Últimamente estoy interesado (y parece que no soy el único, como muestra la artista australiana Martina Oehlinger) en la estética natural, formas y colores que se presentan espontáneamente en el medio natural, sin ninguna intervención humana, por lo que supongo que, por definición, no pueden considerarse “arte”, sino que simplemente se trata de apreciar y admirar la belleza natural.
Inevitablemente, ciertas
creaciones de la Naturaleza nos inspiran o nos evocan sensaciones, sentimientos
e incluso ideas, podría decirse que tomamos prestadas las formas, colores y
texturas que generosa y gratuitamente nos ofrece la “Madre Naturaleza” para, a
través de nuestra mente, transformarlas en arte o, mejor dicho, imaginamos o
elaboramos en nuestra mente una recreación artística de determinados “caprichos
de la Naturaleza” que nos llaman más o menos la atención (cinco primeras fotos).
Otra cosa distinta son las obras
de arte, creaciones humanas que se integran en paisajes o elementos naturales
como el famoso “Bosque de Oma” en Guernika, pintado por Agustín Ibarrola entre 1982
y 1985 (foto 6); las exposiciones de “Arte en la Tierra” que se realizan en la
zona de Ocón (La Rioja) desde el año 2003 (foto 7); o la moda de decorar
árboles recubiertos con ganchillo de lana de colores (foto 8).
En ocasiones, el arte se utiliza
como una medida de presión para que no se dañe un espacio protegido, como
sucedió con el Gernika que los vecinos pintaron en el hayedo de Zilbeti
(Navarra) para evitar que fuese talado por una empresa minera (foto 9).
Pero yo me pregunto ¿Hasta qué
punto somos realmente originales a la hora de crear? ¿Nuestro sentido estético,
las formas, colores y texturas que se nos ocurren no estarán siempre, de alguna
manera, inspiradas en algo que hemos visto o percibido antes en la naturaleza?
¿Entonces, si esto es así, la consideración de arte quizás dependería principalmente del grado
de esfuerzo que hemos invertido en la obra? Es decir, si nos encontramos un
trozo de rama o una roca bonita y la colocamos en una vitrina no es arte, pero
si fabricamos esa misma forma (o una parecida) con nuestras propias manos y
herramientas, entonces sí que lo es?
Fotos: 1, 2, 3 y 4 by Mad Hatter. 5 by Martina Oehlinger.
Resuena en el sombrero: “State
of Art”.- Friends Again (Glasgow (Escocia), 1983).
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