jueves, octubre 21, 2021

NO COJAS LAS ACEROLLAS


El problema de utilizar nombres vulgares para referirse a especies de flora y fauna es que, a veces, surgen equívocos o confusiones y no se sabe bien de lo que estamos hablando. Un buen ejemplo de ello es una especie de árbol caducifolio autóctono de la familia de las Rosáceas: Sorbus domestica, que es conocido como: Serbal común, Pomar; Azarollo, Sorbo, Sorbeira, Zurbal, la Silba, Jerbo o Jerbal. Por lo que a veces es confundido con otro arbolillo de la misma familia, pero de distinto género Crataegus azarolus, conocido como Acerolo, cuyos frutos tienen una apariencia y sabor muy parecidos.

Pese a su nombre específico “domestica”, se trata de una especie silvestre autóctona en la Península Ibérica, propia de los encinares, quejigares y pinares submediterráneos, siendo sus semillas dispersadas principalmente por mamíferos silvestres (zorros, tejones, ginetas, garduñas, y jabalíes). Si bien, el ser humano, tradicionalmente, ha gustado de plantarlo en huertos y ribazos, debido a su dureza, rusticidad, frugalidad y utilidad, ya que su madera es de excelente calidad, produce flores melíferas y frutos comestibles. En la antigüedad, era una de las pocas frutas a las que tenían acceso los pobladores de las zonas más frías y secas de lo que actualmente conocemos como la “España vaciada”.

En La Rioja se le conoce como “Pomar”, era frecuente verlo en los ribazos de las viñas, si bien, debido a que es susceptible de sufrir la enfermedad del “Fuego bacteriano” (Erwinia amylovora), de nefastas consecuencias para los frutales de pepita, especialmente el peral, cada vez resulta más raro y escaso. Sus frutos, las “pomas”, aún pueden verse, a comienzos del otoño, en algunas fruterías tradicionales de barrio, sobre todo en pueblos y ciudades de la zona de Burgos-Rioja-Navarra-Aragón.

Se trata de un árbol muy duro, resistente, bello, útil e interesante, cuya plantación y conservación debería promocionarse mucho más, en gran parte de nuestro país. Curiosamente, nuestros vecinos franceses disponen de “material selecto”, mejorado para la producción de madera de calidad. Ciertamente, su madera es similar a la del Cerezo (Prunus avium), incluso de mejor calidad, aunque requiere de turnos de corta de mayor duración (80 a 100 años).

De manera natural, su porte tiene tendencia a la dominancia apical, fuste recto y escasa ramificación, por lo que apenas precisa de poda y ésta es muy sencilla. Es un árbol muy adaptable a todo tipo de suelos (ácidos, calizos, secos en verano, encharcados en invierno, arcillosos, arenosos o pedregosos). Soporta el frío en invierno y el calor en verano.

Resuena en el sombrero: “No cojas las acerollas”.- José Antonio Labordeta (Zaragoza, 1975). Casualmente, el añorado cantauror maño falleció el 19 de septiembre de 2010, en plena época de recolección de pomas o acerollas.

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