En este frío amanecer de primeros de año, el mundo parece renacer, es como si todo estuviese descascarillado, rompiendo una helada, plateada y quebradiza cáscara exterior. Los charcos congelados aparecen surcados por grietas concéntricas cristalinas (segunda foto), las hojas aparecen cubiertas por finos cristales de hielo que se derriten con los primeros rayos de sol. Al fondo, en el horizonte, las lejanas montañas, nevarruscadas, se divisan con inusitada claridad y nitidez, a través del diáfano y gélido aire del alba, únicamente empañado por el vapor generado por mi propia respiración.
Todo parece renacer con un aspecto completamente nuevo, es como si las montañas acabasen de elevarse y no hubiesen transcurrido 2 millones de años. Y los retales de diferentes colores que las recubren, los azulados
pinos, las
hayas violáceas, los ocres
rebollos, todos ellos parece que hubiesen nacido ayer y lucen los colores más intensos que jamás se hayan visto sobre el planeta.
Bajo la helada piel resquebrajada subyace un nuevo mundo palpitante de vida y esperanza, el negro y fértil humus del suelo, calentado por el sol, resquebraja el hielo superficial; las yemas de los árboles se hinchan y entreabren sus escamas al notar que los días se van alargando; incluso algún precoz
almendro ya ha comenzado a florecer (primera foto).
Cae la vieja y arrugada piel del anciano retorcido y mentiroso y emerge una segunda piel infantil, tersa como la verdad y suave como la ingenuidad. Se quema la opaca y desgastada retina que cubría nuestros ojos y al fin recuperamos la visión del mundo verdadero, ese que no nos dejaba ver la codicia, el egoísmo y la duda.
A pesar de que la política parece estar dominada por los partidos conservadores, en el ambiente flota una pulsión de cambio, como si algo importante estuviese a punto de suceder, como si se aproximase una nueva
Era, como si la
Tierra nos diese una segunda oportunidad y nos regalase una segunda piel. Posiblemente, no todos serán capaces de adaptarse al nuevo mundo que se avecina, sin duda, serán muchos los que se queden por el camino, pero los pocos que logren o logremos superar este momento de crisis gozaremos de una segunda oportunidad para vivir en plenitud, posiblemente de una forma más
lenta, pero más plena. La vida es una carrera de fondo, no de velocidad.
Bob Dylan estaba equivocado, las respuestas no flotan en algo tan volátil y cambiante como es el viento, que lo único que hace es moverse de acá para allá y disipar el humo, sino que las verdaderas respuestas viven dentro de nosotros mismos, bajo nuestra piel exterior, en una segunda piel verdadera que está a punto de emerger y ver la luz, por fin.
Vuelve a ser
tiempo de muda.
¡Feliz Año Nuevo!
Resuena en el sombrero: “
Second Skin (Remastered acoustic version)”.-
The Chameleons- (Manchester (UK), 2010).
Primera foto by Mad Hatter: Balsa de
Tricio (La Rioja).