domingo, diciembre 27, 2015

UN PROFETA DEL SIGLO XXI: ÁNGEL STANICH





 


Aunque su imágen desaliñada e hirsuta, recuerda un tanto a la del primer Dylan, el empuje y ritmo poderoso con el que saltó al escenario, en solitario, y se puso a rasgar con rabia las cuerdas de su guitarra, le asemejan más a un Johnny Cash carpetobetónico, al que el propio Ángel Stanich rinde tributo al mencionarle en alguna canción, así como en el título de un EP que grabó en directo en 2014 “Disparar a un hombre en Reno”.

Tras esa impactante entrada en solitario, su banda, compuesta por guitarra, bajo y batería, tremendamente sólida y engrasada, se unió a él, añadiendo aún más fuerza y potencia, destacando los ambientes psicodélicos que emanaban de las vibrantes cuerdas del “Pescador”, soberbio guitarrista, así como la colaboración especial de Jave Ryjlen (Idealipstick) al órgano y percusiones, en algunos temas, porque hay que subrayar el hecho de que, por encima de todo, se notaba que estábamos en presencia de grandes músicos, envueltos en el universo creado por la singular personalidad de Ángel, repleto de caótica poesía, en la que se mezclan tópicos con geniales originalidades, lo cotidiano con lo místico y lo legendario, proveniente tanto de la religión como del western. Un universo delirante y psicodélico, que, en cierto sentido, puede recordar al de artistas de los 60 tan peculiares como Donovan, del que versionaron su “Hurdy Gurdy Man”, aunque quizás más influenciado por lo americano, como también se evidenció con la estupenda versión castellanizada del “My My, Hey Hey” del gran Neil Young.

Su austero y rudo aspecto tiene la aureola bíblica de profetas como San Juan el Bautista, sumergiéndonos a todos en un ritual ancestral, a caballo entre los pieles rojas norteamericanos y las catacumbas de los primeros cristianos. A veces podría pensarse que unas letras tan delirantes sólo pueden escribirse bajo la influencia de ciertas sustancias, idea que podría verse reforzada por canciones como “Mezcalito”, sin embargo, yo diría que el espíritu puro e inocente prevalece, siendo uno de los momentos más álgidos del concierto cuando, tras una introducción explicativa más profunda y prolongada de lo habitual, interpretó el tema titulado “Jesús Levitante”, cuya letra reza: “Dímelo a mi ¿Quién te ha llamado? Jesús del Madero a tí te ha llamado, hablas de él como un amigo. Es el que lleva al colegio a tus hijos... Soy San Gabriel, traigo un mandato: Deja las drogas, te están afectando”.

En efecto, su menuda anatomía, de aspecto frágil, y un carácter tímido que busca refugio tras su rizada melena y poblada barba, parecen esconder una inusitada fuerza que le hace brincar sobre el escenario como una especie de Rasputín, rebelde y humilde, a la vez. El respeto a sus mayores, compatriotas, se evidenció con la versión que hicieron de "El Río", del granadino Miguel Ríos. Su peculiar voz, tiene el carraspeo de la rabia cargada de ácido sarcasmo, pero en un tono que refleja un cierto candor infantil, cálido, sincero y sin ninguna malicia, apesar de que diga cosas tan duras como “El tipo en quien confía el carnicero cuando quiere género fresco... Hey Joe si me vas a matar, deja al menos que termine mi sandwich”. De su canción más famosa “Metralleta Joe”, con la que cerró el bis y el concierto de manera apoteósica, la noche del 26 de diciembre, en la sala Biribay de Logroño.

Resuena en el sombrero: “Mezcalito”.- Ángel Stanich (Santander, 2015).

jueves, noviembre 05, 2015

CANCIONES QUE DEJAM HUELLA (XIII): NUEVO MILENIO, VIEJO COUNTRY, SE CIERRA EL CÍRCULO



Si los 80 comenzaron con un hecho trágico como fue el asesinato de John Lennon, en Nueva York, el 8 de diciembre de 1980, el comienzo del nuevo milenio se abrió con la muerte de Joey Ramone, el 15 de abril de 2001. Si bien el acontecimiento que más marcaría la Historia de la “Gran Manzana”, así como el de todo el mundo occidental, fueron sin duda los terribles atentados de las torres gemelas, aquel fatídico 11 de septiembre de 2001, un brutal episodio que quizás contribuyó a que el pueblo estadounidense adoptara un papel ciertamente novedoso para ellos como es el de víctima, motivado paradójica y precisamente por liderar la cultura occidental. Por eso, ahora pienso que quizás aquello propiciara o favoreciese un cierto resurgimiento del “country” a nivel mundial.

Ciertamente, ya había algunos grupos que, desde mediados de los 90, se habían dedicado a cultivar la tierra fértil del country-rock o el llamado “rock con raíces”, siendo Wilco y su carismático líder, Jeff Tweedy, uno de sus máximos representantes, sin duda se trata de una gran banda, aunque lo cierto es que no soy capaz de recordar ninguna canción de ellos que realmente me dejara huella.

Sin embargo, el encargado de que volviese a caer de lleno en las redes del country (tras aquel primer acercamiento a mediados de los 80) no fue ningún “cowboy” al uso, sino un chico melenudo de la costa Este, tan inesperado como Evan Dando. Una vez más, la radio escuchada en el interior del coche, jugó un importante papel, recuerdo que iba conduciendo junto a la familia en uno de mis numerosos viajes a Madrid, para visitar a mis padres, cuando Julio Ruiz, en su programa “Disco Grande” entrevistó al ex-cantante de Lemonheads, que entonces estaba de gira en solitario por España, y así, de buenas a primeras, para hacer una gracia, se arrancó con un par de estrofas del “Ring of Fire” de Johnny Cash:

The taste of love is sweet
When hearts like ours meet
I fell for you like a child
Oh, but the fire went wild.
I fell into a burnin' ring of fire
I went down, down, down
And the flames went higher,
And it burns, burns, burns,
The ring of fire, the ring of fire.”

Me quedé pensativo por unos instantes y luego reaccioné ¡A sí, ese tipo con cara de malo de western, que canta country con un grave vozarrón!

Recuerdo que al llegar a casa, me metí en internet y empecé a buscar cosas sobre la canción, descubrí que había sido compuesta por June Carter, tocando una cítara, una mujer extraordinaria que puede decirse que rescató a Johnny Cash del infierno de las drogas y recondujo el espíritu de forajido autodestructivo hacia un sereno e introspectivo predicador, dos personajes que se han batido en duelo en la oscura y polvorienta calle que parte en dos su alma atormentada.

Recuerdo canciones memorables que ambos cantaron juntos como el tema tradicional “Will the Circle Be Unbroken” o la preciosas “If I Were a Carpenter” y “Jackson”.

En mis numerosos viajes a EEUU (en Iowa dibujé el retrato de Johnny que aparece en segundo lugar) me hice con algunos CDs, tanto de Cash como del gran Waylon, otro gran personaje del country, aunque empecé a preocuparme cuando descubrí que mi ex-suegra, Arlys (descanse en paz), era una auténtica fan de estos artistas “Aquí pasa algo raro ¡Esto no es normal!”, pensé.

El 15 de mayo de 2003, June Carter falleció en Nashville (Tennessee) y Johnny sólo aguantó sin ella 4 meses, muriendo el 12 de septiembre del 2003, lo cual también contribuyó a que su figura fuera ensalzada y recordada por todo tipo de músicos y artistas, muy por encima del entorno del country. Recuerdo perfectamente que la mañana en que tuve conocimiento de su muerte, me encontraba realizando un tratamiento aéreo contra la procesionaria del pino y, mientras esperaba la llegada del avión, viví una inolvidable experiencia que narré en aquella entrada sobre los corzos. Además de “Girl from the North Country”, una de las canciones que más me emocionó, por la tremenda premonición que supone y por estar cantada a duo junto a su hija Rosanne, poco antes de morir, fue este escalofriante September When It Comes.

También en el mes de septiembre, el día 19 del año 1973, falleció otra gran figura como fue Gram Parsons, reivindicado por numerosos artistas, así como a su alma gemela, Enrique Urquijo, fallecido el 17 de noviembre de 1999, quien también grabara una versión de su tremendo y estremecedor “Hickory Wind”.

En el cine, el biopick “Walk the Line”, dirigido en 2005 por James Mangold y protagonizado por Joaquin Phoenix (en el papel de Johnny Cash) y Reese Witherspoon (June Carter), me impactó enormemente, al igual que “Brokeback Mountain”, que se estrenó en España el 8 de enero de 2006, dirigida por Ang Lee, con música de Guillermo Santaolalla, que les valió a ambos sendos premios Óscar basada en un relato original de Annie Proulx, publicado en la revista “The New Yorker” el 13 de octubre de 1997, supuso todo un hito en la historia del western, por su revolucionaria ruptura del arquetipo del cowboy. En su banda sonora aparece el tema “King of the Road”, compuesto por Roger Miller en 1964, al igual que en aquel gracioso anuncio de Audi con un muñequito de Elvis que se contoneaba sobre el salpicadero de un coche a golpe de embrague y palanca de cambios.

En el mundo del country de aquella época, descubrí la existencia de seres tan maravillosos como Danielle Peck (3ª foto), capaz de cantar versiones tan emblemáticas como el “Folsom Prision Blues” de Cash, o de resultar perturbadoramente atormentada al mismo tiempo que pasionalmente espiritual en estremecedores temas como “I Don´t”, este intenso vídeo me tuvo totalmente atrapado y obsesionado durante meses.

Otro importante descubrimiento que realicé a través de Radio 3, en este caso en un efímero programa de “alt-country” llamado “Countrybution”, que presentaba Elena Gómez, fue el dúo estadounidense Handsome Family. Aún se me pone la carne de gallina cuando recuerdo la primera vez que escuché el ritmo pausado de “Weightless Again”, con una cadencia que evoca los pasos retumbando en el mullido suelo de un bosque milenario de sequoyas y aquella frase: “I wanted to kiss you, but I wasn´t sure how, like dose indians lost in the rain forest. Forced to drag burning wood, wherever they went, they all had forgoten how to strat a fire”. (Quería besarte, pero no estaba seguro de cómo hacerlo, como esos indios perdidos en el bosque lluvioso. Obligados a llevar brasas de madera ardiendo a donde quiera que vayan, ya que todos ellos habían olvidado cómo encender un fuego).

El mundo de la música es como una gran familia, en el fondo no importan tanto los estilos sino el espíritu y las ganas de crear, hacer arte y contar historias, así he tenido la inmensa suerte de ver a Sex Museum tocando en vivo una magnífica versión del “Unidos” de Parálisis Permanente, de manera que Marta Ruiz (rubia de raíces mods sesenteras) y Ana Curra (morena musa del punk y el post-punk) son dos grandes y bellas muejeres con mayores similitudes de lo que podría pensarse a primera vista. Otros ejemplos de curiosas conexiones entre estilos muy diferentes, fue cuando Johnny Cash hizo la mejor versión del “Personal Jesus” de Depeche Mode que he escuchado nunca, o la que cantó agónicamente del “Hurt” de Nine Inch Nails. O cuando Arizona Baby hicieron lo propio con el clásico del tecno “The Model” de Kratwerk, mientras que Dr. Explosión tocaron una versión surfera del “Blue Monday” de los New Order.

En esta sección de XIII capítulos he querido reflejar que, en el fondo, lo realmente importante son las canciones. En el aspecto temporal, puede decirse que hay canciones que han marcado una época, pero también hay verdaderas obras maestras atemporales. Siempre me ha fascinado el mágico proceso de componer una canción, tal y como se puso de manifiesto en la que considero una de las mejores entradas que hay en este blog, aquella en que la propia Rennie Sparks (Handsome Family) explicaba cómo se había ido gestando el tema titulado “Woodpecker”.

Y para cerrar el ciclo (al más puro estilo de la estructura circular del “Ring of Fire”), terminaré igual que empecé, citando el fabulosos libro de Jaime Urrutia, “Canciones para Enmarcar”. Ahondando sobre lo que decía, en el mundo de la música son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. Me ha llamado la atención el gran reconocimiento que ha hecho Jaime de la fuerte influencia que ha tenido para él el grupo británico The Kinks, hace pocas semanas escuchaba decir lo mismo a Rob Lind (saxofonista de The Sonics), en una entrevista en la radio, y hace unos años pudimos comprobar lo bien que suena su música en forma coral, con aquel tremendo disco “Kinks Choral Collection”, grabado en noviembre de 2009 por Ray Davies junto al Dessoff Chamber Choir, en Town Hall de Nueva York.

Jaime Urrutia explica en la página 160: “Como compositor, siempre digo que las grandes letras vienen de momentos duros y experiencias dolorosas, pero también puedo suscribir las palabras de Manzanero. Hay ocasiones en que las canciones nacen como si estuvieran en el aire y son ellas las que vienen a capturarte a través de la lluvia”.

Capítulos anteriores de esta sección: I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI y XII.

Ilustraciones: 1) Pintura del prolífico artista británico Jon Langford, expuesta en "La Fiambrera" de Madrid (C/Pez, 7), en mayo de 2015. 2) Dibujo by Mad Hatter (Iowa, 2005). 3) Foto de la bella Danielle Peck.

viernes, octubre 30, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (XII): DESCOLORIDOS, DESLAVAZADOS Y DIFUSOS 90



En 1989 los Rescuers nos separamos. Paquiño, el bajista, continuó tocando con los Potros y después con The Holdens. Gonzalo Lagarto, el batería, siguió tocando con Los Imposibles. Mientras que Vicente (guitarra solista) y Ramón (guitarra rítmica y cantante) pasaron efímeramente por Las Lenguas.

Lo último que recuerdo de los 80, es que todo pareció hundirse sin remedio en el caos y el ruido, de la mano de grupos oscuros y cañeros como los londinenses Birdhouse, con temas tan caóticos como este “Sick Boy” (1987). La guapa Wendy James de los también británicos Transvision Vamp, en 1989, cantaba a voz en grito que ya no importaba nada: “Baby I Don't Care” Mientras que en Estados Unidos, grupos como The Pixies (Boston, Massachussets), caían en la “locura naif”, asegurando que los monos también pueden ir al cielo: “Monkey Gone to Heaven” (1989). Aunque para rara, rara, esta versión del “Hurdy Gurdy Man” (1991), que fue compuesta por Donovan en 1968, a cargo de unos tejanos chiflados llamados The Buthole Surfers.

El inicio de los 90 supuso para mi el final de mi época estudiantil y, tras realizar y presentar el proyecto fin de carrera para ser Ingeniero de Montes y hacer 9 meses de mili (primer reemplazo que nos acogimos a dicha rebaja en el tiempo de servicio militar), me puse a buscar trabajo y en 1993 firmé mi primer contrato laboral con la empresa “Tragsatec”, con la que trabajé en la toma de datos para la elaboración del Plan Contra Incendios Forestales de la Comunidad de Madrid. En 1994, pasé a trabajar como funcionario interino en la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de la Junta de Castilla-La Mancha, por lo que estuve viviendo (junto a mi pareja) y trabajando en la ciudad de Toledo durante 3 años, hasta que en 1997 me trasladé (también con mi pareja) a mi ciudad natal (Logroño), para trabajar como funcionario interino en la Dirección General de Medio Natural, donde aún continúo, ya como funcionario de carrera, desde el año 2001, en el que aprobé la oposición.

Como es lógico, toda esta actividad laboral y personal hizo que me apartara bastante de la escena musical, si bien, seguía al tanto de las principales novedades a través de la radio, que siempre me gusta escuchar en el coche, y también gracias a mi hermano pequeño que estaba bastante enganchado a los grupos británicos (principalmente de la ciudad de Manchester) que surgieron en aquella época. Recuerdo especialmente aquel bailable y marchoso “The Only One I Know” (1990) de los Charlatans, quienes formaron parte del llamado movimiento “Madchester”, al igual que sus paisanos The Stone Roses que, directamente, querían ser adorados: “I Wanna Be Adored” (1989). Sin embargo, nunca he podido soportar a Oasis ni a Blur.

En EEUU también había mucho movimiento por aquella época, así en la ciudad de Nueva York, teníamos el ruidoso rock alternativo de Sonic Youth con temazos como “Kool Thing” (1990). En el Noroeste estaban los Mudhoney, pioneros del “Grunge”, que nos hicieron notar que la juventud cada vez pierde antes su dulzura e inocencia en canciones como “Sweet Young Thing Ain´t Sweet No More”. Si bien los auténticos gurús del estilo fueron Nirvana, quienes en 1991 sacaron un auténtico himno lleno de fuerza y energía adolescente “Smells Like Teen Spirit”.El suicidio de su cantante, el carismático Kurt Cobain, el 5 de abril de 1994, supuso un mazazo para todos los aficionados a la música. Quizás aquella triste nocia fue la que motivó el “Feel the Pain” de los colegas Dinosaur Jr., desde la costa Noreste (Massachusetts). También de ese mismo Estado, de Boston, en una línea bastante más pop y melódica, pero no menos melenudos, estaban los Lemonheads, con el carismático Evan Dando al frente, cantando melocotonazos como este “Into Your Arms” (1993). Mientras que desde Chicago (Illinois), los Smashing Pumpkins se centraban en el momento actual con canciones como “Today”, siguiendo los pasos de los mencionados Pixies, mientras que en otras evocaban tiempos románticos del pasado, como en “Tonight, Tonight”. Entre tanto, desde Los Ángeles, Weezer cantaban en 1994 que no les importaba nada lo que pasase en América, ni lo que hizo “Buddy Holly”.

Por otra parte, en el Medio Oeste había unos pocos grupos que conservaron las raíces “country”, como fueron los Jayhawks, en Minnesota, de los que mi tema preferido es sin duda “Blue” (1995); mientras que, procedentes de Illinois, estaban Uncle Tupelo, cuyo líder, Jeff Tweedy, formaría en 1994 los legendarios Wilco, quienes tuvieron su apogeo en la década siguiente del 2000.

Entre los pocos que osaron seguir manteniendo en alto la vieja antorcha del sonido garajero de los 60 en los 90 estaban los estadounidenses Untamed Youth, con el genial showman Deke Dickerson a la cabeza, y los asturianos Dr. Explosión en España.

Mientras que en la “Music City” de Nashville (Tennessee) los Straightjackets fueron pioneros del rock instrumental, haciendo versiones como la del tema de la añorada serie “The Munsters Theme” (1998).

Pero lo cierto es que eran la excepción que confirma la regla... A mi los 90 siempre me olerán a camisa de franela a cuadros descolorida, después de 800 lavados, con unos recuerdos muy difusos,… igual que la foto de arriba, vamos!

Capítulos anteriores de esta serie: I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX , X y XI.
 

jueves, octubre 22, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (XI): LAS HORDAS VIOLETA SE EXTIENDEN POR EL MUNDO





En el capítulo anterior mencionaba que el movimiento revivalista del garaje sesentero se estaba extendiendo como una mancha de aceite violeta por todo el mundo, particularmente activa fue la escena sueca. Ciertamente, los países nórdicos, al tener unas noches tan largas y frías durante el invierno, siempre han sido muy aficionados a la música, lo sorprendente es la calidad y calidez de los sonidos llegados desde tan altas y frías latitudes, enlazando con el capítulo IX "nuevo rock americano”, podría aplicarse aquello que cantaban los californianos Rank & File: “When the hot wind blows from the north…”.

Los primeros suecos que arribaron a nuestras soleadas costas con su drakar vikingo fueron The Nomads, sobre los que ya hemos hablado en ocasiones anteriores, quizá la canción que más me gusta de ellos, con esos sublimes coros a ritmo panderetero, es “The Way You Touch My Hand”, su audición supuso un antes y un después en la práctica del sano y grato deporte de “hacer manitas”.

Uno de los motivos por el que estos grupos escandinavos nos resultan tan cálidos, es porque en estos países valoran mucho sus cortos veranos de largos días, en los que disfrutan de muchas horas de luz solar, de ahí que sean capaces de componer canciones tan preciosas como este “Pretty Days in The Summertime” de los Watermelon Men, quines también hicieron una versión del “There She Goes” de la Velvet Underground, ambos temas incluidos en su fabuloso álbum “Past, Present and Future” (1985).

Con un rock algo más ácido y duro, el mismo año (1985) The Wayward Souls sacaron su LP “Painted Dreams”, del que destaco su canción “Build a Fire Inside”, con reconfortantes guitarras. Recuerdo que, aprovechando uno de los viajes por trabajo que realizó mi padre a Suecia, le pedí que me trajese ambos álbumes, que grabé en una cinta cuya portada figura en el dibujo nº 2.

Pero, sin duda, los suecos que más me impactaron y más se acercaron al sonido que yo hubiese deseado para los Rescuers, fueron The Creeps. Me parece memorable aquella magistral ligazón sin pausa que hicieron en “Maintaining My Cool – I´m a Rolling Stone”, en su fabuloso LP “Enjoy The Creeps”.

También hay que recordar el monumental sólo de fuzz y aquellos tremendos coros femeninos que se marcaron The Sinners en su “Hot Shot”, o aquel “I Tell No Lies” de The Shoutless que contestaba al “Even I Tell Lies” de los Crimson Shadows.

Entre los más estridentes fieles seguidores al sonido garajero más purista estaban los Stomachmouths, con canciones como “I´m Going Away”, y unos de mis favoritos, por su impecable sonido cavernoso de “moderno primitivismo” fueron los Wylde Mammoths y aquel sublime “Won´t Make Up Her Mind”.

Entre los más poperos tenemos a los Playmates con su agónico “Need Somebody” y a los Pushtwangers y su colorista “Boyfriend”.

El Reino Unido, a finales de los 70, ya contaba con legendarios precedentes en la escena punk, como los norirlandeses The Undertones y los ingleses The Buzzcocks, pero la cuna del Sargent Peppers no podía abstraerse al resurgimiento del garaje más-psicodélico de los 60, de manera que los veteranos XTC se transformaron en los estrambóticos Dukes of Stratosphear, de los que ya hemos hablado en ocasiones anteriores.

El contrapunto a esta caleidoscópica explosión de colores lo ponían unos pálidos, austeros y tímidos chicos escoceses que solían vestir con traje negro y camisa blanca llamados The Thanes, mi canción favorita de ellos es este “Before I Go”.

También escoceses, pero tirando más hacia el psycobilly, estaban los Primevals, con un tema que reivindicaba la solución a un problema que ya estaba muy vigente entonces y que, desgraciadamente, ha ido a más, como es la emancipación de los jóvenes: “My Emancipation”.

Dentro de la escena más “beat” teníamos a The Dentists, con ese dinámico “Pallino”, que abría su álbum de 1985 “You and Your Bloody Oranges” (3ª portada).

Desde la vecina Francia, también con un sonido muy “beat”, nos visitaron un par de veces al Agapo Les Scurs, con aquel inolvidable y sabio consejo de nunca escupir a los trozos de felicidad que salpican nuestra existencia, por pequeños que sean: “Never Spit (On any Little Happiness Bit)”. También tocaron aquí varias veces unos amiguetes garajeros llamados Les Thugs, con aquel tema “Femme Fatale” que salió en “The Battle of the Garages (Vol. IV)”.

En el lado más psicodélico, teníamos a aquellos extraños habitantes de “Nutopía”, llamados The Vietnam Veterans. Mientras que en la parte más popera estaban los Gamine con aquella insuperable “Harley Davidson”. Por su parte, los más veteranos The Dogs, con su carismático líder y cantante Dominique Laboubée, hacían un rock más clásico, como esta versión del “Shout”, un tema de los Isley Brothers muy versionado en la época.

En Italia, teníamos a los ácidos y garajeros Sick Rose con su “Get Along Girl”, y a los Birdmen of Alcatraz, en plan más psicodélico, como lo demuestra este “April Dancer”.

Incluso en Grecia estaban The Last Drive con canciones llenas de inquietante misterio como “Every Night”.

Más al Norte, en Alemania estaban The Chocolate Factory, quienes, quizás recordando aquella legendaria banda californiana Cholote Watchband, se obsesionaron con el tiempo en temas como “60 Minutes of Your Love”, incluido en su LP “45 minutes out of 3 years”. Con sede en Berlin, estaban The Legendary Golden Vampires, que cultivaban una de las grandes aficiones del estilo como es la de hacer versiones, tanto de conocidos “clásicos” como el “Strychnine” de The Sonics, como de temas mucho más escondidos y oscuros como el “Rebel Woman”, compesto en 1967 por un rocker garajero llamado Dean Carter. En el lado más psicodélico y evocando aires americanos estaban los Multicolored Shades y su “(The Ballad of) The Voodoo Ranger“.

Otro gran bastión de buena música siempre ha sido la isla-continente de las antípodas, Australia, que contaba con precedentes tan ilustres como Radio Birdman, de los que traigo una versión de los 13th Floor Elevators (1966), que también hacíamos The Rescuers, como es el “You´re Gonna Miss Me”, o The Saints, bandas legendarias cuyos pasos fueron seguidos por grandes grupos de garaje como los Celibate Rifles, aquel brutal “Slave Girl” de los Lime Spiders, tampoco se quedaban a la zaga los cavernícolas Screaming Tribesmen y su “Date with a Vampyre”. Algo más modositos y románticos eran The Stems, The Scientists, los ya mencionados en el capítulo IX Beasts of Bourbon, con su oscuro tema “Psycho”, o los no menos oscuros Died Pretty que también vinieron a tocar al Agapo, como bien demuestra el vídeo del enlace.

Capítulos anteriores de esta serie: I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX y X.

viernes, octubre 16, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (X): REVIVAL SESENTERO EN LOS 80









En 1978, The Fleshtones grabaron su primera versión de lo que puede ser considerado un himno a las raíces del rock americano, “American Beat”, en el que, en una interminable retahíla de nombres mencionan a todos aquellos grupos que influyeron en estos precursores del revival del garaje y el “frat” sesenteros. El nombre de este último estilo proviene de la música que hacían las “fraternidades” estudiantiles de las Universidades norteamericanas para amenizar sus fiestorras y juergas, inmortalizadas en la película “Bachelor Party” (Despedida de Soltero, 1984).

Según mencionábamos en el capítulo anterior, ya en 1979, los californianos Crawdaddys, en su “Crawdaddy Express”, incluyeron algunas versiones de canciones de los 60 como “You Can´t Judge a Book by the Cover”, compuesta en 1962 por Willie Dixon para el gran Bo Diddley. En 1963, los Yardbirds sacaron una versión grabada en directo en el “Crawdaddy Club” de Londres (ya sabemos de dónde sacaron el nombre los de San Diego).

En enero de 1980, los Ramones, pioneros del punk más genuino del 77, nos dejaron a todos descolocados al grabar una versión del “Baby, I Love You”, con acompañamiento de cuerda y producida por el mismísimo Phi Spector (!!!), quien la compuso en 1963, junto a Jeff Barry y Ellie Greenwich, para las Ronettes.

Meses más tarde, en noviembre de 1980, los Barracudas cantan a voz en grito y sin tapujos que “I Wish It Could Be 1965 Again”.

En 1983, R. E. M. hicieron una versión del “There She Goes Again” de la “Velvet Underground”.
En 1984, los galeses The Alarm tocaron una versión de “The Bells of Rhymney”, un tema folk compuesto por Pete Seeger, en 1958, que ya habían versionado The Byrds, en 1965, grupo este idolatrado por los Long Ryders, que ya mencionamos en el capítulo anterior. Al escuchar todas estas canciones, empecé a darme cuenta de los grandes tesoros que se escondían en los numerosos y oscuros recodos de la mágica y prodigiosa década de los 60, al margen de los manidos e hiperconocidos Beatles, Rollings, Dylan y todo el Soul negro ¡Que no es poco! Pero había más!

Recuerdo que el auténtico shock se produjo al descubrir a The Sonics, a través de la versión del “Strychnine” que realizaron los Fuzztones en 1984, y de la que hicieron los Nomads en 1983, para aquella fabulosa recopilación de garaje llamada “The Rebel Kind”, del “Have Love Will Travel”, compuesta por Richard Berry en 1959 y versionado por los de Tacoma en 1965.

Visto con la perspectiva del tiempo, lo cierto es que la evolución desde el “afterpunk siniestro” al “garage rock” (pasando por el breve interludio de rock con raíces country del que versó el capítulo anterior), y siguiendo el trayecto Cramps - FuzztonesNomads - Lyres, no deja de tener cierta lógica, y no fui el único que lo siguió. Ciertamente, la profunda voz de Gerry Roslie (Sonics) tiene un cierto tono primitivo y tétrico, que conecta con la onda oscura del post-punk, como un ancestral aullido, parece incitarnos a buscar las raíces más profundas, explorando las catacumbas del rock.

The Sonics, a su vez, estaban fuertemente influenciados por un grupo de su misma zona (Oregón y N.O. de USA), formado por músicos con algo más de edad y experiencia que ellos, The Wailers, que tocaron canciones ciertamente adelantadas a su tiempo como “Hang Up” (1965), que fueron el precedente del llamado “garage rock” y del rock´n´roll sórdido y decadente que amenizaba los “titty shakers shows”, que tanto inspiró a The Cramps (quienes, inevitablemente, terminaron haciendo una versión del tema en 2003, ver enlace anterior).

Por eso, cuando en 1987, los californianos Thee Fourgiven tocaron una salvaje versión del “Hang Up” esta canción, podríamos decir que se cierra el círculo del revival del sixties punk en los 80.

De este complejo asunto de los precursores del punk ya hablamos en la entrada del enlace anterior. Ya a principios de los 50, había jóvenes audaces y descarriados que cantaban temas con títulos como “Live Fast, Love Hard, Die Young”, de Faron Young, heredero, a su vez, de una filosofía de vida (y de muerte), a juzgar por el escaso aprecio por la propia salud que demostraban tipos taciturnos como el legendario Hank Williams, a finales de los 40.

En los 60, hemos mencionado ya el “Hang Up” de The Wailers, y a sus seguidores The Sonics, aunque lo cierto es que la primera vez que se utilizó el término “punk” fue con un grupo de chicanos, pioneros del “garage rock”, llamados “Question Mark (?) and the Mysterians”, quienes alcanzaron la cima del éxito mundial en 1966 con su temazo “96 Tears”.

Otro auténtico himno de la época fue el “Louie Louie”, compuesta por Richard Berry en 1955, pero que alcanzó la fama gracias a los Kingsmen (1963), The Kinks, Beach Boys, Otis Redding (1964), The Ventures (1965) y The Sonics (1966), entre otros muchos artistas, incluyendo la versión en castellano “Luisa Se Va” que hicieron Los Elegantes en 1986.

A mediados de los 80, hubo un auténtico aluvión de grupos, pero el verdadero meollo del revival sesentero estaba en EEUU, donde podríamos decir que había dos “ligas” principales (como en la NBA):

Por un lado estaba la costa Este, donde destacaban los ya mencionados Fleshtones y Fuzztones, junto con los Chesterfield Kings y The Vipers, todos ellos en el área de Nueva York. En la cercana Pittsburg (Pensilvania) estaban The Cynics. Mientras que en Boston teníamos a los Lyres, grupo heredero de los DMZ, ambos liderados por el genial y egocéntrico Jeff Connolly. De todos ellos ya he hablado largo y tendido en este blog (ver enlaces), quizás destacar uno de los temas que mejor refleja esta nostalgia revivalista por los 60, como el “Nothing´s From Today” de The Vipers.

Dentro de la escena más “beat” teníamos a los Spongetones, en Carolina del Norte, con su dinámica “(My Girl) Maryanne”. Mientras que en la rama más psicodélica, en Milwaukee (Wisconsin) estaban los Plasticland.

En la costa Oeste, el llamado movimiento “Paisley Underground” (nombre que se le ocurrió casualmente durante una entrevista a Michael Quercio de The Three O´Clock), que ya contaba con grupos de influencia claramente sementera, como las chicas de las Pandoras, evolucionó de manera natural desde el country-rock-pop-psicodélico hacia un garaje psicodélico más ácido y sesentero. El nexo de unión lo consituyeron The Unclaimed, grupo en el que militaban inicialmente Sid Griffin (Long Ryders), Shelley Ganz, Lee Joseph (Yard Trauma y fundador del sello discográfico “Dionysus Records”) y Rich Coffee (Thee Fourgiven), que, posteriormente, tras la disolución del grupo dieron lugar a las bandas que figuran entre paréntesis. Uno de los principales catalizadores de la escena fue un activo personaje llamado Greg Shaw, fundador de sellos discográficos independientes como “Bomp” y “Voxx”, y dueño del mítico “Cavern Club” de Hollywood (1ª foto), donde emergieron bandas como Thee Fourgiven, Yard Trauma, Zebra Stripes, Tell-Tale Hearts, Crawling Walls, Untold Fables y The Things, entre otros. Mientras que la gloriosa antorcha del Garaje del Noroeste era mantenida con gran orgullo y brillantez por The Miracle Workers.

En España, este movimiento revival tuvo un morbo especial, yo diría que fue una especie de venganza o revancha histórica en la que nos desquitamos por no haber podido disfrutar ni vivir plenamente la explosión de libertad y creatividad que significó la década de los 60 en otras partes del mundo, debido a la férrea coraza que supuso la dictadura del General Franco. Los pioneros de este movimiento aquí fueron los efímeros The Nativos, desde Valladolid; en Madrid, los Sex Museum (aún en activo y recientemente nominados como la mejor banda de rock española); y Los Negativos, en Barcelona. Estos dos últimos tocaron juntos en un memorable concierto celebrado en el Colegio Mayor Chaminade de Madrid, los días 17 y 18 de enero de 1986 (ver cartel en foto 7ª), aquel acontecimiento sembró en mi la semilla para formar The Rescuers, pocos meses después, junto a un amigo de correrías nocturnas por Malasaña, Ramón Díez, parisino hijo de emigrantes del Bierzo, quien, al igual que yo, había sucumbido a los encantos de aquella “mancha de aceite violeta” que se estaba extendiendo por toda Europa.

Dentro de la escena española, destacaron personajes como Kike Turmix, quien formo, en 1986, junto a los norteamericanos Norah Findley (quien poco más tarde fundaría junto a unas amigas Las Víboras, y montó los prestigiosos locales de ensayo del “Rockpalace”) y Mike Sobiesky, The Pleasure Fuckers, que entonces ensayaban muy cerca de nosotros en los míticos locales “Faico” de Embajadores (en el piso de arriba estaban los “Sex Museum”), recuerdo especialmente aquella canción que dedicaron a nuestra bella amiga californiana Amanda, que decía aquello de: “Amaaaaanda, princess of the universe, Amaaaaanda, she'll never be a nurse!”. En en más de una ocasión, nos prestaron su furgoneta a The Rescuers para las pocas veces que tocamos fuera de Madrid (Bilbao, Guadalajara, Cuenca, Humanes)¡Muchas gracias queridos amigos!

Dentro de la rama más “Beat”, estaban los madrileños Los Potros, liderados por José Lanot (ex-Sex Museum); con el tristemente fallecido Paquiño (ex-Rescuers) al bajo. En la capital, también debo mencionar la figura del gran músico Paco Poza, fundador primero de The Karnsteins (con quienes The Rescuers compartimos aquel primer local en los mencionados “Faico”) y después, junto a nuestro ex-batería GonzaloLagarto”, formó Los Imposibles (todavía en activo). Desde Palma de Mallorca, aunque a la guitarra estaba Javier Bólido, otro ilustre personaje de la escena madrileña, estaban los Ex-Crocodiles.

Otros buenos amigos fueron Los Macana, con su cuartel general en Getafe. Mencionar también otras bandas de la escena de aquella época como: La Granja, Las Ruedas, Los Nervios, Espasmódicos, Sex Tatoo, Moscardones (pre-Soul Bisontes), The Furtivos, Los Fossiles y Los Mestizos, entre otros.

El garito de referencia, de reuniones nocturnas, divertimento y de paso obligado para las actuaciones en directo, en Madrid, de todas estas bandas fue sin duda el mítico “Agapo”, en la Calle Madera del barrio de Malasaña.

Todos los dibujos by Mad Hatter, excepto la de la portada del recopilatorio “Garage Sale”, obra de Rudi Protrudi, cantante de The Fuzztones. Este tipo de recopilatorios fueron de gran importancia en la difusión de este tipo de música, tanto de grupos de los 60: “Pebbles”, “High from the Mid Sixties”, “Nuggets” y “Back from the Grave”; como de bandas de los 80: “Rebel Kind”, “Garage Sale” y “Sounds of Now”.

Capítulos anteriores de esta serie: I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII y IX.

martes, octubre 13, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (IX): NUEVO ROCK AMERICANO






En el capítulo anterior hablamos sobre la influencia de la Historia y la narrativa de aires épicos en la música pop-rock de principios y mediados de los 80, sobre todo en Europa, aunque también surgieron grupos con una onda similar en Estados Unidos, como fueron los “Guadalcanal Diary”, de los que podría destacar aquella memorable canción titulada “Trail of Tears”. Este grupo procedía de Georgia y tenía ciertas similitudes estilísticas con sus paisanos R.E.M. (ya mencionados también en le capítulo anterior).

En Norteamérica, esta retrospectiva histórica también supuso un cierto acercamiento al folk, lo cual empezó a vislumbrarse con el uso de instrumentos acústicos tradicionales como el banjo o el arpa de boca, por algunos grupos como los (también mencionados en el capítulo anterior) “Violents Femmes”.

A todo esto se unió el estreno de películas de un estilo “western” renovado, con una estética bastante bizarra, en las que se huía de los estereotipos maniqueos y se reivindicaban las luces y sombras de los clásicos “malos”, como antihéroes representantes de la libertad y la rebeldía frente al poder establecido, como sucedía en “The Long Riders” (Forajidos de leyenda), dirigida por Walter Hill en 1980, basada en la vida y andanzas de Jesse James, o “Pale Rider”, dirigida en 1985 por el gran Clint Eastwood.

Ciertamente, la década de los 80 no fue la mejor para algunas viejas estrellas del folk-rock americano, como fue el caso de Bob Dylan. Sin embargo, muchos grupos vieron en él una forma de resaltar ese “amor por los perdedores”, así como el carácter eterno e imperecedero de la música con raíces verdaderamente auténticas, lo cual se pone de manifiesto en canciones como “The King of the Losers” de los Danny & Dusty, quienes también hicieron una versión del “Knockin´ on Heaven's Door” de Dylan, o “Time Ain´t Nothig” de Green on Red, ambos grupos californianos compartían algunos de sus miembros, ya que Dan Stuart, cantante de Green on Red, se unió con Steve Wynn, de “Dream Sydicate”, para formar el dúo Danny & Dusty. Recuerdo al bueno de Fernando García comentando por la radio en aquellos días: “¡Todo el mundo quiere parecerse a Dylan!”.

También californianos The Long Ryders, fueron los más genuinos representantes del llamado “Paisley Underground”, reivindicando artistas que mezclaron el country con la psicodelia como Gram Parsons y The Byrds, así como algunos de los “outlaws” más auténticos y genuinos del country como Waylon Jennings, del que, en su álbum “Native Sons” (1984), hicieron una versión del “(Sweet) Mental Revenge”, quedando también patente la retrospectiva histórica ya comentada con temazos de tremenda fuerza y energía desbocada al galope como “Looking for Lewis and Clark”, otros de aire más sosegado y psicodélico, como “See Rides” y algunos tirando a un power-pop más urbano “Lights of Downtown”, por no hablar de aquel himno en el que también reivindicaron la figura de los legendarios NRBQ (New Rythm & Blues Quartet).

Otros auténticos “paletos universales” que reivindicaron al gran Waylon, fueron los tejanos Jason & the Scorchers, quienes en 1985 realizaron una gran versión del “I Really Don´t Want to Know” (compuesta por Don Robertson en 1953), así como otra de “Lost Highway”, (compuesta por Leon Payne en 1948).

Pero el disco que más me marcó en aquella época fue sin duda la publicación del “Old Ways”, en 1985, del gran Neil Young, quien salía en la portada, de espaldas, paseando por un camino de tierra en un paisaje rural, y en la contraportada aparecía el cráneo de vaca que yo copié para ilustrar la correspondiente cassete (4º dibujo). En el disco, una de las canciones lo dice claramente “Get Back to the Country” y en el colaboran el ya mencionado Waylon Jennings (que toca la guitarra en 6 de los 10 temas), el no menos legendario Willie Nelson, que pone su inconfundible voz nasal en “Are There Any More Real Cowboys?” y con quien colaboró (junto a Bruce Springsteen y otros artistas) para el apoyo de los granjeros de su país en las campañas denominadas “Farm Aid”, o el gran Marty Stuart (que toca la mandolina), si bien mi canción favorita sin duda es la que abre el disco “Wayward Wind”, compuesta por Stan Lebowsky y Herb Newman, a mediados de los 50, y que interpretó Gogi Grant en 1956 y la gran Patsy Cline, en 1961.

Unos pioneros del punk californiano, como fueron los “X”, liderados por John Doe y Exene Cervenka, se juntaron con Dave Alvin y Johnny Ray Bartel, de la veterana banda de Rock´a´Billy, The Blasters, para formar The Knitters, un grupo de lo que se dio en llamar “Hillbilly Rock” o “Cow-Punk”, con claras reminiscencias al folk más rústico de la América profunda, como bien refleja su cómica versión del “Rock Island Line”, tema de blues/folk que era cantado los presos de la Prisión Estatal de Arkansas y que fue grabado por primera vez en 1934 por John Lomax.

Si bien, el extremo de máximo cutrerío y desmadre en esta escalada de “paletez” o fiebre “redneck”, lo alcanzaron los tejanos Jon Wayne en esta delirante y estrambótica “Texas Polka”.

La parte hispana de EEUU también se apuntó a este reencuentro con las raíces folclóricas, así, en Los Ángeles, tenemos a un grupo de chicanos llamados Los Lobos que cantaban en castellano, como esta canción norteña dedicada a una tal “Anselma”.

En Australia, estaban los aguerridos Beasts of Bourbon, quienes parodiaban la arquetípica temática country de los camioneros, mezclada con la religión, en delirantes temas como “Ten Wheels for Jesus”.

En España, este movimiento de acercamiento al “country & western” no pasó desapercibido con grupos tan emblemáticos como La Frontera. Recuerdo que, en ocasiones, compartíamos mesa de billar americano con Javier Andréu y Tony Marmota, en el “Más Allá”.

Regresando a la soleada California, tengo que recordar a grupos como “Rank & File”, “True West” o “Lone Justice”, a quienes ya dediqué varias entradas anteriores (ver enlaces). De la ciudad de San Diego procedían unos grandes amantes del Rythm & Blues, como fueron los Crawdaddys, quienes en 1979, tocaron una versión de otro clásico del country más primitivo “I´m Moving On” de Hank Snow (1950), por lo que puede considerárseles precursores de este movimiento de regreso a las raíces americanas. Su batería “Country Dick Montana”, en 1983, formó el grupo de “cow-punkThe Beat Farmers, con temas que recuperan esa voz masculina y viril ultragrave, propia del country, como este “California Kid”. Lo cierto es que a los Crawdaddys los descubrí alguns años más tarde, a finales de los 80, en el movimiento de revival sesentero que será objeto del capítulo siguiente. A principios de la década del 2.000, se produciría un nuevo y definitivo acercamiento al country o “Americana”.

Con este capítulo inauguro una nueva faceta de mis dibujos en miniatura, con los que ilustraba las cassettes que grababa.

Capítulos anteriores de esta serie: I, II, III, IV, V, VI, VII y VIII.