El
15 O estuve leyendo “
Desobediencia Civil” de
Henry David Thoreau (en la segunda foto), una obra que, aunque se publicó por primera vez en 1849, se mantiene plenamente de actualidad.
Entre las muchas frases de este sabio pionero del ecologismo, que recoge esta obra, me ha sorprendido especialmente el párrafo siguiente:
“
No es por un prurito en especial de la cuenta de impuestos que me niego a pagarla. Simplemente deseo liberarme de la sumisión al Estado, retirarme y permanecer así de manera efectiva. No me interesa seguirle la pista a mi dólar, si puedo, hasta que ese dólar le compre un rifle a un hombre para que le dispare a otro – el dólar es inocente- pero sí me interesa seguirle la pista a los efectos de mi esclavitud.”
Esta obra surgió como rebelión y protesta contra la guerra expansionista que los
Estados Unidos le declararon a
México en 1846 y contra la esclavitud, a esta última le dedicó la obra “
La Esclavitud en Massachusetts”, de la que subrayo los párrafos siguientes:
“
Cada vez estoy más convencido de que, para discutir un problema público, es más importante saber lo que opina el campo que lo que opina la ciudad. La ciudad no piensa demasiado. En una cuestión moral, preferiría contar con la opinión de Boxboro que con la de Boston y Nueva York juntas. Cuando habla el primero siento como si alguien hubiera hablado, como si la humanidad existiera todavía, y un ser juicioso hubiera hecho valer sus derechos; como si varios hombres sin prejuicios allá en las colinas del país hubieran prestado atención al tema, y con unas palabras prudentes hubieran redimido la reputación de la raza. Cuando en un pueblo perdido, los granjeros organizan una asamblea especial para expresar su opinión sobre algún asunto que está preocupando a esa zona, ése, creo yo, es el verdadero y más respetable congreso que se reúne en los Estado Unidos.
Es evidente que hay, al menos en esta Commonwealth, dos partidos que son cada vez más distintos: el partido de la ciudad y el partido del campo. Ya sé que el campo es muy miserable, pero me alegra saber que existe una pequeña diferencia a su favor. Por ahora hay pocos medios, si es que hay alguno, por el cual se pueda expresar esta gente. Los editoriales que leen, como las noticias, vienen de la costa. Cultivemos el respeto mutuo entre nosotros, los habitantes del campo. No traigamos de la ciudad nada más que nuestras ropas y nuestros víveres y, si leemos las opiniones de la ciudad, consideremos también las nuestras”.
Además de las protestas y manifestaciones que el pasado 15 de octubre se realizaron en 950 ciudades de todo el mundo, esto viene a cuento porque la
Comisión Europea (nuestra actual Commonwealth) ha presentado una modificación de la
Política Agraria Común (
PAC) que puede significar la puntilla para la escasa población que todavía nos queda viviendo en el campo, que en España representa un escaso 4%, responsable del 2% del PIB.
Y es que, ciertamente, la gente del campo es mucho más independiente, realista y práctica que la que vive en las ciudades, especialmente con respecto a la naturaleza, que es, a fin de cuentas, lo único verdaderamente real y de lo que vivimos todos.
Por eso, el Sistema (de poder político-financiero) se está encargando de aniquilar el campo, poco a poco, convirtiendo derechos fundamentales como la salud y la alimentación en rentables
adicciones, especulando con el suelo, tanto el rústico (cultivable) como el urbano (urbanizable), y transformando el derecho a una vivienda digna en la esclavitud de las hipotecas y los desahucios.
Estos están siendo los efectos de nuestra esclavitud actual.
Ojalá que estos movimientos del “
15 M”, “
Democracia Real Ya”, “
Occupy Wall Street”, entre otros, sean la semilla del
nenúfar que finalmente florezca y expanda su dulce fragancia por todo el mundo, aunque haya nacido del fétido pantano del capitalismo y el materialismo, “
incluso ellos resultan buenos como abono” (frase con la que termina “
La Esclavitud en Massachusetts”).