viernes, noviembre 28, 2008

ZEITGEIST


Cuando vemos un anuncio, en cualquier medio, instintivamente siempre desconfiamos de lo que nos dicen o nos quieren vender. Lo más estúpido que he llegado a escuchar en un anuncio es la frase siguiente: “No es que quiera hacer publicidad...” ¡Pero bueno! ¡Si es un anuncio! ¿Cómo se puede decir semejante chorrada en un anuncio?

Y es que damos por sentado que la publicidad siempre encierra una cierta dosis de engaño, sencillamente porque la sinceridad y la honestidad no son las cualidades más recomendables para hacer negocios. Esto implica que, en mayor o menor grado, la mentira y la corrupción forman parte consustancial del mundo empresarial.

La causa es evidente, por mucho que traten de convencernos de lo contrario, el objetivo principal de cualquier empresa no es la satisfacción del cliente, sino la obtención de beneficios, en el estricto sentido de obtener ganancias económicas, es decir, dinero, siempre el maldito dinero.

Una teoría muy extendida para la sustentación del sistema actual, es la que dice que si no tuviésemos que trabajar para ganarnos la vida, no tendríamos ninguna motivación para acometer ninguna empresa. Y eso no es así, hay multitud de cosas que hacemos sin recibir ninguna retribución a cambio. El objetivo no debería ser ganar dinero, sino el objeto de la actividad que se desarrolla. Es decir, el dinero debería ser una consecuencia o un medio, y no un objetivo en si mismo.

¿De qué sirve acumular riquezas? Si luego puede que no tengamos tiempo para disfrutar de ellas, ni gente con quien compartirlas, pero, en cambio, lo que nunca suele fallar es un gran miedo a perder lo conseguido.

Básicamente, existen dos tipos de personas, en cuanto a su carácter: Aquellas para las que lo más importante es la seguridad y son capaces de aliarse hasta con sus rivales, si eso va a encaminado a salvaguardar sus intereses. Esta actitud suele llevarles a ser tremendamente desconfiados. Y aquellas otras que anteponen su libertad a todo lo demás, suelen ser personas independientes, individualistas y un tanto arriesgadas, y tienden a confiar en aquellos que muestran ciertas afinidades con ellas.

Ambos extremos tienen sus riesgos y, como siempre, en el equilibrio suele estar la virtud.

También básicamente, desde los tiempos de los faraones egipcios, existen dos tipos de personas, en cuanto a su posición social: La élite rica y dominante, que ostenta el poder económico y controla el poder político. Y la plebe, más o menos pobre, y más o menos esclavizada por una serie de amos como son: las hipotecas, las deudas, el reloj, demasiadas leyes, los jefes, los bancos y las grandes corporaciones que nos imponen su modelo de vida y sus productos.

Sin embargo, la actual crisis económica y los graves problemas que sufre nuestro mundo: violencia, miseria, hambre, enfermedades, cambio climático, pérdida de biodiversidad, destrucción, explotación de las personas y de los recursos; nos está haciendo caer en la cuenta que es preciso avanzar hacia una nueva época, regida por un nuevo sistema de valores, en el que lo importante no es tener más que los demás, ni lo que cuestan las cosas, sino lo que debemos hacer entre todos, todos unidos, siempre que para ello contemos con los recursos necesarios, y de qué forma deben hacerse las cosas para no acabar con los propios recursos que posibilitan nuestra vida y nuestra actividad creativa, la nuestra y la de las generaciones venideras.

Este nuevo sistema es el que propone el movimiento “Zeitgeist”, “el espíritu de los tiempos”, y lo explican muy bien en estos dos vídeos:
http://video.google.com/videoplay?docid=8883910961351786332
http://video.google.com/videoplay?docid=-6106699751525260052&hl=es

Son un poco largos (de unas dos horas cada uno), pero merecen la pena verse. Os harán reflexionar y, quizás, despertar.

Gracias al amigo "Nomes ploraría", por descubrirme este esperanzador movimiento.

Resuena en el sombrero: “The Times They Are A-changing”.- Bob Dylan (Duluth (Minnessota), 1964).

lunes, noviembre 24, 2008

CENAS PARA LA CRISIS (II)





No, no temáis, no me voy a comer esos grumos de maicena a los que se asemeja el hongo myxomicete Leocarpus fragilis de la primera foto, pero sí que degustaremos algunas de las flores que todavía quedaban en nuestros campos, antes de la llegada del frente polar que nos está azotando. Porque hay flores silvestres que se pueden comer crudas, en ensalada, como el Trébol violeta (Trifolium pratense), los pétalos y los capullos de la Caléndula (Calendula officinalis) y los capullos sin abrir del Diente de león (Taraxacum officinale). Mientras que las hojas tiernas del Cardo mariano (Silybum marianum), con su bello jaspeado blanco que, según la leyenda, proviene de unas gotas de leche derramadas del pecho de la Virgen María, en las cercanías del portal de Belén (que dan el toque prenavideño), deben ser escaldadas previamente durante unos segundos en agua hirviendo para ablandarlas y eliminar la aspereza de sus púas, si bien las más grandes y pinchudas hay que cortarlas con una tijera.

Todas ellas junto con unos tomates cherry, para dar aún más color y sabor, y de paso, para quitarle una excesiva rusticidad a esta ensalada de hierbas.

Durante el paseo por el bosque, hoy hemos cogido: Un buen ejemplar de Leccinum lepidum (*) y tres Pies azules (Lepista nuda), en el encinar; y cinco Níscalos (Lactarius deliciosus) y siete Negrillas (Tricholoma terreum), bajo los pinos; que preparé de la forma siguiente:

Primero se lavan y se cortan en láminas o trozos finos todas las setas. En una sartén se pone aceite de oliva a calentar y se echa un trozo pequeño de cebolla cortada en juliana y algo de sal. Cuando está empezando a pocharse, se vierte un chorro de nata y se echan los Boletus y los Níscalos, cuando se han ablandado algo, se añaden los Pies azules y por último las Negrillas. Se echa un poco de sal, un chorrito de coñac y se remueve. Cuando la salsa reduzca hasta adquirir una consistencia cremosa, se sirve en un plato.

La ensalada se aliña con sal, vinagre balsámico y aceite de oliva.

¡Buen provecho!

(*) El Leccinum lepidum (en la segunda foto, junto a un Pie azul) se caracteriza por su pie amarillento fibroso, sin retículo, y porque los tubos son inmutables de color, tanto al roce como al corte. Carece del extraordinario aroma y la gran calidad de los Boletus del grupo edulis (como el pinophilus), pero no está mal, se deja comer.

Por cierto, con esta ya van trescientas entradas. Hace algo más de un año, el 15 de noviembre de 2007, recuerdo que celebraba las doscientas, cuando Evan Dando cantaba aquello de "into your arms I can go".

Fotos by Mad Hatter.

viernes, noviembre 21, 2008

Eterno Abrazo



"Con un seco crujido
golpeó la cuerna en la rama del quejigo.
Huye el tímido corzo de sí mismo,
mientras el desmogue cae sobre el suelo mullido.

Terminó el luminoso y ardiente verano,
ya no le hacen falta las hojas al quejigo.
También el corzo tira su cuerna muy temprano.
Y en el bosque no se oye un ruido, ni un quejido.

Por encima de su desnuda cabeza,
dos troncos se entrelazan en un eterno abrazo.
Mientras del suelo brota la fiebre amarilla de la ausencia.
Recuerdo del ardor del verano, del que tan sólo queda un retazo.

El coro de Mycenas se alza entre la hojarasca,
con sus minifaldas rosadas, delicadamente plisadas.
Todas cantan a coro, en silencio... ¡Basta!
No lo soporto, tu ausencia me mata, me aplasta".

Fotos by "Mad Hatter". De arriba abajo: Quejigos abrazados (Quercus faginea), en la Sierra de Cameros; Faneroplasmodio de hongo Myxomicete, en el suelo del bosque; y grupo de Mycena rosea, en el suelo del quejigar.

sábado, noviembre 15, 2008

CENAS PARA LA CRISIS (I)


Fin de mes, en la nevera sólo queda una cerveza, una loncha de jamón serrano, medio cartón de leche semidesnatada y un bote de nata líquida a punto de caducar.

Abro el mueble bar en busca de algo en lo que poder ahogar mis penas, pero sólo encuentro un culín de cognac dentro de una solitaria botella de Carlos III.

Desesperado, decido aprovechar las últimas luces de la tarde, cuando el sol está apunto de ocultarse tras los Moncalvillos, para despejarme dando un paseo por el bosque cercano y tomar unas bocanadas del húmedo y fresco aire otoñal.

En la penumbra del pinar, a duras penas acierto a vislumbrar, asomando entre las acículas que cubren el suelo, un solitario y grácil ejemplar de "Tassa de conill rogenca" (Clitocybe gibba), un poco más allá descubro un "Pie azul" (Lepista nuda) de buen tamaño, a su lado hay un pequeño corro de Níscalos (Lactarius deliciosus), con su inconfundible color salmón, zonado en círculos concéntricos, y, por último, recojo un lustroso ejemplar de Pinatell (Suillus luteus), con su característico sombrero parduzco y viscoso.

De regreso a casa, paso junto a un joven Castaño con su follaje otoñal de un luminoso color ambar dorado, bajo el que no encuentro ninguna seta, pero sí un par de erizos, de los que extraigo un puñado de preciosas castañas, con la ayuda de mis botas, para no pincharme.

El paseo me ha abierto el apetito, y como es bien sabido que el hambre agudiza el ingenio y atrae la inspiración, se me ocurrió preparar la cena siguiente:

Se pelan tres castañas y se trocean con los dedos. Se echan en una sartén con un dedo de leche y se pone al fuego, añadiendo una pizca de sal y un pellizco de azúcar. Ahí se dejan cocer unos cinco minutos, hasta que se reduce gran parte de la leche, entonces se añade el culín de cognac y se remueve.

Mientras se dejan cocer las castañas otros cinco minutos, se limpian y cortan las setas. Al Pinatell hay que quitarle la piel viscosa de la parte de arriba del sombrero y los esponjosos poros amarillos que tiene por debajo.

Con unas tijeras, se corta la loncha de jamón serrano en trocitos.

Se pone una cucharada de nata en la sartén con las castañas, se remueve y se van añadiendo las setas por orden de mayor a menor dureza y consistencia: Primero se echan los Níscalos, al cabo de unos minutos el Pie azul, después el Clitocybe y por último se echa el blando Pinatell.

Se añade otro poco de sal, se remueve, y cuando la salsa adquiere una consistencia cremosa, se echan los trocitos de jamón. Se vuelve a remover un poco, se apaga el fuego y se sirve enseguida en un plato.

El resultado es sorprendente, la nata ha absorbido toda la diversidad de aromas que se entrelazan a la perfección, resultando una salsa cremosa que contrasta con la textura quebradiza y tierna de las castañas, la untuosidad del jamón y con el tacto fino y delicado de las setas.

Las acompaño con la cerveza para beber y con un trozo de pan descongelado. La cena se ha salvado con un notable alto, todo un manjar de lo más económico, ya que, además, casi no hace falta lavar los platos, porque os aseguro que no quedó ni una gota de salsa.

Todo ello, gracias a la generosidad del bosque en otoño.

¡Salud!

jueves, noviembre 06, 2008

La Seta Corazón




La noche de la víspera del día del todos los Santos, la noche que en la tradición celta se denominaba "All Hallow´s Even" (lo que abreviadamente se conoce como "Halloween"), el pálido y tímido Víctor se aburría soberanamente en la "castanyada" que, como todos los años, reunía a los jóvenes de su pueblo en el salón parroquial, donde se comían castañas asadas, anises y panellets mojados con ponche y vino dulce, mientras una de esas orquestas pachangueras tocaba ritmos bailables para que las muchachas y los muchachos en edad casadera tuviesen ocasión de conocerse, bailar y divertirse, cumpliendo ese viejo adagio popular de "El muerto al hoyo y el vivo al bollo". A fin de cuentas, no deja de tener cierta lógica que, el día en el que se recuerda a los difuntos, sirva a la vez para propiciar nuevos nacimientos.

Pero Víctor era un chico un tanto extraño, pálido, tímido y taciturno que no era demasiado popular entre las féminas de su edad, por lo que decidió abandonar la fiesta para adentrarse en las tenebrosas selvas del delta en busca de las apreciadas setas de chopo (Agrocybe cylindrica) y otros hongos mágicos con los que él, como hijo de la curandera del pueblo, estaba bastante familiarizado.

Cuando rebuscaba entre las raíces de un viejo chopo, Víctor fue atrapado por una de ellas que repentina y sorpresivamente se transformó en la huesuda mano de una bella dama, la misteriosa "Novia Cadáver". Lógicamente, él, aterrorizado, trató en vano de zafarse del tenaz agarrón y fue rápidamente arrastrado al mundo de los muertos, donde paradójicamente encontró el gusto por la danza al son de ritmos frenéticos que eran interpretados "a tumba abierta" por esqueléticos músicos que utilizaban sus propios huesos como instrumentos de percusión.

Desde aquella noche, todos los años, poco antes de la víspera del día de todos los Santos, en un rincón de los sotos del delta, al pie de un viejo chopo, entre las raíces que discurren entre la hierba, brota una seta de chopo con forma de corazón (primera foto de arriba), flanqueada por otras dos que parecen tirar de cada uno de los dos lóbulos de la seta central, como si la estirasen para dar forma al extraño corazón que brota del suelo, entre la maleza, la hierba y la hojarasca del soto del delta, exactamente en el mismo lugar en el que se encontraron ambos mundos, el de los vivos y el de los muertos, el lugar en el que la mano huesuda y firme de la "Novia Cadáver" tomó la cálida y vacilante mano de Víctor.

La seta corazón no es venenosa, sino, muy al contrario, aseguran quienes la han probado que es una auténtica delicia, un mágico tesoro culinario, uno de los filtros de amor más poderosos que existen, ya que ejerce una irresistible atracción entre aquellos que la encuentran y la comen en pareja.

Resuena en el sombrero: "Down in the valley of hollow logs".- The Handsome Family (Chicago (Illinois), 1997).