martes, junio 07, 2016

CONEXIÓN PLANTA-INSECTO










El pasado domingo me di una vuelta por un rebollar-encinar de la Sierra de Moncalvillo (La Rioja) y pude comprobar, una vez más, la gran conexión e interdependencia existente entre plantas e insectos.

Lo primero que me llamó la atención fueron dos plantas liliáceas de bellas flores blancas: La primera alza sus elevadas espigas iluminadas por el sol, en los claros del bosque, se trata del Gamón (Asphodelus albus), planta tóxica capaz de adaptarse a muy diversos ambientes, tanto húmedos como secos, ya sea en pastos abiertos o en bosques no muy densos, siendo bastante frecuente que sus flores sean visitadas por el heteróptero Horistus orientalis, una de nuestras chinches más elegantes, como se aprecia en la notable armonía de líneas y colores que muestra la 1ª fotografía. Mientras que la segunda liliácea se trata de la más modesta y escasa, pero más bella y delicada, si cabe, Simethis mattiazzi (= S. planifolia), denominada vulgarmente “Purga de pobres” o “Palomino”, sus endebles tallos florales apenas rebasan la altura de las matas de brezo entre las que suele crecer, siendo sus flores de un blanco inmaculado, en las que destacan los filamentos de sus estambres recubiertos por un espeso fieltro igualmente blanco, rematados por las anteras amarillas. En la 2ª fotografía, vemos posada sobre los pétalos de la flor, una diminuta mariposa, Micropterix calthella, perteneciente a una de las familias de lepidópteros más antiguas (Micropterigidae), caracterizada por ser la única que posee mandíbulas (en lugar de espiritrompa) con las que pueden alimentarse de polen.

Otra llamativa flor blanca, que destaca en el oscuro sotobosque, es el Jaguarzo morisco (Cistus salviifolius), pariente de la Jara blanca (Cistus albidus) de bellas flores rosadas (3ª foto), parasitando las raíces de ambas cistáceas florece a ras de suelo la curiosa y llamativa Granadilla o Chupamieles (Cytinus hypocistis, 4ª foto). Asomado entre los blancos pétalos del Jaguarzo, descubrimos a un pequeño escarabajo longicornio (Cerambicidae), Brachyleptura fulva (5ª foto). Mientras que el más robusto Escarabajo de seis puntos (Lachnaia sexpunctata), un voraz crisomélido estrictamente vegetariano (al contrario que la conocida Mariquita de siete puntos, coccinélido predador de pulgones (áfidos), con la que podría confundirse a simple vista), muestra en la 6ª foto sus vistosos élitros de color rojo anaranjado, posado sobre la rama florida de una Brecina (Calluna vulgaris).

Pero la relación más importante entre plantas e insectos, la cual ha condicionado la evolución o coevolución de ambos reinos de seres vivos, sin duda ha sido y es la polinización, siendo las orquídeas las que han alcanzado las cotas más elevadas de complejidad y sofisticación para atraer a los insectos y hacer que recojan y transporten su polen de flor en flor, aunque también las hay que han recurrido a tácticas mucho más sencillas, como la de la Serapias lingua de la 7ª y última foto, en la que vemos que basta con una pista de aterrizaje bien señalizada y un pequeño pero acogedor hangar, para ofrecer a los insectos un confortable refugio donde pasar la noche o protegerse de las frecuentes tormentas y aguaceros primaverales.

Todas las fotos by Mad Hatter.

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