o Limonio (en las fotos 4ª, 5ª y 6ª se muestra la especie Limonium gibertii), que puede vivir en diminutas grietas de las rocas, al borde de los acantilados marinos, en secos arenales y en taludes margosos, donde parece increíble que pueda sobrevivir planta alguna. Para las especies de este curioso género, Limonium, de la familia de las Plumbagináceas, el Mediterráneo occidental constituye su principal núcleo de dispersión, por lo que existen multitud de especies adaptadas a los climas y suelos más duros, desde los bordes de las lagunas salinas continentales de la Mancha, las Bárdenas y los Monegros, en el interior, hasta las dunas, saladares y acantilados costeros, incluido los desiertos del Sureste peninsular.

Otras plantas comunes en los acantilados marinos son el Llantén estrellado (Plantago subulata) que forma almohadillas cespitosas entre las rocas; y el Hinojo marino (Crithmum maritimum), cuyos brotes tiernos pueden consumirse crudos para aromatizar ensaladas y pescados, con un suave aroma intermedio entre el auténtico Hinojo (Foeniculum vulgare) y la Zanahoria (Daucus carota), otras plantas de la misma familia (Umbelíferas).

En las dunas más próximas al mar (2º foto) viven únicamente plantas herbáceas especializadas en colonizar este hábitat, tales como el Narciso de mar (Pancratium maritimun), el Cardo marino (Eryngium maritimun), la Armeria pungens, el Plantago albicans, la Amnophila arenaria y otras plantas autóctonas cuya subsistencia se está viendo amenazada durante los últimos años por la expansión de especies exóticas invasoras como la Flor de cuchillo (Carpobrotus edulis y C. acinaciformis) y la Onagra o Hierba del Asno (Oenothera erythrosepala), cuyas vistosas flores amarillas pueden verse en primer plano de la 2º foto.

Fotos by Mad Hatter.