martes, octubre 17, 2017

PIRÓMANOS




En este octubre caliente de 2017, España arde tanto por su extremo Noroeste como por el Noreste.

En Galicia, pirómanos forestales se lanzaron a quemar los montes como posesos inconscientes, aprovechando las circunstancias de una fuerte y prolongada sequía, en combinación con fuertes vientos producidos al paso de la tormenta tropical “Ofelia” por la costa atlántica. Si bien el problema no es nuevo, ha sido el estallido de un problema socioecológico que se ha venido gestando durante las últimas décadas, en el que intervienen factores culturales, de propiedad del terreno, promoción de repoblaciones productoras a base de pinos y eucaliptos, economía ligada a los medios de extinción de incendios, etc. Un problema o un “melón” que no se ha querido abrir, afrontar o acometer a su debido tiempo, y los problemas nunca se resuelven solos con el mero paso del tiempo, sino todo lo contrario, siempre tienden a empeorar. Siguiendo con el símil de los incendios forestales, de todos es sabido que cuanto antes se llega a atajar un incendio más fácil es apagarlo.

Algo similar (otro “melón”), pero en el ámbito sociopolítico, está sucediendo en Cataluña, donde, tras décadas de “sequía” de diálogo y con vientos predominantes y sostenidos de gran inmovilismo político, auténticos “pirómanos sociales” han encendido los ánimos, las ilusiones, los miedos, las esperanzas y los sentimientos contrapuestos de gran parte de la población de un territorio. Es evidente que se debería haber actuado hace mucho tiempo, pero llegados a este punto, en mi opinión, habría que haber aplicado el mismo principio de los incendios forestales, es decir, la rapidez, cuanto antes se actué mejor, menos crece el incendio, menores son los daños, los costes y los riesgos, porque nos hemos tirado 4 meses de incertidumbre y tensiones crecientes, y eso tiene un precio económico y social importante. De manera irresponsable e inaudita, se ha jugando a ver quién aparece primero como el malo de la película, un patético y ridículo juego del gato y al ratón, de ver quién es la víctima y quién es el verdugo, para al final, después de marear tanto la perdiz, agotar y desesperar al conjunto de la ciudadanía, terminar aplicando lo que se veía venir como inevitable, esto es la aplicación del famoso artículo 155 de la Constitución.

Porque, vamos a ver, cuando las posturas están tan enfrentadas, el área de consenso o intersección es nula y el desafío a la legislación actual ha sido tan claro y evidente desde el primer momento, pienso que nos podíamos haber ahorrado todos estos meses de tensión e incertidumbre. Cuando un cargo público, como es el Presidente de una Comunidad Autónoma, sale en el telediario de las 21:00 horas diciendo abiertamente que no admite la autoridad del Tribunal Constitucional, perfectamente, al día siguiente, el Presidente Rajoy podría haberle enviado una carta similar a la que le envió el viernes 13 de octubre, preguntándole si se ratifica en su desobediencia a dicho Tribunal, como primer paso para aplicar el artículo 155. O sea, llegamos al mismo resultado pero mucho antes, sin la agonía de todos estos meses, dejando las cosas claras desde el principio, ya sabemos que la bronca y los follones iban a ser inevitables, de todas formas y se hiciese lo que se hiciese, porque es imposible contentar a todas las partes. De acuerdo, el problema no se va a resolver con la “varita mágica” del 155, pero, a estas alturas de la película, es lo que tocaba hacer.

No obstante, pase lo que pase, espero que todo evolucione y se desarrolle lo mejor posible, que a España se le pase pronto esta fiebre que ha hecho arder nuestras dos orejas, tanto la izquierda como la derecha, y que se vayan solucionando todos los problemas, en todas las partes de este agitado y conflictivo mundo que nos ha tocado vivir.

Resuena en el sombrero: “Bad Day”.- REM (Georgia(USA), 2006).

martes, octubre 03, 2017

PONERSE LAS PILAS DEL SOLAZ





Ayer pusieron una noticia sobre la incidencia del estrés en nuestros días, una situación que está haciéndose crónica, lo vemos como algo normal, propio de la condición humana en la sociedad actual, hasta el punto de que si no estamos estresados nos sentimos culpables y pensamos: “Quizá estoy perdiendo el tiempo, quizás podría hacer algo más, debo ponerme las pilas!”.

Una abuela se quejaba del apretado horario al que se somete a los niños, apuntándolos a un sin fin de actividades extraescolares, además de los deberes que tienen que hacer, con sus consiguientes trayectos en medio del intenso tráfico de las ciudades.

En una entrevista que le hizo Pablo Motos al actor Karra Elejalde, hace pocos días, le preguntaba: “¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?”. A lo que éste respondió: “Bueno, precisamente el otro día me encontré con un viejo amigo y me preguntó si hacíamos algo y le contesté: “La verdad es que vengo bastante cansado de unas intensas jornadas de grabación ¿Qué te parece si vamos a casa y nos tumbamos un rato en el sofá sin hacer nada?””.

A veces, la mejor forma de “ponerse las pilas” es cargándolas mediante momentos de sosiego, silencio, paz, relajación, reflexión, meditación… Personalmente, reivindico una palabra muy bonita que está totalmente en desuso: SOLAZ.

El avance de la sociedad, el progreso, ha consistido básicamente en lograr más tiempo libre para dedicar al ocio, para descansar, para que no todo sea duro trabajo de sol a sol. Por no hablar de uno de los tesoros de nuestra cultura mediterránea, como es la siesta. Pero resulta que, ahora que una mayoría de la sociedad disponemos de tiempo libre, nos empeñamos en buscarnos un sin fin de actividades, labores y trabajos alternativos para seguir agobiados.

Tampoco estoy diciendo que lo ideal sea estar el máximo tiempo que sea posible tumbado a la bartola, se puede descansar practicando un deporte, leyendo un libro, yendo al cine, tomando una caña con los amigos, saliendo a caminar por el monte, etc,… Siempre que lo hagamos porque nos apetece, con tranquilidad, sin prisa, sin agobios, porque surge, sin tenerlo todo planificado y apuntado en una libreta o en el móvil, otro aparatejo que dificulta bastante el descanso.

Parte del problema quizás esté en el propio lenguaje, ya que tendemos a utilizar palabras en negativo, tales como: No hacer nada, pasividad, conformismo, vagancia, pereza. Por lo que deberíamos cambiarlas por ideas positivas como: Necesario y merecido descanso, paréntesis para asimilar, digerir, reflexionar, meditar y recargar las pilas.

Dichosas pilas, dichoso anuncio del conejito ¡¡¡Que no somos máquinas, somos seres humanos!!!

Resuena en el sombrero: “Just Can´t Get Enough”.- Depeche Mode (Basildon (UK), 1980). Que la pongo porque está muy bien y sale el conejito famoso de las pilas, pero quizás, para ilustrar esta entrada, fuese más apropiado este otro tema de 1990: “Enjoy the Silence”.