miércoles, septiembre 14, 2022

TRANSVERSALIDAD, IGUALDAD Y PARTICIPACIÓN

Eduardo Rojas, Decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, en su intervención en el Parlamento de La Rioja, el día 7 de septiembre de 2022, con motivo del debate sobre el Proyecto de Ley de Biodiversidad y Patrimonio Natural de La Rioja, habló de la conveniencia de acometer un problema tan complejo como este, para el que hay que elaborar normativas y estrategias, desde un enfoque transversal, plural, multidisciplinar y participativo, al objeto de que todas las partes sean escuchadas, puedan sopesarse adecuadamente los pros y los contras de cada una de las propuestas y se alcancen acuerdos con el máximo consenso posible, de manera que las políticas y medidas que se adopten sean consistentes y aceptadas por la mayoría de las personas.

Como modelo de integración y transversalidad, puso como ejemplo el “Ministerio de la Vida” en el Gobierno austríaco, que integró en un solo departamento las políticas de agricultura, ganadería, medio ambiente, biodiversidad, caza, pesca, desarrollo rural y energía.

Es evidente que, desde siempre, pero más aún ahora y cada vez con más intensidad y claridad, numerosos aspectos (económicos, biológicos y sociales) interaccionan entre sí, por lo que resulta imprescindible un enfoque multidisciplinar de los problemas.

Una estructura basada en sectores encajonados en departamentos estancos ha demostrado no dar buenos resultados, lejos de resolver los problemas, a menudo crea nuevas trabas y dificultades.

Por ejemplo, en un tema que conozco por mi trabajo como son los árboles y las regulaciones legales que les atañen, en cuanto a origen (recursos genéticos), producción y comercialización (viveros), así como los diversos usos finales, todo ello con las debidas garantías de trazabilidad y sanidad vegetal.

Siempre me gusta mencionar el caso del Nogal (género Juglans): Es muy probable que diversos árboles sean cultivados y vendidos en un mismo vivero, pero los requisitos legales y administrativos que afectan a cada ejemplar puede ser muy distintos dependiendo de si va a ser plantado en una plantación agrícola (para la producción de fruto, nueces), en una plantación forestal (para la producción de madera), o bien en un jardín o en una rotonda (uso ornamental). Los árboles son de la misma especie (Nogal), todos pueden sufrir las mismas plagas y enfermedades, pero resulta que los distintos usos posibles están regulados por diferentes departamentos administrativos, reglamentos europeos, leyes y normativas de diversa índole.

En Europa tenemos un Nogal autóctono (Juglans regia), seleccionado tradicionalmente durante siglos, principalmente, para su producción frutal de nueces, por lo que, en las últimas décadas, se han desarrollado programas de “mejora genética” para la obtención de clones productores de madera, y también se han realizado plantaciones con la especie americana (Juglans nigra) con ese mismo objetivo “forestal”. Pero resulta que ambas especies pueden hibridarse, pudiendo alterar la evolución genética de los taxones. Además, resulta que la madera de Nogal americano es muy rica en sílice, por lo que desafila con mayor frecuencia las sierras, mientras que el serrín y el polvo pueden resultar dañinos (cancerígenos) para los pulmones de los operarios de las serrerías y tiendas de muebles ¿Qué efectos puede tener esto? ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo regular toda esta complejidad creciente?

Otros asuntos, no menores, a los que cada vez hay que prestar una mayor atención, no se refieren únicamente a los objetivos o la fondo de las cuestiones, sino también a la forma y, sobre todo, al proceso de la toma de decisiones, tales como: transparencia, igualdad y participación ciudadana.

El factor económico siempre se ha tenido en cuenta, debido a su indiscutible importancia, es por ello que, en todos los departamentos de todas las administraciones, existe la figura de los “Interventores” quienes velan para que no se superen los presupuestos asignados, no se derrochen recursos y se cumplan las normas de contratación.

De la misma forma, si queremos dar la importancia que merecen los asuntos medioambientales y de biodiversidad, sería lógico que, en todos los departamentos de las administraciones públicas, existiese la figura del “Interventor ambiental”, que se encargara de supervisar todos y cada uno de los planes, estrategias, programas, proyectos y medidas que se pongan en marcha, de manera que no existan contradicciones y se eviten o se reduzcan al máximo las consecuencias e impactos negativos.

La hoja de ruta o proceso que habría que seguir es el siguiente:

1. Análisis de problema: Teniendo en cuenta todas las posibles causas, interacciones, sectores implicados, así como el máximo número de puntos de vista. Pidiendo la opinión de expertos, empresas, administraciones y personas directamente implicadas.

2. Establecimiento de prioridades y objetivos: Previo debate, discusión, análisis de pros y contras, razonamientos, justificación y con el máximo consenso que sea posible. Objetivos medibles y con establecimiento de plazos temporales realistas pero flexibles.

3. Puesta en marcha de medidas: Lo más claras, sencillas, prácticas y económicas que sea posible. Evitando “cuellos de botella” que ralenticen su desarrollo. Teniendo en cuenta la distribución de todos los costes, de la forma más justa y proporcional que sea posible, tanto en los objetivos, como en todas las fases del desarrollo, así como en las posibles consecuencias y efectos paliativos.

4. Controles: Tanto en los procesos como en los resultados, de la forma más sencilla que sea posible, teniendo en cuenta la relación “coste-eficacia”, y asumiendo cierto nivel de riesgo.

En lo que se refiere a las normativas, deberían ser igualmente transversales y multidisciplinares, teniendo en cuenta aspectos que parecen obvios pero que se incumplen muy a menudo, tales como:

a) Ámbito claro, lógico y sencillo: Siguiendo con el caso expuesto antes del Nogal, regulemos primero el origen, la sanidad, la producción y la comercialización de la especie o grupo de especies vegetales (con independencia de su uso posterior). Luego regulemos los distintos usos o sectores: agrícola, forestal, ornamental.

b) Estrategia de “la zanahoria y el palo: Premiar lo deseable y castigar lo indeseable. En todas las leyes suele haber un “régimen sancionador” que establece las infracciones y las sanciones correspondientes. Pero, si también queremos favorecer las iniciativas y actitudes positivas, habrá que establecer premios o ventajas que resulten lo suficientemente justas y atractivas, no sólo de índole económica, sino también de prestigio y reconocimiento público.

c) Claridad, rigor y sentido práctico: No pretender “la cuadratura del círculo”, tampoco es posible “soplar y aspirar a la vez”. Si algo supone un riesgo inadmisible y su control adecuado y eficaz resulta inviable económicamente, está plenamente justificada su prohibición, especificando toda la casuística, salvedades y excepciones que se consideren lógicas, oportunas y asumibles. Por ejemplo: ¿Es asumible la importación de plantas ornamentales procedentes de países tropicales que pueden introducir organismos nocivos que pongan en peligro cultivos vitales europeos? (caso Xylella fastidiosa).

d) Evitar duplicidades: Aprovechar o redimensionar los organismos y administraciones públicas ya existentes. Para el control de los asuntos económicos (véase ayudas de la PAC) ya están los departamentos de Hacienda. No hace falta crear un departamento específico para la tramitación y control de estas ayudas.

e) Nuevas tecnologías que ayuden, simplifiquen y ahorren: La adopción de sistemas informáticos con las suficientes garantías de seguridad, universalidad, rigor y cumplimiento de los requisitos legales no siempre resulta sencilla. A veces sólo sirve para complicar aún más las cosas. Hay que ser humildes y realistas y asumir que, en tanto la inmensa mayoría de la sociedad no esté preparada para utilizar estas tecnologías, no pasa nada por seguir utilizando los procedimientos en papel, al menos durante unos años más.

f) Asumir cierto grado de riesgo: Es imposible controlarlo todo, por muy buena que sea una Ley. ¿Merece la pena esforzarnos mucho en regular normativamente algo que luego no vamos a poder controlar o cuyo control eficaz va a costar mucho más que las consecuencias del incumplimiento de la norma?

Resuena en el sombrero: "Everything Counts".- Depeche Mode (UK, 1983).

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