A partir de unos mismos hechos objetivos, como son los incendios forestales y que la mayoría de los pinares mediterráneos sufren el ataque de las orugas de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) con cierta periodicidad, pueden extraerse conclusiones totalmente opuestas.
Tradicionalmente, se ha considerado a
la procesionaria una plaga que devora las acículas de los pinos y
los debilita, además del problema que suponen los pelos urticantes
con los que estas orugas se defienden y que causan dolencias
consistentes en alergias y urticarias a las personas que visitan los
pinares atacados. También se argumenta que la visión de los
bolsones de seda blancos sobre el follaje dañado de los pinos
produce un impacto paisajístico negativo y denota un abandono y
falta de “limpieza” de nuestros montes que favorece la
propagación de los incendios forestales.
Sin embargo, actualmente la visión
mayoritariamente aceptada por la comunidad científica es que la
procesionaria es un “factor de estación” de los pinares
mediterráneos y que este insecto cumple una importante función en
los ecosistemas forestales. Efectivamente, la procesionaria es el
único animal capaz de devorar las duras acículas viejas de los
pinos, unas acículas que al secarse y caer al suelo se acumulan en
el suelo del bosque formando una capa bastante gruesa en los pinares
más espesos que se denomina popularmente “pinocha”.
Las orugas de procesionaria se comen
las acículas de los pinos durante el otoño y el invierno, por lo
que la inmensa mayoría de los árboles rebrota sin ningún problema
en primavera. Las defoliaciones intensas se producen cada 5 - 10 años, por lo que da tiempo a que el pinar se recupere perfectamente, por lo que sus efectos sobre el ecosistema pueden resumirse en
los siguientes:
1º) Pone a disposición de otros
consumidores secundarios (el ejército de predadores y parasitos que
se alimentan de la procesionaria en todos sus estadios: huevo, larva,
crisálida y adulto) la energía y los nutrientes contenidos en las
duras acículas de los pinos.
2º) Disminuye el espesor de la capa de
“pinocha” que cubre el suelo, debido a una disminución de las
acículas secas que caen de viejas y a un aumento de la velocidad a
la que éstas se descomponen en el suelo, como consecuencia del mayor
contenido en nitrógeno y humedad que aportan los excrementos
arrojados por las orugas.
3º) Ese aumento de la fertilidad del
suelo, unido a una mayor cantidad de luz que llega al mismo, debido
al aclarado de las copas de los pinos, promueve y favorece el
desarrollo de la regeneración natural de los pinos y de otras muchas
plantas, contribuyendo a aumentar la diversidad y la productividad
del ecosistema.
Por todo ello, puede considerarse que
la procesionaria contribuye a disminuir la vulnerabilidad de los
pinares para verse afectados por incendios y por los ataques de otros
organismos verdaderamente patógenos.
Este ejemplo pone de manifiesto la
importancia de conocer la REALIDAD, saber lo que sucede en realidad,
en lugar de imaginar lo que creemos que pasa, dejándonos llevar por
nuestros prejuicios, es decir “elucubrando” en lugar de
argumentar realmente.
Resuena en el sombrero:
“Fight Fire”.-
The Chesterfield Kings (Rochester (New York), 1985).
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