lunes, julio 11, 2011

ALIENTO MASCULINO


Hace unos meses, una profesora de canto evaluó a los y las cantantes del panorama actual español de música popular (excluidos la ópera y el flamenco), y parece ser que las féminas ganaron por goleada a los varones, cosa que era previsible, porque…, vamos a ver, si preguntamos a cualquiera por una cantante femenina que destaque por su voz, seguro que a casi nadie nos cuesta trabajo decir enseguida unas cuantas. Sin embargo, si nos preguntan por un chico que sea buen cantante, del panorama actual, es probable que la mayoría tengamos que pararnos a pensar un rato, salvo que le preguntemos a alguna superfan de Alejandro Sanz o alguno de los triunfitos, claro. Pero, siendo objetivos (como intentó serlo la profesora que mencionaba al principio), son muchos los que suspenden en canto, y la nota más alta sobre 10, creo recordar que fue un 6 (no recuerdo quién lo sacó).

Es cierto, actualmente, entre la gente joven predominan las voces aniñadas, difusas, nasales o carentes de fuerza y virilidad; y entre los veteranos tenemos a tipos que quizás se pasan por el otro extremo (estoy pensando en la voz áspera y aguardentosa de Joaquín Sabina) o que tienen un estilo y timbre originales, pero que tampoco es lo que se dice una gran voz, (Serrat, por ejemplo). Y que conste que no estoy hablando de su calidad como músicos, de su creatividad, actitud o personalidad, sino exclusivamente de su calidad como cantantes, de su técnica y aptitudes vocales. Bueno, quizás en cuanto a voz, el único famoso que se salva un poco sea Enrique Bunbury, pero es que… ¡Que no vamos! Que no hay color si los comparamos con gente más antigua como Nino Bravo, el Dúo Dinámico o Camilo Sesto, pero ¿Por qué hay tan pocos cantantes buenos en España?

Tampoco estoy pidiendo un chorro de voz impresionante, pero se echa de menos alguien con voz de hombre, que cante de una forma agradable, con buen gusto y con la suficiente elegancia y personalidad. Por eso, el otro día, en “Radio 3” (cómo no), me sorprendió gratamente cuando escuché el vozarrón de un tipo llamado Blas Picón, un bluesman que destaca principalmente como armonicista, pero que también canta a las mil maravillas (en mi opinión).

Blas es un gran músico de la escena barcelonesa, donde ha tocado con grupos de Rhythm & Blues como los “Lazzy Jumpers” y también toca la armónica en la “Barcelona Big Band Blues”.

Últimamente está girando por toda España en una serie de conciertos llamados “Honky –Tonk Blues Sessions”, acompañado al piano por el gran Lluis Coloma.

Lo cierto es que, tanto la voz como la armónica, son dos instrumentos en los que se pueden emitir sonidos tanto al expulsar el aire de los pulmones (soplar) como al aspirar, y en los que hay que poner todo el alma y el aliento, de una manera especialmente intensa y directa.

¡Qué envidia me da la forma tan excelente y apasionada de tocar las teclas, la armónica y cantar que tienen estos chicos! ¡Enhorabuena! ¡Menos mal que estáis vosotros para dejar bien alto el pabellón musical masculino! ¡Con un par…! ¡Sí señores! ¡Así se toca y se canta! ¡Y encima con un buen sombrero sobre la cabeza!(Y todas esas cosas que nos salen del alma a los tíos cuando nos da un subidón de testosterona y orgullo masculino).

Pero que conste que, desgraciadamente es un caso aislado, y que las chicas nos seguís ganado por goleada, aunque me supongo que habrá más buenos cantantes por ahí escondidos.

Resuena en el sombrero: “Cheer me up”.- Blas Picón & Lluis Coloma Trío (Barcelona, 2011).

miércoles, julio 06, 2011

BIOPHILIA






Un Abejaruco extendió el arcoiris de sus alas para planear sobre la charca de caldo primordial, repentinamente, se lanzó en picado para bañarse, y en el mismo instante en que su plumaje de fuego tocó el agua, ésta se transformó en lava hirviente, pero el Abejaruco, cual ave Fénix, renació de sus cenizas, salpicando en su salida con un chorro de gotas cristalinas, en cuyo seno se agitan geometrías fractales que nacen, crecen, se reproducen y mueren.

Aquel ave resplandeciente lloró una sola lágrima que contenía miles de serpientes helicoidales de ácido desoxirribonucléico, que se enroscaron en lianas de aminoácidos, para fabricar las vitaminas encerradas en un grano de grosella, en cuyo citoplasma flotan galaxias que nos infectan con el big bang del amor.

Amor a la biología, a las formas de vida que se retuercen en el detritus cósmico, formado por las corazas rotas de gigantescos escarabajos metálicos que, hace milenios, surcaron el espacio en pos del cometa portador de la primera materia orgánica que llegó a la Tierra.

Planeta azul pintado por Dalí, bola de cristal celeste y añil, recorrida en su superficie por estelas lechosas de nubes seminales que fecundan la tierra con semillas de lluvia y nieve, en copos que, poco a poco, muy despacio, van cubriendo el trineo de “Rosebud”.

Capullo de rosa que muerdo por sus espinas, mientras en mi boca rompen olas de saliva contra los acantilados de esmalte y marfil. Ráfagas de aliento vital suben y bajan por la cueva de mi garganta, susurrando sobre las húmedas y tibias paredes. Un tornado sonoro atraviesa la trompa de Eustaquio y rebota en el tambor del tímpano, al compás de la última creación sonora de Björk, “Biophilia”, amor por la vida, la tecnología más sofisticada de última generación se une a la biología eterna y ancestral, mediante extraños instrumentos y aparatos cibernéticos que, cual microscopios electrónicos y láseres quirúrgicos, son capaces de mostrarnos los secretos de la microbiología y la física cuántica, diseccionando la infinita complejidad de la vida en todas sus escalas, desde las partículas subatómicas hasta los últimos cúmulos de galaxias que se encuentran a millones de años luz de la Tierra.

Resuena en el sombrero: “Björk Berry DNA – Biophilia?”.- Björk (Reykjavik (Islandia), 2010).

Texto by Mad Hatter. Fotos tomadas de internet, con permiso de Björk y del escarabajo metálico cósmico (Aromia moschata), que vuela por ahí durante las cálidas noches de verano ¡Felices sueños!

lunes, julio 04, 2011

LA LAGARTA PELUDA




La Lagarta peluda es el nombre vulgar de la oruga (larva) del lepidóptero Lymantria dispar L., una polilla (mariposa nocturna) cuyos pequeños y oscuros machos son capaces de volar grandes distancias, durante las cálidas noches estivales, para copular con las gruesas y blanquecinas hembras (ver 2ª foto), que ponen entre 200 y 500 huevos, sobre la corteza de ramas y troncos, que recubren con la pelosidad marrón anaranjada de su abdomen, formando unas costras o plastones que se van aclarando conforme pasa el tiempo (ver 3ª foto), en los que pasarán todo el otoño y el invierno.

Las orugas nacen a finales de abril y son extraordinariamente polífagas, ya que se alimentan de casi cualquier vegetal leñoso. Si bien, atacan principalmente a quercíneas (encinas, alcornoques, coscojas, quejigos y robles), pero también pueden devorar las hojas de álamos, chopos, pinos, arces, fresnos, olmos, sauces, hayas, abedules, avellanos, madroños, alisos, castaños y hasta se les ha visto sobre palmitos, palmeras, e incluso matas rastreras como la Gayuba (Arctostaphylos uva-ursi), tal y como se ve en la primera foto.

Las orugas son de color negro, al principio, muy peludas, cuando crecen cambian a un colorido general grisáceo con tubérculos dorsales de color azul oscuro en los segmentos torácicos y en el primero abdominal, siendo el resto de color rojo, saliendo de todos ellos largos pelos.

Las reproducciones masivas o pululaciones que dan lugar al fenómeno conocido como “plaga”, se producen cíclicamente cada 7 a 9 años, produciendo fuertes defoliaciones que pueden causar graves daños en la producción corchera de los alcornoques, la bellota de las encinas o la fruta de otros árboles. Por eso, para su control, mediante lucha integrada, las administraciones públicas invierten una considerable cantidad de dinero, siendo las Comunidades Autónomas que más invierten Andalucía (1.600.000 euros en años de plaga), Extremadura (400.000 euros) y Baleares (250.000 euros, aproximadamente).

Además, la Lymantria dispar suele asociarse a otros lepidópteros defoliadores como Aglaope infausta, Yponomeuta padella, Archips xylosteana, Diloba caeruleocephala, Euproctis chrysorrhoea, Operphtera brumata y Catocala sponsa, entre otros. De manera que su ataque conjunto se ve reforzado para conseguir el objetivo de estas pululaciones, que no es otro que desbordar, con la fuerza del número, a sus enemigos naturales. Parece como si estos insectos tuviesen algún sistema para comunicarse (incluso a escala intercontinental) y ponerse de acuerdo para atacar todos a la vez.

Al objeto de conocer la evolución de las poblaciones de Lymantria dispar y tratar de anticiparnos a las pululaciones cíclicas, se colocan trampas con feromona para la captura de los machos de esta especie. Dicho número de trampas se incrementa en caso de que se observe que las poblaciones aumentan, pero, aún así, en determinadas zonas, a veces se producen fuertes ataques inesperados, en cuyo caso es necesario realizar tratamientos aéreos y terrestres con insecticidas orgánicos y selectivos a base de toxinas y esporas de la bacteria parásita de orugas Bacillus thuringiensis var. kurstaki.

Este lepidóptero es autóctono en Eurasia pero, desgraciadamente, hace décadas que llegó al continente Americano, donde se le conoce como “Gypsy moth” (Polilla gitana) y produce daños aún peores que en el viejo continente, ya que es capaz de afectar a más de 500 especies de árboles y arbustos.