Este año, además de que hay muchísima agua en el monte y todo está muy verde, las hayas (Fagus sylvatica) están cargadas de fruto (hayucos, 1ª foto) debido al fenómeno de la “vecería”, que consiste en que algunas especies de árboles con semillas que sufren la depredación de animales (insectos, aves y mamíferos) llevan a cabo una fructificación irregular, más o menos cíclica, de manera que cada 4-5 años se produce una producción muy abundante de semillas, a la que siguen años de mediana, escasa o incluso nula fructificación, al objeto de que los consumidores de semillas no se acostumbren a un suministro regular y homogéneo de comida al que puedan ajustar sus poblaciones, sino que, de vez en cuando, se ven sorprendidos y desbordados por una superabundante producción de semilla que asegure que puedan germinar las suficientes pala que garantice el futuro de los árboles de estas especies y, por ende, el de los bosques.
Los hayucos son ricos en aceite, la cual fue utilizada en el pasado para iluminar las calles de ciudades tan populosas como Londres o París. Mientras que la madera es utilizada para la fabricación de muebles, perchas y otros utensilios; y su leña es una de las más apreciadas para calentar los hogares y cocinar a la brasa. Particularmente valiosas, debido a su vistoso veteado y moteado irregular y decorativo, resultan las verrugas o lupias que se forman en troncos y ramas por infecciones víricas o causas desconocidas (foto 8ª).
Las hayas han sido tradicionalmente denominadas por los forestales como las “nodrizas de los bosques” debido al gran espesor y la excelente calidad del suelo que acumulan bajo sus copas a lo largo de los siglos y milenios, tal y como hemos podido comprobar recientemente al excavar una calicata o zanja para tomar muestras de suelo (foto 9ª), en el rodal selecto de Tobía (La Rioja), en un terreno con fuerte pendiente (50%) se excavó hasta más de un metro de profundidad sin encontrar apenas rocas (areniscas), el suelo es blando y mullido, con un color y textura similares al café molido. Aunque todavía no disponemos de los resultados de los análisis, su fertilidad y riqueza en nitrógeno y otros nutrientes podía intuirse debido a la abundancia de plantas nitrófilas como la Ortiga (Urtica dioica) y la Aliaria o Hierba de ajo (Alliaria petiolata).
Además de los hayucos que madurarán y caerán al suelo en octubre-noviembre, los hayedos producen otros frutos como las fresillas o mallotas (Fragaria vesca, 2ª foto), setas comestibles como Boletus edulis (3ª foto), Rebozuelos (Cantharellus subpruinosus, 4º foto), Anguileras (Pleurotus ostreatus, 5ª foto) y muchas otras no comestibles, tales como Postia tephroleuca (6ª foto) y Lactarius zonarius (7ª foto).
El tupido follaje de las hayas se dispone de manera perpendicular a los rayos del sol, tapando todos los huecos en el dosel arbóreo, de manera que la luz que llega al suelo en pleno verano es muy escasa, y sólo unas pocas plantas especializadas son capaces de crecer e incluso fructificar este ambiente umbrío, tal como hace la rara orquídea Epipactis fageticola (10ª foto). Mientras que son numerosas las plantas bulbosas que florecen durante la primavera temprana, cuando la luminosidad y la luz que llega al suelo todavía es abundante, tal y como sucede con el Ajo de oso (Allium ursinum) y la Escila o Jacinto silvestre (Scilla lilio-hyacinthus).
Resuena en el sombrero:” Long as I can see the light”.- John Fogerty & My Morning Jacket (USA, 2013).
Todas las fotos by Mad Hatter.