miércoles, septiembre 10, 2014

MADRID 1978 - 1985



La noche del 5 de octubre de 2011, pusieron en la 2 de TVE un programa sobre la “movida madrileña”, la cual, oficialmente, comenzó en 1980 con el famoso concierto de homenaje a Canito (batería de “Tos”, muerto en accidente de tráfico) en la Escuela de Ingenieros de Caminos, y terminó en 1985 con el cierre de la sala “Rock-Ola”.

No cabe duda que el cierre de aquella emblemática sala (inaugurada el 31 de marzo de 1981), así como la profesionalización y la comercialización que alcanzaron algunos de los grupos que surgieron entonces tuvo mucho que ver con el final de la movida, pero, como sabiamente dijo Alaska, todo ello forma parte del crecimiento y de una evolución lógica, y añadió: “En todo el tiempo que llevo viviendo en Madrid, nunca he visto que haya disminuido la creatividad”. También Moncho Alpuente dio en el clavo, cuando resaltó la subjetividad de muchos de los que “enterraron” la movida, gente mayor, adinerada, gerentes y directores de empresas (discográficas, periódicos, revistas, editoriales, emisoras de radio) que durante algunos años salieron a divertirse por la noche, disfrutando de un ambiente en el que desentonaban bastante por su mentalidad, edad y estilo de vida, pero que, una vez que encontraron pareja y “sentaron la cabeza”, como dejaron de salir, para ellos (y por ende para el resto) la movida terminó.

En realidad todo este asunto tiene mucho que ver con el término “underground”, como también dijo Alaska, la movida empezó con no más de 500 personas, entre grupos y público, era algo realmente minoritario, no había internet y todo se hacía a base de contactos personales, de manera artesanal y, por qué no decirlo, de forma bastante “cutrecilla”, la verdad. Si bien, la falta de medios era compensada con altas dosis de ilusión, honestidad y autenticidad. No se pensaba en el dinero, básicamente, se trataba de dar rienda suelta a la creatividad y de divertirse en una ciudad que estaba saliendo de una larga etapa gris de represión franquista, y en la que se dieron una serie de circunstancias como para que se produjese una efervescencia artística y cultural sin precedentes.

Lo que sucedió es que el asunto empezó a masificarse y a especializarse. Al principio no había estilos diferenciados o si los había, todo el mundo convivía y colaboraba amistosamente, todos se sentían parte de una misma “movida” e incluso intuían que estaban haciendo “Historia”.

Un claro ejemplo de la indefinición naif propia de esta fase adolescente de aprendizaje fue el grupo “Plástico” (ver video del final), formado en 1978 por unos chavales muy jóvenes (14 ó 15 añitos) quienes, al poco tiempo, tomaría rumbos muy diferentes, por increíble que parezca, en sus inicios coincidieron gente como: Eduardo Benavente y JorgeTotiÁrboles (respectivamente voz y batería, ambos provenían del efímero grupo “Prisma”, en el que coincidieron con Nacho Cano (“Mecano”), y ambos terminarían formando el legendario grupo de afterpunk siniestro “Parálisis Permanente”), Rafael Gutiérrez (posteriormente guitarrista de “Hombres G”), Luis Carlos Esteban(teclados) y Emilio Estecha (bajo), ambos miembros fundadores de “Olé-Olé”.


Con el desarrollo, crecimiento y madurez de la “movida”, empezaron a surgir cada vez más diferencias, en cuanto a estética, gustos y estilos. Alejo (Derribos Arias) recordó que, casi como una broma de bar, surgió aquello de las “Hornadas Irritantes” (Glutamato ye-yé, Derribos Arias, Siniestro Total y grupos más punkies) frente a los denominados despectivamente “Babosos” (Los Secretos, Mamá, Mermelada, Nacha Pop). Luego empezaron a copiarse del extranjero los nefastos hábitos de enfrentamientos violentos entre las diferentes “tribus urbanas” como entre rockers y mods o entre skinheads y hippies, que conducirían a la muerte de un chaval a las puertas del “Rock-Ola”, en 1985, y el consiguiente cierre de la sala.

Por otro lado, la gente de los grupos, dibujantes, pintores, escritores, etc. también se iban haciendo mayores, empezaron a tener familia y empezaron a pensar en obtener unos ingresos regulares para ganarse la vida dignamente, como todo el mundo. El crecimiento también supuso la pérdida de la frescura y espontaneidad juveniles de los primeros tiempos.

A mediados de los 80, la gente también empezó a crecer musicalmente, ya que, realmente, en Madrid no se había inventado nada nuevo, casi todo lo que se hizo estaba fuertemente influenciado por lo que años antes había comenzado en Inglaterra y Estados Unidos, principalmente, y la gente a la que de verdad nos interesaba la música empezamos a adquirir una mayor cultura musical y a descubrir lo que en España nos habíamos perdido durante los 50, 60 y 70.

A finales de los 70, nos encontrábamos inmersos en plena fiebre discotequera del “sábado noche” que se combinó con estilos autóctonos (copla, flamenco, rumba) para producir híbridos tan únicos como Las Grecas, Peret o Los Chunguitos; por otro lado estaba la canción protesta antifranquista o reivindicativa de las lenguas e identidades nacionalistas, especialmente de la cultura catalana (Serrat, Raimón); y luego estaban los artistas más folclóricos, melódicos o tradicionales: Manolo Escobar, Julio Iglesias, Raphael, Mocedades, Juan Pardo, Dyango, Mari Trini, María Ostiz, etc.

A la mayoría de la gente más joven todo este panorama nos parecía bastante aburrido y no había ningún artista con el que nos sintiésemos identificásemos, salvo quizás un incipiente rock urbano (Barón Rojo, Ñu, Obús, Topo, Ramoncín) con los que muchos de nosotros tampoco nos identificábamos, ya que nos parecían demasiado “macarras” y “heavies”.

Por eso cuando aparecieron Kaka de Luxe, Los Secretos, Mamá, Las Chinas, Ejecutivos Agresivos, Los Monaguillosh y otros grupos, con un aire tan desenfadado, distinto y divertido, mucha gente nos apuntamos al carro.

Cerrado el Rock-Ola, nos encerramos en Malasaña, y acudíamos a pequeños garitos como el “Malandro” y el “Agapo”, ya que entonces la “Vía Láctea” empezó a volverse demasiado “pija” para los más “auténticos”, término éste con el que se denominó a la gente que realmente estaba interesada en el Rock & Roll con influencias sesenteras y/o country que se estaba haciendo entonces en medio mundo. Mientras que los Rockers o Rockabillys más clásicos siempre tuvieron su cuartel general en el “King Creole” y vivían en su propio mundo, anclados en los 50.

Por su parte, el movimiento “afterpunk” o “gótico” que surgió al final de los primeros años de la movida, aunque oscuro y siniestro, fue adquiriendo un aire cada vez más tecnificado, electrónico y discotequero, acuñándose el término “Fruit Bat” (murciélago frutero) para describir a la gente que seguía con los pelos de punta y vestida de negro, pero que bailaba una música que ya poco tenía que ver con el Rock´n´roll.

Es decir, continuaba la absurda (aunque lógica) escisión y desunión de la “movida” que dio lugar a una “post-movida” que, básicamente, estaba compuesta por ocho corrientes: los seguidores del garaje y la psicodelia del revival sesentero; los que se apuntaron al denominado rock con raíces americano; los tecno-siniestros; los punkies más radicales; los rockers; los mods; los heavies; y quizás los menos “underground” eran a los que les gustaba el pop español torero o aflamencado (Gabinete Caligari, el Último de la Fila, Ketama, Martirio, Paco Clavel, etc.), pero continuaba existiendo una enorme efervescencia de grupos, fancines, sellos discográficos independientes, diseñadores de moda, pintores, dibujantes, escritores, directores de cine, etc. No existía “Rock-Ola” pero había salas lo suficientemente grandes, como el “Rock Club” y algunas otras, donde se daban conciertos bastante grandes. Es decir, la “movida” no había muerto en absoluto, simplemente había crecido, se había diversificado y permanecía de manera más o menos visible y con mayor o menor fama, dentro de la escena “underground”, en su mayor parte.

Resuenan en el sombrero: “El Patinete Homicida”.- Plástico (Madrid, 1978). “Recuerda”.- Seres Vacíos (Madrid, 1984) con Ana Curra a la cabeza, quien fuera la auténtica musa de la movida madrileña, que sigue muy activa pisando fuerte los escenarios en compañía de los no menos legendarios César Scappa (ex- Escaparates), José Battaglio (ex- La Frontera y Seres Vacíos) y Manolo UVI (al bajo).

2 comentarios:

La Luz del Monte dijo...

Hablar de la Movida, podríamos tirarnos una vida entera y más... Pues los que tuvimos la suerte de vivirla, la hemos vivido de diferentes maneras... Fue un movimiento cultural muy abierto, donde había de todo y no faltaba de nada, pero de nada... Un movimiento que se empieza a gestar en Madrid a la muerte de Franco, y que realmente acaba en el 92. Para muchos, todavía sigue... Malasaña fue su escenario principal, pero no el único: Rock-Ola, Alonso Martínez, Huertas, Orense, Bajos de Argüelles, Fernández de los Ríos, Galileo Galilei, y unos cuantos más... Grupos maravillosos, de Madrid y de toda España, pusieron su banda sonora... Fotógrafos, la mayoría no conocidos, la fotografiaron... Aquí se hicieron famosos pintores hoy consagrados... Gente del cine, del mundo de la ecología, del teatro... pasaron por sus calles... El que quiso consumir drogas, la mayoría se fue con San Pedro y el que quiso beber, se hartó... Fue una maravillosa pesadilla, que empezaba un martes por la noche y terminaba el domingo de madrugada... Que quisieron acabar con ella y ya lo creo que acabaron... Ya lo dijo su artífice cuando entró en el Ayuntamiento, "A la movida no la va a conocer ni la madre que la parió"...

Me ha gustado mucho tu artículo... Te dejo otro punto de vista de lo que yo vi en esa maravillosa pesadilla. Un saludo.

Mad Hatter dijo...

Muchas gracias por tu comentario Luz, sólo ha sido una breve pincelada de lo que fue la Movida, más que nada lo he escrito por la sorpresa que me ha causado el descubrimiento a estas alturas del grupo "Plástico".
Un saludo.