martes, febrero 19, 2019

MICODETECTIVES




Se suele tener la imagen del micólogo como un señor más bien mayor, de aspecto decimonónico, que anda despacio por el monte, apoyado en un bastón, mirando al suelo en busca de setas, a las que siempre identifica pronunciando complicados “latinajos”. Cada dos por tres, se agacha para examinar con lupa los ejemplares que va encontrando. Toda esta parafernalia tiene una indudable similitud con la estampa clásica del detective novelesco, como Sherlock Holmes.

Al margen de este romanticismo y los bucólicos paisajes, la cruda realidad, desconocida para el gran público, es que, de manera subsiguiente al trabajo de campo, en el que también se toman numerosas fotografías “in situ”, hay que realizar un enorme trabajo de gabinete, consistente en labores tan metódicas y rigurosas como: la localización (coordenadas geográficas) y anotación de cada una de las observaciones realizadas y de las muestras recogidas; la realización de preparaciones para observar las muestras al microscopio, probando diferentes cortes y diversos reactivos químicos; toma de fotografías; medición y conteo de esporas y otras estructuras microscópicas; análisis estadístico de los datos numéricos; interminables consultas de bibliografía o preguntando a otros colegas; corte, secado y archivando de las muestras para procesar las “exicata” del herbario o colección de muestras.

Cuando el interés por la micología sobrepasa la mera identificación y clasificación de los hongos, y nos interesamos por su hábitat, dónde y cómo viven, de qué se alimentan, cómo se reproducen, qué papel desempeñan en los ecosistemas, el estudio del reino “Fungi” se convierte en algo apasionante que nos conecta de manera muy profunda con la Naturaleza.

Para ilustrar esto, procedo a narrar a continuación el episodio, casi una aventura detectivesca, que hemos vivido recientemente en el seno de la Asociación Micológica “Verpa” de Logroño:

El 9 de febrero de 2019, durante la salida al campo que solemos hacer casi todos los sábados, nos dirigimos a un monte del término municipal de Matute (La Rioja), que en parte fue repoblado artificialmente con la especie norteamericana denominada Abeto de Douglas (Pseudotsuga menziesii), si bien en los bordes y claros persiste un encinar (Quercus ilex ssp. ballota) bastante bien conservado, en el que podemos encontrar arbustos autóctonos como el Aladierno (Rhamnus alaternus). En el envés de una hoja de esta planta, el amigo Juan Ignacio encontró un extraño ser con forma de pequeño pólipo cubierto de polvos de talco (1ª foto) y que supusimos que sería algún hongo parásito de la planta (“roya”), debido a su parecido con alguna especie del género Gymnosporangium.

Al día siguiente, ya en el laboratorio, Carlos, nuestro Presidente, con infinito cuidado, meticulosidad y paciencia, preparó la microscopía (2ª foto), en la que pudimos observar unas células alargadas que son los “conidios”, los propágulos que produce la forma asexual (anamorfo) de algunos hongos ascomicetos, diferentes de las esporas, de origen sexual, producidas por la forma perfecta (teleomorfo). La forma y tamaño de estos conidios nos hicieron pensar en que pudiera tratarse del género Oidium o quizás Ramularia.

Buscando información en internet, casualmente, vi la foto de un ejemplar del género Akanthomyces, que guarda un considerable parecido a la primera fotografía del misterioso hongo. Comprobé que pertenece a la familia Cordycipitaceae, un grupo de ascomicetes que se alimentan de artrópodos, lo cual me llevó a pensar que quizás el hongo no parasitase a la hoja sino a algún pequeño insecto o ácaro que pudiera, a su vez, alimentarse de la hoja. Efectivamente, busqué y vi que existe un pequeño insecto hemíptero, Trioza kiefferi, que produce tumores o deformaciones en las hojas del Aladierno, y entre los hongos pertenecientes a la familia Cordycipitaceae, vi uno aún más parecido al de la foto y que está citado en la Península Ibérica, correspondiente al género, Gibellula, posiblemente se trate de la especie G. leiopus, que se alimenta de arañas muertas... Un momento, si se alimenta de arañas muertas, entonces debajo del hongo debería haber una. A las pocas horas, Carlos me envió un correo electrónico para confirmarme que, efectivamente, se trata de Gibellula leiopus (anamorfo de Torrubiella arachnophila var. leiopus), y adjuntó una foto (la 3ª) de una parte del artrópodo del que se alimentaba. Un día más de búsqueda me costó averiguar que esa estructura, a modo de peine curvo y ganchudo, en forma de garra dentada, son las dos uñas tarsales que tienen las arañas (orden Araneae), en el extremo de sus patas. El hecho de que sean sólo 2 uñas y que debajo de ellas haya una mata densa de pelos (fascículo subungueal), sugiere que probablemente la araña pertenezca a una de estas dos familias: Clubionidae o Anyphaenidae.

Bueno, pues esta ha sido la historia de la primera cita de Gibellula leiopus (Vuill. ex Maubl.) Mains, Mycologia 4(2): 313 (1950), en la Comunidad Autónoma de La Rioja.

Resuena en el sombrero: “We are detective”.- Thompson Twins (Sheffield (U. K.), 1983).

jueves, febrero 07, 2019

VERSIONES DE UNA VIDA (XXIX)


Las versiones de hoy, tanto la original del grupo holandés The RO-D-YS, “Looking for something better” (1069), como la versión que hicieron el año pasado Los Retrovisores de Barcelona, en castellano, con el título “Día de suerte”, me han llevado a reflexionar sobre el complicado equilibrio entre la tranquila introspección, la aceptación de la realidad del mundo, pararnos a caer en la cuenta y valorar todo lo que somos y todo lo que tenemos, sin caer en el conformismo; y el impulso proactivo que nos mueve a resolver los problemas, a solventar nuestras carencias, a trabajar y esforzarnos en pro de nuestro bienestar y del bien común, sin agobiarnos, sin estresarnos y sin caer en la frustración y el desfallecimiento.

Entiendo que para que nuestra vida sea saludable y los más feliz posible, ambas fases o flujos: el de subida, actividad, esfuerzo y lucha; y el de bajada, asimilación, descanso y paz; deben alternarse y alcanzar un equilibrio dinámico, en permanente avance con sentido positivo, sin prisa pero sin pausa, y teniendo cuidado de no caer en las “disfunciones” que se indican en el esquema, tanto en el flujo de subida como en el de bajada.

En el círculo rosa central está nuestra mente, nuestro “YO” con ese permanente bipolo que actúa a modo de motor, oscilando entre nuestro “Verdadero Ser”, que nos conecta con los demás y con todo el mundo exterior, haciéndonos sentir que formamos parte de la Naturaleza y del “Amor Universal”; y el “Ego”, que nos diferencia y separa del resto, centrándonos en nosotros mismos.

He tratado de resumirlo gráfica y esquemáticamente en el dibujo que veis arriba, parece sencillo pero me ha costado un par de días idearlo, confeccionarlo y pulirlo. Por supuesto que se admiten sugerencias, ideas y mejoras, siempre hay que estar con la mente abierta y en búsqueda de la mejora continua.

Que disfruteis de vuestras reflexiones y de estas canciones:

1) Looking for something better, The RO-D-YS (Holanda, 1969).

2) Día de suerte, Los Retrovisores (Barcelona, 2018).

Anteriores entradas de esta sección:

I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, XX, XXI, XXII, XXIII, XXIV, XXV, XXVI, XXVII y XXVIII.

martes, febrero 05, 2019

VERSIONES DE UNA VIDA (XXVIII)




Ayer se cumplieron 10 años de la pérdida de Lux Interior, quien fuera cantante y líder de la legendaria banda californiana The Cramps, lo que motivó que en el programa de Radio 3El Sótano” celebrasen “San Lux Interior” con un programa especial en el que los oyentes dijeron cuáles son sus canciones favoritas, explicando las causas o lo que les sugieren.

The Cramps figuran entre las influencias de los Rescuers, por lo que me veo en la “obligación” de (y además me apetece) dedicarles una nueva entrada. Se les suele meter en el saco del punk-rock y el “psychobilly”, aunque realmente son únicos e inclasificables, de ponerles alguna etiqueta me inclinaría por la de “50s-serie-B-rock and roll-punk”. En una entrevista, Lux dijo que el rock, al igual que el "pop", sólo es un estilo musical o un entretenimiento, mientras que el "Rock and Roll es una forma de vida.

En mi caso, les descubrí a principios de los 80, gracias a la radio y a las cintas piratas que conseguíamos en El Rastro de Madrid (ver 1ª foto). Tuve la inmensa fortuna de verles actuar en la mítica sala “Rock-Ola”, el 31 de mayo de 1984 (entrada del concierto en la 2ª foto). Por aquel entonces, los punkies españoles continuaban con la fea y sucia costumbre (ya obsoleta en el mundo anglosajón) de lanzar escupitajos a los músicos que actuaban sobre el escenario, lo cual irritó sobremanera al batería Nick Knox (tristemente fallecido el 15 de junio de 2018). Nunca podré olvidar la tremenda rapidez y agilidad felina con la que Nick saltó por encima de la batería y agarró por la solapa a un aterrorizado punky, mientras los de seguridad le sujetaban del brazo para que no le arrease un puñetazo en toda la cara. Después de aquel incidente, los Cramps volvieron al camerino y advirtieron que si veían un lapo más darían por concluido el concierto. Afortunadamente, al poco rato regresaron al escenario, la peña dejó de escupir y pudimos disfrutar de un excitante e inolvidable show, con toda la parafernalia de Lux arrastrándose por el suelo y quitándose la camisa, ante una arisca pero sensual Poison Ivy empuñando su bajo, con toda la actitud del mundo.

A través de ellos descubrí la música más oscura de los 50, gracias también al novio rocker de la Yoli (en el dibujo), quien me descubrió al gran Link Wray, una clara influencia en los Cramps, como puede comprobarse en las versiones de hoy, si bien no se trata estrictamente de una versión, sino de una clara inspiración en los riffs y efectos de guitarra copiados de la primera para incluirlos en la segunda:

1) Ace of Spades Link Wray (1960).

2) Sunglasses after dark The Cramps (1980).

Anteriores entradas de esta sección:

I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, XX, XXI, XXII, XXIII, XXIV, XXV, XXVI y XXVII.

viernes, febrero 01, 2019

VERSIONES DE UNA VIDA (XXVII)



La primera banda que utilizó la palabra “psychedelic” en un disco fueron The 13th Floor Elevators en su álbum de 1966, “The Psychedelic Sounds of the 13th Floor Elevators”. El sonido de esta banda se caracterizó por el empleo de un curioso instrumento de viento, la “electric jug” o “jarra eléctrica”, que consiste en una especie de recipiente con agua dentro y que al soplar produce un sonido de borboteo que le confiere a las canciones un ambiente o fondo rítmico primitivo, ancestral, casi mágico. Justo el espíritu que quiso recuperar uno de los grupos más oscuros y ácidos del revival garagero de los 80, como fueron The Morlocks, con el patibulario Leighton Koizumi al frente, por lo que no tardaron en versionar el tema compuesto por Rocky EricksonYou Don´t Know (How Young You Are)” que han incluido en su ábum de 2018 “Bring On the Mesmeric Condition”.

Formados en San Diego (California), en 1984, a los Morlocks las tierras californianas les debieron parecer demasiado luminosas y modernas, para unos vampiros cavernícolas como ellos, por lo que hace unos años que se han establecido en Düsseldorf (Alemania), de donde han venido estos días para comenzar una gira por España que finalizará el próximo 10 de febrero en la Sala “Stereo” de Logroño ¡¡¡Los Morlocks en Logroño!!! (cuánta “o”! ¿No?).

La letra del “You Don´t Know (How Young You Are)” va de un jovenzuelo que se queja por todo y un adulto que le replica: “pero si es que no sabes lo joven que eres!!!”. Así que, en esta sociedad, en la que nuestros jóvenes y no tan jóvenes estamos obnubilados, casi hipnotizados, por las pantallas de móviles, tablets y ordenadores, estos viejos trogloditas reivindican lo primitivo, antiguos y oscuros ritos precursores de la hipnosis, como es el “mesmerismo”, basado en las misteriosas fuerzas telúricas que emanan de las manos y de la mirada, pero no se trata de meras imágenes virtuales artificiales, sino que son, verdaderamente, muy reales y naturales; con ojos de carne, sangre y piel; y manos de carne y hueso, quizás por ello cuelguen de sus cuellos collares hechos con este último material óseo.

En fin, habrá que ir a verlos en directo, ya que no pude disfrutar de ellos en su época de máximo apogeo, en los 80, habiendo tenido la gentileza de venir a visitarme a mi casa, porque... ¡Igual ni yo mismo sé lo joven que soy!

Que las disfrutéis!:


2) The Morlocks (2018).

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