viernes, junio 26, 2020

OLMOS




El sector forestal siempre se ha caracterizado por funcionar en plazos de tiempo relativamente largos en comparación con la escala humana, de ahí su escaso peso en la política, por mucho que ahora se hable frecuentemente de la influencia de los bosques en el cambio climático, el ciclo del carbono, la biodiversidad, reserva de medicamentos naturales y su relación con culturas humanas primitivas e indígenas.

Sin embargo, en los últimos 17 meses he sido testigo de una cadena de acontecimientos que se han producido a un ritmo inusualmente rápido, tratándose del sector forestal, estando además relacionada con una pandemia vegetal (sí, los árboles también sufren pandemias), más concretamente la que afecta a los Olmos (Ulmus sp.), un género de árboles con gran arraigo en los usos y costumbres de las culturas europeas y asiáticas.

Históricamente, se han identificado dos pandemias afectando a los Olmos, ambas denominadas “grafiosis”: Una producida por Ophiostoma ulmi a principios del siglo XX; y otra originada por O. novo-ulmi en la década de 1960. De esta última, la más agresiva, se distinguieron dos cepas: la cepa EAN (Eastern European) cuyo origen era Ucrania y Moldavia; y la cepa NAN (North American), cuyo origen se encuentra en la región de los Grandes Lagos. La cepa EAN se encuentra presente en países de Centro Europa, Italia, Balcanes e Irlanda. La cepa NAN se extendió por Inglaterra, Italia, antigua Yugoslavia, Países Nórdicos y llegó a España en los años 80. Actualmente, estas cepas han pasado a clasificarse como subespecies: ssp. novo-ulmi (la anterior cepa EAN) y ssp. americana (la antigua cepa NAN).

Dicha enfermedad, la “grafiosis” diezmó la práctica totalidad de las olmedas autóctonas de Ulmus minor, en la Península Ibérica. Si bien los árboles no llegan a morir, ya que el sistema radical permanece vivo y es capaz de rebrotar durante muchos años. Cuando dichos rebrotes alcanzan porte arbóreo atraen a los insectos vectores (coleópteros barrenadores del género Scolytus) que portan las esporas del hongo patógeno, introduciendo la enfermedad en el sistema vascular del árbol y produciendo su muerte en poco tiempo, por lo que las antiguas y catedralicias olmedas que antaño poblaban los sotos de las riberas de nuestros ríos se convirtieron en unos precarios resquicios arbustivos que rara vez tienen tiempo suficiente para florecer, fructificar y producir semilla para que la especie pueda reproducirse sexualmente, evolucionar y seguir formando parte de nuestros ecosistemas forestales.

Afortunadamente, algunos ejemplares de Olmo demostraron ser resistentes a la “grafiosis”, por lo que, en 1990, el Ministerio de Agricultura, en colaboración con el INIA, puso en marcha el "Programa español para la evaluación y conservación de los recursos genéticos de los olmos y la obtención de individuos resistentes a la grafiosis", fruto de dicha investigación, en el año 2014, la Dirección General de Desarrollo Rural y Política Forestal registró 7 clones de Ulmus minor de diversas procedencias españolas resistentes a la grafiosis, y además se descubrió que una especie de OlmoUlmus laevis-, que hasta hace pocos años se creía propia de Centroeuropa, tiene poblaciones autóctonas en la Península Ibérica, distribuyéndose principalmente por su mitad occidental, desde Asturias hasta Huelva, pasando por Madrid.

Ulmus laevis, vulgarmente denominado “Negrillo”, “Olmo blanco” u “Olmo temblón”, se caracteriza por presentar sus sámaras (frutos) en el extremo de largos pedúnculos, gusta de suelos más ácido y húmedos que el Olmo común (Ulmus minor), por lo que vive más cerca del cauce de los ríos, preferiblemente en la mitad occidental, predominantemente silícea, de la Península Ibérica (ver mapa). Potencialmente, puede sufrir el ataque del hongo que produce la “grafiosis”, aunque en la práctica no es atacado porque los insectos vectores no se sienten atraídos por esta especie.

En la Comunidad Autónoma de La Rioja, la Dirección General de Biodiversidad ha venido realizando, desde el año 2018, plantaciones con algunos de estos clones de Ulmus minor resistentes a la grafiosis, donados por el Ministerio, así como de ejemplares de Ulmus laevis, que se plantaron en el curso medio y bajo del río Najerilla, en enero de 2019, y de los que esta primavera se comprobó que habían sobrevivido 10 ejemplares.

Al divulgar esta noticia en las redes sociales y gracias a un técnico de campo de la vecina Comunidad Foral de Navarra, el 25 de mayo de 2020, descubrimos la existencia de 4 ejemplares autóctonos de Ulmus laevis, en la Reserva Natural de los Sotos del Ebro (Alfaro, 1ª foto), de los que se recogió semilla para su siembra en el Vivero Forestal de "La Fombera" (Logroño), donde el 24 de junio germinaron 14 plántulas (2ª foto).

Es decir, en pocos años se ha descubierto una nueva especie autóctona de la que se ha duplicado la población existente, algo extraordinariamente raro e inaudito en el mundo forestal, en el siglo XXI.

Resuena en el sombrero: “We´re pretty quick”.- The Chob (New Mexico, 1966).

1 comentario:

mallorcaesasitambien dijo...

Me ha gustado mucho tu aporte de hoy.

Gracias