En la Sierra de Guadarrama, entre Rascafría (Segovia) y el Puerto de Cotos (Madrid), en el valle del Arroyo Valhondillo, hay un bosque mágico, poblado por Pinos (Pinus sylvestris), Rebollos (Quercus pyrenaica), Abedules (Betula alba), Temblones (Populus tremula), Genistas (Genista florida), Acebos (Ilex aquifolium), Enebros (Juniperus communis) y Tejos (Taxus baccata).
El Tejo tiene un crecimiento extraordinariamente lento, sus semillas, rodeadas de un carnoso arilo rojo, dulce y comestible, muy apreciado por los pájaros, tardan dos o tres años en germinar y las pequeñas plantas que emergen pueden tardar 40 años en alcanzar una altura de 2 metros, por lo que sólo consiguen escapar al diente de los cérvidos, cabras y vacas, aquellas que vegetan en roquedos inaccesibles o bien protegidas en el seno de algún arbusto espinoso, como el acebo, el espino o el enebro.
En la parte más alta del valle, a unos 1.600 metros de altitud, vive uno de los árboles más viejos de España, “El Abuelo”, un tejo cuya edad se ha estimado en unos 2.000 años.
El camino comienza unos 7 kilómetros más abajo, junto a la carretera M-604, cerca de la bonita Presa del Pradillo, después hay que seguir una pista forestal que atraviesa el arroyo Valhondillo en el viejo puente de la Angostura, desde el que podemos avistar algunas bravas truchas serranas apostadas en sus pozas de gélidas y cristalinas aguas.
Los árboles más abundantes son los pinos silvestres que elevan sus rectos fustes, cubiertos por escamas de un bello color asalmonado, entre cuyas verdes copas, repletas de pequeñas piñas parduscas, revolotean las bandadas de Piquituertos, que por estas fechas ya comienzan a emparejarse y a proclamar su amor con sus metálicos cantos.
Además de los vetustos tejos, de oscuro follaje, huesudas ramas, retorcidos troncos y serpenteantes raíces; los cenicientos troncos de los rebollos cubiertos de líquenes blanquecinos, así como los líquenes denominados “Barba de Capuchino” (Usnea barbata) que cuelgan lánguida y lúgubremente de las ramas de los pinos montanos, contribuyen a crear el ambiente mágico propio de los bosques de hadas y gnomos.
Todas las fotos by Mad Hatter, excepto la de “El Abuelo”.