martes, noviembre 30, 2010

SOMOS LO QUE COMEMOS


En mayo de 2007, hablaba sobre la posible influencia de la dieta en los comportamientos violentos que desgraciadamente se observan cada vez con mayor frecuencia en nuestra sociedad, especialmente entre los jóvenes, los cuales podrían ser debidos a desequilibrios internos generados en la proporción de determinados elementos fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo, tales como el fósforo, el magnesio y el calcio.

Es evidente que estamos hechos de lo que comemos y bebemos, por lo que es lógico pensar que las materias que ingerimos tienen una influencia directa sobre nosotros, lo cual resulta obvio en el caso de los medicamentos, que son capaces de actuar incluso en dosis muy pequeñas. Sin embargo, resulta inexplicable que solamos preocuparnos mucho menos por los alimentos, cuando éstos son consumidos en cantidades mucho mayores y con mucha más frecuencia que los medicamentos, y también está claro que influyen decisivamente en nuestra salud.

Todo el mundo tiene muy asumido que el consumo de determinadas drogas tiene efectos perniciosos sobre la salud, sin embargo hay numerosas sustancias que consideramos alimentos inofensivos a la que gran parte de la población nos hemos ido haciendo adictos, casi sin darnos cuenta. Por ejemplo, el café (la cafeína) y el azúcar refinado se han hecho prácticamente imprescindibles para el correcto funcionamiento de nuestra ajetreada y desenfrenada vida moderna, que exige un plus de atención y energía casi en todo momento: para despertarnos, mientras conducimos, cuando vamos a la compra, durante el trabajo, en nuestras relaciones sociales, etc. Necesitamos estimulantes como la cafeína y la sacarosa para activarnos y lanzarnos a una frenética actividad; pero luego, para poder parar, relajarnos y dormir, necesitamos tomar tranquilizantes, de forma que cada vez nos volvemos más dependientes, física y anímicamente, de sustancias químicas y fármacos, cuando lo cierto es que la raza humana ha vivido y evolucionado, durante milenios, sin la existencia de dichas sustancias, las cuales son de muy reciente aparición a escala evolutiva.

Cada vez hay más estudios que parecen evidenciar un cierto efecto hormonal o alergógeno sobre el organismo de determinados aditivos y sustancias químicas, ya sea por sí mismas, como por el efecto sinérgico o acumulativo que produce su combinación o mezcla entre distintas sustancias, lo cual parece estar produciendo una mayor frecuencia de las alergias, así como una creciente precocidad sexual en nuestros niños y adolescentes, tal y como se puso en evidencia, hace pocas semanas, cuando el mundo se sorprendió con la noticia de una niña rumana que se había quedado embarazada con tan sólo diez años de edad.

Los desequilibrios en el contenido de grasa de nuestros cuerpos también son causa de numerosos problemas, como es bien sabido en el caso de la obesidad. Sin embargo, en el extremo opuesto, la fobia a la grasa que ha implantado la estética de cuerpos sumamente delgados, también podría estar detrás de determinados desequilibrios, tal y como indica Robert Svoboda en su libro sobre "Ayurveda":

"Tanto la grasa como su producto de desecho, el sudor, ayudan a mantener la temperatura interna del cuerpo. La grasa nos aísla para conservar el calor en nuestro interior; el sudor irradia calor hacia el exterior. Un humano, sin la grasa suficiente, está permanentemente frío, tanto física como emocionalmente, porque carece del aislamiento térmico que proporciona la grasa. Esta frialdad hace que el individuo busque cada vez más alimento físico y mental, sin importarle mucho los medios, para nutrir la grasa y conseguir el amor cálido y satisfactorio que ésta puede darle. Recordemos a Casio y su "cara enjuta y hambrienta" (1). Casio buscaba placer antes que amor, como todo aquel que disfruta de la lujuria, la vigorosidad y la seguridad física mientras elude asiduamente un compromiso emocional sincero. Puede que el aspecto anoréxico tan de moda hoy en día se derive en parte del instinto de independencia y desarraigo que rompe vínculos y relaciones restrictivas y se muestra psicosomáticamente como una aversión casi patológica a la grasa".

(1) "Lean and hungry look", Julio César, de William Shakespeare, acto I, escena 2ª.

Cuándo nos daremos cuenta que no hay nada mejor que lo natural y que tanto los excesos como las carencias forzadas, en busca de estímulos y estéticas artificiales, resultan perjudiciales para nuestra salud física y mental.

lunes, noviembre 15, 2010

NUEVA VIDA EN OTOÑO




El otoño suele identificarse con la decadencia y muerte de la vida, con la caída de las hojas, la disminución de las horas de luz diurna y, en definitiva, con el final de un ciclo. Sin embrago, en mitad de este espléndido otoño que nos ha obsequiado con una impresionante explosión cromática, quiero recordar que en estas fechas también hay formas de vida que nacen. Por lo que hoy me apetece traeros una fresca ensalada de hojas tiernas de Cardo mariano (Sylibum marianum) con coloridos carpóforos de Aleuria aurantia, como la que os muestro en la primera foto.

El primero de ellos, el Cardo mariano, ya visitó este blog cuando hablé sobre aquellas famosas "cenas para la crisis". Se trata de una planta medicinal que es conocida como "el mejor amigo del hígado", debido a las propiedades de sustancias activas que se concentran especialmente en sus semillas, las cuales, merced a sus peludos vilanos, son arrastradas por los primeros vendavales otoñales para germinar a continuación, por efecto de la lluvia, dando lugar a tiernas rosetas jaspeadas con sus características manchas lechosas (ver tercera foto). Hasta tal punto tiene un efecto benéfico sobre el hígado, que esta planta se ha utilizado como antídoto para paliar los mortíferos efectos de la venenosísima seta Amanita phalloides.

Hablando de setas, las cuales no podían faltar al hablar sobre el otoño, y a pesar de que la cosecha de este año no está siendo nada abundante, en esta ocasión he probado una especie que no he comido nunca, hasta ahora, la Aleuria aurantia, un ascomiceto que despliega sus vistosas y suaves costras de gelatina naranja (ver segunda foto), cual pétalos de extrañas rosas terrestres, entre los intersticios de la tierra removida, entremezclada con piedras y restos vegetales, que suele encontrarse en el borde de las pistas y las veredas forestales. Lo cierto es que este hongo, que puede consumirse en crudo, no tiene demasiado sabor, ni sustancia, pero aporta una interesante textura y un bello colorido a nuestras ensaladas. También puede hervirse en vino dulce para utilizarse como adorno de tartas y otros postres.

Resuena en el sombrero: "El Otoño" de las "Cuatro Estaciones" de Vivaldi (Venecia (Italia), 1725):


jueves, noviembre 11, 2010

RESPUESTAS SIN PREGUNTA


Johnny "Rotten" Lydon, quien fuera cantante de los "Sex Pistols", dijo en cierta ocasión: "No tengo ni puñetera idea de lo que quiero, pero sé exactamente cómo conseguirlo". Esta incongruencia punk es fiel reflejo del funcionamiento de nuestra irreflexiva sociedad actual. A menudo deseamos obtener respuestas rápidas y que nos sean útiles de manera inmediata, antes incluso de plantearnos las preguntas, sin pararnos siquiera a pensar qué es lo que realmente queremos, porque eso de dudar, pensar, reflexionar y hacerse preguntas es un incordio y una pérdida de tiempo en nuestra ajetreada e interesada vida diaria.

La filosofía consiste, básicamente, en hacerse preguntas "inútiles", por el mero deseo de saber, cuyas posibles respuestas, además, no agotan o satisfacen totalmente la pregunta, sino que, por el contrario, suelen suscitar nuevas preguntas y hacen que aumente el interés por la materia en cuestión. Por ejemplo, cuando alguien pregunta "¿Qué hora es?", lo hace porque está interesado en alguna actividad o acontecimiento, como acudir a una cita, al trabajo o a un espectáculo, y una vez que le dicen la hora, se queda satisfecho, se olvida del asunto y sigue a lo suyo. Sin embargo, si alguien pregunta "¿Qué es el tiempo?", lo hace por el mero hecho de saber, sin que le mueva ningún interés particular inmediato. Por este motivo, a los jóvenes y a los niños les suele interesar la filosofía cuando se les introduce a ella de una forma amena, despertando en ellos su curiosidad innata, simplemente porque quieren saber cómo funciona el mundo que les rodea.

Pero la filosofía no se conforma sólo con responder preguntas, lo importante no es la respuesta o solución al problema en sí, sino la argumentación, el camino o el método que se ha seguido para llegar a esa respuesta. La filosofía debe ser razonada, argumentada y explicada, es, por tanto, contraria al dogma.

Además, alcanzar o conocer las respuestas correctas, no tiene por qué tener implicaciones prácticas en nuestra actitud y comportamiento en la vida. Muchas veces, por egoísmo, comodidad o debilidad, aún sabiendo cual es la forma correcta de actuar, no obramos bien y somos incongruentes con nuestros propios valores y nuestra forma de pensar. Ya lo decía Publio Ovidio en el siglo I, en una de sus obras poéticas más importantes, "Las Metamorfosis", cuando Medea decía aquello de: "Video meliora, proboque; deteriora sequor" (Veo el bien y lo apruebo, pero sigo el mal).

Sócrates afirmó que no está en nuestro poder el ser hombres justos o injustos. Si preguntásemos a alguien, decía, si le gustaría ser justo o injusto, nadie escogería la injusticia, y lo mismo sucedería con el valor y la cobardía, así como con las demás virtudes y defectos. Evidentemente, todo el que es vicioso, no lo es voluntariamente. Ni, en consecuencia, será virtuoso voluntariamente (Aristóteles. "Magna Moralia" 1187a7).

El niño, cuando nace, es tirano por naturaleza, sólo es a través de la educación, la convivencia, el ejemplo, el diálogo y la experiencia como nos vamos convirtiendo en personas con una ética y un comportamiento aceptables.

Es particular y paradójicamente frecuente en nuestro país, encontrarnos con gente que se enorgullece de ser impersuadible, y dicen cosas como: "Yo pienso lo mismo desde los 18 años". Lo cual es indicativo de que esa persona, posiblemente, no ha pensado nunca en su vida, sino que a los 18 años se le metió (o alguien le metió) una idea en la cabeza y allí se ha quedado encerrada como una mosca dando vueltas dentro de una botella.

Para el correcto funcionamiento de la democracia y de cualquier organización o empresa, es básico y fundamental tratar de persuadir pero a la vez ser persuadible. No hay que vencer, sino convencer. De nada sirve cerrarse en banda, estar demasiado seguro de todo, eludir las dudas y no plantearse preguntas. El pensamiento debe ser siempre creativo y dinámico, nunca dogmático, estático, ni inamovible.

Reflexiones suscitadas tras la atenta escucha del sabio discurso del gran pensador y filósofo contemporáneo Fernando Savater, quien, por cierto (hablando de Aristóteles), en 1991 publicó un libro muy leído en todo el mundo, titulado "Ética para Amador" (el hijo de Fernando), emulando la gran obra clásica "Ética a Nicómaco" (el hijo de Aristóteles).

Resuena en el sombrero: "It Happened to Me".- The Coal Porters (Los Angeles (California), 1995):


martes, noviembre 09, 2010

LA SILLA DE LA PIEDAD






"El ojo y el diente
La soga y el juez
La boca que miente
Saliva en la nuez.

Fúrcula que emerge del plato
La cara de Jesús en la sopa
Se agarra a la garganta, pero la trago
Frío sudor empapa mi ropa.

Pasión sin compasión
La piedad toma su asiento
Compasión sin pasión
Nadie escucha mi lamento.

La pasta en la cueva
donde yace un fiambre
que escucha la buena nueva
hecha con madera y alambre".

Estos versos se me han ocurrido tras la escucha de la canción "The Mercy Seat" (compuesta en 1988 por Nick Cave) en la grave y cascada voz de un anciano Johnny Cash, que reza aquello de: "Ojo por ojo, diente por diente, de algún modo debí decir la verdad, pero me temo que dije una mentira":



Dedicada, por distintos motivos, a Johnny, a Nick, a Clint, a Benedicto y a Felipe González.

Resuena en el sombrero: "The Mercy Seat".- De Nick Cave, por Johnny Cash (Nashville (Tennessee), 2000).

viernes, noviembre 05, 2010

EL ARTE DE VIVIR




"Los humanos modernos hemos olvidado nuestras raíces, hemos olvidado a nuestros dioses, y ahora andamos ocupados tratando de olvidar nuestras morales. Cuanto más olvidamos, más libres y menos limitados nos sentimos, ignorantes de que cada pérdida adicional de memoria nos aleja un poco más de nuestra verdadera identidad. Nos construimos falsas personalidades a partir del mosaico de adicciones a nuestros excesos sensoriales, definiendo la libertad como satisfacción ilimitada, olvidando que toda individualidad es condicional. Cortada la comunicación con nuestra madre interior, quedamos separados de nuestra fuente de compasión y olvidamos cómo empatizar con las demás criaturas vivientes.

Ésa es la razón por la que muchos no dudamos en eliminar todo aquello que no forma parte de nosotros o no nos da un beneficio demostrable. Por eso nuestra sociedad es violenta. Nuestra literatura, nuestro arte, nuestra música, incluso nuestra agricultura, son violentas, y también es violenta nuestra medicina. Matamos con antibióticos y antisépticos, y si el exterminio resulta ineficaz empleamos la cirugía para expulsar de nuestra presencia al órgano ofensor. Destruimos el cuerpo con el pretexto de curarlo.

Sin embargo, "estabilizarse en el yo" no significa aislarse de la fuente, el Ser que nos ha creado. Invertir demasiado en uno mismo es tan pernicioso como lo contrario. La destrucción debe ser el último recurso; el primero debe ser la crianza, ese sentimiento maternal de nutrición, educación y apoyo, dirigido hacia uno mismo y hacia todos los seres. La naturaleza es siempre magnánima, y será tan generosa con nosotros como nosotros lo seamos con nosotros mismos y con los demás seres. La salud no se puede comprar, mendigar, tomar prestada ni robar; es un regalo que nos hace la naturaleza.

El ayurveda es el producto de una civilización profundamente enraizada en la Madre Naturaleza. Los videntes -rishis de la India que organizaron su sabiduría en el cuerpo de conocimientos que constituye el ayurveda- sabían que la naturaleza en su totalidad forma parte del individuo, en la medida en que todos procedemos de, existimos en y volvemos a ella. La individualidad es, por consiguiente, un estado puramente transitorio que sólo puede prosperar con la ayuda, no la enemistad, de la naturaleza, el estado permanente".

Robert Svoboda.- "Ayurveda: Vida, Salud y Longevidad" (Oklahoma (USA), 1993).

Confieso que he quedado profundamente impresionado por el libro del que he extraído los párrafos anteriores, así como por la película "Ayurveda: El Arte de Vivir", dirigida en 2004 por el director indio Pan Nalin, en la que algunos grandes maestros como Brahmanand Swamigal (en la segunda foto) nos cuentan con su propia voz y sus propios actos la enorme sabiduría que han ido atesorando, tanto ellos como sus antepasados, desde hace 5.000 años.

La palabra Ayurveda tiene su raíz en dos vocablos sánscritos, Ayus que significa longevidad y Ved o Veda que significa ciencia, definiendo el AyurVed como la "ciencia de la longevidad".

De acuerdo a la Medicina Ayurveda, el organismo humano está compuesto de tres principios fundamentales mente-cuerpo conocidos como principios metabólicos o Doshas. Estos tres elementos -Vata, Pitta y Kapha- gobiernan todas las funciones psicológicas, fisiológicas y fisio-patológicas de la mente, el cuerpo y la conciencia de cada uno.

La proporción especifica de estos principios metabólicos en un individuo queda determinada en el momento de la concepción, y hace que cada persona tenga un estilo particular de funcionamiento mental y físico.

Los principios metabólicos son responsables de la manutención y desarrollo de los tejidos biológicos y todas las actividades metabólicas incluyendo el anabolismo (kapha), catabolismo (vata) y metabolismo (pitta). También gobiernan funciones psicológicas y son responsables de emociones tanto negativas como positivas.

Ayurveda es un sistema holístico donde todo lo que cura forma parte de él, no sólo fármacos (minerales y plantas) y cirugía, sino también oración, meditación, régimen de vida, alimentación adecuada y eliminación de toxinas del organismo por medio de Pancha Karma, son medios de restaurar la salud.

La salud es el equilibrio y la enfermedad el desequilibrio de las bio y psico energías, las cuales son vata, pitta y kapha, así denominadas por los sabios de esta ciencia. Según ellos, el Universo es producto de cinco materias primordiales, metamorfosis de la Conciencia Cósmica.

La esencia de espacio y aire es vata, el fuego y el agua es pitta y el agua más la tierra es kapha. Todos somos una perfecta combinación de vata, pitta y kapha, según la predominancia de uno u otro. Pero éstos son muy inestables por los efectos del tiempo, el clima, las estaciones y los astros celestiales; por eso se llaman dosha o defectos.

De esta forma, cuando aumenta o disminuye la dosha en nuestro cuerpo, sea el vata, pitta o kapha, aparece el desequilibrio, o sea la enfermedad. El médico ayuda a que la Naturaleza y el propio individuo restablezcan el equilibrio por distintos métodos terapéuticos ayurvédicos, restaurándose así el equilibrio, la salud.

Ayurveda tiene varios aspectos que la hacen única. Sus recomendaciones acerca de la dieta y el estilo de vida a seguir para mantenerse completamente sano, muy a menudo, serán diferentes para cada persona debido al uso de un modelo constitucional. En Ayurveda todo se confirma con la observación, la interrogación, el examen directo y el conocimiento extraído de los textos antiguos.

El Ayurveda se ocupa del equilibrio del cuerpo en armonía con la Naturaleza, el Yoga se ocupa del equilibrio de la mente en armonía con el cuerpo, y el Tantra se ocupa de mantener el complicado e inestable equilibrio entre el espíritu y la mente.

Resuena en el sombrero: "Gayatri Mantra".- Deva Premal & Miten (En la primera foto. Nürnberg (Alemania), 1998):

miércoles, noviembre 03, 2010

RETENER EL CALOR




Los hogares o chimeneas abiertas tradicionales (ver esquema del centro) resultan muy románticos, pero en lo que a calor y eficiencia energética se refiere dejan bastante que desear, un maestro constructor de estufas dijo en cierta ocasión: “Los fuegos tradicionales son una forma excelente de enfriar la espalda, calentar el cielo y entretener el espíritu”.

En las chimeneas tradicionales se pierde entre un 60 y 80% del calor de la leña, junto con el humo que sale por la chimenea y además hay que estar alimentándolas constantemente. Sin embargo, existen un tipo de estufas denominadas rusas o “kachelöfen” (en alemán significa literalmente estufa de azulejos), pero que deberían de llamarse, de una forma más apropiada, estufas de masa térmica, de acumulación de calor o de alto rendimiento, cuyo funcionamiento se basa principalmente en los siguientes fundamentos:

Una masa térmica hecha de ladrillos refractarios se puede calentar con un único fuego y luego va liberando lentamente ese calor acumulado durante mucho tiempo. Para ello, la base de la cámara de combustión debe estar bien aislada del suelo de la habitación, dicha cámara debe poder cerrarse con una puerta metálica provista de una entrada de aire que puede abrirse o cerrarse más o menos para regular el tiro, encima y/o por detrás de la cámara de combustión discurre un laberinto o conducto en forma de serpentín, construido igualmente con ladrillo refractario, por el que pasa el humo antes de salir a la chimenea exterior (ver el último esquema).

Con este tipo de estufas se aprovecha entre un 80 y 90% de la energía acumulada en la leña, la cual se consume totalmente sin apenas dejar residuos, ya que la combustión de los gases emanados es total. Para ello es importante que la leña esté bien seca, sea más bien fina y arda de manera rápida e intensa, por lo que debe ser del tipo del pino, chopo o cañas, de forma que se podría aprovechar la leña de pequeñas dimensiones y poco valorada debido a que actualmente tiene difícil salida en el mercado y no resulta rentable su extracción y transporte.

Con una estufa rusa que tenga una masa térmica de unos 1.000 kg., se puede calentar una casa de tamaño normal en pleno invierno únicamente encendiendo un fuego intenso a primera hora de la mañana y otro a media tarde. Para ello se llena a tope la cámara de combustión con leña de grosor decreciente en sentido ascendente, de forma que la leña más fina y el papel quedan en la parte de arriba, más cerca de la salida del humo, se prende y una vez que salga llama se puede cerrar la puerta y nos podemos ir y olvidarnos del fuego, hasta que la leña se consuma totalmente.

Entre las curvas del laberinto o serpentín se pueden dejar cámaras de aire rodeadas de ladrillo refractario que, cerradas con una puerta metálica, pueden servir como hornos para cocinar.

El exterior de la masa térmica (ladrillo refractario) puede recubrirse con adobe fino y pobre en paja (arcilla, arena y un poco de paja muy picada) o mortero de cal (cal y arena), y en las repisas exteriores pueden acoplarse azulejos o chapas encima de los cuales pueden colocarse teteras o recipientes que se quiera mantener calientes.

En la parte exterior y basal de la estufa se pueden adosar cámaras de aire embebidas en la propia masa térmica, provistas de una entrada de aire en la parte inferior y una salida superior mediante un tubo ascendente, de manera que el aire caliente fluya hacia arriba de manera natural (sin necesidad de sistema alguno de propulsión) para calentar habitaciones situadas en el piso superior.

También se puede colocar un depósito de agua en el fondo de la cámara de combustión que sirva para calentar radiadores o el agua caliente que utilizamos para el aseo y otros usos domésticos.

Es decir, se trata de un sistema que aprovecha al máximo la práctica totalidad del calor que almacena la leña en sus tejidos orgánicos, constituidos principalmente por celulosa y lignina, moléculas que han sido elaboradas por los vegetales mediante la fotosíntesis, a partir de la luz solar, el aire, el agua y la tierra.

Y os aseguro que esto no se queda en la pura y fría teoría, sino que, hace unas semanas, tuve la ocasión de sentir en mi propia piel la increíble cantidad de calor que emitieron los cuatro palos que quemamos en una kachelofen que ayudamos a construir en la casa de un amigo.

Como inconveniente, se podría indicar que en la cámara de combustión de este tipo de estufas no se pueden introducir líquidos ni alimentos cuyos residuos puedan ensuciar u obstruir el sistema. En esta circunstancia pienso que radica la causa de que estas estufas no se hallan extendido demasiado en nuestro país, ya que las chimeneas y lumbres se han visto más como un adorno en el que poder disfrutar del espectáculo del fuego chispeante con sus trémulas llamas, en las que poder asar alimentos a la brasa, más que como un sistema de calefacción, lo cual, desde un punto de vista práctico y objetivo, cuesta bastante trabajo entender, por ser el nuestro un país relativamente deforestado donde los recursos madereros no abundan en demasía.

Con todos los siglos que han transcurrido desde la edad de hierro hasta la actualidad, me pregunto cuántos millones de toneladas de leña se han desperdiciado en humo para calentar el cielo que se abre por encima de nuestros tejados y en calor que ha sido absorbido por las rocas del subsuelo que yace bajo nuestras casas.

Resuena en el sombrero: El crepitar del fuego (sólo una o dos veces al día) en el interior de la cámara de combustión.