Quizás menos conocido que
Henry David Thoreau o
John Muir, otro naturalista del medio oeste norteamericano,
Aldo Leopold, siguió el camino iniciado por los primeros y colaboró en elevar la ecología al nivel de la filosofía y la literatura.
Aldo Leopold nació en Burlington (Iowa), junto al Mississippi, el 11 de enero de 1.887, hijo de un fabricante de muebles de origen alemán, del que heredó su amor por la caza y la Naturaleza. De niño fue el ojito derecho de su madre, era muy tímido y callado pero tremendamente sensible, observador y despierto.
A principios del siglo XX comenzó a ejercer su profesión como ingeniero de montes en la Administración Pública de los Recursos Naturales en los Estados de Arizona, New Mexico y Wisconsin.
En Nuevo México conoció a su mujer de origen español
Estella Bergere, cuya madre pertenecía a la aristocrática familia de los
Luna.
En Wisconsin, cerca del pueblo de Baraboo, se compró una granja abandonada con una superficie de unas 30 hectáreas (120 acres) y una pequeña choza ("
The Shack") donde toda la familia pasaba los fines de semana y trabajaron duramente para arreglar la cabaña e ir poco a poco reforestando el terreno con árboles autóctonos y hierbas de la
pradera, que cada vez iban escaseando más en el superexplotado cinturón de maíz del medio oeste.
Lo que más me llama la atención de sus escritos es lo mucho que concuerdan con mis propias reflexiones, así como la tremenda actualidad y vigencia de los problemas e ideas que expone, pese al desconocimiento previo que tenía de los mismos y al hecho de haber sido escritas a mediados y finales de los años 40. En su obra, además de una bella literatura más o menos teórica y filosófica, también podemos encontrar numerosas vivencias y experiencias totalmente personales, prácticas y realistas.
Aldo Leopold fue uno de los pioneros del conservacionismo del siglo XX, se le considera el gran gurú de los ecologistas norteamericanos. Sin embargo, es poco conocido el hecho de que fue un ingeniero de montes, funcionario público, cazador, pescador, naturalista, escritor, filósofo, selvicultor y profesor de Universidad (no sé si exactamente por este orden). Fue, además, un gran amante y defensor de los pinos (
Pinus) y los alerces (
Larix) autóctonos (en la foto de arriba se le puede ver junto a un joven
Pino rojo (
Pinus resinosa)), sin menospreciar a ninguna otra especie de las que forman parte de los ecosistemas. Afortunadamente, en EEUU no existe la absurda polémica de especies malditas y desprestigiadas por parte de un amplio sector del ecologismo, como sucede en España.
En el aspecto profesional escribió uno de los primeros manuales de gestión cinegética, pero sin duda su obra más emblemática y conocida es "
A Sand County Almanac" que terminó poco antes de morir en 1948, se trata de una colección de ensayos en los que narra una serie de hechos y reflexiones aprovechando la descripción de algunas actividades, como cuando hace un resumen de historia natural siguiendo el avance de los dientes de una sierra sobre los anillos del tronco de un viejo roble que cortaron cuando se secó a causa de la caída de un rayo; también mediante la descripción de paisajes campestres propios de cada mes del año y de alguna de las regiones en las que ejerció su profesión, así como a través de la fenología de algunas especies representativas o curiosas de la zona done tenía su granja, un condado de suelo arenoso en el Centro-Sur de Wisconsin.
Al final de cada capítulo, suele terminar con una frase a modo de resumen, corolario, explicación o moraleja, todas ellas con mucha miga, algunas de las que más me han llamado la atención son las siguientes:
1.- "Hay quienes pueden vivir sin cosas salvajes y quienes no pueden. Las siguientes disquisiciones y dilemas provienen de alguien que no puede."
2.- "La conservación es un estado de armonía entre el hombre y la tierra".
3.- "La armonía con la tierra es como la armonía con un amigo; no puedes acariciar su mano derecha y cortarle la izquierda…. no puedes amar las piezas de caza y odiar a los predadores…. La tierra es un solo organismo".
4.- "Que la tierra es una comunidad es un concepto básico de la ecología, pero que la tierra deba ser amada y respetada es una extensión de la ética".
5.- "El desarrollo recreativo de la Naturaleza no consiste en construir carreteras en el adorable campo, sino en construir receptividad en la todavía no tan adorable mente humana".
6.- "¿Cuál será la magnitud última de la empresa (pública)?…¿En qué punto la conservación gubernamental, como le ocurrió al mastodonte, se verá incapacitada por sus propias dimensiones?
7.- "Me alegro de que nunca seré un joven sin un campo salvaje en el que ser joven".
Realmente, toda su obra trata de explicar, justificar y resaltar la necesidad de que la humanidad dé un paso más en su desarrollo ético-espiritual, consistente en asumir y practicar de forma generalizada una verdadera ética natural ("
land ethic"), que se extienda no sólo a todas las personas, sino al resto de los seres vivos y elementos inertes que componen la "comunidad terráquea".
Le llamaba mucho la atención cómo las gentes vivimos dentro del mundo natural sin apenas darle importancia, sin fijarnos en sus ciclos, en sus dramas vitales, en su enorme interés, intensidad y diversidad. Para la inmensa mayoría de la gente, la Naturaleza es un mosaico de campos de cultivo, prados, bosques, ríos, montañas, lagos y mares que conforman un bonito paisaje y que nos suministra agua y alimentos.
Aldo Leopold narra un rutinario viaje en autobús por la campiña de una zona del Estado de Illinois, en el que destaca que nunca escuchó a ninguno de los pasajeros hacer comentario alguno sobre la fauna y la flora que había al otro lado de la ventanilla, excepto cuando una vez un chaval vio un
Chorlito plateado volando y exclamó "¡
Mira papá una becada!" La gente siempre habla de cosas más lógicas, normales e "importantes", tales como la hipoteca del banco, el trabajo, la familia o los deportes; el campo y la vida silvestre que les rodean son simplemente "el mar de fondo por el que las corrientes de la vida les llevan sin un rumbo definido".
Le interesó especialmente un tema de gran profundidad y trascendencia: La integración de la parte del conocimiento que trata de las relaciones entre personas (sociología, filosofía, historia, economía, ética y política) con la que trata sobre las relaciones del hombre con la Naturaleza (ecología, botánica, zoología, selvicultura, caza, pesca, agricultura, ganadería y acuicultura). Para él, este era el principal objetivo que debía y podría alcanzarse en el siglo XX, del cual hizo un modelo de vida y en cuyos principios trató de educar a sus cinco hijos (3 varones y 2 hembras) y de realizar su trabajo. Vuelvo a resaltar que
Aldo Leopold no fue únicamente un teórico, sino que siempre trató de poner en práctica sus teorías, probarlas y predicar con el ejemplo.
Su mensaje no es un encendido llamamiento al culto, sino una serena invitación a la introspección: "
Ningún cambio ético se ha podido realizar nunca sin un cambio interno en nuestros énfasis intelectuales, lealtades, afecciones y convicciones. La prueba de que la conservación no ha tocado todavía esos cimientos de la conducta reside en el hecho de que la filosofía y la religión todavía no han oído hablar de este tema. En nuestro intento por hacer de la conservación algo fácil, la hemos convertido en algo trivial".
Para él (y para mucha más gente entre la que me incluyo) la disociación actual existente entre las "
Ciencias Humanas" y las "
Ciencias Naturales" es la causa principal de que no acabemos de asimilar nuestra verdadera integración en la Naturaleza, ni seamos capaces de alcanzar un verdadero "
desarrollo sostenible".
La pregunta que surge es ¿Por qué realmente no nos sentimos parte de la Naturaleza? ¿Por qué ese empeño en remarcar una clara línea de separación entre lo artificial y lo natural, lo doméstico y lo salvaje, lo humano y lo demás? –En mi opinión, en el fondo de esta visión del mundo están nuestras profundas raíces judeo-cristianas, nuestra vanidad y nuestra soberbia. Lo que ya resulta más complicado es saber hasta qué punto influyen las causas genéticas y de evolución de la especie humana con respecto a las causas puramente educativas y socio-culturales. Obsérvese que esta misma disquisición que acabo de plantear es un ejemplo más de nuestro empeño por separar las causas "
artificiales" de las "
naturales" ¿Realmente es esto tan importante?
Aldo Leopold colaboró en la fundación de la "
Wilderness Society" y escribía habitualmente artículos en algunas revistas como "
American Forests" y la del "
Sierra Club" (la asociación ecologista que fundó
John Muir en 1892). Finalmente murió en 1948, a los 61 años, a consecuencia de un ataque cardíaco sufrido mientras ayudaba a sus vecinos a extinguir un incendio de pastos cerca de su granja en Wisconsin. "
A Sand County Almanac" fue publicado póstumamente sin demasiado éxito, pero su obra, su mensaje y su ejemplo han conseguido perdurar en el tiempo. Todos sus hijos e hijas han destacado en diversos campos de las ciencias naturales, y su espíritu sigue vivo en los trabajos que patrocina y promueve la "
Aldo Leopold Foundation".