miércoles, agosto 16, 2006

Este pino no es gallego


Como resulta evidente y una triste ironía, este magnífico ejemplar de pino negral o resinero (Pinus pinaster) no está en Galicia, sino en el Parque Natural de la Sierra Cebollera, concretamente en el Barranco de Irruz, en el término municipal de Villoslada de Cameros (La Rioja).
Se trata de un árbol declarado singular y por lo tanto protegido. Se estima que su edad puede estar en torno a los 200 años, por lo que ha tenido que sobrevivir a innumerables rayos, tormentas, vendabales, nevadas y, obviamente, durante ese tiempo tampoco ha debido haber ningún incendio forestal de importancia en esa ladera.
Después de los incendios, en los medios de comunicación a menudo se habla sobre el tiempo que tardará en repoblarse de nuevo la zona, en recuperarse el ecosistema o en conseguir un bosque de edad similar al que se quemó, y se habla de decenas de años, 50 ó 100 años, a lo sumo. Sin embargo, hay un elemento muy importante que suele pasar desapercibido, se trata del SUELO. Ese maravilloso manto esponjoso en el que se mezcla lo inerte y lo vivo de forma magistral e inimitable, para que sobre él pueda vivir una vegetación del porte y el tamaño del arbolado adulto, y que para ello debe ser capaz de retener el agua, el aire y los nutrientes necesarios. Pues bien, esas cualidades del suelo forestal que, en muchas ocasiones, han tardado millones de años en conseguirse, a partir de la roca desnuda primigenia, se pueden perder en pocos días e incluso en pocas horas, si coincide que, tras un devastador incendio, se producen fuertes lluvias que arrastran el suelo calcinado hasta los ríos, lagos, embalses o mares en los que vierta la cuenca hidrológica correspondiente.
Ese es el gran temor que tienen ahora los forestales y los mariscadores gallegos, que vengan fuertes aguaceros y arrastren las cenizas y el suelo quemado hasta las rías gallegas, donde tendrían un efecto desastroso para la producción de berberechos, almejas, percebes, mejillones y vieiras.
Se calcula que en esta oleada de incendios del mes de agosto en Galicia se ha quemado una superficie de unas 77.000 hectáreas (el equivalente a todos los pinares, los hayedos y los rebollares que hay en La Rioja), cifra similar a la que se quemó el año pasado, si bien no se han superado las 200.000 Ha. del catastrófico año 1.989, ya que el problema no es ni mucho menos nuevo en Galicia, lo único novedoso ha sido la concentración en el tiempo y la proximidad a grandes núcleos urbanos.
Cientos de caballos vagan por los montes quemados y zonas aledañas sin saber a dónde ir.
Habría que enterrar a los pirómanos en el fango de una ría, hasta el cuello, y que fuese la propia Naturaleza quien decidiese si les perdona la vida o no por sus atroces y criminales actos, que no sólo nos afectan a todos los que vivimos ahora, sino que afectarán también a las generaciones venideras.
Resuena en el sombrero: el viento a través de los árboles y el rugir lejano de los truenos de una tormenta (la Naturaleza, no sabemos hasta cuando).

viernes, agosto 11, 2006

Se hunde mi mundo


La casa en la que he pasado los mejores momentos de mi infancia y de mi juventud está en venta.
Los descendientes de los pueblos celtas, unos de los padres de Europa, se empeñan en quemar su paraíso verde.
El calor cada vez es más intenso, los huracanes cada vez son más potentes, el clima cada vez es más extremo, llueve menos, plantas y animales se extinguen, plagas y enfermedades tropicales invaden el templado y opulento mundo del Norte.
Lo mismo que los habitantes del empobrecido e inculto Sur tratan de alcanzar como sea las costas doradas de la anhelada Tierra prometida del Norte. Aunque al llegar se encuentran con playas ennegrecidas por el chapapote, gaviotas muertas por la gripe aviar, plagas de medusas y una patrulla de amigables y acogedores policías que les llevaran de vuelta a sus países de orígen.
Los "Guardianes del Mundo Libre" se han convertido en unos policías y carceleros crueles, prepotentes y bravucones que nos imponen su orden, su globalización desequilibrada y su tecnobarbarie (*).
La Santa Madre Iglesia Católica aborrece a sus hijos díscolos e impuros que practican el amor entre iguales, a menudo se olvida de la caridad, pero nunca de sus negocios más lucrativos.
Nos empeñamos en continuar luchando contra nuestra madre Tierra, en lugar de respetarla y tratar de integrarnos plenamente en ella.
En los hogares del culto y refinado primer mundo, los maridos maltratan y asesinan a sus mujeres, los hijos agreden a sus padres y algunas madres son capaces incluso de arrojar al contenedor de la basura a sus bebés recién nacidos.
Los aeropuertos, pensados para agilizar y facilitar el transporte mundial, se han convertido en auténticas ratoneras y cámaras de tortura, que ponen a prueba la paciencia y la resistencia de los sufridos pasajeros, cuando no es por una huelga de controladores, es por una de pilotos, y cuando no, porque el personal de tierra invade las pistas, o hay un aviso de atentado, y finalmente, después de 6 horas de espera y colas, conseguimos meternos todos en el avión, llevando sólo una bolsita de plástico transparente con el pasaporte y las cosas imprescindibles, dispuestos a afrontar con resignación un largo y claustrofóbico viaje, enlatados como sardinas dentro de los estrechos pasillos y apretados asientos del avión ¡Qué bonito es volar!
Si a alguien se le ocurre sacar un cigarro, será colgado por los pulgares del ala izquierda del aparato, porque fumar mata; el alcohol es muy malo, con el café y el chocolate ojo que también excitan lo suyo. ¡Ah!... y follar con mucho cuidado, moderación y, por supuesto, con protección, aunque luego al Papa le digamos que nosotros siempre sin condón, como Dios manda.
En la tele no hay más que programas del corazón, cotilleo, concursos, horteradas y telebasura. Ahora incluso (por lo menos es algo novedoso) sale el mentalista Anthony Blake para acojonarnos con extrañas experiencias sobrenaturales de ultratumba, en su nuevo y "último desafío".
La enorme, anquilosada y anacrónica nave llamada OCCIDENTE (*) cruje y chirría por todos lados, cualquier día alguno de nuestros alocados científicos no encontrará el tapón adecuado para tapar determinado agujero y el barco comenzará a hacer agua sin remedio.
No os asusteis, no es que haya recaído en la depresión, es que me ha dado un ataque de realismo. Por eso creo que prefiero seguir viviendo en mi mundo de Diosas, musas, arte y ensoñación.
Resuena en el sombrero: "My world is upside down".- Tell-Tale Hearts (Los Ángeles (USA), 1985).
(* : Sacado del libro "La Senda del Drago" de José Luis Sampedro).

martes, agosto 08, 2006

El último vaquero



Cuando escuchamos la palabra "vaquero", a la mayoría de la gente nos viene a la cabeza la imagen de un "cowboy" de "western" americano, con su sombrero tejano, sus pantalones "vaqueros", sujetos con cinturones de grandes hebillas metálicas, y, a menudo, nos olvidamos de nuestros heróicos, aunque más modestos, menos espectaculares y poco cinematográficos "vaqueros ibéricos".
Acabo de regresar de pasar unas cortas vacaciones en la costa cántabra, en un pueblecito cercano a Santander llamado Liencres, un pueblo antaño de ganaderos de vacuno lechero que ahora vive principalmente del turismo y del sector servicios. Actualmente sólo queda en Liencres un único vaquero -Domingo- que no lleva sombrero, sino una visera, no es alto, ni apuesto, sino un tipo más bien rústico y sencillo, con gruesas gafas de montura de plástico, aunque eso sí, tremendamente noble, trabajador, servicial y simpático.
Como iba diciendo, Domingo no monta a caballo, sólo en tractor de vez en cuando, no lleva cinturón con grandes hebillas, sino el tradicional refajo negro, ni siquiera lleva "vaqueros" ni botas camperas, sino que en verano suele ir en pantalón corto y playeras. Tampoco usa lazo, ni revolver, la única herramienta que le caracteriza es una vieja y sucia pala con la que retira de la calzada las boñigas que a su paso van dejando "Verónica", "Paloma", "Soraya" o "La Pelos", que es como se llaman las vacas lecheras de cuyo cuidado se encarga Domingo los 365 días del año, desde las 7 de la mañana a las 9 de la noche.
Algo resignado, pero sin perder la sonrisa en ningún momento, me cuenta que el ganado es muy esclavo, muy sucio y ya no resulta rentable. Todo el beneficio se lo lleva el distribuidor que les compra a ellos la leche por cuatro perras y la vende en las tiendas a casi un euro el litro. Las ayudas europeas son cada vez más escasas, en Cantabria sólo consiguen sobrevivir a duras penas los ganaderos de la comarca "Pasiega", más al interior, hacia las montañas.
Y yo me pregunto: cuando desaparezca Domingo ¿Quién se encargará de mantener ese característico paisaje de la costa cántabra con sus verdes prados pastados por vacas bicolores?
En fin, corren malos tiempos para los últimos y verdaderos vaqueros.

Resuenan en el sombrero: "Mamas don´t let your babies become to be cowboys".- Waylon Jennings & Willie Nelson (Texas, 1982); y "Are there any real cowboys?".- Neal Young (California, 1986).