La procesión más sagrada y trascendental que existe en este mundo es la que realizan las moléculas de agua en su interminable y continuo ciclo hidrológico.
Esta Semana Santa, la trascendencia,
espiritualidad y misticismo de esta sagrada procesión del agua, se
ha puesto especialmente de manifiesto con imágenes de plantas
floreciendo al borde de cursos de agua, en este caso el río Oja y
algún pequeño afluente, como el modesto arroyo que desciende por el
valle de Valgañón y Zorraquín (La Rioja), en cuyas soleadas orillas las
flores azules de los Nazarenos (Muscari neglectum) contrastan con el
color rojizo de las carnosas hohas de las Uñas de gato (Sedum sp.)
que pueden verse en la primera foto.
Más adelante, ya en el parque ribereño
de Ezcaray, junto al río Oja, y más avanzada la tarde, los últimos
rayos de sol se reflejan en los blancos pétalos de la común
crucífera ruderal Diplotaxis erucoides, con la espuma del bravo río
de montaña al fondo (segunda foto).
Poco después, al pie de un sauce aún
desnudo de hojas, florece abundantemente una planta parásita, a
expensas de la savia del árbol ribereño, se trata de la Lathraea
clandestina, cuyos capuchones violáceos también nos recuerdan estas
fechas procesionales (tercera foto).
Agua y flores, flores y agua, pocas
cosas hay que nos inspiren mayor esperanza, porque, como reza la
frase con la que termina el libro
“The Nature Principle” de Richard Louv: “No hay alternativa
práctica a la esperanza”.
Resuena en el sombrero: Como no he
podido encontrar el tema “Ferile Crescent” de los californianos
Rain Parade, pongo este otro
“Blue” que tampoco
está mal (Los Angeles (California), 1984).
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