El concurso es muy sencillo, se trata de adivinar qué diablos es lo que sale en la foto de arriba y el primero que lo adivine será enlazado con grandes elogios, rendevú, boato, peloteo, pompa y jabón en las siguientes tres entradas que publique.
La única pista inicial es que se trata de un ser vivo que habita actualmente en el planeta Tierra. Según vea cómo va la cosa, podré dar más pistas o no.
Ella vino de Oriente, con sus ropajes de seda, de tacto suave y colores cálidos, con su voz femenina, delicada y sensual pero firme y contundente a la vez.
Ella vino a mi por casualidad, una mañana flotando en el aire, traída por la resaca de las hondas hercianas de la radio.
Ella vino con la brisa tibia de las mil y una noches que envuelve el recuerdo de los legendarios romances atemporales.
Sólo tienes que inhalar profundamente el aire perfumado tras atravesar la superficie ondulada y suave del desierto de su piel y el oasis de su cabello. Sólo tienes que intentar encontrarlo dentro de tu corazón.
Resuena en el sombrero: “Inténtalo encontrar”.- Yasmin Levy (Jerusalem (Israel), 2006):
A buen seguro que a mucha gente (por muy acostumbrada que esté a los saltos acrobáticos y a las imprevisibles locuras de este blog), la portada de arriba les habrá parecido cuanto menos impactante, pero miremos la imagen de nuevo, esta vez haciendo un esfuerzo por tratar de eliminar todo tipo de prejuicios ¿Qué es lo que vemos? Pues a dos mujeres besándose en un ambiente íntimo y tranquilo, mientras una tercera las observa desde un discreto escondite ¿Hay algo que no concuerde con el previsible comportamiento humano en el que prima el amor, la atracción sexual y la curiosidad por naturaleza? ¿Acaso hacen daño a alguien?
Con esta entrada no pretendo suscitar ningún tipo de polémica sobre unos asuntos tan personales, íntimos y delicados como son las creencias religiosas, la ética, el sexo y el sentido de la justicia, ni mucho menos banalizar sobre algo tan grave como los abusos a menores, pero no me gusta rehuir los temas, por muy espinosos y problemáticos que pudieran parecer, y recientemente me han llamado la atención un par de noticias que aparentemente no tienen ninguna relación entre sí, me explico:
Según parece, el Vaticano ha dejado de mirar para otro lado y se ha propuesto hacer justicia con respecto al escándalo de los casos de pederastia y abusos a menores realizados durante años por miembros del clero, en colegios católicos de Irlanda.
Ya se han producido las primeras dimisiones de obispos y sacerdotes, y se espera que haya algunas más, mientras que las víctimas anuncian que van a reclamar indemnizaciones millonarias.
En fin, nunca es tarde para tratar de corregir los errores del pasado, pero estos casos no son más que la consecuencia de un problema de fondo de índole histórica y cultural (que no espiritual ni religiosa) que viene arrastrando la Iglesia desde hace demasiados siglos, y creo que ya va siendo hora de que la Jerarquía Eclesiástica se dé cuenta de que las leyes divinas nunca pueden estar en contra de las leyes naturales.
Porque cuando se reprimen los sentimientos y la propia naturaleza se producen fuertes contradicciones internas que generan reacciones traumáticas y comportamientos antinaturales, aberrantes, profundamente negativos e injustos como son los abusos a menores.
La frase que más me impresionó de la pasada ceremonia de los Premios Goya, fue cuando, al presentar a los nominados al premio al mejor director novel, la directora encargada de presentar a los directores de la película “Yo también”, Antonio Naharro y Álvaro Pastor, dijo: “La peor minusvalía es reprimir los propios sentimientos”.
Pero, hablando de cine, resulta que esa manía por reprimir los sentimientos propios y ajenos no es exclusiva de instituciones tan conservadoras y retrógradas como puede ser la Iglesia Católica, sino que las Academias del Cine, tanto la española como la de Hollywood, que se supone que están en la vanguardia del liberalismo, la tolerancia y la modernidad, recomiendan a los premiados a los Goyas y los Óscars que repriman sus emociones y que se ahorren las lágrimas y las dedicatorias a familiares, y que el discurso debe ser corto, aséptico y sin emoción, para lo cual se recomienda hacer uso de los servicios de un guionista (¡?).
Vamos a ver, me parece correcto que se procure ser breve para no cansar al personal y que no se exagere, pero si las emociones son sinceras, brota el llanto y uno se acuerda de sus seres queridos ¡ES NATURAL! Y al que no le guste que no mire o que se tape los oídos, el protagonista es el premiado y hay que RESPETAR sus sentimientos, siempre y cuando sean sinceros y no resulten ofensivos para nadie.
Pero, volviendo al más serio asunto inicial, me gustaría que la Jerarquía Eclesiástica recapacitase sobre el amor, la naturaleza humana y la justicia, con una mayor apertura de miras y sin absurdas mojigaterías, y que la cosa no se quede únicamente en rezar siete Ave Marías.
Resuena en el sombrero: “Seven Hail Marys”.- Flesh for Lulu (Berlín, 1985). Canción incluida en el disco "Blue Sisters Swing", cuya portada figura arriba:
P.D. dirigida a Pedro Almodóvar: En el discurso del próximo Óscar que recibas procura reducir la lista de familiares, Santos y Vírgenes, si es que puedes reprimirte y si no pues nada ¡Tú mismo! La Iglesia estará encantada con tanta publicidad gratis. (Lo cual no dejaría de ser curioso, después de “La Mala Educación”).
Espero haber sido correcto y educado y no haber ofendido a nadie, pero creo que es bueno reflexionar en público sobre estas cosas. Y si alguien se siente ofendido, lo siento, pero alguien tenía que hacerlo.
El aire que respiramos está constituido principalmente (78%) por nitrógeno, un elemento que caracteriza a unos de los componentes más importantes de nuestro cuerpo, las proteínas, unos compuestos orgánicos que contienen un porcentaje medio de nitrógeno del 16%.
La forma fundamental en que el nitrógeno pasa del aire a la carne, es a través de las leguminosas, una familia de plantas cuyas raíces acogen colonias de bacterias (Rhizobium) capaces de fijar el nitrógeno atmosférico y cedérselo a la planta. A esta familia pertenecen importantes plantas forrajeras como los tréboles (Trifolium), las alfalfas (Medicago), las vezas (Vicia), los cuernecillos (Lotus), las esparcetas (Onobrychis) y los altramuces (Lupinus), así como las retamas, las escobas, las genistas y otros arbustos retamoides y, por supuesto, todas las legumbres.
Mi padre suele decirme que si está vivo es gracias a los garbanzos. Me contó como durante su niñez en un pueblo toledano, durante sus “vacaciones” estivales se levantaba muy temprano para trillar con su padre. Por la mañana, hacían lumbre en un montón de paja en el que colocaban un puchero de barro con garbanzos al que añadían agua, un trozo de tocino, morcilla y alguna tajada de carne o, más frecuentemente, algún pájaro desplumado u otro animal que habían logrado cazar.
A lo largo de la mañana, mientras trabajaban duramente en la trilla, el cocido se iba haciendo lentamente en el puchero, por lo que el resultado era delicioso, acompañado con una hogaza de pan y algunos tragos de la bota de vino. Si bien, cuando se comía garbanzos casi todos los días para almorzar y hasta para cenar, a uno ya no le sabía tan bueno, aunque lo cierto es que es un alimento muy nutritivo, rico en proteínas e hidratos de carbono.
Los garbanzos han sido y son nuestra soja carpetobetónica, una legumbre dura, rústica y fácil de cultivar que, junto con otros cinco vegetales: el trigo, el olivo, la vid, el almendro y la cebolla; y cinco animales: el cerdo, la gallina, la oveja, la cabra y la sardina, han permitido la subsistencia de la mayoría de la población ibérica durante siglos.
Esta mañana, aprovechando que el Romero (Rosmarinus officinalis) ya está empezando a florecer, he ido a dar un paseo durante el que he cogido un puñado de flores para echarle al cocido (segunda foto). Una sana costumbre, que además aporta un gran aroma a los paltos, y si, como en esta ocasión, se acompaña con un buen vino de Jerez, os aseguro que no hace falta tomar café después del postre.
El Romero tiene propiedades tónicas y estimulantes, por lo que aquellas personas que no les sienta bien la cafeína, pueden tomar una infusión de esta planta aromática para activarse por las mañanas, en lugar de tomar la habitual taza de café o de té.
El Romero es un arbusto siempre verde (perenne) típicamente mediterráneo, leñoso, de hasta 2 metros de altura, con hojas rígidas, lineales, lanceoladas, en forma de aguja y de aspecto coriáceas; las recubre una capa de diminutos pelos. De las axilas de las ramas superiores brotan pequeñas flores labiadas de color azul o violeta, y que pueden ser vistas casi todo el año. Sus frutos son tetraquenios.
El Romero en verde se reconoce por su fuerte olor alcanforado, que recuerda a las resinas de las coníferas. Se trata de una especie muy antigua y ampliamente elogiada por sus numerosas propiedades medicinales y aromáticas. Posee alcaloides, saponina, ácidos orgánicos y un 2% de aceite esencial (oleum rosmarini, oleum anthos). Éste último contiene a su vez cineol, alcanfor y borneol.
Con fines medicinales se recolectan las hojas y flores. Esta operación se puede realizar en cualquier momento a lo largo del año, siempre que la planta tenga al menos dos años de antigüedad. Las partes cortadas se dejan secar sobre cañizos, a la sombra y en lugar bien ventilado, o artificialmente en secadero a una temperatura máxima de 35º C. Las hojas secas desprenden un fuerte y penetrante perfume, canforáceo. Su sabor es amargo.
Tiene propiedades antiespasmódicas, como calmante de los nervios, especialmente útil durante la menopausia. Es estimulante, diurética y colagoga; cardiotónico, hipotensor y mejorador de los procesos digestivos; es carminativo. Es útil en reumatismos articulares, dolores reumáticos y de estómago, y en aquellos dolores de cabeza de origen nervioso. Es muy eficaz en afecciones cutáneas, como contusiones, úlceras y heridas; también como alivio sintomático de reacciones alérgicas de la piel, y de variadas formas reactivas de la misma, ejemplo de la que produce la procesionaria del pino o los pelillos urticantes de las ortigas.
El Romero se utiliza ampliamente en farmacología, Así, de las hojas se extrae una esencia que forma parte de muchos preparados antirreumáticos, ejemplo del alcohol spiritus rosmarini, o linimentos como el linimentum saponafo-camphoratum, utilizados en aplicaciones tópicas.
Esta especie es además una apreciada planta aromática y condimento en aplicaciones culinarias. También se utiliza en la industria de la perfumería.
Resuena en el sombrero: “Mediterráneo”.- Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1971). Una de las mejores canciones que se ha escrito en castellano (al igual que la que puse de Los Secretos en la entrada anterior), y es que, a pesar de las infinitas versiones que se han cantado, nunca me cansaré de escuchar este impresionante poema musical:
Para compensar el desliz del vino de Jerez, he de terminar diciendo que en La Rioja tenemos una denominación de origen de garbanzos, los de Pedroso, si bien nuestra legumbre más apreciada es el caparrón de Anguiano, y en los cerros del valle del Ebro abunda el Romero.
Todas las fotos by Mad Hatter, excepto la primera del Romero. En la tercera está uno de esos “... a tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino... En la ladera de un monte, más alto que el horizonte, quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino, le daré verde a los pinos y amarillo a la genista”.
Debo confesar que mi gusto por los sombreros y mi afición a las medias (como puede verse en la entrada anterior) provienen de una frustrada vocación por el maravilloso mundo del calzado y la lencería, unas artes que me resultaron excesivamente complejas, a pesar de haber cursado estudios sobre trigonometría, con sus senos y cosenos, así como todo lo referente al cálculo de estructuras.
Por eso hoy me ha consternado la noticia de la muerte del genio y maestro Alexander McQueen, diseñador londinense, vecino y contemporáneo de los dandys ultrapsicodélicos de los que hablaba hace un par de entradas, los cuales compartían gustos y estilo con otros excéntricos colegas norteamericanos que nos recordaban las infinitas posibilidades que nos ofrece este mundo de plástico.
Al parecer, Alexander no pudo soportar la reciente pérdida de su madre, la hipersensibilidad que suele caracterizar a los grandes genios puede estar detrás de su prematuro final. Siempre me he preguntado ¿Qué puede llevar a un creador a autodestruirse?
Resuena en el sombrero: “Alexander”, una canción de los Pretty Things, en la versión que hicieron Plasticland (Milwaukee (Wisconsin), 1984):
Arriba imágenes de unos zapatos pertenecientes a la colección “Atlántida” (primavera-verano 2010) que Alexander McQueen presentó en París el pasado mes de octubre, así como un interesante detalle constructivo de la ingeniosa solución adoptada para acoplarse a una de las estructuras más bellas que existen en la Naturaleza: el pie femenino.
El Grosellero de roca (Ribes petraeum Wulfen) es un arbusto caducifolio no espinoso que se distribuye por gran parte del centro de Europa y por los sistemas montañosos del norte de la Península Ibérica (Pirineos, Cordillera Cantábrica, Ancares y Sistema Ibérico Septentrional), siendo muy escaso en La Rioja, motivo por el que fue declarado en peligro de extinción en esta Comunidad Autónoma (Decreto 59/1998, de 9 de octubre).
Este raro arbusto habita en los claros de los bosques húmedos y en los roquedos frescos, por lo que en La Rioja se ha encontrado únicamente en tres enclaves de sus sierras occidentales más húmedas. Siendo su escasez debida a que se encuentra en el límite de su área de distribución, más que a causas directamente antrópicas.
Al declararse en peligro de extinción, se redactó un Plan de Recuperación para la especie, el cual incluye su reproducción y cultivo en vivero a fin de obtener planta con la que reforzar las exiguas poblaciones naturales de este raro arbusto.
Los escasos individuos encontrados tienen el problema de que se encuentran muy alejados los unos de los otros de forma que la fructificación y la producción de semillas viables es muy escasa, debido a que algunos ejemplares crecen en lugares con escasa iluminación y en los restantes probablemente predomina la autopolinización, en lugar de la deseable polinización cruzada entre los distintos individuos. Sin embargo, se observó la existencia de algunos acodos naturales y la facilidad que tienen las ramas bajas de este arbusto para emitir raíces cuando quedan enterradas debido a su propio crecimiento o a pequeños desprendimientos de tierra.
En vista de lo cual y con objeto de propiciar la polinización cruzada, se decidió recolectar esquejes (trozos de rama con algunas yemas) procedentes de los escasos individuos silvestres y plantarlos juntos en una zona apropiada del vivero para que puedan crecer, florecer, fructificar y producir semillas viables para la obtención de ejemplares que serán plantados en su medio natural.
En otoño de 2002, se recolectaron 6 esquejes procedentes de los 3 enclaves donde subsiste este arbusto, los cuales fueron plantados en un vivero público ubicado en la Sierra de la Demanda, protegidos por una malla metálica y con una separación de unos 2 metros entre ellos, habiendo impregnado previamente las bases de los esquejes con una hormona de enraizamiento (ácido indolbutírico).
Todos los esquejes prendieron y brotaron en abril de 2003, uno de los cuales es el que sale en la segunda foto.
No obstante, también se intentó conseguir semilla de los ejemplares silvestres, para lo cual se visitaron en julio de 2002 y se protegieron con trozos de media los racimos que presentaban frutos verdes, al objeto de que no fueran devorados por los pájaros que los pican con avidez en cuanto adquieren un ligero tono anaranjado. En el mes de agosto se regresó para recoger la cosecha, obteniéndose únicamente 5 frutos de un bello color rojo rubí (ver tercera foto), de los que se extrajeron 6 semillas viables (al ser tan pocos, la forma de extraer las semillas consistió en comernos su ácida y refrescante pulpa y escupir las semillas).
Esas 6 semillas se tuvieron estratificadas, primero 2 meses en arena húmeda a 24ºC y luego 3 meses a 2ºC, y se sembraron en tiestos en febrero de 2003, sin embrago, a pesar de la estratificación, únicamente germinaron 2 semillas en marzo de 2004, curiosamente de distintas procedencias, una de las cuales se secó al poco tiempo de nacer, por lo que únicamente se obtuvo una planta (en la cuarta foto) que continuó cultivándose en el vivero.
En el verano del 2004, utilizando el mismo procedimiento de proteger los frutos verdes con medias, se recolectaron 40 frutos silvestres de los que se obtuvieron 48 semillas viables, que se estratificaron y de las que germinaron 15 plantas en febrero de 2005, las cuales se cultivaron en el vivero. Catorce de ellas sobrevivieron para ser trasplantadas al monte, en marzo de 2006.
Durante el verano de 2005, se obtuvo la primera cosecha de grosellas de los esquejes cultivados en el propio vivero, si bien fue muy escasa obteniéndose únicamente 11 semillas, que se sumaron a las otras 67 que se extrajeron de las grosellas silvestres. Sin embargo, a pesar de haber sido estratificadas como en los años anteriores, en la primavera del 2006 no germinó ninguna semilla.
En agosto de 2006, sólo se recogieron 35 grosellas procedentes de los esquejes del vivero, de las que se obtuvieron 50 semillas que, tras ser estratificadas, dieron lugar a 6 plantas en marzo de 2007.
En agosto de 2007, en los esquejes del vivero se recogieron 600 frutos maduros, de los que se obtuvieron 800 semillas, que dieron lugar a 350 plantas en la primavera de 2008, durante ese año se cultivaron en bandeja de alvéolos de modo que hasta la primavera de 2009 sólo sobrevivieron 249 plantas, que se cultivaron en las eras del vivero y que van a ser trasplantadas al monte próximamente, habiendo alcanzado una talla de 15 a 20 cm. de altura.
Las 22 plantas que se obtuvieron los años anteriores también fueron trasplantadas al monte en su mayoría, salvo 3 ejemplares que se pusieron en el Jardín Botánico de La Rioja, en el término municipal de Azofra.
A principios de agosto de 2008, se recogieron otras 800 semillas de los esquejes del vivero, las cuales están germinando justo ahora en febrero de 2010.
En 2009 los groselleros apenas florecieron y sólo se recolectaron unas pocas decenas de frutos y semillas que se conservan estratificadas.
Proceso de germinación de una semilla de Ribes petraeum:
Durante el primer año, el crecimiento de la plántula es muy lento, únicamente se obtiene una pequeña roseta de hojas con un tallo de 1 ó 2 cm. Durante el segundo año el crecimiento es mayor obteniéndose plantas con varios tallos de unos 15 a 20 cm. de altura.
Resuena en el sombrero: El canto lastimero del Camachuelo observando desde la distancia cómo colocamos las medias que le impiden acceder a sus anheladas y deliciosas grosellas de roca. Todo sea en aras de la conservación de esta rara especie.
Excepto la primera lámina, todas las fotos y dibujos by Mad Hatter.
En las Escuelas Forestales siempre se ha transmitido el dicho clásico de que el Haya (Fagus sylvatica) es la nodriza del bosque, debido a que enriquece los suelos con el aporte anual de sus hojas caídas e impide la erosión con sus troncos y raíces. Estudios posteriores han concluido que, aún siendo una especie beneficiosa para el suelo, los hayedos puros frenan menos la erosión que otros tipos de bosque, debido al escaso sotobosque que es capaz de crecer bajo la espesa sombra de las hayas y a lo somero de su sistema radical.
Sin embargo, el otro día mientras paseaba por un hayedo camerano vi la imagen que aparece en la foto de arriba, un hueco en la base del tronco de una vieja haya de la que parece manar un rico mantillo, un auténtico “cuerno de la abundancia”, una verdadera nodriza de los suelos, tal y como ya comentábamos hace tres entradas hablando sobre un viejo Olmo.
Lo que sí es cierto es que debemos cambiar el chip en lo que a dinámica forestal se refiere, los bosques no son entidades rígidas, estáticas e inamovibles, un hayedo nunca es completamente puro (monoespecífico) y, aunque muy lentamente a la escala temporal a la que estamos acostumbrados las personas, todos los ecosistemas forestales evolucionan y cambian con el paso del tiempo. Lo que hace siglos (en tiempos de la Mesta) era un pastizal, se fue transformando en brezal, al disminuir la carga ganadera, las matas de brezo dieron cobijo a los primeros pinos, serbales y abedules, bajo las copas de estos árboles colonizadores el suelo mejoró su fertilidad y, a resguardo de los vientos, se crearon las condiciones de luz y humedad que propiciaron el desarrollo de hayas, acebos, robles, fresnos, cerezos y tilos (especies climácicas), lo cual no supone la total exclusión de las especies colonizadoras, ya que después de eventos destructores o renovadores, tales como vendavales, grandes nevadas, aludes e incendios, o en aquellas zonas que no permiten el desarrollo de las especies más exigentes, debido a la elevada pendiente, pedregosidad o en los bordes de las infraestructuras humanas (caminos, cortafuegos, arrastraderos), brezos, pinos y abedules recuperan en parte el terreno perdido y cumplen con su labor colonizadora.
Cuando estos eventos destructores o renovadores no se producen durante mucho tiempo o bien afectan de una manera muy puntual (derribos individuales), la convivencia entre los distintos tipos de especies puede ser muy estrecha, tal y como evidencian las fotos siguientes:
En la primera foto puede verse a una joven haya creciendo desde el mismo pie de un pino (Pinus sylvestris) al que se abraza en busca de luz.
En la segunda, se intercambian los papeles y puede verse a un pino joven creciendo sin problemas a escasos metros de una vieja haya, en las cercanías de un claro.
En la tercera, los pinos se han ido debilitando debido a la cada vez más escasa luz que les llega, la cual es interceptada por el pujante desarrollo de las hayas circundantes, si bien el claro que se ha producido a consecuencia de la rotura de un pino ha sido aprovechado por un joven y vigoroso acebo (Ilex aquifolium) que estaba esperando justo esa circunstancia, agazapado en el sotobosque, ya que el acebo es una de las pocas leñosas capaces de germinar y mantenerse durante años bajo la espesa sombra de las hayas (por algo este tipo de hayedos se han clasificado dentro de la asociación vegetal denominada Ilici-Fagion, es decir hayedos con acebo).
Esto no sucede con el Brezo blanco (Erica arborea) cuyos restos resecos (cuarta foto) nos recuerdan que hace algunas décadas las condiciones todavía eran propicias para su desarrollo.
En la quinta foto, vemos un pequeño arándano (Vaccinium myrtillus) que crece resguardado en el hueco al pie de un haya, junto a algunos líquenes caídos, esta asociación simbiótica entre hongo y alga que son los líquenes constituyen un importante elemento de los bosques, algunas de cuyas especies fijan el nitrógeno atmosférico y contribuyen así a mejorar la fertilidad de los suelos.
En la sexta foto se ve un pino con porte retorcido, a causa de los daños que se produjeron en las etapas iniciales del crecimiento, debido a las duras condiciones de la fase de colonización.
En la última foto se aprecia el característico color asalmonado de la corteza superior del pino silvestre, que contrasta con el gris azulado que predomina en el paisaje invernal del hayedo.
Resuena en el sombrero: el silencio más absoluto en la profundidad del bosque, en un día de invierno sin viento.
Dentro de una semana me estaré preparando para asistir al concierto que RichardHawley dará en la sala “Heineken” de Madrid y todavía no sé por cual de los dos modelitos de arriba me decantaré (se admiten sugerencias).
Pero ¿Qué tiene este crooner inglés cuarentón, con gafas y labio leporino? Además de la evidencia de una gran voz con personalidad y de un estilo oldie que combina a la perfección la rebeldía sin causa de las guitarras rockeras, con la elegancia de los arreglos de cuerda, viento y coros sutiles colocados en su justa medida en el lugar adecuado. Mr. Hawley transmite una serena madurez y lucidez, sin aspavientos, con un sarcástico sentido del humor, no exento de cierta flema británica, sí, se le puede considerar un dandy, pero sin pasarse, nada estirado, ante todo es un tipo normal y cercano.
Porque sí, porque ya estamos hartos de los estrellones del rock trasnochados, los guaperas bailones de academia, los triunfitos llorones o con ricitos, los chuletas latinos y las divas recauchutadas a base de marketing y sofisticados efectos de música electrónica.
Francamente, como dice un conocido lema del country (la cuna del rock): “Basta con tres acordes y la verdad”.
La máxima sofisticación que soporto es lo que va a sonar a continuación, a cargo de unos británicos aristócratas psicodélicos a los que es difícil superar en lo que a dandismo extravagante y colorista se refiere:
Los trajes de arriba son de la artista londinense de origen nigeriano, Yinka Shonibare, y forman parte de la exposición “Sur le dandysme aujourd´hui” que se muestra en el Centro Galego de Arte Contemporáneo, en Santiago de Compostela, hasta el próximo 21 de marzo. El sombrero ya lo pongo yo ¡Gracias!
Una estampa típica de los humedales consiste en un montón de patos silvestres en mitad de una laguna, todos con la cabeza hacia atrás, apoyada sobre la espalda y con el pico escondido entre las plumas, pero ¿Qué hacen ahí parados a medio día? ¿Se están echando una siesta después de comer calentados por el tibio sol invernal? ¿O es que es lunes y todos han salido del cine después de ver “Los Lunes al Sol”?
La Cerceta común (Anas crecca) es el pato más pequeño de Europa (mide unos 36 cm. y pesa 350 gr.), pero también está entre los más bellos y elegantes, y tiene un vuelo muy rápido, por lo que resulta muy difícil de cazar.
Esta especie de pato cría en el norte de Eurasia y nos suele visitar en invierno. Antaño formaba grandes bandadas, siendo en la actualidad más escasa, aunque aún hace honor a su nombre de común.
Las cercetas duermen durante el día apostadas en el centro de láminas de agua despejadas, al objeto de poder detectar a tiempo a cualquier depredador que quisiera acercarse demasiado a la bandada.
Si nos fijamos de cerca en uno de los patos veremos que tiene los ojos cerrados, pero cada seis segundos abre un ojillo ¿Qué forma de dormir es esa? Pues resulta que los patos duermen alternando los períodos de descanso de sus dos hemisferios cerebrales, es decir, cuando el hemisferio izquierdo duerme, el derecho se mantiene despierto, y al cabo de un rato se cambian las tornas, de tal forma que el pato puede darse el gran lujo de dormir en pleno día al sol, con toda seguridad. Ya que, en cuanto uno de los patos detectase algún peligro, inmediatamente daría la voz de alarma y toda la bandada saldría volando en un segundo, dando un salto sobre la superficie del agua con un brusco y discreto chapoteo que daría origen a un relampagueante destello esmeralda producido por centenares de espejos de color verde metálico que brillan al sol y parpadean al ritmo del frenético batir de alas.
Al caer la noche, las cercetas van abandonando el dormidero silenciosa y discretamente, en pequeños grupos que se dispersan en dirección a los diferentes comederos. Estos restaurantes para patos son zonas húmedas recubiertas de una delgada capa de agua, en la que crecen ranúnculos, narcisos, juncos, cárices, salicornias y otras pequeñas plantas acuáticas, donde se pasan toda la noche con las patas metidas en el barro mientras lo filtran con sus picos especializados en busca de las diminutas semillas (de menos de 2 mm.) que les sirven de alimento. Se ha calculado que cada uno de estos pequeños patos necesita comer unas 100.000 semillas cada noche para mantenerse en forma.
En la bella pintura de arriba, se puede apreciar una pareja de cercetas. En la mayoría de los patos los machos lucen un vistoso y deslumbrante plumaje, mientras que las hembras se visten de un pardo críptico con el que se camuflan a la perfección mientras incuban los huevos echadas sobre el nido escondido entre la vegetación y posteriormente se encargan del cuidado de los polluelos. De forma que los machos atraen las miradas y los ataques de los predadores para desviar la atención de la parte más valiosa en la que reside el futuro de la especie, como son las hembras, los huevos y los pollos.
El sueño de los patos sería un lugar con amplias lagunas de aguas limpias y bordes irregulares cubiertos de carrizos y con abundantes islotes, rodeadas por marismas, junqueras, prados encharcados y cultivos de arroz y otros cereales, en los que no se utilizasen insecticidas, y sobre todo que fuesen tranquilos, sin escopetas ni perros, quizás sobrevolado de vez en cuando por algún Aguilucho lagunero que se encargara de eliminar a los individuos más débiles, descuidados o enfermos.
Resuena en el sombrero: El silbido del macho de cerceta común “crrriiit-crrriiit” al que contesta la hembra con un corto y agudo graznido.