Faline, la joven cervatilla que nació el pasado mes de mayo, está en esa edad en que lo preguntan todo.
Faline: "Mamá, mamá ¡Qué flor tan bonita! ¿Cómo es que ha salido ahora en otoño y no en primavera como las demás flores? ¿Se puede comer?"
Su madre, Violeta, iba a contestarle cuando se vio interrumpida por el poderoso bramido de un macho en berrea que resonaba en el bosque.
Faline: "¿Y por qué los machos tienen esos cuernos tan grandes? ¿Por qué dan esos bramidos tan fuertes? ¿Por qué se ponen tan pesados y nos agrupan?"
Violeta: "¡Ay Faline para ya! Mira, esas flores violetas son azafranes silvestres y debes cuidarte de comerlas, porque son venenosas, te voy a contar una leyenda que responde a todas tus preguntas".
Faline se quedó boquiabierta mirando entusiasmada a su madre, levantó sus grandes orejas y las orientó hacia ella y se dispuso a escucharla con atención reverencial.
Violeta: "Hace muchos, muchos años, resulta que el príncipe más apuesto del bosque no podía bramar, ya que cuando era niño se había atragantado con un palo y el pobre se quedó mudo, por lo que tampoco podía participar en la berrea, para regocijo de sus competidores, lo cual le libraba del duro desgaste que supone esta época de celo para los ciervos. Así que, mientras los demás bramaban y se peleaban acalorados tratando de atraer y reunir al mayor número posible de ciervas, él pastaba tranquilamente en solitario, por lo que se hizo muy grande y fuerte.
Sin embargo, el hecho de que fuese mudo y no pudiese participar en la berrea no le libraba de los ardores propios del celo, así que un buen día, mientras bebía en un remanso del arroyo, vio reflejado en el agua el bello rostro de una joven cierva con los ojos más grandes y dulces que jamás hubiese visto en su vida. Ella le miraba con asombro desde la otra orilla y, al instante, ambos se enamoraron y se juraron amor eterno, por lo que ninguno de los dos participaba en las berreas, era algo totalmente insólito, una pareja de ciervos monógamos ¿Dónde se ha visto eso?
La pareja del ciervo mudo era muy esbelta y elegante, y se paseaba orgullosa junto a su apuesto galán, por lo que era la envidia de las demás ciervas del valle.
Había una cierva en particular, robusta y hermosa, que deseaba mezclar sus genes con los del apuesto ciervo mudo, por lo que aprovechaba cualquier momento en el que estuviese solo y desprevenido para exhibirse frente a él trotando y pestañeando coquetamente, con la cola levantada cuando el viento soplaba en su dirección para envolverle con sus feromonas.
Pero el apuesto ciervo mudo no tenía ojos para ninguna otra cierva que no fuese su adorada pareja, lo cual hizo enfurecer a la cierva robusta, así que ésta arrancó de un mordisco un azafrán venenoso, lo llevó con cuidado en su boca, con la legua lo metió dentro del apetitoso y embriagador fruto (cápsula) de una azucena silvestre, el cual cortó por su pedúnculo y se lo llevó como regalo al ciervo mudo. Al llegar junto a él, hizo una reverencia y se lo ofreció dulce y cortesmente mientras le decía: "El mejor bocado es para el silencioso Príncipe del bosque".
Él la miró con asombro y, como su único defecto es que era un poco glotón, se comió el regalo de un bocado, sin pensárselo dos veces. Al poco rato se sintió indispuesto y se echó en su encame favorito, junto al gran tronco hueco de una vieja haya, en lo más profundo del bosque, donde se durmió y ya no volvió a despertar.
A la mañana siguiente, la cierva monógama acudió al encame de su amado para despertarle con un beso, como era su costumbre, pero al dárselo notó un fuerte sabor amargo y un frío helador en el húmedo morro. Horrorizada se dio cuenta de que estaba muerto, un escalofrío recorrió su espalda y cayó de bruces junto a él, donde igualmente falleció, mitad de pena, mitad por el efecto del beso envenenado.
Desde entonces, en lo más profundo del bosque, al pie de una vieja haya con el tronco hueco, al comienzo de cada otoño, en la época de la berrea, florecen dos azafranes silvestres de un color violeta especialmente intenso, azulado y triste".
Resuena en el sombrero: "Down in the valley of hollow logs".- The Handsome Family (Chicago (Illinois), 1997).
"Down in the valley of hollow logs, two lovers lay in the weeds, wrapped in the net of their sweaty arms, safe from the wind in the trees. "My love", said the boy. "You´re the clear blue sky, you´re the air I gulp to breathe. I feel your rushing through my veins like the wind rushing through the trees". "My love", said the girl, "you´re my secret pearl. You´re a string of tiny glass beads. You´re a burning star I keep in a jar, safe from the wind in the trees".
Down in the valley of hollow logs, two lovers lay back in the weeds, listening to the howl of hunting dogs and the wind howling through the trees. Then insects ran for the underbrush as the wind filled the air with dead leaves and every stone turned slowly to dust as the wind tore through the trees. So the young girl pierced her lily-white breast. Her blood poured over dark weeds. A silver dagger through her burning heart, cold as the wind in the trees. Then the boy picked up that bloody knife and stove it through his chest. "Farewell, farewell to the wind and the trees. I´ll die with the one I love best."
Traducción: "Abajo en el valle de los troncos huecos, dos amantes yacen sobre la hierba, enganchados en la red de sus brazos sudorosos, a salvo del viento en los árboles. "Mi amor", dijo él. "Tú eres el claro cielo azul, tú eres el aire que trago para respirar. Siento tu apresurado fluir en mis venas como el viento fluye apresuradamente a través de los árboles". "Mi amor", dijo ella. "Tú eres mi perla secreta. Tú eres una cuerda de cuentas diminutas de cristal. Tú eres una estrella encendida que guardo en un tarro, a salvo del viento en los árboles".
Abajo en el valle de los troncos huecos, dos amantes yacen tumbados sobre la hierba, mientras escuchan el aullido de perros cazadores y el viento aullando entre los árboles. Entonces los insectos corrían por debajo de la maleza, mientras el viento llenaba el aire de hojas muertas y las piedras se acercaban un poco más al polvo, mientras el viento pasaba entre los árboles.
Entonces ella ensartó su pecho de azucena blanca. Su sangre se derramó sobre las oscuras hierbas. Una daga plateada atravesó su corazón ardiente fría como el viento en los árboles. Él recogió el cuchillo ensangrentado y lo hundió en su pecho. "Adiós, adiós al viento y a los árboles. Moriré con quien más quiero."
P.D.: A la vez que florecen los azafranes silvestres en la sierra, río abajo, en los álamos de la ribera del delta que hay en su desembocadura, nace también la famosa "seta corazón".
Fotos: 1ª: Pareja de Azafranes silvestres (Crocus nudiflorus); 3ª: Grupo de azafranes silvestres floreciendo entre los huesos de un ciervo muerto (ambas by Mad Hatter). La 2ª foto es del fotógrafo japonés Zeissizm (Itou Kouichi).