miércoles, marzo 04, 2009

Eva, Adán y el Espino de Fuego





En el jardín del Edén, Adán y Eva vivían en una eterna primavera, comiendo los diversos frutos silvestres que maduraban continuamente a lo largo de todo el año. Todos menos uno, el fruto del "Árbol del bien y del mal", que crecía en el centro del paraíso, y del que Yaveh les había prohibido comer.

Todo iba bien hasta que el diablo, encarnado en una pérfida serpiente tentó a Eva con el fruto prohibido, ésta comió y se lo ofreció a Adán, lo cual les costó la expulsión del paraíso, la necesidad de vestirse con ropas, para luchar contra el mordisco del frío y la vergüenza de la desnudez impúdica, así como el deber de tener que trabajar para "ganarse el pan con el sudor de su frente".

El Antiguo Testamento no lo dice pero, es probable que, tras el pecado original, el jardín del Edén también se viese manchado con la aparición de las primeras enfermedades, tanto en el reino vegetal como en el reino animal, seres humanos incluidos.

Resulta significativo que, de los hijos de Adán y Eva, fuese Abel quien se dedicase a la ganadería, mientras que Caín se hizo cargo de las labores agrícolas, por lo que es muy probable que fuera a éste último a quien le tocase la complicada y engorrosa tarea de liquidar las plagas que se cebaban en aquellos primeros cultivos.

Finalmente, como es bien conocido, Caín también acabó cargándose a su propio hermano, Abel, por la envidia que le corroía al primero, con lo que se condenaría al fuego eterno.

Tradicionalmente, el fruto prohibido que comió Eva ha sido representado por una jugosa manzana roja, y, casualidades de la vida, resulta que últimamente nuestros cultivos de manzanas, perales y otros árboles de la familia de las Rosáceas se están viendo afectados por una grave enfermedad de cuarentena en la Unión Europea, se trata de la bacteria (Erwinia amylovora), conocida como "fuego bacteriano", debido a que los árboles quedan ennegrecidos como si estuviesen quemados, al ser atacados por esta enfermedad.

También resulta curioso que uno de los principales reservorios y propagadores de la enfermedad sea un arbusto ornamental conocido como "Espino de fuego" (género Pyracantha) que es muy utilizado en setos de jardines y medianas de autovías. Si bien, esto último, así como la plantación de muchas otras rosáceas (Amelanchier, Chaenomeles, Cotoneaster, Crataegus, Cydonia, Eriobotrya, Malus, Mespilus, Photinia y Sorbus) en zonas ajardinadas públicas, ha sido prohibido por la normativa fitosanitaria (Real Decreto 1201/1999), a raíz de la aparición en España de algunos focos de esta enfermedad.

Según esta normativa, y ante la inexistencia de un tratamiento curativo eficaz, cuando se detecta la presencia de esta enfermedad en un árbol hay que notificarlo a las autoridades fitosanitarias de la Comunidad Autónoma correspondiente, quienes se encargarán de supervisar el arranque y la quema de todas las plantas afectadas, así como de sus restos y de todas las de alrededor que pudieran presentar el más mínimo síntoma de presencia de la bacteria. De nuevo, entra en acción el fuego, en esta ocasión como elemento purificador.

Lo cierto es que es una auténtica lástima que, una vez más, una enfermedad impida o limite el cultivo y la plantación de unas especies tan interesantes, desde el punto de vista ornamental y forestal, como son los espinos, majuelos y acerolos (género Crataegus) o los serbales, mostajos y pomares (género Sorbus).

Entre los primeros, tenemos a los duros y resistentes espinos albares y majuelos (Crataegus monogyna y C. laevigata), cuyas semillas han sido encontradas en asentamientos humanos prehistóricos, ya que debieron formar parte de la alimentación de los primeros pobladores de Europa, debido a su riqueza en vitamina C. Sus bellos corimbos de flores blancas son las populares "flores de mayo", tan importantes en los ritos asociados con las fiestas de la venida de la primavera. Estas flores constituyen un excelente tónico cardíaco y gozan también de propiedades sedantes y antiespasmódicas. Se ha demostrado que dilata las coronarias, por lo que se recomienda contra la arterioesclerosis y la angina de pecho.

Sin embargo, sus flores, al poco tiempo de ser cortadas, desprenden un olor pútrido y desagradable, de donde surgió la creencia que existe en muchas partes de Europa de que si se introducen las flores de majuelo en una casa, ocurrirá una muerte dentro de ese año.

El Acerolo (Crataegus azarolus) es un duro arbolillo semidoméstico que solía plantarse en los setos, bordes de viñas y huertos, debido a sus frutos comestibles (acerolas), algo ásperos y ácidos pero muy apreciados en algunas zonas, que maduran al comienzo del otoño.

De frutos muy parecidos a las acerolas, hasta el punto que existe cierta confusión con el nombre vulgar que se asigna a ambas especies en algunas zonas, es otro interesante arbolillo semidoméstico conocido como Pomar (Sorbus domestica). Su madera es muy apreciada en ebanistería y carpintería, similar a la del Cerezo (Prunus avium) pero más dura y de mayor calidad.

Los frutos del pomar, denominados pomas, serbas o siervas, son tan acerbos que precisan de un período de sobremaduración, que solía conseguirse mediante su conservación entre la paja, para poder ser consumidos. Gonzalo de Berceo expresa de esta forma tan cercana al público medieval, el cual estaba muy familiarizado con esta rústica fruta, el sufrimiento de la Virgen al presenciar la crucifixión de su Hijo:

"Estava estordida, non podía fablar,
con la rabia del Fijo, non podía folgar,
ca era un mal muesso, pesado de tragar,
más que la sierva cruda, que es un mal manjar
".
(Duelo 35).

Otro árbol parecido, también de hojas compuestas, pero con las yemas vellosas (las de S. domestica son lampiñas y viscosas) es una especie totalmente autóctona y silvestre, propia de las zonas más altas y frías de las montañas, se trata del Serbal de cazadores (S. aucuparia), así llamado porque sus atractivos frutos rojos anaranjados son muy apreciados por los pájaros, por lo que estos árboles constituían unos de los apostaderos preferidos de los cazadores.

Los representantes más frecuentes del género Sorbus en la Península Ibérica se completan con los denominados Mostajos (S. aria y S. torminalis), propios de las orlas y del sotobosque de quejigares, rebollares y pinares. El primero se caracteriza por sus frutos de color rojo coral y sus hojas simples, aserradas, de color blanquecino plateado por el envés. Mientras que Sorbus torminalis (también conocido como "peral de monte") se caracteriza por sus hojas lobuladas, aserradas y que toman un bello color rojo en otoño, sus yemas lampiñas y viscosas y sus frutos parduzcos y astringentes (de propiedades antidiarréicas y utilizados para combatir la disentería). Su madera es aún mejor que la del Pomar y la del Cerezo, siendo de características similares a éstas.

Fotos by Mad Hatter: Mostajo (Sorbus aria) tras las primeras nevadas de noviembre ("El Achichuelo", Villoslada de cameros (La Rioja), 2008). Pomas, frutos del Sorbus domestica (Oliván, Robres del Castillo (La Rioja), 2004). Frutos del "peral de monte" (S. torminalis), en Ribavellosa (Almarza de Cameros (La Rioja), 2003).

6 comentarios:

Paco Becerro dijo...

Curiosa prohibición la del sr. Yaveh, no comais del fruto del arbol del conocimiento, del bien y del mal porque si comeis morireis.

Lo peculiar era que ese fruto otorgaba el conocimiento y discernimiento entre el bien y el mal, lo cual no sé porqué lo querrían prohibir.

Claro que la prohibición no es mas que la interpretación novelada hecha en la Biblia para manipular las mentes de los fieles incultos de la época de su edición (atribuida a Moisés).

Ahí es donde me despista... Es que Dios no quería que los hombres pudieran discernir entre el bien y el mal? Prefería que estuvieran en la inopia? Que ni siquiera sabían que estaban desnudos?

Pues que no hubiera puesto el arbol ahí, tan tentador y apetecible.

En cualquier caso, el huerto del Edén tuvo que ser, en su caso, un jardín estupendo, donde no habría plagas ni siquiera habría serpientes...

Me puede.
Me rindo.

WODEHOUSE dijo...

No sé si ponerte un diez o un once...
Eres la repera, pero cóm sabes tantas cosas?. Es interesantísimo, bueno, es que esta entradas son las que más me gustan de tí, elevan el espíritu y la mente.
Las adelfas (que no adolfas) son las que se suele plantar en autovías, así que imagino que al igula que estas el Espino de fuego será una planta (o arbusto, oárbol quizá?, qué es?) será resistente.
He visto árboles así con esa necritud en las ramas y tronco, pero pensé que eran por causa de incendios o sequías o en la parte de Málaga deja así a las plantas cuando sopla el famoso terral, que es el aire ardiente que viene de Äfrica y trae arena del desierto.
Bueno, menudo comentario más largo y más deslabazado que he hecho, es el efecto "Look of love-Poison Ivy", será eso...un besazo, me han encantado los versos de Gonzalo de Berceo del Duelo 35. muy emotivo.

nancicomansi dijo...

VAya...a los dos nos dió por el Génesis....,)

Me gusta el aspecto del pomar, ¿es el rosita, no?
Lo desconocía totalmente, o lohabía visto pero no lo identificaba o confundía.
No hay nada como tener cultura "arboríl", y de plantas, y de animales, como tienes tú...

estarás entretenido co algunos "cambios"....espero "os" lo toméis con filosofía y descanséis de tanto en tanto...


Besines!!

Mad Hatter dijo...

Bueno "F.B.", ese famoso pasaje del Génesis algunos lo interpretamos como que, al principio, el ser humano primitivo, que vivía en perfecta armonía con la naturaleza, ya que carecía de libertad para hacer otra cosa, como un animal más, cuando Dios le da libertad para obrar a su libre albedrío (evoluciona hacia el verdadero hombre actual), éste lo primero que hace es desobedecer a Dios porque queremos saber lo mismo o más que él (la soberbia humana), ahora ya nos podemos equivocar, empezamos equivocándonos y me da la impresión de que hemos seguido haciéndolo casi continuamente hasta nuestros días, y así nos va y el "jardín del Edén" está como está.

Gracias "Wood", el Espino de fuego es un arbusto espinoso que en otoño-invierno tiene muchas bayas (bolitas) rojas o anaranjadas que los pájaros gustan de comer, seguro que todos lo habéis visto. Me temo que los tallos ennegrecidos que viste en Málaga sí que eran restos de un incendio. El "fuego bacteriano" está atacando a los frutales (sobretodo perales) de las zonas del Norte (Asturias, Cantabria, Palencia, Burgos, La Rioja, Euskadi, Navarra y Aragón). En La Rioja han habido algunos focos en la zona de frutales de Entrena, Albelda y Nalda, en el valle del Iregua (cerca de Logroño). Ya sabía yo que te haría ilusión lo de los versos de Gonzalo de Berceo, riojanita.

Te veo muy enterada, Nanci (je, je). Sí, por Cataluña, sobre todo en las zonas interiores y montañosas del Este y del Sur, hay bastantes pomares. Y sí, nos lo tomamos con calma, vamos despacito y con buena letra.

Muchas gracias y besos para todos y todas.

Lula Fortune dijo...

Muy bonito, padre Espino, realmente gratificante y conmovedor. Loados sean los limpios de corazón porque nos dejan el fruto prohibido a los comunes pecadores de la pradera.
Ay! qué dolor.
Besos impúdicamente pecadores.

Mad Hatter dijo...

Claro Lula, tanto hablar del pájaro Espino que al final he tenido que hablar sobre el arbolito en cuestión.
Un casto beso en la frente hermana Lula, rezaré por la salvación de su alma, que buena falta le hace. Ayyyy, señor, señor!