He de confesar que a mí el flamenco no es que me tire mucho, pero aquella guitarra flamenca tan pura, tan sola, sin acompañar a ningún cantaor, sonaba tan profunda y ancestral que parecía salir de las catacumbas del Sacromonte granaíno.
Y allí estaba yo, gracias a la radio, embelesado por ese torrente de agua cristalina que manaba de las fuentes de la Alhambra, escuchando con atención cada rasgueo, cada nota, cada acorde, cada filigrana, cada contrapunto y cada golpe de caja que salía de aquella pequeña y vieja guitarra, asombrado porque toda esa riqueza y variedad de sonidos pudiese provenir de un único instrumento en manos de una sola persona. Toda esa maravilla fluye de manera hermosa y natural de la cabeza de un solo hombre, pero…¿Quién será tan magnífico guitarrista? Reconozco que no sé mucho de flamenco, pero… ¿Qué palo es ese que suena? ¿Cómo es que nunca antes había escuchado nada parecido?
Así que, impaciente y picado por la curiosidad, continué escuchando el programa de radio (“Discópolis”, en Radio 3), y cuál fue mi sorpresa al enterarme de que, sí, era flamenco, pero tocado al estilo “derviche” por un músico egipcio, nacido en El Cairo en 1977, llamado Ali Khattab, que había venido a presentar su primer LP titulado “Al-Zarqa”.
“Al-Zarqa”, en árabe, significa mujer morena de ojos azules. Alí Khattab dijo en la entrevista que había titulado así el disco y uno de los temas para resaltar la mezcla de culturas que se produce en su música. Una música en la que mezcla los palos típicos del flamenco (soleás, seguiriyas, tarantas, tangos y rumbas) con los ritmos tradicionales de Oriente Medio (hijaz, rast, nawaathar y nahawand). Y añadió: “La música es como una mujer (mora) con los ojos azules, bella, enigmática y seductora”.
Supongo que el flamenco tiene parte de sus raíces en la cultura mediterránea y en la música árabe, pero me extrañó que hubiese un guitarrista egipcio de flamenco ¡Y tan bueno! En la entrevista , Alí explicó que desde pequeñito aprendió a tocar la guitarra y le gustó mucho, y que, cuando tenía 13 años, cayó en sus manos una cinta de grandes clásicos de la guitarra flamenca en la que escuchó a Paco de Lucía, Manolo Sanlucar o al Niño Miguel, entre otros, y, desde aquel mismo momento, supo que él quería tocar así.
En 1997 hizo su primer viaje a Jerez de la Frontera, para conocer de primera mano el flamenco. Curiosamente, no se apuntó a ninguna academia de guitarra, sino que, simplemente, se empapó de la cultura flamenca, visitando tablaos y garitos, recorriendo las calles, tomando vinos y tapas en los bares, hablando con músicos, bailaores, cantaores, palmeros y aficionados. Descubrió que el flamenco es más que un estilo musical, es una forma de vida que le gusto y le caló muy hondo, podría decirse que el “duende” se le metió en el tuétano y allí se ha quedado.
Así que, tras regresar a El Cairo, decidió irse a vivir a Jerez de la Frontera durante los años 2005 a 2007, donde perfeccionó su técnica y compuso varias canciones.
El año pasado grabó sus temas en el estudio de un amigo egipcio, donde hicieron una maqueta que, casi por casualidad, cayó en las manos de Mario Pacheco (hasta hace poco responsable del sello “Nuevos Medios”) quien, al escucharla, no se podía creer que aquella joya era el trabajo de un desconocido y modesto chico egipcio. Lógicamente, no tardó mucho en publicar el disco, retocando escasamente la maqueta original, al que llamaron “Al-Zarqa”, en el que, además, consiguieron que colaborasen algunos de los mejores músicos de Egipto, como el veterano Abdou Dagher, en el violín, o el virtuoso Omar Beshir al oud.
Estos días, tenemos la gran suerte de contar con la presencia de Alí Khattab en España, en una gira que le ha llevado a tocar en “La Noche Blanca del Flamenco”, organizada por la Casa Árabe de Córdoba; y el próximo 8 de julio actuará en el festival “Raks” de Madrid, en compañía de otros dos jóvenes y excelentes músicos de El Cairo como Hesham Essam, al oud y Mohamed Medhat, al violín, apoyados por una experta sección rítmica, a cargo de los españoles Josemi Garzón, al contrabajo, y Antonio Rivero en la percusión.
No os perdáis su mágica fusión de flamenco y música árabe, sentiréis un torrente de agua pura y cristalina que, tras ser filtrada por las duras y verdes acículas de los pinsapos de las sierras gaditanas, os arrastrará irremisiblemente hasta un océano de un profundo color azul, como los ojos de “Al-Zarqa”. Cruzaréis el Estrecho de Gibraltar, os adentraréis en el Mediterráneo, rumbo a Oriente, hasta llegar al fértil Delta del Nilo, donde finalmente encontraréis la paz y el sosiego, saboreando un plato de dátiles con dulce té de menta, mientras os reflejáis en los profundos y bellos ojos azules de “Al-Zarqa”.