jueves, abril 10, 2008

Cuestión de cuernos






El otro día, durante una excursión por el Parque Natural de la Sierra de Cebollera (Lumbreras, La Rioja), sobre un tocón de un Pino silvestre (Pinus sylvestris) recién cortado, debido a que crecía bajo una línea eléctrica, pude ver una pareja de escarabajos longicornios (Cerambycidae), concretamente, pertenecientes a la especie Acanthocinus aedilis (en las tres primeras ilustraciones), mientras se apareaban para poner los huevos.

El macho de esta especie de coleóptero se caracteriza por tener unas enormes antenas, cuya longitud es tres o cuatro veces la del resto del cuerpo. Mientras que las de las hembras sólo sobrepasan ligeramente la longitud de sus élitros (alas endurecidas que forman el caparazón que cubre el abdomen de los coleópteros) ¡Qué curiosa ironía de la Madre Naturaleza! Me pregunto por qué los machos, casi siempre, son mucho más cornudos que las hembras, en la inmensa mayoría de las especies del reino animal.

Al verlos a plena luz del día, sobre un tocón de pino cerca del borde del camino, cogí un palito y, al tocar al macho, éste emitió un sonido chirriante de alarma (claramente audible y que da algo de dentera), que producen al mover la cabeza y hacerla rozar con unas estrías que tienen en el borde superior del protórax.

Por su comportamiento valiente y testarudo, nos dio la impresión de que se trata de unos insectos muy duros, tenaces y obstinados, ya que costaba mucho trabajo hacerles cambiar de dirección o de posición, para que saliesen bien en la foto, y se agarraban fuertemente con las uñas de sus patas a la corteza e, incluso, al vaso de plástico en el que lo introduje durante unos breves segundos.

Estos insectos son bastante comunes en todos los bosques de coníferas (Pinus, Abies, Picea, Larix y Cedrus) eurosiberianos. En la Península Ibérica, habitan en los bosques de pinos (Pinus sylvestris, P. nigra, P. pinaster, P. uncinata) y abetos (Abies alba) de los sistemas montañosos, por encima de los 800-1.000 m. de altitud.

Por desgracia, como recordábamos en una entrada anterior sobre insectos xilófagos, no sucede lo mismo con otros coleópteros que resultan muy raros y escasos, por lo que están incluidos en el Libro Rojo de invertebrados europeos y protegidos por la normativa estatal y europea. Se trata de la bella dama de los viejos hayedos, Rosalia alpina, otro Cerambícido longicorne, con su característico y hermoso traje de terciopelo azul-gris ceniza con manchas de color negro azabache (en la cuarta ilustración); y el poderoso guerrero acorazado de los bosques de robles, el Ciervo volante (Lucanus cervus), un Lucánido cuyos machos, a falta de "cuernos", están provistos de unas descomunales y temibles mandíbulas dentadas.

Como magistralmente nos mostraba nuestro amigo "Frikosal", muchos Cerambícidos tienen la coraza exterior recubierta por un fino tomento, que les confiere una coloración que les sirve para camuflarse en su medio, y que, visto de cerca con la suficiente ampliación, contribuye a suavizar su aspecto, dándoles una imagen más cálida y entrañable, como de "osito de peluche", alejada de la de esos otros escarabajos de brillos metalizados, con aspecto de maquinaria fría e insensible.

Las hembras de Acanthocinus, tras aparearse con sus macrocornudas parejas, abren con sus mandíbulas unas hendiduras en la corteza donde ponen los huevos, valiéndose de su poderoso y duro oviscapto. Las larvas nacen en la madera y se alimentan de ésta, durando su desarrollo un par de años, transcurridos los cuales profundizan en el interior del leño para excavar una cámara en la que pupar y realizar el complicado y casi milagroso proceso de la metamorfosis a insecto adulto o imago.

Los adultos emergen del interior de la madera en primavera, cerrándose así el ciclo. Son de hábitos crepusculares y prefieren aparearse por la noche, aunque también pueden volar a pleno sol. Su color mimético les ayuda a pasar desapercibidos, escondidos en las rugosidades e intersticios de la corteza de los pinos.

Sus larvas, a pesar de vivir en el interior de la madera, pueden ser atacadas por numerosos himenópteros parásitos como algunos icneumónidos (ver última ilustración), por varias especies de bracónidos, por el diáprido Psilus punctatus y por el díptero taquínido Billaea trigonota.

Fotos by Mad Hatter. Dibujos del libro "Fauna Ibérica".

8 comentarios:

memento dijo...

JAJAJAJAJAJAJA. ¡Qué chulo!

nancicomansi dijo...

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!! que escalofriiitos me entraron...
parecen sacados de un libro medieval de monstruos imaginarios...

Pero son hiper-curiosos...;)

Un besote, MAD.

Mad Hatter dijo...

¿No sereis "Capricornio" alguno o alguna? ¿No?
Creo que habrá pocos bichos en el planeta con un mayor tamaño relativo de "cuernos" (antenas), que supongo que serán para detectar a distancia las feromonas de la hembra. Ella debe decir algo como esto: "¡Bichito mío! ¡Pero qué antenas más grandes tienes!". A lo que él contesta: "Sí cariño, son para olerte mejor ¡Hello there big antlers!"

Lula Fortune dijo...

Juan y María son de hábitos crepusculares y prefieren aparearse por la noche, aunque también pueden volar a pleno sol. Su color mimético, ya que siempre visten de negro, les ayuda a pasar desapercibidos, escondidos en las rugosidades e intersticios de la noche.

Con tu permiso,no digas que no es literatura de la mejor ¿eh?
Por cierto ¿qué es eso de "espiar" a los pobres bichitos mientras se aparean? Y por si eso no fuera poco ¡los metes en un vaso para hacer la foto! Parece mentira Mad...
:)))) Buen fin de semana "enganchao"

Mad Hatter dijo...

La ciencia no es más que la curiosidad reglada y practicada con método, querida Lula. Un buen naturalista tiene que ser muy cotilla, estar muy atento, en el lugar y momento oportunos, para que no se le escape nada.
El pobre longicornio es que tenía sed, después del esfuerzo y al ver el vaso, pues luego resulta que no quería salir. Pero a la dama ni tocarla ¡Eh! que uno es naturalista pero caballero.
Buen fin de semana "literata".

frikosal dijo...

Lo vi, lo vi hace días y lo leí.. pero he estado liadísimo y se me pasó comentar algo, por lo menos agradecer el enlace.
Los icneumónidos son brutales.

Mad Hatter dijo...

Efectivamente, "Friko", todavía no comprendo muy bien como los icneumónidos son capaces de perforar la madera con esos oviscaptos tan finos.

Raquel dijo...

Gracias, Mad, una información estupenda. Me encanta fotografiar todo tipo de insectos, es apasionante la inmensa variedad que existen, aunque lo cierto es que, en muchos casos, he tenido que indagar para conocer el nombre de mis "modelos" Gracias al macro de mi cámara he descubierto y sigo descubriendo muchas cosas apasionantes sobre estos animales diminutos. Un saludo.
Te dejo aquí la dirección de mi galería, por si te apetece curiosear bichos,
http://www.flickr.com/photos/raquelmendez