Por fin, la lluvia bendice nuestros bosques disminuyendo el riesgo de incendios. El aumento de la humedad, además de disminuir la inflamabilidad de los combustibles, con las suaves temperaturas que tenemos todavía, favorece la descomposición de los restos leñosos, gracias a la acción de los hongos lignívoros o lignícolas, de los cuales existen infinidad de especies adaptados a todo tipo de ambientes y maderas.
Los hay que son específicos de una única especie de árbol, como sucede con Oudemansiella mucida de la primera foto, una bella seta que parece como si estuviese hecha de cristal o de plástico, y que es característica de las Hayas (Fagus sylvatica) moribundas o muertas recientemente. Mientras que otros hongos se encargan de descomponer los restos leñosos en una fase más avanzada de la pudrición, como sucede con Mycena inclinata (segunda foto), también en un tronco de haya, pero ya caído en el suelo y mucho más viejo, donde vemos que uno de los carpóforos (setas) asoma por un orificio producido por un insecto xilófago.
Ciertamente, las galerías que realizan los insectos perforadores de la madera favorecen el desarrollo de los hongos en su interior, incluso las esporas de muchos de ellos son transportadas en estructuras específicas que poseen los insectos a tal efecto. Algunos, más que de la madera, se alimentan de los hongos que éstos transportan y “cultivan” en sus galerías, tal y como sucede con los llamados “escarabajos de la ambrosía” (Trypodendron lineatum, Anisandrus dispar, Platypus, Xyloterus y Xyleborus, entre otros).
Desde que un árbol muere hasta que se transforma en humus del suelo, pueden pasar décadas, durante las cuales la madera pasa por distintos estados de descomposición, en los que interviene todo un ejército de diversos organismos (insectos, miriápodos, lombrices, hongos y bacterias).
La madera está compuesta básicamente por dos tipos de sustancias, por un lado están las celulosas y hemicelulosas (polisacáridos), responsables de la formación de las fibras de las paredes celulares; y por otro están las ligninas, compuestos fenólicos responsables de aglomerar y dar unión y consistencia estructural al conjunto de esas fibras.
Hay hongos que, mediante la acción de sus encimas, únicamente son capaces de descomponer las celulosas y hemicelulosas, quedando como residuo la lignina de color marrón, motivo por el que a este tipo de pudrición se la conoce con el nombre de “parda”, que se caracteriza porque la madera descompuesta, deleznable, aparece hendida según tres planos perpendiculares formando bloques paralepipédicos de color pardo, marrón o rojizo (motivo por el que también se la conoce como “podredumbre cúbica”). Un hongo que produce este tipo de pudrición parda o cúbica es el basidiomiceto Hypholoma capnoides (tercera foto).
Otros hongos descomponen principalmente la lignina dejando un residuo fibroso de color blanquecino o amarillento, formado por las celulosas y hemicelulosas, por lo que a este tipo de pudrición se le llama “blanca”, como la que producen Meripilus giganteus (cuarta foto) y Pleurotus dryinus (quinta foto), ambos sobre madera de haya, en este caso.
La podredumbre alveolar se caracteriza por la destrucción de la celulosa y de la lignina según los volúmenes tubulares dirigidos en el sentido de la madera que se ahueca con alvéolos tapizados de micelio blanco. Es debida a Stereum sanguinolentum, Ungulina annosa y Schizophyllum, entre otros.
Por último, está la llamada podredumbre blanda, debida a hongos que no pueden atacar la membrana primaria rica en lignina y se acantonan en la membrana secundaria. La madera tacada se ablanda y cuando se deseca se fisura según planos rectangulares, tal y como se observa en la rama de pino resinero (Pinus pinaster), caída en el suelo, que se observa en segundo plano de la sexta foto, mientras que en primer plano se observan algunos carpóforos del basidiomiceto Gymnopilus penetrans, causante de una pudrición blanca en coníferas.
Los hongos de la podredumbre blanda atacan la madera rica en agua o incluso saturada, y con frecuencia son los primeros en colonizar las maderas en contacto con el suelo, como sucede con el tocón de pino silvestre sobre el que crece un curioso y vistoso mixomicete llamado Tubifera ferruginosa (séptima foto), donde se puede apreciar cómo comienzan a parecer las características fisuras rectangulares, antes mencionadas.
Otro hongo mixomicete que causa este tipo de pudrición es el curioso Lycogala epidendrum, con aspecto de chicle o pasta de dientes, sobre el que ya hablamos hace un par de años; y del que he logrado sacar una foto de mejor calidad (octava foto). También pertenece a este curiosos grupo de hongos mixomicetes el extraño Leocarpus fragilis, que vive sobre todo tipo de restos vegetales en descomposición.
Finalmente, hay hongos especializados en la descomposición de pequeñas ramas muertas de coníferas como Postia stiptica (novena foto), mientras que otros sólo atacan la madera de frondosas como hace Mycena renati (décima foto), en este caso sobre una rama de castaño.
Todos estos hongos encargados de descomponer la madera muerta y otros restos orgánicos se llaman genéricamente “saprófitos”, y son imprescindibles para llevar a cabo el reciclado de los materiales que acaban formando el humus del suelo. Mientras que los hongos que son capaces de atacar la madera viva o incluso matar árboles, entran dentro de la categoría de los “parásitos”. Si bien, la línea que separa unos y otros a veces es algo difusa, ya que existen especies de hongos como, por ejemplo, el ascomiceto Cenangium ferruginosum, que normalmente fructifica en la corteza muerta de los pinos, pero que, en determinadas condiciones de estrés y aprovechando las heridas producidas por fuertes granizadas, puede convertirse en patógeno y matar ramas de árboles vivos, como se observa en el ejemplar de Pinus nigra de la undécima foto.
Como vemos, la madre Naturaleza es capaz de producir belleza hasta en los procesos más malsonantes y feos a primera vista, como puede ser la pudrición.
Fotos by Mad Hatter, tomadas en bosques de La Rioja: 1) Oudemansiella mucida sobre haya muerta pero aún en pie. 2) Mycena inclinata sobre un viejo tocón de haya. 3) Hypholoma capnoides sobre tocón de pino silvestre. 4) Meripilus giganteus en la base de un haya viva pero con el tronco hueco. 5) Pleurotus dryinus en la cicatriz de una rama de haya viva. 6) Gymnopilus penetrans sobre una rama de pino resinero. 7) Tubifera ferruginosa sobre el tocón de un pino silvestre. 8) Lycogala epidendrum sobre una rama caída de pino silvestre. 9) Postia stiptica sobre una rama caída de pino silvestre. 10) Mycena renati sobre una rama de castaño tirada en el suelo. 11) Pinus nigra atacado por Cenangium ferruginosum. De todos ellos el único comestible es Pleurotus dryinus, y el único tóxico es Gymnopilus penetrans, todos los demás carecen de valor culinario, aunque no sean tóxicos.
2 comentarios:
Molt interessant aquesta entrada i les fotos excel·lents!
Potser seria més fàcil de llegir amb numeració a peu de les fotos...
Salut Mad !!!
Totalment
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