lunes, marzo 28, 2016

LA PROCESIÓN DEL AGUA






La procesión más sagrada y trascendental que existe en este mundo es la que realizan las moléculas de agua en su interminable y continuo ciclo hidrológico.

Esta Semana Santa, la trascendencia, espiritualidad y misticismo de esta sagrada procesión del agua, se ha puesto especialmente de manifiesto con imágenes de plantas floreciendo al borde de cursos de agua, en este caso el río Oja y algún pequeño afluente, como el modesto arroyo que desciende por el valle de Valgañón y Zorraquín (La Rioja), en cuyas soleadas orillas las flores azules de los Nazarenos (Muscari neglectum) contrastan con el color rojizo de las carnosas hohas de las Uñas de gato (Sedum sp.) que pueden verse en la primera foto.

Más adelante, ya en el parque ribereño de Ezcaray, junto al río Oja, y más avanzada la tarde, los últimos rayos de sol se reflejan en los blancos pétalos de la común crucífera ruderal Diplotaxis erucoides, con la espuma del bravo río de montaña al fondo (segunda foto).

Poco después, al pie de un sauce aún desnudo de hojas, florece abundantemente una planta parásita, a expensas de la savia del árbol ribereño, se trata de la Lathraea clandestina, cuyos capuchones violáceos también nos recuerdan estas fechas procesionales (tercera foto).

Agua y flores, flores y agua, pocas cosas hay que nos inspiren mayor esperanza, porque, como reza la frase con la que termina el libro “The Nature Principle” de Richard Louv: “No hay alternativa práctica a la esperanza”.

Resuena en el sombrero: Como no he podido encontrar el tema “Ferile Crescent” de los californianos Rain Parade, pongo este otro “Blue” que tampoco está mal (Los Angeles (California), 1984).

lunes, marzo 14, 2016

EL SUELO: LA BASE DE LA VIDA





La formación de suelo es un elemento fundamental para la vida, partiendo de la roca madre, por acción de los meteoros atmosféricos (lluvia, hielo-deshielo y viento), así como por las reacciones químicas y bioquímicas, poco a poco, muy lentamente, en un proceso que puede durar miles de años, se va formando una capa cada vez más profunda de suelo, que permite que vaya arraigando en él una vegetación cada vez más madura y de mayor porte.

Conforme van evolucionando las comunidades vegetales que se establecen sobre un terreno y los ecosistemas que sustentan, el suelo también va madurando, de manera que el desarrollo del arbolado incrementa la porosidad, el intercambio gaseoso y la actividad biológica del suelo, tanto hacia abajo, con el crecimiento de las raíces, como hacia arriba, mediante la continua aportación de restos (ramillas, ramas, hojas secas, corteza, pétalos, polen, frutos, excrementos de animales, polvo, etc.) que, al descomponerse, gracias a la actividad de numerosos organismos (lombrices, insectos, ácaros, miriápodos, crustáceos, hongos y bacterias), van aumentando la capa de humus, rico en materia orgánica.

En una finca de la Sierra de Cameros (La Rioja) he ido observando como ha ido evolucionando la vegetación desde que he plantado diversos árboles (robles, castaños, nogales, serbales, pomares, avellanos, perales, ciruelos y manzanos). Antes de plantarlos existía un pastizal en el que predominaban diversas especies de gramíneas (Dactylis glomerata, Cynosurus cristatus, Arrhenatherum elatius, Holcus lanatus, Phleum pratense y Festuca ovina), con algunas leguminosas (Trifolium angustifolium, Trifolium pratense y Lotus corniculatus), unas pocas compuestas como la Milenrama (Achillea millefolium) y el Salsifí (Tragopogon pratensis), así como una escrofulariácea hemiparásita de las gramíneas como es la Cascabelera (Rhinanthus minor).

Al cercar la finca (para impedir la entrada de ganado) y plantar los árboles empezaron a proliferar umbelíferas como Daucus carota y Thapsia villosa, compuestas como Centaurea nigra, escrofulariáeas como el Gordolobo (Verbascum thapsus), así como algunos arbustos como Zarzas (Rubus ulmifolius), Rosales silvestres (Rosa canina) y Endrinos (Prunus spinosa), los cuales eliminaba para permitir el tránsito cómodo y evitar la competencia con los jóvenes árboles. También suelo realizar ligeras podas, para eliminar las ramas muertas, las enfermas o aquellas que se cruzan y estorban o rozan con otras. A principios o mediados de junio también suelo segar la hierba. Todos los restos leñosos y herbáceos producidos por estas labores de mantenimeinto quedan extendidos sobre el suelo para que aporten materia orgánica y formen una capa o “mulch” que aumente o conserve la humedad del suelo durante más tiempo, a lo largo del verano.

A medida que las copas empezaron a desarrollarse y sombrear el suelo, noté que empezaron a escasear la mayoría de las gramíneas antes mencionadas, propias de pastizales abiertos, pasando a predominar otras especies que toleran mejor la sombra, como son: Cynosurus cristatus, Anthoxanthum odoratum y Festuca rubra, así como la ciperácea Carex remota, también aumentó la diversidad y la biomasa de leguminosas como Trifolium pratense, Trifolium repens, Trifolium campestre, Medicago orbicularis y Vicia sepium. Se hicieron más frecuentes algunas orquídeas como Serapias lingua, Dactylorhiza insularis, Orchis morio, Ophrys sphegodes y Ophrys apifera. Proliferaron algunas herbáceas altas, propias de las orlas de bosque, tales como Campanula rapunculus, Hypericum perforatum, Agrimonia eupatoria, Heracleum sphondylium y Ortiga (Urtica dioca); e, incluso, comenzaron a aparecer las primeras plantas propias del sotobosque, como son la Prímula (Primula veris) y la Violeta (Viola riviniana).

Los hongos también experimentaron una mayor diversidad y desarrollo, a la par que el arbolado, a finales de julio de 2010 encontré un hongo semihipógeo (Scleroderma areolatum) bajo uno de los nogales, debajo de algunos robles también fructificó algún año la apreciada seda o perretxiko (Calocybe gambosa) y una especie sin identificar del género Cortinarius.

Foto by Mad Hatter: Joven Pomar (Sorbus domestica) de 10 años de edad, en junio de 2010, parcela de El Rasillo (La Rioja).