Una de las razones que propició el aumento de la capacidad cerebral del género Homo fue el enriquecimiento de la dieta con proteínas de origen animal, nuestra afición a la carne favoreció la evolución de nuestro cerebro.
Desde hace más de 200.000 años, durante prolongados períodos de clima adverso, ya sean glaciaciones en Europa o aumento de la aridez en amplias zonas de África, diversas especies del género Homo (ergaster, neanderthalensis y sapiens) encontraron refugio en zonas costeras donde se alimentaron esencialmente de moluscos y crustáceos marinos, así como de pescado, cuando desarrollaron herramientas y técnicas de pesca apropiadas.
Quizás por ello, hay tanta gente en la actualidad a la que le encanta el marisco y el pescado. Los pueblos de nuestras costas están repletos de marisquerías y restaurantes especializados en la gastronomía basada en diversos animales marinos (equinodermos, moluscos, crustáceos y peces). Ayer mismo, en la tele, daban la noticia de que han tenido que cerrar las playas que dan al mar abierto en “La Manga” del Mar Menor (Murcia), debido a la llegada de atunes muertos, procedentes de un criadero marino que ha sido destruido por la “gota fría” o DANA, que la gente cortaba para llevarse su carne y comérsela en casa, con los consiguientes riesgos para la salud.
A pesar de que cada vez aumenta más el número de personas que siguen una dieta vegetariana (debido a razones tanto éticas como de salud), y de que ya existen unas pocas empresas especializadas en la comercialización de algas e incluso en el cultivo de fitoplancton, esto aún no se ha trasladado a las cartas de la mayoría de nuestros restaurantes. Aunque la semana pasada "Master Chef Celebrity" se abrió con la preparación de un plato vegetariano, y de que el "Chef del Mar" está dando a conocer el inmenso potencial gastronómico de las algas y el fitoplancton, se sigue mirando al vegetariano como un “bicho raro”, un pobre desgraciao que debe conformarse (si tiene suerte) con una simplona ensalada de lechuga y tomate, espárragos blancos de lata, una tortilla de patata, una menestra de verduras o un revuelto de setas, en el mejor de los casos. Da igual si estás en Toledo o en Santander, los vegetarianos no tienen derecho a disfrutar de las delicatesen del mar.
A pesar de que una de las pocas empresas que comercializa algas comestibles está en Galicia, durante mis recientes vacaciones en el Sur de Pontevedra, las únicas algas que he podido degustar han sido unos pocos mordiscos al “Alga percebe”, “Ramallo de mar” o “Miru” (Codium tomentosum) que he tenido la suerte de encontrar durante mis baños en el mar (ver fotos). Los extremos de sus frondes aterciopelados son muy tiernos y sabrosos (su sabor recuerda al percebe), pueden comerse en crudo y, según he leído, son ricos en vitamina A, minerales como yodo, hierro, magnesio, calcio, fósforo, potasio, sodio, cobre y zinc; tienen un aporte en proteínas similar al de algunos cereales y semillas; y poseen propiedades antihelmínticas (sirven para eliminar vermes o gusanos parásitos).
Así que dejemos de esquilmar la fauna de nuestros mares y de escaldar vivos a los desgraciados crustáceos y moluscos que caen en nuestras voraces manos! Comamos más algas y fitoplancton, susceptibles de ser cultivados en nuestros fértiles mares!
Resuena en el sombrero: Una de las pocas canciones en las que se menciona la palabra “algas”: “Branquias bajo el agua”.- Derribos Arias (Madrid, 1982). A la voz, el inolvidable Poch, “el chico más pálido de la playa de Gros”.
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