La temporada de pesca había comenzado, pero los ríos bajaban tan crecidos y turbios por las últimas lluvias que, para encontrar una poza apropiada en la que lanzar la caña, había que remontar los pequeños arroyos de montaña, en busca de las preciadas y bravas truchas salvajes.
Al llegar a un pequeño claro entre los avellanos que crecen junto al río, en una estrecha garganta, al pie de unos acantilados, me encontré con una curiosa y mágica escena que se me quedó grabada. Una carpa boqueaba moribunda, a un palmo de la orilla, junto a una flor tronchada de martagón (ver primera foto). Sorprendido por la extraña escena me agaché para examinar al pez, vi que en los labios tenía un capullo de la azucena silvestre o martagón, se lo extraje con cuidado y la devolví al río mientras decía: "¿Pero cómo habrá llegado una carpa del valle como tú hasta estas escarpadas alturas?".
Una semana antes, al pie del acantilado calizo, en el que anidan los Vencejos reales, entre los avellanos que crecen junto al río, había comenzado a florecer un Martagón o Azucena silvestre (Lilium martagon). Las gotas de rocío cubrían sus tiernos y fragantes tépalos, cuando el ágil fantasma del bosque, el corzo, se asomó al río para beber, al comienzo de su ronda matutina. Al ver la bella flor, lamió el rocío y mordisqueó con avidez algunos capullos, cuya esencia produce una embriagadora borrachera en los cérvidos.
Con el zarandeo de la flor, algunos capullos se desprendieron de sus frágiles pedúnculos y cayeron al arroyo y fueron arrastrados por las aguas bravas, de manera que a los pocos días, tras atravesar los rápidos de las gargantas del pie de monte, las choperas del valle, los cultivos, los embalses y alguna que otra ciudad, un único capullo de martagón consiguió llegar hasta el delta de la desembocadura del río, donde quedó semienterrado en el lodo del fondo.
Un carpa que estaba rebuscando algo que llevarse a la boca, percibió el extraordinario aroma del capullo y lo probó. Casi al instante, sintió la fuerza salvaje de la montaña que la llamaba, una inusual energía invadió los músculos de sus lánguidas aletas y la impulsó corriente arriba, necesitaba encontrar aquella flor y seguir comiendo sus tépalos fragantes y embriagadores. Pero, a medida que iba remontando el río, las fuerzas empezaron a fallarle, subió a la superficie para boquear en busca de ayuda y allí observó a un grupo de Vencejos reales que revoloteaban por encima y surcaban la superficie del río con sus picos para beber. A la carpa todavía le quedaron fuerzas para contarle a las veloces aves su historia, los vencejos se compadecieron de ella y volaron hasta el pie del acantilado para recoger algunos tépalos de martagón que aún quedaban, casi marchitos, los llevaron hasta el río y los dejaron caer sobre la boca de la carpa hambrienta, de forma que le fueron proporcionando la fuerza suficiente para remontar la enorme distancia que la separaba de la mágica flor.
Alimentada por los trozos de tépalos que le lanzaban desde el aire los Vencejos, y por alguna Seta de chopo (Agrocybe cylindrica) que había sido arrancada de los tocones de la orilla, por la fuerte corriente, mientras era animada y jaleada por los Lirios amarillos (Iris pseudacorus, ver segunda foto) que desplegaban sus brillantes corolas amarillas desde el borde del agua.
Exhausta, la pobre carpa consiguió llegar, al fin, hasta el claro entre los avellanos, y con su último aliento saltó del agua hasta que sus labios alcanzaron la anhelada flor, sintió su fragancia, su energía y su frescor, partió su tallo y cayó finalmente rendida entre la hierba de la orilla, donde hubiera muerto con toda seguridad, si no llega a ser por aquel pescador que la encontró, mientras buscaba una poza tranquila en la que poder lanzar su caña, aquel día de junio.
Resuena en el sombrero: "The Lily of the West".- Rosanne Cash & The Chieftains (Nashville (Tennessee), 2003).
16 comentarios:
"Para encontrar una poza apropiada en la que lanzar la caña" "en busca de las preciadas y bravas truchas salvajes"... Glups! ¿Me estaré volviendo una obsesa o eres tú que me lo pones en bandeja? Prometo enmendarme, de verdad.
Bonita entrada. Me ha recordado una historia con una carpa que se cuenta en "Seta" de Alessandro Baricco. Es bastante erótica. Si quieres te la cuento.
¿Enmendarme, dije?
Besitos inclinados hacia el río.
Nosotros estamos cultivando un huerto por eso de la huelga del transporte y nos hemos quedado sin jardín. Mandame algunas flores.
Besos de Princesa
No, no te enmendes, Lula. Es mejor así.
Yo mejor no digo nada...¡Que luego me riñen!
Lula, si no te explicas mejor, no caigo en eso que se supone que te he puesto en bandeja.
Querida Princesa, con el granizo del otro día también se nos han estropeado casi todas las flores del jardín. No está bien cortar las flores silvestres para que nos adornen un ratito en casa y luego tirarlas, bastante sufren las pobres acosadas por corzos, ciervos y jabalíes, hay que dejar que echen algo de semilla para el futuro.
¡Oye, Trenti! Que en este blog no hay censura de ningún tipo, ni para comentar, ni para criticar los comentarios (je, je).
¿Lanzar la "caña"? en busca de "truchas"?
Si no lo entiendes es que debo de ser yo, está claro. Reitero el propósito de enmienda, padre Espino-Hatter.
Besos casto y puros.
Así me gusta, hermana Lula, pura e inmaculada como las Azucenas blancas del jardín y no como esos provocativos "martagones", moteados como las panteras, y no digamos nada de esas obscenas orquídeas del diablo ¡Jesús, María y José!
Amén
Mmmm... que ricas las setas de chopo.
Besos a contracorriente
Qué relax llegar y encontrarme con esta historia... ¡un masaje para la mente! Muacksss agradecidos
¿Ya las has probado Eva? Sí son ricas las setas de chopo, sí.
Eso del masaje mental me ha gustado, Carmen ¡Gracias a tí!
Jeje, eres un mal pescador y un buen contador de historias.
Lo de mal pescador es por devolver el pez al río.
Un beso.
Pero "Bloggesa", hija, hay que ver lo poco que estás al día en materia de pesca, hoy por hoy, lo más de lo más es la "pesca sin muerte". Es decir, disfrutar del lance, de la lucha con el pez, y luego liberarlo al río vivo (después de oxigenarle las branquias en la corriente y de hacerle unas cosquillas en la barriguita) para que otro pescador pueda disfrutar también.
Pero muchas gracias por lo de buen contador de historias, es de lo más bonito que me han dicho en el blog.
Besos "burbogleantes" (mezcla de burbujeantes y blogeros).
¿Pero cómo te has dejado rebanar las patillas? No quiero ni pensar la pinta que tendrás con sombrero y sin patillas...
Sin patillas????
Y entonces con qué andas?????
jjjj
Vale es un chiste malo....
Es que la LULA me pierde por los caminos oscuros,padre.....
En serio...bonita historia,si señor....
;))))
Es que tocaba esquilar, que uno en el fondo es un corderito tierno y obediente, no como las bravas ovejas descarriadas, negras y gallegas.
Cuando dejéis el chat... comentamos..
jajaja.
Abrazos patillosos, de un pescador... de setas.... de carpas... de truchas salvajes...
Que bueno los XTC
Es que estaban sonando en la radio, no he podido evitarlo
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