jueves, agosto 22, 2013

CASTILLOS EN ESPAÑA



Cuando era pequeño, recuerdo que los Reyes me trajeron el “Exín Castillos”, me pasaba horas construyendo fortalezas que luego me dedicaba a asediar y defender con mis guerreros de plástico. Unos años más tarde, me trajeron un ajedrez, y aprendí lo que es enrocarse… “A, o sea, que si la cosa se pone fea, puedes intercambiar el rey con la torre ¡Menudo chollo!”.
Al viajar a lo largo y ancho de España, uno puede comprobar que el paisaje está jalonado de las viejas ruinas de nuestro belicoso pasado, no sólo en la vasta meseta castellana, sino también en costas, montañas, ciudades y todo tipo de lugares. Pétreos testigos de la importancia que tuvo en el pasado defenderse de los enemigos.
Hoy también existen enemigos que nos acechan y coartan nuestra libertad, el problema es que, actualmente, resultan mucho más difíciles de detectar y localizar, son mucho más sutiles, no los vemos, pero todos sabemos que están ahí.
Quizás por eso hemos conservado una tendencia a enrocarnos en nuestras pequeñas fortalezas: la Unión Europea, España, nuestra Comunidad Autónoma, nuestro pueblo, nuestra casa,… hasta que, finalmente, terminamos encerrados en nosotros mismos.
Una de las cuestiones más importantes para cualquier tipo de defensa es la información, saber lo que piensa el enemigo con la suficiente antelación, quizás por eso aquí somos tan cotillas y tienen tanto éxito los programas “del corazón”.
Nuestro país también se caracteriza por una notable resistencia al cambio, el temor a innovar, el amor por las tradiciones, a encerrarnos en nuestros viejos castillos.
Unos castillos habitados por los fantasmas de los caídos en épicas batallas, gloriosas gestas y románticas leyendas de princesas moras que murieron por amor a un caballero cristiano.
Ese ideal romántico y exótico siempre ha resultado tremendamente atractivo para los extranjeros que nos visitan, especialmente para los ingleses, acostumbrados a sus tétricas y frías fortalezas de húmedas y mohosas murallas, enmarcadas en paisajes de suaves y verdes colinas, por lo que les resulta muy chocante contemplar nuestras luminosas ruinas, encaramadas sobre soleados peñascos, en parajes semidesérticos, por los que se pasearon los moros, e incluso, en su Gibraltar querido (foto de arriba), hasta pueden verse monos correteando sobre sus almenas.
Pero, quizás, lo que les parezca aún más chocante, es que un pueblo tan aficionado a la siesta y la fiesta, haya sido capaz de organizarse para levantar semejantes moles de piedra, en unos lugares tan inhóspitos y escarpados.
Y es que a los españoles nos cuesta mucho ponernos de acuerdo en algo, organizarnos y ponernos a trabajar, pero cuando lo logramos, conseguimos realizar magníficas y memorables obras.
Si bien, en lo que realmente somos expertos, es en hacer castillos en el aire, sobre todo nuestros políticos, ellos sueñan, maquinan, mienten, hacen todo tipo de diabluras y, aún así, consiguen enrocarse y aferrarse al sillón para perpetuarse en el poder, al igual que los castillos permanecen impertérritos y eternos en lo alto de los cerros.
Resuenan en el sombrero: Ya lo decían los británicos Armoury Show: “No one, no one, no one keep moving”, a principios de los 80, en su canción “Castles in Spain”, por no mencionar ese otro vídeo de los inglesitos The Colourfield quienes, tras veranear en Torremolinos, se inspiraron para hacer “Castles in the Air”, entre batas de cola con horrendos volantes de brillos metálicos y retratos picasianos de pacotilla ¡Gibraltar español!
Foto: Castillo árabe de Gibraltar, construido en el siglo VIII y remodelado en el XIV, es la fortaleza morisca más antigua y posee la torre más alta de la Península Ibérica.

2 comentarios:

Chi dijo...

This is great!

Mad Hatter dijo...

Thanks a lot Chi!