viernes, agosto 29, 2014

POR QUÉ LA IZQUIERDA NUNCA GANÓ Y POR QUÉ PUEDE GANAR AHORA


Desde finales del siglo XIX hasta hace pocos años, el discurso y la estrategia de la izquierda se ha fundamentado principalmente en dos premisas básicas:

1ª) Disminuir las tremendas desigualdades surgidas entre obreros y patrones, durante la revolución industrial, con los argumentos de justicia social y alcanzar un mayor progreso de la sociedad.

2ª) La fuerza reside en que el número de obreros es muy superior al de empresarios, por lo que se supone que los partidos de izquierdas o progresistas deberían haberse visto claramente favorecidos en los sistemas democráticos.

¿Por qué no se ha cumplido esto en gran parte del mundo y particularmente en España?

A) RAZONES ECONÓMICAS:

La riqueza de un país reside fundamentalmente es sus empresas, compuestas por un capital económico pero principalmente por un capital humano: operarios, técnicos, directivos, propietarios. Todos ellos trabajan en sus diferentes funciones o cometidos, todos ellos conforman un equipo de manera que son interdependientes, por lo que denominar “trabajadores” exclusivamente a los operarios (obreros), incluyendo a los técnicos, como mucho; y centrarse exclusivamente en una parte del equipo desequilibra el sistema y no se alcanzan los resultados deseados.

El sistema capitalista se basa en la libertad de mercados y en la libre competencia, pero con la internacionalización de grandes empresas (multinacionales), de gran (excesivo) poderío económico y tecnológico (compra de patentes), y gran influencia en los sistemas políticos (lobbies), se han creado auténticos oligopolios, en los que unas pocas empresas controlan el mercado, las leyes que las regulan y hasta la generación y distribución de la riqueza, de manera que se ha instaurado la creencia de que la forma en la que funciona la sociedad es que la gran mayoría de la población (pequeñas y medianas empresas, así como los trabajadores privados y públicos) debemos contentarnos con las migajas que caen del pastel que está en la mesa de una opulenta “casta” de privilegiados constituida básicamente por: propietarios, consejos de administración y asesores de grandes multinacionales, banqueros y políticos gobernantes. De manera que se nos dice que, cuanto más gigantesco sea el pastel, más grandes serán las migajas y, por lo tanto, todo el mundo saldremos ganando. Pero la avaricia del hombre es un pozo sin fondo y el sistema se ha comprobado que no sólo no funciona, sino que es intrínsecamente perverso, tanto para la inmensa mayoría de la población, como para los ecosistemas naturales que sustentan la vida en nuestro planeta.

Por otra parte, la mayoría de la población tiene un gran apego a sus propiedades privadas, por lo que cualquier cosa que pueda amenazarlas es rechazada o puesta en duda.

B) RAZONES SOCIALES:

Hasta ahora, para paliar las desigualdades y la injustita social, la “izquierda” se ha centrado en la “lucha de clases”, o sea hay que defender a ultranza los derechos de los trabajadores para forzar a los patrones a que repartan la riqueza generada en las empresas, de una manera más justa y equilibrada. El problema ha radicado en que no se ha distinguido lo suficiente entre los diferentes tipos de “patrones”, no es lo mismo el dueño de una gran empresa multinacional, que el dueño de una empresa de 500 trabajadores, o que el dueño de una pequeña empresa familiar, por lo que no se les puede meter a todos en el mismo saco, sobre todo teniendo en cuenta que la riqueza de los países radica fundamentalmente en los dos últimos tipos de empresas.

Una peculiaridad “typicall spanish” de la izquierda, consecuencia, sin duda, de los abusos cometidos durante la dictadura franquista para tratar de homogeneizar España, es la identificación o justificación de los nacionalismos, debido quizás también a un cierto malentendido del lema ecologista “actúa localmente, piensa globalmente”, porque, cierta y objetivamente, es difícil de entender que alguien que entona la “Internacional Socialista” se identifique con movimientos separatistas, en los que prevalece el deseo de independencia de determinados territorios, por encima de otros objetivos más generales y fundamentales.

España ha sido y es un país muy clasista, en el que el objetivo principal para mucha gente no es el de disminuir las diferencias, sino el ascender en la “escala social” e incluso aparentar un nivel de vida más elevado al que realmente se tiene, siempre, claro está, trabajando lo memos posible, de manera que se mezclan nuestros dos peores pecados: la envidia y la holgazanería.

C) RAZONES RELIGIOSAS:

Hablando de pecados, hay que mencionar también el gran peso que ha tenido la Iglesia Católica en nuestra Historia, una influencia que va disminuyendo en las nuevas generaciones, pero que sigue existiendo aunque sólo sea por inercia histórica y por el poso cultural que ha dejado en nuestra mentalidad.

En este sentido, la “izquierda” se ha caracterizado por un laicismo cargado de excesivo rencor que se ha traducido en demasiadas ocasiones en un “anticlericalismo” a ultranza. La causa de este comportamiento hay que buscarla en que la Jerarquía eclesiástica siempre se ha aliado con el poder económico y se ha alineado con políticas conservadoras de “derechas”, al objeto de mantener su patrimonio y sus privilegios, así como para protegerse del temido ateísmo propugnado por los comunistas.

Sin embargo, no habría que haber olvidado, sino más bien habría que haber sabido sacar provecho de que la “Verdad” que propugna y está escrita en los Evangelios, sobre todo en el Nuevo Testamento, es mucho más acorde, en cuanto a justicia social, defensa e incluso ensalzamiento de los débiles frente a los poderosos, con los ideales de la “izquierda”, que con el individualismo y la competitividad que propugna la “derecha”. De forma que son conocidos los famosos “curas obreros” o los “movimientos de base” que también forman parte de la Iglesia, por no hablar de la importante labor que desarrolla Cáritas y muchas órdenes y asociaciones religiosas para luchar contra la pobreza.

Otra de las rémoras históricas de la Iglesia Católica son sus absurdas “manías” entorno a temas sexuales y familiares, que denotan una incomprensión de la realidad de la compleja sexualidad del ser humano, sin que exista justificación alguna en los Evangelios, por lo que es algo profundamente “anticristiano”, que ya traté con mayor profundidad hace tiempo (ver enlace).

La consecuencia de todo esto es que, tras casi 40 años de partidos de izquierda cargados de historia e ideología, si bien es cierto que han influido notablemente en los avances logrados por la sociedad, políticamente hablando (con la excepción del PSOE que hace décadas que se alejó de la verdadera izquierda), no han pasado de ser una eterna minoría de incomprendidos.

Tras este preámbulo histórico, vayamos a la CUESTIÓN FUNDAMENTAL: ¿Qué está cambiando en la izquierda (o al menos en una parte de ella) para que actualmente tenga opciones reales de triunfo?

1º) La actual situación de auténtica “emergencia nacional” a la que nos ha conducido la “cleptocracia” ha hecho que numerosos colectivos afines tengan unas prioridades fundamentales y unos objetivos comunes claros, tales como: parar los desahucios, auditoría de la deuda pública, control de los bancos, freno a los recortes presupuestarios en servicios públicos, medidas para impedir la corrupción, establecimiento de una renta básica, etc.

2º) La forma de alcanzar esos objetivos comunes se basa en fomentar y facilitar al máximo la participación ciudadana. El paso realmente decisivo consiste en pasar de una pseudodemocrácia representativa (que nos ha conducido a la actual “cleptocracia”) a una auténtica democracia participativa, en la que los ciudadanos no se limitan a depositar el voto en una urna cada cuatro años.

3º) La izquierda o, al menos, una parte de ella, se ha dado cuenta de que la “lucha de clases” cada vez tiene menos sentido, no hay que hacer “clubes de obreros”, sino que, si se quieren ganar unas elecciones, es necesario que también haya empresarios de izquierdas, para lo que, más que vencer, hay que convencer de que la justicia social, una más justa distribución de la riqueza y el poner freno a los abusos de las multinacionales y los bancos es algo que también beneficia a la mediana y pequeña empresa, hay que convencer de que el “bien común” realmente supone beneficios para todo el mundo.

4º) Eso no implica que haya personas que sigan ganando más dinero que otras, siempre y cuando realmente se lo ganen desarrollando actividades y negocios que supongan valores positivos para la sociedad, creen riqueza y puestos de trabajo. Hay que limitar al mínimo el número de personas que “viven del cuento”, con independencia de la clase social a la que pertenezcan.

5º) Realmente se da una importancia primordial a la sostenibilidad, la calidad del medio ambiente y la conservación de la biodiversidad. Hace tiempo que abundan las coaliciones entre la “izquierda” y los “verdes”, los famosos “partidos sandía”, cuando realmente se trata de una división ficticia, ya que es únicamente una cuestión de prioridades y de realismo, ya que es evidente que nuestra propia salud depende de la salud del planeta, y ya se sabe que la salud es lo primero.

6º) La gente estamos cansados, realmente hartos, de que nos mientan, de que todo el mundo trate de engañarnos, por lo que debe primar la verdad, cualquier tipo de mentira o engaño debería ser intolerable y si, además, se hace con el fin de obtener riquezas o privilegios personales o para un grupo de acólitos (mafias), los engaños, fraudes y estafas deben ser castigados de manera rápida, eficaz y de manera que a nadie le pueda salir rentable la jugada.

En definitiva, todo esto puede resumirse en 4 ideas básicas:

BIEN COMÚN Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA: SÍ.
PRIVILEGIOS (DE CUALQUIER TIPO) Y MENTIRAS: NO.

Estas ideas pueden ser aceptadas por una mayoría social capaz de ganar unas elecciones ¡SÍ SE PUEDE!

Resuena en el sombrero: “Sometimes You Win”.- Fortunate Sons (London (UK), 1986).