Con motivo de
la fundación de la primera escuela Waldorf, el Doctor en Filosofía Rudolf
Steiner impartió un ciclo de catorce conferencias pronunciadas del 21 de agosto
al 5 de septiembre de 1919, que fueron traducidas al castellano y publicadas
por la editorial Rudolf Steiner, en 2006 y 2016, con el título “Fundamentos de
la educación Waldorf”, que he tratado de resumir en este breve artículo, en el
que todas las frases que aparecen entrecomilladas están extraídas textualmente
de dicho libro.
La figura de
Rudolf Steiner la he descubierto hace pocas semanas y me parece de
extraordinaria importancia, por lo que considero totalmente inaudito que no sea
mucho más conocida. Mi impresión al respecto es que quizás haya sido olvidado
por la Historia debido a tratarse de un filósofo librepensador que iba un tanto
a contracorriente de las ideas que han prevalecido en lo que conocemos como
“modernidad”.
Este filósofo
austriaco contemplaba al ser humano de manera completa e integral, haciendo
especial hincapié en su faceta artística y espiritual, consideraba que en la
cultura actual prevalecía la capacidad racional, cognoscitiva o intelectual,
mientras que se había olvidado de potenciar la capacidad volitiva, artística y
espiritual. Fue un auténtico precursor de lo que actualmente conocemos como
“inteligencia emocional”, ya que entendía que “todas las cosas del mundo
provocan una impresión afectiva en el ser humano”, es más, para él lo realmente
importante era la actividad anímico-espiritual.
Consideraba
una aberración explicar el sentido de una poesía: “Es un pecado contra la vida
humana que sea interpretado simbólicamente lo que habría de acogerse de una
manera elementalmente artística”. “El hombre crece actualmente en un orden social
donde se ve tiranizado por la prosa en el lenguaje”.
No entendía la
obsesión por la especialización, tan en boga en el mundo moderno: “En la vida
de hoy todo está especializado y eso es terrible. Ello se debe, precisamente, a
que en la enseñanza ya hemos empezado a especializar”. No veía en ello ninguna
ventaja práctica ni económica, sino más bien todo lo contrario, según Steiner
la verdadera economía consistía en aprovechar las sinergias, los nexos comunes
o hilos conductores existentes entre las distintas asignaturas o entre los
diferentes idiomas (“el aprendizaje de un idioma debe apoyar el de los otros”),
con lo cual “estamos en disposición de enseñar de una manera mucho más
económica que si nos limitamos a cumplir ese terrible plan horario de los
currículos ordinarios que malgasta energías y tiempo, donde en la primera hora
tocamos un tema y en la segunda disolvemos lo que hemos aprendido en la
primera”. También dijo:”No tendremos en ninguna profesión personas con
iniciativa y eficiencia si no tienen la sensación de que alguna vez aprendieron
cosas que no pertenecen a su profesión, aunque sea de forma rudimentaria”.
Por otra
parte, también era partidario de aprovechar la tendencia lógica y natural del
ser humano de variar de actividad, para evitar la fatiga o el hartazgo. Por
ejemplo, proponía que los niños escribiesen una carta comercial por la mañana
para que, por la tarde, estuviesen predispuestos para tratar conceptos
religiosos, al haber “creado la disposición anímica que demanda ese polo opuesto”.
Señaló el
desasosiego que produce en las personas la aceleración observada en la
innovación tecnológica, debido a que no nos da tiempo a que la asimilemos de
manera adecuada, ya que no comprendemos los fundamentos científico-técnicos en
los que se basa el funcionamiento de las máquinas y aparatos que utilizamos, y
eso nos crea una sensación de inseguridad y de malestar, al percibir (incluso
de manera inconsciente) que no tenemos ni la más remota idea de algo que ha
ideado un congénere nuestro contemporáneo.
A lo largo de las charlas, se
percibe una cierta sensación de progresiva decadencia cultural y espiritual del
hombre contemporáneo de aquella época (1919), por lo que me pregunto qué
pensaría Steiner del ser humano del siglo XXI. Si ahora nos quejamos de que
estamos perdiendo la capacidad de reflexión, él entonces se quejaba de un
excesivo énfasis en los aspectos cognitivos: “Centrándonos sólo en el
significado de las cosas unilateralmente, educamos al hombre en la mera
reflexión sobre el mundo, en el mero conocimiento mental. Y si enseñamos
solamente siguiendo esa proposición obtendríamos personas volitivamente débiles”.
“Hemos sido educados tan mal que sólo se nos ha enseñado a sacarle el sentido a
las cosas”. “En nuestra cultura estamos manteniendo artificialmente despierto
algo que la destruye, igual que pasarse la noche empollando, propio de
estudiantes demasiado diligentes, no hace más que destruir la salud. Y por eso
nuestra cultura ya no está sana… El hecho es que la cultura irá siendo cada vez
menos sana y los seres humanos tendrán que ir convirtiendo el proceso educativo
cada vez más en un proceso curativo”.
Otro aspecto en el que parece
que no hemos avanzado nada es en nuestra capacidad de escucha, Steiner se dio
cuenta de manera muy clara en sus conferencias de que la inmensa mayoría de las
personas escuchamos de una manera totalmente selectiva, nuestra capacidad de
atención, escucha y, por tanto, de entendimiento es muy limitada. Él lo
explicaba así: “La gente se ha quedado tan rígida en su escuchar que sólo se
enteran de lo que se les ha quedado fijado desde hace decenios. Los hombres son
incapaces de escuchar y cada vez lo serán menos en nuestra época, si no vuelven
a despertar esa capacidad mediante la euritmia”.
Escucharnos unos a otros es
fundamental para que las personas se presten atención mutua, se fomenten los
impulsos sociales y la vida social, algo que también promueve la faceta
poética-musical del hombre, “el hombre en cierto modo ha nacido como músico”.”En
lo musical, el ser humano mismo es creador”. “No debemos olvidar que en lo
plástico-pictórico contemplamos la belleza, la vivimos; mientras que en lo
musical nosotros mismos nos convertimos en belleza”.
“En aquello que tiende a morir
se puede introducir vida con lo plástico-pictórico; en cambio, en el caso de lo
musical viviente, su exagerada vitalidad ha de apaciguarse, para que el hombre
no se excite demasiado. Ese es el sentimiento con el que hemos de llevar lo
musical a los niños”.
“La fuerza del yo afluye a
través del lenguaje,… pero no despertaremos en los niños el sentimiento del yo
de una manera egoísta, si se hace de manera correcta servirá para avivar en
especial la voluntad hacia el altruismo, hacia la vida con el mundo exterior”.
En este párrafo se vislumbra claramente el concepto del “ego” y la idea (propia de la sabiduría oriental) de empezar con el conocimiento interior y cultivar su belleza para que ésta quiera ser mostrada al exterior
(nunca se muestra aquello de los que nos avergonzamos).
“Quede claro: siempre hemos de
conseguir que la voluntad, el sentir y el pensar actúen conjuntamente”. La
clave se encuentra en encontrar el equilibrio entre dos fuerzas o tendencias
antagónicas: la simpatía y la antipatía. La primera nos faculta para amar y la
segunda nos capacita para comprender las cosas. En el siguiente esquema se
resume lo que Steiner relaciona con ambas fuerzas o tendencias:
- Simpatía → acercamiento → amor
→ voluntad → adjetivos → vocales → música.
- Antipatía → distancia → ego → intelecto → sustantivos → consonantes →
plástica.
“Las vocales hay que
considerarlas como matizaciones del sentimiento, mientras que las consonantes
hay que verlas como imitación de objetos exteriores”.
“Si nos limitáramos a hablar en
vocales, nos veríamos totalmente entregados a las cosas, nos fundiríamos con
ellas, no tendríamos ningún egoísmo, pues desarrollaríamos nuestra más profunda
simpatía por las cosas”.
“En todo lo que se expresa con
los sustantivos nos hacemos conscientes de nuestra independencia como seres
humanos. Nos separamos del mundo exterior aprendiendo a denominar las cosas con
los sustantivos”.
“La cosa es totalmente distinta
si describimos los objetos mediante adjetivos, cuando expresamos sus
propiedades volvemos a juntarnos con ellos”.
“Si expreso el verbo, entonces
me uno ya no sólo con el ser cuya palabra de actividad (verbo) estoy
enunciando, sino que acompaño en su actividad lo que el otro está haciendo con
su cuerpo físico. Yo hago lo mismo que él, mi yo participa de su acción”.
Steiner era partidario de decir
al niño o anticipar conceptos que aún no es capaz de comprender o entender del
todo: “Es sumamente importante atraer la atención del niño hacia algo que
todavía no entiende, que todavía ha de madurar. Es errónea la suposición, hoy
tan en boga, de que solamente habría que ofrecer al niño lo que ya entiende,
pues eso despoja de vida a toda la educación”.
“También se le puede generar ese
sentimiento de esperar para entender lo que está acogiendo ahora”.
“Hemos de acabar con la
tendencia de tener tan poca confianza en la facultad de comprensión del niño.”
“Para el conocimiento pensante
hemos de proceder de modo que desvelemos el significado de las cosas, y ahí
tenemos el leer, escribir, etc. Para fomentar el quehacer volitivo hemos de
configurarlo todo de manera que no lleguemos al mero desciframiento del sentido
de las cosas, sino a una captación inmediata por parte del ser humano global,
lo que equivale a decir que hemos de configurarlo artísticamente. Lo que hay
entre estos elementos opuestos actuará en particular sobre la formación del
sentimiento y la emotividad. En este último ámbito actuamos intensamente cuando
ponemos al niño en situación de acoger algo memorizándolo, sin que lo entienda,
sin que nos dediquemos a especular sobre su significado, aunque lo tenga; de
manera que al cabo de un tiempo, cuando con otras medidas haya madurado lo
suficiente y vuelva a recordar eso que había olvidado, sólo entonces podrá entenderlo”.
Es decir, Steiner defendía que los
niños aprendiesen ciertas cosas de memoria, sin entenderlas plenamente, porque
ese esfuerzo fortalece su voluntad y, al igual que la ortografía, ayuda a
cultivar el sentimiento de autoridad y respeto a los mayores, al darse cuenta
que está integrándose en una vida ya estructurada, en la que hay que tener en
cuenta lo que ya existe. “No imponiéndole la autoridad al niño, sino actuando
de manera que surja espontáneamente el sentimiento de autoridad”.
Si bien, Steiner
tampoco entendía “el anhelo sistematizador de la ciencia actual” ni las
“dictaduras” que en ocasiones impone un excesivo rigor formal, tanto a nivel
científico como ortográfico, dándole una mayor importancia al fomento de la
libertad y la capacidad creativa e inventiva del ser humano, tanto del maestro
como del alumno.
Lo ideal es percibir las cosas y
las ideas de la manera más directa, instintiva, natural y viva que sea posible.
Por ejemplo, consideraba que “lo más cercano a la verdad es la sensación que
surge del color, y lo menos verídico es el dibujo. Dibujar una línea horizontal
para representar el horizonte es algo abstracto, algo moribundo, algo que no
está diciendo la verdad ante la naturaleza. Pero cuando digo que veo algo verde
y algo azul que se separan el uno del otro, entonces crece la línea horizontal
de la frontera mutua entre los colores, y entonces estoy diciendo la verdad”.
De la misma forma, comenta que
Schopenhauer se enojó muchísimo en su época porque en las escuelas no se
enseñaba el teorema de Pitágoras simplemente viéndolo mediante la construcción
de cuadrados a partir de los catetos y la hipotenusa de un triángulo rectángulo
isósceles (figura I-II) o de lados desiguales (2ª figura).
En la enseñanza es muy
importante seguir un determinado orden lógico y “natural”, para que se asimilen
las ideas de manera óptima. Por ejemplo, siempre es conveniente partir de lo
global, del total, para después ir desgranado lo particular y analizando cada
una de las partes.
De manera similar, para estudiar
la Naturaleza hay que hacerlo en sentido decreciente de cercanía o afinidad
respecto a nosotros mismos con el resto de los seres vivos: Primero los
animales y, dentro de estos:
mamíferos-aves-reptiles-anfibios-peces-invertebrados; después seguiremos con
las plantas y hongos, y por último estudiaremos los minerales. Pero la relación
con el ser humano es fundamental, aquí se ve muy bien la gran influencia que
tuvo Goethe en sus ideas: “Todo el resto del mundo en realidad alcanza su
propia consciencia en el ser humano”.
Como vemos, por
todo lo que he tratado de resumir de este denso ciclo de conferencia, Steiner
le dio una gran importancia a la educación y formación del ser humano: “La
educación y la enseñanza han de convertirse en un verdadero arte”. Especialmente
dirigida a los niños, buscando la manera más eficaz de favorecer que la
sabiduría fluya naturalmente, se desarrolle y potencie cada una de las facultades,
en el momento más oportuno y adecuado, a lo largo del crecimiento físico y
espiritual de las personas.
Como
Steiner creó una nueva disciplina artística denominada “euritmia”, me veo
impulsado a ilustrar esta entrada con los Eurythmics : “There must be an angel (playing with my heart)” (Londres, 1985).
Como anécdota
curiosa, destacar el enorme parecido físico existente entre Rudolf Steiner y el
actor inglés Jeremy Irons (ver fotos de arriba), con toda la intención de dar
ideas para una posible y anhelada película sobre la vida e ingente obra de este
gran filósofo austriaco.