martes, julio 29, 2014

ARRECIFES TERRESTRES




Hace 150 millones de años, durante el famoso período Jurásico de la Era Secundaria o Mesozoica, mientras la Tierra era dominada por los dinosaurios, en el mar vivían corales, equinodermos, moluscos, crustáceos y peces, algunos ya extintos, pero otros muchos eran muy similares a los que pueblan los actuales océanos.

En aquellos remotos tiempos, buena parte de lo que actualmente es el Valle del Ebro se encontraba bajo las aguas y sus fondos acumularon durante millones de años los sedimentos procedentes de la erosión de las rocas, así como los restos de los seres vivos (algas y animales) que poblaban aquellos mares, de manera que, cuando debido al empuje producido por el movimiento de las placas tectónicas, estos sedimentos se plegaron y se elevaron sobre el nivel del mar, formaron elevadas cordilleras de roca caliza, cuyo interior alberga los esqueletos fosilizados de todos estos seres, amalgamados en un cemento de carbonato cálcico.

Actualmente, muchas de esas montañas están cubiertas de frondosos bosques, como los hayedos que se extienden por la Sierra de la Demanda, resultando muy curioso que los seres vivos que habitan en el mantillo de sus suelos, sobre la hojarasca y los restos de ramas y troncos caidos parecen haber recuperado una cierta memoria de aquellas arcaicas formas submarinas que poblaban los mares mesozoicos.

Así podemos ver los barrocos carpóforos de la Ramaria subbotrytis (primera foto), asomando elegantes y enigmáticos sobre la hojarasca del bosque, cuyas delicadas y elegantes ramas se asemejan a las formas coralinas de las Acróporas o, más apropiadamente, a las de los corales blandos no fotosintéticos (Dendronephthya).

Otro hongo que nos recuerda lejanamente a los corales duros en forma de plato (Montipora) es el Polyporus brumalis (2ª foto), cuya textura porosa y acorchada armoniza a la perfección con el mar de leña seca que cubre algunos rincones del umbrío suelo del hayedo.

Por último, en drástico contraste con la especie anterior, nos sorprende la tersa belleza de la comestible Russula cyanoxantha (3ª foto) cuyas pálidas láminas lechosas se parecen a los corales hongo (Fungia). Al secarse la cutícula de su sobrio sombrero violáceo, de bordes ligeramente acanalados, se produce una elegante fisura que nos evoca el mayestático despegue de una sabrosa Vieira planeando sobre el caótico y fangoso fondo marino.

Este atípico verano, extraordinariamente fresco y húmedo en los bosques norteños, nos está obsequiando con una abundante fructificación de hongos, algunos de ellos escasamente vistos y conocidos por estos lares, cual extrañas gorgonias, madréporas y otros corales que poblasen un imaginario arrecife de cuento de hadas, en lo alto de la sierra.

Todas las fotos by Mad Hatter.

Resuena en el sombrero: “Minor Chaos”.- The Treasures (Fargo (North Dakota), 1964). Con tanta evocación al mar me ha apetecido escuchar música surf, pero hecha desde uno de los estados más alejados de las costas que hay, como es North Dakota!

viernes, julio 11, 2014

VERANO FANTASMA



Además de en otoño y en primavera, durante los veranos frescos y húmedos como este también emergen del suelo seres extraños como los de las fotos de arriba: El pálido espárrago con el que inicia su brote la rara y enigmática Orquídea fantasma (Epipogium aphyllum), o las coloridas y delicadas formas coralinas de la Ramaria (Ramaria subbotrytis), una seta escasa y no comestible; ambas surgen del umbrío suelo de un hayedo de la Sierra de la Demanda (La Rioja).

Resuena en el sombrero: “My Ghost”.- The Handsome Family (Chicago (Illinois), 1997).

Fotos by Mad Hatter.

lunes, julio 07, 2014

CONSUMISMO Y ROCK´N´ROLL




El consumismo exacerbado que promueve nuestra sociedad actual destruye la autosuficiencia, crea personas que se sienten completamente dependientes de los demás, y que por lo tanto son más propensos a entregar su capacidad de decisión a las autoridades.
La cultura del fundamentalismo consumista legitima la publicidad, la propaganda, y todo tipo de manipulaciones, incluyendo las mentiras; y cuando una sociedad legitima las mentiras y las manipulaciones, acaba con la capacidad de las personas de confiar entre ellos y crear propuestas democráticas.
Uno de los principales productos de consumo, ya que además adoctrina en un modelo cultural basado en la idealización del individualismo, es la televisión y las formas de arte para las masas, en especial la música pop.
En los años 50 y 60, el gran éxito que alcanzó el rock´n´roll entre la juventud occidental dio una importante y sofisticada vuelta de tuerca en las cotas de autoengaño alcanzadas por la sociedad moderna.
En efecto, el rock´n´roll ensalza la rebeldía y el sentido crítico respecto a las generaciones anteriores y sus venerables tradiciones, surgió la idea romántica del antihéroe, del “rebelde sin causa”, que, además, otorgaba una gran preponderancia a los aspectos estéticos (peinados, ropas, bailes) sobre los temas de fondo (¿Cuántas veces hemos escuchado aquello de “Importa más el ritmo y la actitud que las letras de las canciones”?).
En los 60, el movimiento hippie pretendía cambiar el mundo y se ensalzó el espíritu colectivo y la vuelta a la Naturaleza del ser humano. Sin embargo, al margen de unas pocas comunas hippies, con suma rapidez, nuestra sociedad de consumo enseguida se encargó de traducir aquellos elevados y profundos ideales en cosas tan banales como modas coloridas, consumo de drogas y canciones ligeras del llamado “flower power”.
Mucha gente realmente se creía que por dejarse el pelo largo y escuchar canciones de Dylan se convertían automáticamente en activistas sociales, personas de lo más guay, rebeldes y contestatarias, pero la realidad es que el “establishment” había conseguido “vendernos”, casi sin darnos cuenta, una revolución virtual fabricada a la medida de cada cual, basada en personas individualistas, incapaces de agruparse en colectivos sociales que realmente lograsen cosas importantes en el terreno político, empresarial y económico, que, al final, es lo que de verdad mueve el mundo.
A finales de los 70 y principios de los 80, el movimiento “punk”, de una forma más contundente y agresiva, terminó comercializándose de forma parecida, siendo un capítulo más del mismo juego de modas y mercados... “Enamorado de la moda juvenil”, como cantaba “Radio Futura”, o aquel “Quiero ser un bote de Colón”, de “Alaska y los Pegamoides”, grupos emblemáticos de la movida “afterpunk” madrileña. Si bien también hubo unos pocos visionarios que, no exentos de cierto sarcasmo y humor negro, supieron ver la realidad en canciones como “Autosuficiencia” de “Parálisis Permanente”: “Me miro en el espejo y soy feliz, y no pienso en nadie nada más que en mi…”
Es decir, el sistema consiguió que nos creyésemos rebeldes y revolucionarios, cuando en realidad seguíamos siendo los mismos borregos consumistas de siempre, a lo mejor con “pieles de lobo” en forma de chupas de cuero y otras indumentarias propias de las “tribus urbanas”, pero, al fin y al cabo, borregos individualistas autoengañados que corrían a las tiendas de discos, a las salas de conciertos, a escuchar programas de radio y a ver programas de televisión, en definitiva a consumir una serie de productos más o menos “marginales” o “minoritarios” de la llamada cultura “underground”.
Todo esto no quita que la música y las canciones jueguen un papel importante a la hora de transmitir valores de amor, solidaridad, justicia, espíritu colectivo, verdadera y profunda integración en la Naturaleza, respeto a todos los seres vivos, derechos humanos y participación… El verdadero “runrún” de la democracia real entre la gente.

Resuena en el sombrero: “Runrún”.- Nacho Vegas (Asturias, 2014).