miércoles, octubre 02, 2013

LAS DOS CARAS DEL DISCO




Ambos eran unos sencillos chicos de barrio, ambos habían encontrado en la música una forma de evadirse, liberarse, divertirse, expresarse, expandirse, ampliar su mente, su mundo y sus fronteras.

Música rock, cantada en inglés por tipos de la talla de Paul McCartney, Mick Jagger, Roger Daltrey o Jim Morrison. No tienen nada en contra de cantar en castellano, aunque ninguno de los dos soporta a Joaquín Sabina.

Ambos cumplieron su sueño de tocar en un grupo y sacar un disco. Gracias al prestigioso sello independiente “Romilar-D”, llegaron, incluso, a algo tan poco habitual como es compartir un mismo vinilo, en cuya portada salía retratado uno, a todo color, junto al resto de su banda –los “Sex Museum”-, mientras que en el reverso salía el otro, en blanco y negro, al frente de los suyos –los “Macana”-.

Me estoy refiriendo, por un lado al gran bajista Mac Glam (José Luis Hernández, alias “el McKartney” en aquella época con los “Museum”), y por el otro a MiguelMacana”, uno de los mejores cantantes que ha tenido el underground madrileño, también toca el bajo e, inexplicablemente, no sigue en activo.

Si bien se trata de dos bandas que cultivaban el “garaje sesentero”, a mediados de los 80, el devenir de la historia ha sido muy distinto en cada cara del disco: Los “Sex Museum” han sabido evolucionar y sobrevivir en el difícil mundo de la música, siendo de los pocos que siguen en activo desde aquella época. Mientras que los “Macana” se encuentran dentro del aluvión de grupos surgidos entonces y que fueron fieles a la tradición marcada por el estilo de tener una vida intensa pero efímera (los “Rescuers” también formamos parte de ese aluvión de bandas caídas en combate).

Durante mi fugaz paso por los escenarios, enseguida me di cuenta de que, además de los ensayos, donde mejor se aprende es actuando en vivo, sintiendo el calor del público, como suele decirse, la mejor escuela para cualquier artista son las “tablas”. Más tarde, en mi vida profesional como ingeniero, también he comprobado que la práctica del día a día y los quehaceres cotidianos son la mejor forma de aprender, progresar y no quedarse obsoleto, ni dormido en los laureles del área de confort que tendemos a crear a nuestro alrededor.

Un buen ejemplo de esto es el de Mac Glam, la antítesis del prototipo de bajista melancólico, atormentado y solitario, ya que se trata de un tipo de lo más alegre, simpático, hablador y dicharachero. Después de “Sex Museum” estuvo tocando en los “Freedom”, más tarde atravesó una de sus mejores etapas (para mi gusto) en los “Freezer Burn” junto al Lagarto (ex-Rescuer) aporreando los tambores, el gran guitarrista Mike Sobieski (ex-Pleasure Fuckers) y el cantante Charles Neal. En 1990, ingresó en “Lions in Love” junto a la cantante holandesa Stefanie Ringes (actualmente "Shiva Sound"), cuando escuché su canción “Pulseras”, con esa brillante trompeta y ese sonido tan profesional, me di cuenta de lo mucho que había evolucionado la música en nuestro país, desde aquellos primeros años locos de “la movida”, definitivamente, habíamos entrado en una nueva era.

Actualmente Mac Glam toca el bajo (tanto eléctrico como acústico) con numerosos músicos de diversos estilos, tales como Coque Malla, Ariel Rot, Anni B. Sweet, Alondra Bentley, Fen Tensi, The Campurrians, etc.

Por su parte, Miguel deshizo los “Macana” en 1989, con cuyo fabulosos guitarrista, Roberto, colaboró en el grupo “Las Lenguas”, a principios de los 90, llegando a ser teloneros de los “Fuzztones”, pero pronto se bajó definitivamente de los escenarios, para montar un bar-sala de conciertos y trasladarse finalmente al campo, donde se dedicó a la cría de perros de raza, para desgracia de sus fans, desperdiciándose una gran voz, un gran talento y una gran presencia escénica. Siempre he dicho que de lo que más ha adolecido el rock y el pop, en este país, es de buenos cantantes, sobre todo masculinos, y para uno que tenemos, va y lo deja.

Sin embargo, Miguel es un gran coleccionista y restaurador de viejos órganos y amplificadores legendarios como el “Leslie”. El pasado 12 de septiembre le vendí mis trastos (un “Contiental Vox” del 64 y un “Leslie” del 72, que perteneció a los legendarios “Topo”) para que los arregle, seguro que van a estar mucho mejor en sus manos que en las mías y, al tratarse de un amiguete, de vez en cuando podré pasarme para visitar a mis queridos y vetustos “hijos” musicales. La tercera foto atestigua el histórico encuentro entre el ex-cantante de los “Macana” y el ex-teclista de los “Rescuers”, lástima que éste se produjese en un remoto y solitario paraje de la sierra riojana, en lugar de en algún concurrido escenario.

Mientras cargábamos los bártulos en su furgoneta, comentaba con Miguel que las nuevas generaciones de garajeros parecen haberse decantado por los sonidos más crudos, ácidos y corrosivos del estilo, pero exagerados hasta el extremo, de un modo artificial. El sonido de garaje siempre ha sonado bastante “sucio” y “punk”, debido a los vetustos instrumentos y la precaria tecnología utilizada en las grabaciones y conciertos. En los 80, grupos como los “Tell-Tale Hearts” y los “Wylde Mammoths” fueron unos maestros insuperables en este tipo de sonidos crudos, solo que a ellos les salía de manera natural y resultaba apropiado para las fabulosas canciones que tocaban. Cuando esto se fuerza con aparatos modernos, el resultado se asemeja a una ruidosa jaula de grillos, una estruendosa e infumable música ratonera.

Aunque no soy quien para dar ningún consejo, entiendo que hay algo que todo músico debe tener muy claro: Lo principal son las canciones, ellas tienen vida propia, ellas están ahí, los autores únicamente se limitan a encontrarlas y darles forma, debiendo elegir para ello el mejor sonido que se adapte al espíritu de cada canción, sin renunciar a un estilo propio, un complicado equilibrio, muy difícil de lograr, pero ahí está el mérito. Es decir, el sonido no es un objetivo en si mismo, sino un instrumento de expresión artística.

A estas alturas de la película, hay miles de “fuentes de inspiración”, el truco consiste en beber de las adecuadas. Por favor, garajeros jovenzuelos de hoy en día, no rechacéis a los grandes clásicos del estilo como fueron los “Lyres” o los “Chesterfield Kings”, ellos hicieron grandes canciones que, sí, a veces, incluso, hasta sonaban bien.

Sólo me resta añadir que me alegro de haber conocido, aunque sea de una forma tan breve y de pasada, a unos tipos tan “MACANUDOS” como Miguel Macana y Mac Glam ¡Un fuerte abrazo amigos!

Resuena en el sombrero: “Radio Go”.- Los Macana (Madrid, 1988) ¡Anímate Miguel, no nos prives de tu fabuloso chorro de voz!

No hay comentarios: