viernes, septiembre 25, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (VII): JÓVENES DE ESPÍRITU ATORMENTADO






En aquella época del Rock-Ola estaba muy exacerbado el concepto de “tribus urbanas”, como bien reflejé en aquel dibujo sobre el ambiente que se respiraba en la legendaria sala, que podría resumir como “modernidad empleando técnicas prehistóricas”.

Tras la explosión de color, descaro, frescura y divertimento que supuso la fase inicial de la movida, con grupos como “Tequila”, “Nacha Pop” o “Radio Futura” (su “Estatua del Jardín Botánico supuso el comienzo de una nueva fase, más madura, y es, sin duda, otra de las canciones que nos dejaron huella a mucha gente), una parte importante de la juventud de toda Europa se adentró en una fase un tanto oscura y siniestra, a la que ya me he referido en ocasiones anteriores con grupos como “Joy Division”, “Bauhaus”, “The Cure”, “Siouxsie and the Banshees” y “Sisters of Mercy”, en Inglaterra; o “Parálisis Permanente” y “Monaguillosh”, aquí en España. La canción más emblemática, sublime y representativa de aquella época, pero que ha conseguido superar el paso del tiempo con una tremenda dignidad, para convertirse en un auténtico clásico, es sin duda esta: “Love Will Tear Us Apart”.

Una serie de grupos, encabezados por Echo and the Bunnymen, sus amigos The Chameleons, The Psychedelic Furs, The Sound y The Church (en Australia) iniciaron una nueva senda denominada “neopsicodelia” que también nos dejó tremendas canciones que podéis escuchar en los enlaces anteriores.

Comenzó entonces una etapa más guitarrera, en la que se abandonaron los sintetizadores y las cajas de ritmos, para regresar, en cierta manera, a la las esencias del rock, sin abandonar la emotiva lírica romántica con la que se había iniciado la década. Podría decirse que el pop hizo una limpieza, una colada de la oscura y ajada ropa usada por los antihéroes del after-punk, y sacó a tender al sol las pulcras y relucientes camisas, con un fresco olor a limpio, de intrépidos jovenzuelos con aire intelectual como Morrissey (Smiths), Lloyd Cole, Chris Isaac, Friends Again, Pale Fountains, Lotus Eaters, Blue Bells, etc. Su frescura y desenfado no dejaban de estar impregnados con aires de cierta nostalgia imbuida de un espíritu atormentado, que resultaba sorprendente e inusual en gente tan joven. Incluso Ian McCulloch (Echo and the Bunnymen) sacó un disco en solitario en plan Lord Byron veinteañero, con aquella memorable canción dedicada al mes en que nos encontramos y que refleja a la perfección esa melancolía otoñal con sólo veinte primaveras a sus espaldas: “September Song”.

Mientras que, aquí en España, tuvimos a los Duncan-Dhu, que dieron nombre a las típicas poses fotográficas, con la mirada perdida en el infinito, haciéndose los interesantes (en la última foto de abajo, sale Diego Vasallo con una camisa oscura estampada que también tenía yo, recuerdo que, un día que tocaron en Madrid, mucha gente me confundió con él cuando iba dando una vuelta por Malasaña con los amigos, incluso llegaron a pedirme un autógrafo!!!). Y qué mejor forma de cerrar el círculo que con Mikel Erentxun cantando una versión de Morrissey: “Esta Luz Nunca se Apagará”.

Y es que en aquellos años de tardía adolescencia o madura juventud para muchos de nosotros, ya habíamos probado las mieles amargas del desamor o de la interminable agonía de platónicos suspiros por aquella belleza inalcanzable
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Capítulos anteriores de esta serie: I, II, III, IV, V y VI.

miércoles, septiembre 23, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (VI): ROCK-OLA




Y entonces descubrimos Rock- Ola, mi amigo Carlos y yo ya teníamos la edad suficiente y nos sentíamos preparados para acudir a aquella auténtica meca de la movida madrileña, y el pistoletazo de salida de aquella nueva etapa fue sin duda el restallar de aquel sonoro latigazo eléctrico, seguido de un intenso y penetrante sintetizador, con el que se abría el memorable tema “Nowhere Girl”, de los británicos B-Movie, el primer concierto al que acudimos (arriba está la entrada). Lo cierto es que, tras la enorme expectación que había generado esta canción en las emisoras de radio más “in” del momento, el grupo decepcionó un poco en directo, aunque a Carlos y a mi nos encantó ver todo aquel ambiente y codearnos con toda aquella gente, fue como un rito iniciático que nos hizo sentir que estábamos en el “ojo del huracán”.

Aquello nos enganchó, el segundo concierto al que acudimos no fue en la sala principal de arriba, sino en el sótano, denominado el “Marquee”. La sensación de secta y de catacumba prohibida se vió incrementada por la canción “Sanctuary”, interpretada por The Passions.

Posteriormente vendrían muchos más conciertos, prácticamente todas las semanas o, al menos, una vez al mes acudíamos a la legendaria sala, muchas veces gracias a que, bien Carlos, bien yo, cuando no ambos, habíamos conseguido invitaciones gratis a los conciertos, como premio a alguno de los concursos que hacían los programas de radio (FM) de la época, imprescindibles en el desarrollo de toda esta movida, como fueron “Dominó” (del añorado y sensible Gonzalo Garrido) y “Sin Nicotina” (del querido y honesto Fernando García).

Uno de los más memorables fue sin duda el de los “Stranglers”, (del que justamente ayer se cumplieron 32 años, como demuestra la entrada) grupo pionero del punk londinense más auténtico y aguerrido, pero que entonces estaba evolucionando hacia un elegante “post-punk”, con aires de instrumentación clásica, debido a su gran calidad como músicos, en especial su teclista Dave Greenfield, que tocó el clavicordio en ese fabuloso vals del “Golden Brown” o aquel hipnótico teclado con sonido de metalófono que envuelve a la perfección la bella guitarra española de “European Female”, por no hablar de la canción en la que está inspirado el nombre de este blog, “Mad Hatter”.

Capítulos anteriores de esta sección: I, II, III, IV y V.

martes, septiembre 22, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (V): MÁQUINAS vs PERSONAS


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Como contrapartida a aquellas superficiales y disolutas “Girls on Film”, muy de carne y hueso, con las que terminamos el capítuo anterior, un moderno equipo de ingenieros de sonido y magos de la electrónica nos trajeron un concepto mucho más profundo, oscuro y cuasi-filosófico de las modelos, con aquella imperecedera “The Model” de los alemanes Kraftwerk, de la que, el pasado año, osaron interpretar una versión acústica los impagables Arizona Baby.

En capítulos anteriores, ya hemos mencionado la gran importancia que los avances tecnológicos han supuesto en la historia de la música popular, pero en esta etapa, con el surgimento del tecno-pop, las máquinas (sintetizadores, procesadores, cajas de ritmos, etc.) parecen haber tomado las riendas, y reflejan el gran desarrollo cuasiexponencial que estaba empezando a experimentar la informática y la robótica en todo el mundo. También se pusieron de moda entonces las versiones extensas de maxisingles creadas especialmente para la pista de baile. Uno de los mejores ejemplos que se me ocurre, con montaje basado en la “Guerra de las Galaxias” (otro hito cinematográfico del momomento) es este “The Things That Dreams Are Made Of” de los ingleses The Human League, cuyo nombre parece reivindicar la preponderancia de los seres humanos (de carne y hueso) sobre el imperio de las máquinas... todavía.

También pusieron su granito de arena en esta loable misión de enfatizar las facetas humanas (y por lo tanto imperfectas) sobre las frías máquinas, el dúo británcio Soft Cell, con aquella impagable versión del “Tainted Love”, con un aire de cabaret electrónico y tecnificado pero, al mismo tiempo, muy humano.

La tecnificación tampoco supuso olvidar las influencias del pasado como los Beatles, en el primer capítulo ya dijimos que se les puede considerar unos auténticos “clásicos”, como lo demuestra esta magnífica versión del “All You Need Is Love” de mis queridos New Musik (con la portada de su LP "Warp" en la 2ª foto).

Pero el acontecimiento que supuso una auténtica revolución en mi casa, fue cuando traje aquel disco con un cisne rosa envuelto en celofán, el “Speak & Spell”, el primer álbum de unos jovencitos británicos trajeados llamado Depeche Mode. Sobre todo a mi hermano pequeño (que debió de pensar “vaya, menos mal! parece que por fin este trae algo de música decente a casa y no los macarras a los que nos tiene acostumbrados”), ciertamente parece que aquel grupo le abrió los oidos, le causó una gran impresión y terminó haciéndose bastante adicto, nunca tenía suficiente de aquel ritmo en bucle perfecto a base de sólo tres notas del “Just Can't Get Enough”.

Capítulos anteriores de esta sección: I, II, III y IV.

viernes, septiembre 18, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (IV): NEORROMANTICISMO






Tal y como adelanté en el capítulo anterior, en este toca hablar de los viajes a Inglaterra para aprender inglés, alojado en casas de familias de allí, cosa que ya narré en su día cuando hablé de las “flechas envenenadas” del grupo ABC.

Sin duda, la coincidencia en el tiempo de la adolescencia con el apogeo del “New Romantic”, supuso una circunstancia de alto riesgo que la mayoría superamos heroicamente sin problemas, con la única secuela de algunos dibujos trazados espontáneamente a lápiz, como el primero de arriba (si pincháis en él podéis verlo ampliado).

En la entrada del enlace, en la que hablé de esta época, se quedaron en el tintero algunos grupos más, tan pioneros y emblemáticos del estilo como “Adam and the Ants”, “Duran-Duran” o “Spandau Ballet”. Éstos últimos (que hace poco han estado actuando en España), comenzaron su carrera con una excelente canción y un gran vídeo (en aquella época los vídeos ya habían adquirido una gran importancia a la hora de promocionar las canciones y los grupos) como es el de “To Cut a Long Story Short” (título que viene muy a colación con el estilo de esta sección en la que trato de resumir de manera breve, concisa y amena, toda una interminable serie de canciones que me han acompañado a lo largo de la vida). Esta canción, al igual que la misma esencia del estilo “New Romantic”, trataba de conciliar tradición y costumbrismo con modernidad y juventud, todo ello envuelto en un glamuroso ambiente dotado de un peculiar sentido de la elegancia, resultando un interesante y atractivo cóctel de atuendos, peinados, maquillajes, sonidos y bailes, que podía ir desde la desenfrenada fantasía de “Adam and the Ants”, con sus poderosas guitarras y sus dos baterías, hasta la pulcra sobriedad del neoclasicismo electrónico de “Orchestral Manoeuvers in the Dark” (O. M. D.), más próximos al “tecno-pop”, si bien la línea que separaba ambos estilos era muy fina y difusa.

Éstos últimos tuvieron varios temas de éxito, pero mi preferido es “Maid of Orleans”, dedicado a la heroína Juana de Arco, preciosa canción y vídeo, con sus elegantes y armoniosos aires medievales tecnificados, la cadencia marcial de la caja de ritmos marca el compás a unos sintetizadores que suenan a gaitas.

Por su parte “Adam and the Ants” lucían unas sofisticadas y abigarradas pintas en las que mezclaban atuendos piratas, chaquetas de húsares, plumas y otros adornos propios de los piles rojas norteamericanos (indios). Además de por su espectacular look, destacaron por la presencia en el escenario de dos baterías, con las que lograban poderosos ritmos tribales marcados por el entrechocar de las baquetas de madera, también tenían logrados coros, así como un potente sonido de guitarras, gracias en buena medida a la Gibson de Marco Pirroni (actualmente en el dúo de indie rock “The Wolfmen”), uno de los pilares del grupo, junto a su amigo Adam Ant (Stuart Leslie Godard), el indiscutible líder y cantante (actualmente en tratamiento psiquiátrico por trastorno bipolar). El tema que quizás refleja mejor toda esta alocada mezcolanza de estilos, influencias y sonidos es este titulado “Rancheros”, en el que se aprecian de una manera más clara esos aires fronterizos de influencia americana.

En una de aquellas excursiones por Inglaterra, visitamos la bella ciudad de Bath, de donde proceden mis queridos “Tears for Fears”, de los que llegué a colgar un poster en la pared de mi habitación y a los que ya dediqué la entrada del enlace. Tras haberlos escuchado con gran profusión durante aquellos años, ahora me doy cuenta de la gran calidad de canciones y videos como este de su gran tema “Pale Shelter”.

Y de Duran Duran… ¿Qué queréis que os diga?... Musicalmente hablando, quizás no tuviesen excesivo mérito, pero en lo referente a la imagen y a los vídeos fueron de los que más nos alteraron nuestras ya de por sí revolucionadas hormonas, con animadas canciones de baile como su espectacular “Girls on Film”.

Capítulos anteriores de esta serie: I, II y III.

jueves, septiembre 17, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (III): ALTIBAJOS HORMONALES








Bueno, a todo esto, resulta que Franco se murió en 1975, lo que ayudó, sin duda, a la inminente explosión y efervescencia artística, musical y de libertades que se avecinaba.

Ese mismo año, el grupo británico de rock progresivo Supertramp publicó su álbum “Crisis What Crisis?” (sí amigos, a finales de los 70 ya tuvimos una gran crisis, llamada “del petróleo” producida por la subida de precios de este combustible fósil fundamental para la economía mundial). Debo confesar que a mi ese grupo no me gustaba nada (con esa ridícula vocecita aguda de su cantante y aquellos interminables preludios instrumentales de piano y guitarra), pero es que yo entonces estaba coladito por una compañera de clase a la que le encantaban. En 1980, sacaron un disco doble en directo, “París”, grabado en dicha ciudad de su gira del “Breakfast in America”, y claro, Ana (la chavala en cuestión) se lo compró y yo hice lo propio para fardar y tener un tema de conversación de su agrado e interés. ¡Menudo tubito! Una de las pocas canciones que se salva quizás sea esta “The Logical Song”.

En 1980, mis padres me regalaron un radiocasete con el que, inocente de mí, pronto caí en las garras de las radiofórmulas de la época (“40 Principales”), las cuales, como si de pérfidos flautistas de Hamelin se tratara, me embelesaron con el variado universo sonoro que dominaba las listas comerciales del momento.

Reconozco que fui deslumbrado por el colorido, el impresionante despliegue instrumental y el brillo electrónico de la “Electric Light Orchestra” (E.L.O.), quienes habían colaborado, junto a una juvenil y encantadora Olivia Newton-John, en la banda sonora de “Xanadú”, una de las películas más empalagosas y horteras que jamás se hayan grabado, pero… comprendedlo ¡A ver qué chaval de 14 años podría resistirse a una estampa como la de la 1ª foto de arriba (con la buena pareja que hacian Olivia y Michael Beck) y a un vídeo como el que aparece en el enlace! Así que, sí, lo reconozco, aquella banda sonora (ganadora de un doble disco de platino), fue la segunda cassette que me compré.

Y la tercera fue el “Just Supposin´” de los británicos melenudos Status Quo, de los que hice el dibujo que aparece en 2º lugar (que ya puse en la entrada del enlace) ¡Sí! También reconozco que sucumbí a los encantos de su energético “Boggie rock”… porque ¿Hay algo más vigoroso y energizante que el trepidante comienzo de su hit “What you´re proposing”, mientras haces “air guitar” totalmente espatarrao y ametrallas a tus enemigos imaginarios a golpe de batería, en la intimidad de tu habitación?

En el extremo opuesto se encontraban los también británicos pero mucho más modositos The Korgis (3ª foto), con el temazo que sacaron también en 1980 “Everybody´s got to learn sometime”, de una apaciguada y lánguida cadencia, heredera de la del “Yesterday” que comentábamos en el primer capítulo. Esta canción supuso el comienzo de la que sería una de mis aficiones principales durante el resto de esta apasionante década: grabar canciones de la radio, con la milimétrica precisión necesaria para que no fuesen pisadas por la voz del locutor ni por los molestos pitidos de las inoportunas señales horarias, llegando a alcanzar niveles insospechados en el arte de rebobinar cintas con un boli bic.

Menos mal que, tras este momentáneo shock producido sin duda por la repentina irrupción de hormonas en mi adolescente torrente sanguíneo, fui evolucionando en mis gustos musicales, influido por mis amistades y gracias a los viajes de intercambio estudiantil que realicé a Inglaterra, animado por mis padres.

Capítulos anteriores de esta serie: I y II.

miércoles, septiembre 16, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (II): LA RADIO Y LOS DISCOS






A decir verdad, mis padres no eran muy aficionados a poner discos habitualmente en casa, aunque tenían una pequeña y modesta colección guardada en el armario del salón. Lo que sí solía sonar en casa a diario era la radio, una de las músicas que más recuerdo de mi infancia es la sintonía de “Crónicas de un Pueblo” (celebérrima serie creada en 1971) que utilizaba Luis del Olmo para su veterano programa “Protagonistas” (el más longevo de la radio española) y que, en realidad y sorprendentemente, es una versión del tema “I could easily fall (in love with you)” compuesto en 1964 por Marvin, Welch, Bennett y Rostill (los integrantes de The Shadows cuando en sus inicios acompañaban a Cliff Richard), el tema también fue interpretado por un colaborador habitual de éstos últimos, el músico británico Norrie Paramor y su orquesta.

Pero, un buen día, mi hermano pequeño y yo nos pusimos a rebuscar por algunos cajones aún inexplorados de la casa y encontramos un inesperado y sorprendente tesoro, uno de esos pequeños tocadiscos portátiles llamados “Pick-up” (mis padres decían “picú”), junto a un pequeño pero regordete álbum, estuche o carpeta de plástico que ponía “discos”, en el que guardaban los singles que pusieron en los guateques de su etapa de novios, durante los 60, junto con algunos otros discos posteriores de villancicos (está el famoso “Tambolirero” de Raphael) y canciones infantiles como las del “Capitán Tan y los Chiripitifláuticos” (famoso programa infantil de TV de la época). Éstos últimos ya los conocíamos de la tele y no nos llamaron demasiado la atención, pero, entre los discos de los guateques, vimos uno con un gran perro de mentira en la portada, “Hound Dog” (1956, compuesta por Jerry Leiber y Mike Stoller y grabada por primera vez en 1952 por Willie Mae “Big Mama” Thornton), el perro posaba junto a un tipo morenazo que parecía interesante, un tal Elvis Presley. Inmediatamente, sacamos el disco de su funda, lo pusimos en el “pick-up” (a 45 r.p.m., tal y como indica la galleta del single) y así fue como mi hermano y yo descubrimos de repente el rock´n´roll, una música con un punto evidente de desmadre y de locura, a tenor del siguiente disco que pusimos, “Doctor Brujo” (1960), a cargo de un grupo cubano llamado Los Llopis, en el que una aguda voz de “pitufo” soltaba la parrafada siguiente:

Uuu-i, u-a-a, tin-tan, guala-guala bim-ba. U-i, u-a-a, tin-tan, guala-guala, bam-va”.

En el fondo, supuso una grata sorpresa descubrir que nuestros serios y respetables progenitores (mi padre era entonces Capitán del Ejército del Aire), también tenían su faceta divertida, con su puntito de locura, tan necesario en muchos aspectos de la vida.

Aquella curiosa y extraña canción no era original de los Llopis, ya que, en la galleta del single, figuraban los apellidos de sus autores, Ithier y Bagdasarian. Hubert Ithier era un autor y compositor parisino (fallecido el 8 de enero de 2009 a la edad de 88 años) que, a finales de los 50 colaboró con el pianista, músico y actor americano Ross Bagdasarian (fallecido el 16 de enero de 1972, cuando estaba a punto de cumplir 53 años), nacido en Fresno (California), hijo de inmigrantes armenios, actuó en los escenarios bajo el pseudónimo de David Seville. Aunque no tuvo mucho éxito y en 1958, cuando sólo le quedaban 200 $, se gastó 190 en comprarse un magnetofón V-P capaz de variar la velocidad de grabación, el cual utilizó para grabar el único número uno que consiguió, un divertido tema llamado “Witch Doctor” (la versión original del “Doctor Brujo” de los Llopis), que fue el resultado de su primer experimento para conseguir una graciosa voz aguda (de “pitufo”) acelerando una de las pistas de audio. En las navidades de aquel año 1958 grabó “The Chipmunk Song (Christmas Don´t Be Late)” utilizando esas peculiares voces aceleradas para los personajes de tres ardillas (chipmunks), a los que puso los nombres de tres ejecutivos de la compañía discográfica: Simon Waronker, Ted Keep y Alvin Bennett. En 1959, este tema obtuvo dos premios Grammy y supuso el inicio de toda una saga de canciones con voces de ardillas. En 2007, Tim Hill dirigió una película de dibujos animados llamada “Alvin y las ardillas”, en honor de Bagdasarian, figurando al final de los créditos la frase siguiente: “Esta película está dedicada a Ross Bagdasarian Sr., quien estaba lo suficientemente loco como para crear tres ardillas cantoras, hace casi cincuenta años”.

Hasta Buddy Holly grabó una versión del “Slippin´ and Slidin´” de Little Richard con voz de ardilla para su propio divertimento en 1959, aunque la que se publicó fue la versión con voz normal (lógicamente), y es que (vuelvo a repetir) el rock´n´roll siempre ha tenido una considerable dosis de locura, como él mismo cantó en aquel “You don´t like crazy music, you don´t like rockin´bandsYou´re so square! Baby I don´t care”, en 1961, si bien la canción había sido compuesta en 1957 por el famoso tándem de compositores, Jerry Leiber y Mike Stoller, y fue interpretada también por Elvis Presley, en 1957.

Capítulo anterior de esta serie: “Canciones que dejan huella (I)”.

martes, septiembre 15, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (I)







Estoy leyendo el libro “Canciones para enmarcar” de Jaime Urrutia, publicado en octubre de 2014, y se me ha ocurrido que podría ser interesante y que incluso podría ayudar a conocerme mejor a mi mismo el hacer algo parecido, escribiendo sobre las canciones que han dejado una huella más profunda en mi memoria, por diversos motivos, así que vamos a ello siguiendo un lógico orden cronológico:

La primera pieza musical que viene a mi memoria se retrotrae a mis primeros años de colegio, a principios de los 70, recuerdo que siempre entrábamos a clase al ritmo del “Vals de las flores”, del “Cascanueces” de Chaikovsky (en la última foto), resonando por los pasillos de las Escuelas Pías iluminados con esa fría luz de los tubos fluorescentes reflejada en las pulcras baldosas del suelo y en las cristaleras de las aulas en las que estudié EGB, produciéndose un cierto eco que transformaba aquella suave y dulce música, con la que los padres escolapios trataban de apaciguar a las “fieras”, en la inquietante banda sonora de una película de ambiente carcelario. Quizás por eso, cogí cierto rechazo a la música clásica.

Dicen que el sentido del olfato es el que está más directa y profundamente conectado con el cerebro, lo que explica que cada vez que escucho el “Vals de las flores” me viene el característico e inolvidable “olor a colegio”.

Pero lo cierto es que luego, en las clases de música, nos ponían cosas más modernas, recuerdo la primera vez que escuché el “Yesterday” de los Beatles. No sé si sería por tratarse del colegio, por el título de la canción haciendo referencia al pasado, porque Paul McCartney se acompaña únicamente por un cuarteto de cuerda o por la perfección y la atemporalidad que atesora este gran tema, pero a mí aquello seguía sonándome a música clásica, por mucho que escuchaba a algunas personas mayores calificar (o descalificar) a sus autores como unos melenudos chiflados, mientras yo me preguntaba para mis adentros: “¿En serio les parecen desmelenados estos tíos delYesterday”? No sería hasta varios años más tarde cuando descubrí la revolución que estos cuatro chicos de Liverpool habían supuesto para la historia de la música, creadores de algo que a mi entonces me sonaba a chino, con el extraño nombre de “psicodelia”.

Yesterday” fue compuesta por Paul McCartney en 1965 para el álbum de los BeatlesHelp!” y ostenta el récord de ser la canción más retransmitida por la radio en todo el mundo y la más versionada de la historia de la música popular, con más de 1.600 interpretaciones diferentes.

Años más tarde, cuando ya me transformé en un auténtico fan de la música, especialmente la que se hizo durante aquella prodigiosa década de los 60, tuve la suerte de conocer a un gran bajista madrileño al que todos conocíamos con el apodo de “McCartney”.

Resuenan en el sombrero: “Vals de las flores”.- Piotr Ilich Chaikovsky (San Petersburgo (Rusia), 1891). “Yesterday”.- The Beatles (Liverpool (UK), 1965).

Dibujo: “Psychodelic Mad” (autorretrato sacado de una foto tomada en el “Agapo”).

jueves, septiembre 10, 2015

SACERDOTISAS DE BAAL















A principios de los 80, en el Portobello Market de Londres o en El Rastro de Madrid era habitual encontrarse con grupos de jóvenes vestidos de negro y con el pelo cardado, buscando con avidez, cual vampiros adolescentes en busca de sangre fresca, ropa y diversos accesorios compuestos básicamente por pulseras y cinturones de tachuelas metálicas, botas con un montón de hebillas, o los abrigos medio apolillados de nuestros antepasados, entonces se les llamaba “After-Punk”, “Post-Punk” o, más coloquial y comunmente, “Siniestros”. Fueron los pioneros del actualmente llamado estilo “Gótico”, y los más pioneros de todos fueron los líderes y cantantes de los grupos más emblemáticos del estilo y de la época: Siouxsie Sioux (de “Siouxsie and the Banshees) y Robert Smith (de The Cure).

Sobre ella ya he hablado en ocasiones anteriores (pinchar en los enlaces), para cualquier chaval era imposible substraerse al oscuro atractivo animal que emanaba de aquella misteriosa “criatura” de la noche, nunca mejor dicho, ya que Siouxsie formó un grupo paralelo llamado “The Creatures” (1ª foto), junto a Budgie, el batería de los Banshees.

Además de aquel glorioso concierto (ya comentado) en la sala “Astoria” de Madrid, y su apoteósica entrada en el escenario en plan Diosa egipcia, iluminando toda la sala con su refulgente luz dorada, recuerdo que, cuando salió su 6º álbum “Hyaena” (animal siniestro donde los haya), me impactó mucho ver una foto de aquella impresionante mujer gateando a cuatro patas entre un ambiente difusamente caótico (3ª foto). Ciertamente, Siouxsie era capaz de ser la más luminosa y la más oscura, a la vez. En su look mezclaba con extraordinaria elegancia lo más enigmático de la liturgia de ritos ancestrales, las películas de terror y el exotismo de las culturas orientales, árabes o hispanas, todo ello envuelto en la borrosa aureola propia del cine mudo y con cierto aire de cabaret decadente de los años 20, sin perder en ningún momento el descaro y la frescura propias del punk más auténtico. En su parafernalia, impactante pero siempre elegante, podían aparecer cruces gamadas y gorras militares nazis, estrellas de David (quizás para compensar lo anterior), crucifijos, símbolos egipcios, kimonos japoneses y pañuelos piratas, algo realmente único y sublime que sólo ella podía conseguir.

Por su parte, Robert Smith (2ª foto y del que también he hablado ya) ponía el contrapunto masculino con su irónico, ácido y oscuro sentido del humor, envuelto en cierta ternura y no poca timidez, cargado de sensibilidad pop. En algún momento acompañó a Siouxsie sobre el escenario, tocando discretamente la guitarra “camuflado” entre sus Banshees, sin embargo se trata de dos personalidades demasiado fuertes y deslumbrantes como para que compartiesen grupo de continuo.

La inevitable fusión o introgresión de ambas bandas se produjo con la aparición de The Glove, formado por Robert Smith y Steve Severin (guitarrista de los Banshees), en 1983, mientras que la voz femenina la puso la estilizada Jeannette Landray, en algunos temas.

Pero la sangre que nutría aquellas huestes de vampiros insaciables, hambrientos de nuevas sensaciones, no sólo estaba compuesta por los glóbulos primordiales que encarnaban los Cure y los Banshees, sino que también había otros grupos. En el Reino Unido, después de la “Batcave” londinense, en cuya área también se encontraban los imprescindibles “Bauhaus”, existía otro importante centro de culto en la ciudad norteña de Leeds, donde surgieron bandas como “The Sisters of Mercy” (1980), encabezados por el patibulario Andrew Eldritch, con su grave voz de ultratumba, junto a la enigmática Patrica Morrison (4ª foto), a la voz y el bajo, una californiana procedente de otros grupos de punk de Los Ángeles, entre los que destacaron los legendarios “Gun Club”. También de Leeds proceden The March Violets (1981) coliderados por la no menos misteriosa y bella Cleo Murray (en la 5ª foto, desde 1983, tras la marcha de Rosie Garland).

Más al norte aún, en Escocia, teníamos a “Cocteau Twins”, con la preciosa voz de Elizabeth Fraser, quien también colaboró en “This Mortal Coil”, proyecto liderado por Ivo Watts-Russel, fundador del emblemático sello británico “4AD”, ambos en un plan bastante más místico y atmosférico.

En Alemania también se formaron algunos grupos en esta onda siniestra, como “Xmal Deutschland” (Hamburgo, 1980, 6ª foto), banda exclusivamente femenina en sus inicios.

En Australia, surgieron “Dead Can Dance” (Melbourne, 1981), con la voz etérea de Lisa Gerrard.

En España (fundamentalmente en Madrid) también tuvimos nuestros pioneros y pioneras, como “Los Monaguillosh”, formados en 1977 por tres chicos a los que, en 1982, se unieron Susana Millaruelo (voz) y Beatriz Alonso (teclados), actuando como teloneros de “Alaska y los Pegamoides” en su despedida en la Facultad de Caminos de Madrid, el 12 de noviembre de 1982, grupo éste que se había formado en 1979, tras la separación de “Kaka de Luxe”, con Carlos Berlanga, Nacho Canut y Alaska (Olvido Gara, 7ª foto), a los que un poco más tarde se unirían Ana Curra (8ª foto) y Eduardo Benavente, éstos dos últimos formaría en 1981, un grupo inicialmente paralelo llamado “Parálisis Permanente”, hasta que en 1982, Alaska, Carlos Berlanga y Nacho Canut formaron “Dinarama”, que pronto pasarían a llamarse “Alaska y Dinarama”, sacando en 1983 su primer LP “Canciones profanas”, que incluía la canción “Sacerdotisas de Baal” que da título a esta entrada. En este primer trabajo en estudio aún conservan la influencia siniestra de los mencionados grupos británicos (sobre todo Siouxsie), indiscutibles reyes del estilo, pero su progresiva deriva hacia una música más bailable, colorista y comercial fue lo que motivó la escisión definitiva de Eduardo y Ana en “Parálisis Permanente”.

Gabinete Caligari” también fueron bastante siniestros en sus inicios, claramente influenciados por The Cure.

Toda esta onda o corriente “siniestra”, inmersa en las espumeantes, efervescentes y procelosas aguas de la famosa “movida madrileña”, era seguida por una legión de fieles esbirros y vampiresas, cuyo aspecto estaba claramente influenciado por las mencionadas estrellas del “after-punk”, luciendo sus trabajadas “pintas” en las catacumbas de la noche madrileña (galerías de “Galaxia” o bajos de Aurrerá, la Plaza de los Cubos, bares de Moncloa y garitos de Malasaña), siendo la pasarela principal la mítica sala “Rock-Ola”.

Por sus pasillos, barras, servicios, sofás y pistas de baile se paseaban notables sacerdotisas de la noche madrileña, entre las que destacaba la simpática y animosa May (May Paredes, a finales de los 80 formó el grupo “May la Piel”, junto a mi amigo Carlos (al bajo) y el famoso Fleco (a la guitarra), en la actualidad May es escritora, foto 9ª de Mariví Ibarriola, 10ª fabulosa foto de Alberto García-Alix, junto a Ambite, el bajista de los “Pistones” y 11ª foto), en esta última foto sale May (2ª) junto a Marta y Lisa (1ª y 3ª) que tocaban en “Las Brujas” (Lisa salió en un vídeo del tema “Strange Little Girl” de los Stranglers) y Celia (4ª). Esta última chica, Celia (hermana de May Paredes), podría considerarse (a juzgar por la 12ª y última foto tomada por Pablo Pérez Minués para la revista “Total”) una de las primeras imágenes de lo que ahora llamamos “Marca España”, porque, en los primeros 80, la “movida madrileña” fue una auténtica seña de identidad o “marca” de Madrid y de España.

Resuenan en el sombrero: “Miss the Girl”.- The Creatures (London, 1983), de su LP “Feast” que fue grabado en Hawaii porque Siuouxsie y Budgie clavaron al azar una chincheta sobre un mapa mundi y cayó en ese lejano archipiélago del Pacífico, pero lo cierto es que su música está impregnada de un exotismo tribal, simple y primitivo, sorprendente en aquella época, supongo que acabaron cansándose de tanta negrura y les apeteció un baño de color, como reflejan en su canción “Festival of Colours”. Y, en el ámbito nacional, me apetece poner el primer videoclip independiente de la nueva ola (dirigido por Pablo Martín Patino en 1983), a cargo de Los Monaguillosh, banda pionera que ha pasado bastante desapercibida y se lo merecen, este tema, “Voces en la Jungla”, podría ser la respuesta patria al “Hanging Garden” de The Cure.