Según una antigua leyenda de la mitología malgache, el Camaleón, el mágico y mimético dragón arborícola, capaz de dirigir su telescópica y vigilante mirada en todas direcciones, mientras permanece totalmente inmóvil, fue el encargado por los Dioses de proteger al mundo de la muerte. Pero el Camaleón tenía un defecto, sus movimientos son de una exasperante lentitud, por lo que llegó tarde y la muerte terminó alcanzando el mundo.
La isla de Madagascar es uno de los lugares del planeta en los que viven un mayor número de especies de camaleones, desde el diminuto Camaleón pigmeo (Brookesia minima), tan pequeño como la falange del dedo meñique, hasta el enorme Camaleón de Parson (Calumma parsonii), cuyos machos alcanzan hasta los 70 cm de longitud.
Sin embargo, a mí la palabra "Camaleón" no me traslada a las selvas tropicales, ni siquiera a las soleadas costas de blancas arenas cubiertas de pinares, palmitos y matorral mediterráneo, del Sur de la Península Ibérica, donde habita nuestro escaso Camaleón común (Chamaeleo chamaeleon). A mí la palabra Camaleón me lleva hasta los fríos y neblinosos páramos ingleses, cubiertos de ciénagas y arroyos bordeados de umbríos bosques, donde al amanecer se escuchan los melancólicos trinos de los mirlos (blackbirds).
Ello es debido a la influencia de un enigmático y olvidado grupo británico que se formó en Middleton, cerca de Manchester, pionero de la onda neopsicodélica, que en los primeros 80 ayudó al nacimiento de sus amigos los "Echo & the Bunnymen", por los que poco más tarde serían eclipsados, me estoy refiriendo a The Chameleons, que hoy 09-09-09, día en que se han reeditado los discos de los archifamosos "Beatles" y hasta han sacado un videojuego sobre ellos, quiero acordarme de esta gran banda británica que pasó bastante más desapercibida.
Su mágico sonido estaba repleto de envolventes nebulosas de guitarras trenzadas y teclados ululantes, con la inconfundible y épica voz de Mark Burgess, al ritmo variable y sincopado de unos tambores que tan pronto hacían que te acurrucases dentro de la cama, en posición fetal, para después, poco a poco, ir despertando con la tensión y la fuerza propias de un león desperezándose y estirándose entre el rechinar de los tendones de sus músculos y el profundo rugido de su garganta.
Osea que la palabra Camaleón proviene justo de eso, de cama y de león.
Resuenan en el sombrero: "Up the down escalator", de su primer LP "Script of the Bridge" (El escrito del puente), de 1983; y "Nostalgia" de su segundo album "What does anything mean? basically", en 1985.- The Chameleons (Manchester, UK).
5 comentarios:
Lo que se aprende aquí!
A mí siempre me han parecido unos bichos simpáticos, con una estética curiosa, unos colores sorprendentes y ciertamente amables.
Si encima saben cantar en inglés... ;)
Gracias India.
La foto la he bajado de internet y no tiene nada de fotoshop(!!!), es el color auténtico de un macho en celo, aunque no especifica la especie, el amor es que hace maravillas.
A los Chameleons les vi en directo un par de veces a mediados de los 80 en Madrid, siempre han sido uno de mis grupos favoritos, junto con los Church australianos. En Australia también hay muchos camaleones, por cierto.
Unir los vocablos "camaleón" y "común" es paradójico. En los aproximadamente 30 años que conozco Cádiz, sólo he tenido un encuentro natural con este precioso animal, y fue el año pasado (¡y yo sin cámara!).
Nos topamos con la belleza la mosqui y yo, y no estuvimos mucho tiempo obervándolo por miedo a que pudiésemos ser vistos mirando "a algo" por alguna mala bestia que, bien lo atrapase para exhibirlo en su hombro y alimentarlo con guarrerías de petshop, bien lo aplastase allí mismo.
Andaba cerca de acebuches, pero en un lugar urbanizado y ¡sobre un alambre! (la valla de un chalete). El anímalito, al sentirse descubierto, comenzó a echar un paso hacia adelante, otro paso hacia atrás, como si de una moviola se tratase. No cambió de color. Estaba verde y creo, por sus movimientos, que intentaba emular el movimiento de hojas excitadas por el aire.
Es cierto, "Mosqui", en la entrada he puesto "nuestro escaso Camaleón común", es una auténtica joya y casi siempre andan así de esa forma, como amagando, efectivamente, imitan el movimiento de las ramas y hojas de las plantas por las que se mueven.
Supongo que tendrías mucho cuidado con su larga y pegajosa lengua, "Mosqui".
Amagando es la palabra, sí.
Claro que pusimos cuidado. Es difícil resistirse a tocar una joya así, pero me resisto a interferir en lo posible en el devenir de una vida.
¡Qué pedazo de lengua tienen!
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