El profesor del Massachussets Institute of Technology (MIT), Mark Klein (primera foto), lleva los últimos 18 años desarrollando una tecnología capaz de compartir el conocimiento y que posibilite tomar decisiones conjuntas a grandes grupos de personas.
Damos por
supuesto que las personas somos egoístas, trabajamos para conseguir dinero para
nuestras familias y votamos a quienes pensamos que van a salvaguardar mejor
nuestros intereses, pero con el desarrollo de las nuevas tecnologías que han
abaratado la comunicación y aumentado enormemente su velocidad de interacción,
estamos descubriendo que hay muchas personas que realizan infinidad de cosas con
el objetivo de ayudar a otras personas o para contribuir al bien común, es decir se mueven más por amor que por dinero o poder, un ejemplo
de ello son todas las personas que colaboran, sin retribución económica alguna,
en la “Wikipedia”, una enciclopedia libre, abierta y gratuita que forma parte
de lo que se conoce como “inteligencia colectiva”.
La
inteligencia colectiva puede definirse como el efecto sinérgico de la
colaboración de una serie de individuos que ponen a trabajar su intelecto y sus
capacidades para avanzar en el conocimiento y la sabiduría de la colectividad o para el logro de determinados objetivos positivos para el
conjunto de la sociedad. Es algo que se da en la Naturaleza, un buen ejemplo son los insectos sociales (hormigas, termitas y abejas), pero también se da en aves y en primates superiores capaces de
aprender a utilizar herramientas y transmitir esas habilidades y conocimientos
a sus semejantes, creando auténticas “culturas locales”.
Cuando la
inteligencia colectiva está apoyada en ordenadores, combinando las partes
fuertes, tanto de las máquinas como de los humanos, tenemos lo que se conoce
como “computación social”.
En estos
momentos el Profesor Mark Klein está trabajando en 3 proyectos: El primero
llamado “Deliberatorium” consiste en un sistema para que grandes grupos de
personas (cientos o miles) desarrollen juntos unas cuantas ideas profundas y
elaboradas, en lugar de un montón de ideas superficiales, que es lo que suele
suceder normalmente. Otro proyecto trata de estudiar cómo las masas filtran las
ideas para quedarse con las mejores. Y por último, el desarrollo de un sistema para
que grupos de personas puedan negociar entre si para llegar a acuerdos sobre
problemas complejos.
Evidentemente,
la inteligencia colectiva puede ser muy poderosa para la Democracia.
En computación social se ha comprobado que las mejores ideas vienen de los no expertos, cuando
interviene gente corriente o expertos en otras materias se obtienen las mejores
ideas y las más innovadoras, de manera que se consigue sacar provecho a la
sabiduría de la masa.
El teórico de la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, Yochai Benkler (2ª foto), afirma
que la computación social representa una nueva forma de economía que está
basada en el amor más que en el beneficio, con lo que se está creando una nueva
forma de interactuar entre las personas que es más humana.
Thomas W. Malone (3ª foto), Director del “MIT Sloan School of Management´s Center for Collective
Intelligence (CCI)” aporta el dato de que, estadísticamente, está demostrado
que las mujeres tienen una mayor capacidad de “inteligencia social” que los
hombres, en término medio, si bien entiende que hay que valorar a las personas
con independencia de su género, raza o religión, pero, parece evidente que las
capacidades de muchas mujeres están siendo minusvaloradas o desaprovechadas en
numerosas empresas e instituciones. Lo explica muy bien en la entrevista
titulada “Why women
make teams smarter”. (El hecho de que este artículo esté ilustrado con las
fotografías de tres hombres maduros es mera casualidad y, sin duda, el panorama
cambiará en un futuro cercano).
El profesor Mark Klein cree que
la inteligencia colectiva acabará teniendo un roll dominante en todos los
grandes procesos de la sociedad, desde la investigación hasta la toma de
decisiones, pasando por la sanidad o la educación, no cree que las
instituciones jerárquicas desaparezcan, aunque el poder estará más compartido
entre la gente y las entidades tradicionales, gracias a la inteligencia
colectiva.
(Esta entrevista al profesor Mark Klein puede escucharse en el Ipod del programa “Siglo 21” de Radio 3 del día 1 de febrero de 2016, entre el minuto 40 y el 48).
Volviendo a ese paradigma al que suelo recurrir con frecuencia de “los extremos se tocan” y recordando aquella
entrada sobre conciencia individual y colectiva, siempre se ha pensado que las personas, como individuos, tienden a comportarse mejor que los grupos, lo cual se refleja en el dicho popular “las personas son buenas el problema son las masas”. Sin embargo, en los ejemplos
vistos en la red y las teorías argumentadas por estos profesores universitarios,
lo que se trasluce es que, cuando los grupos de personas son enormemente
grandes, los intereses particulares de cada pequeño grupo de poder o de presión
parecen contrarrestarse entre sí, de manera que el resultado final es una
amalgama que refleja los valores humanos que realmente predominan en la
sociedad y que, por sorprendente que nos parezca, son positivos. Por así
decirlo, los grandes números de la colectividad consiguen disolver o disipar el
mal.
Otra consecuencia de estos
paradigmas consiste en la posible consecución de una mayor justicia social, ya que, si resulta que una parte considerable de la economía depende
de las interrelaciones basadas en la confianza, la colaboración, la afinidad o el amor entre los ciudadanos,
más que en el dinero, podría darse el caso que una persona que cobre el salario mínimo
interprofesional llegue a ser más rica (en el sentido más amplio pero
cuantificable del término) que el dueño de una gran multinacional.
Sin duda es una gran noticia que existan profesores universitarios estudiando, trabajando y
profundizando en estos asuntos tan cruciales para el futuro de la democracia y
de la Humanidad, esperemos que sus avances y descubrimientos sean desarrollados
y no sean ocultados o saboteados por los poderes fácticos que quieren seguir teniendo la “sartén por el mango”.
Resuena en el sombrero: “The Change is Coming”.-Stay (Barcelona, 2012).
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