Una fea costumbre de siempre ha sido la de reirse del tonto del pueblo, aunque a veces la malvada burla y el cruel escarnio no salen gratis y, tarde o temprano, acaba por cumplirse el principio de la justicia universal. Esto es lo que refleja un gracioso cuento incluido en la fabulosa colección llamada “
Los 99 mejores cuentos de la tradición riojana”, (portada en la 1ª ilustración) recopilados por mi paisano, el folklorista
Javier Asensio García, que, según cuentan, sucedió a principios del siglo XX en una aldea de
Enciso, actualmente abandonada, llamada la
Escurquilla. Dice así:
“Poco antes de iniciarse la procesión del Corpus, los mozos que iban a ejercer de costaleros se dan cuenta de que han robado la custodia. El escándalo en el pueblo es mayúsculo, se arma un gran revuelo y todos se preguntan quién habrá sido capaz de robar el Santo Misterio, entonces el tonto Lulilí (así llamado porque siempre hablaba con la “l”) da un paso al frente y afirma: “¡Yo, yo sus lo lilé, quién ha lobado la custolia!”.
A lo que los que están alrededor le inquieren: “¡Tonto Lulilí, haz favor, dinos, dinos quién ha robado la custodia!”.
Y el tonto Lulilí responde: “Yos lo lilé, pelo antes tenéis que subilme en un bulo y levalme en plocesión hasta Enciso”.
La gente le increpa: “Pero hombre ¿Cómo te vamos a llevar en procesión hasta Enciso? ¡Venga, déjate de tonterías y dinos de una vez quién ha sido!”.
El tonto Lulilí: “Pues nada, si no me lleváis no dilé ná y yastá”.
En fin, que traen un burro, montan encima al tonto Lulilí y salen de la Escurquilla para abajo camino de Enciso (que se encuentra a una distancia de unos 5 km.).
Al poco rato le preguntan: “¡Tonto Lulilí dinos quién ha robado la custodia!”.
A lo que el tonto Lulilí respondía, entonando un alegre y burlón soniquete: “Todavía nooo, más alelante sus lo-li-leeé!”.
A mitad de camino le vuelven a preguntar: “¡Tonto Lulilí dinos ya quién ha robado la custodia, por favor!”.
Y el tonto Lulilí: “Más alelante sus lo-li-leeeé!”.
Por fin llegan a Enciso y le dicen: “Bueno, tonto Lulilí, ya hemos llegao a Enciso, así que dinos ya quien o quienes son los autores del robo”. Pero el tonto, meneando la cabeza de un lado a otro, niega: “No, no, todavía no, ahora me tenéis que llevar hasta Arnedo” (la cabecera de la comarca que se encuentra a unos 20 km. bajando por el valle del río Cidacos).
La gente desesperada le increpa: “Pero bueno ¡Qué tomadura de pelo es esta!¡Haz favor ya y dinos de una vez quién ha robado la custodia o te apeamos del burro aquí mismo y te damos una somanta de palos!”.
Pero el tonto Lulilí insiste: “Como alguien me toque un pelo y no me llevéis hasta Alnedo no lilé ná de ná, y yastá!”.
La gente indignada a la vez que resignada: “¡Me cagüen el tonto de los cojones! ¡Anda que… hay que joderse!”.
Total que tiran pa Arnedo, todos detrás del tonto subido en el burro, y cada dos por tres le volvían a preguntar: “¡Venga hombre, dinos ya quienes han robado la custodia!”. Pero el tonto Lulilí seguía respondiendo con el mismo soniquete: “Más alelante sus lo-li-leeeé!”.
Total que por fin llegan a Arnedo, ya todos agotados, miran con la cara desencajada al tonto Lulilí y le dicen en tono suplicante: “Tonto Lulilí, por lo que más quieras, dinos de una vez quienes robaron la custodia”.
El tonto Lulilí sonríe candoroso y, alzando los brazos al cielo, exclama con júbilo: “¡¡¡Los lalones!!!”.
Resuena en el sombrero, la coplilla o soniquete de “Más alelante sus lo-li-leeeeeé!”.
Foto 2ª del burro by Mad Hatter.