Una de las
ventajas de haber llegado tarde al evento, fue que pude saber fehacientemente que
asistimos 104 personas, lo sé porque fui el último en entrar a la sala en la
que iban a presentar unos libros de poesía, de los que te daban un ejemplar
numerado, y, al parecer, 104 debe ser un numero inusualmente elevado en este
tipo de acontecimientos, según explicó el presentador, gratamente sorprendido.
Sin restar
méritos a los poetas Marcus Versus y Gsús Bonilla, quizás tan elevado aforo fue
debido al tirón que supuso la presencia de Ana Curra entre los ponentes.
Fotos 4, 5 y 6 by Mad Hatter.
Como decía,
la otra ventaja de llegar el último y colocarme en el único asiento libre que
quedaba en primera fila, fue que Ana, el resto de los oradores y gran parte del
público que se congregaba en el Instituto Riojano de la Juventud, sito en pleno
centro de Logroño, no tuvieron más remedio que fijarse en mi.
Sí, allí
estaba la bella Ana Curra, agazapada detrás de una mesa, tan menudita ella,
rodeada de unos tipos bigardos y fuertes chicarrones del Norte, en la
presentación de los libros de poemas “Otoño Asesino”, de “El Ángel”, y “No
Happy”, de Marcus Versus, pero lo que realmente era un poema fue la penetrante
y profunda mirada de Ana, una mirada que sólo poseen las diosas como Bette
Davis o Siouxsie, en la que se reflejan ángeles como el que iba a ser objeto de
la charla: Ángel Álvarez Caballero.
“El Ángel”
fue un pionero de la movida madrileña, quien, junto a César Scappa (que se
sentaba junto a Ana en la mesa por ser su actual pareja), Eduardo Benavente y un batería del que no recuerdo el nombre, formaron el grupo
“Los Escaparates”, que no tuvo ningún éxito, en aquellos primerísimos años 80, por
ser excesivamente transgresores y experimentales. El propio César comentó que
si sales a un escenario a tocar canciones de 40 minutos, recitando poemas con
todos los amplis acoplados, es un tostón que no hay dios que se trague y mucho
menos que lo entienda, por lo que no encajaron en ningún sitio, a pesar de que
él había visto hacer cosas parecidas a la “Velvet Underground” en Nueva York.
César había
conocido a Ángel a los 15 años, nos contó que su padre era un abogado del
Estado en tiempos de Franco, aunque no era afín al régimen, supo mantener las
formas, por lo que la familia gozaba de una situación acomodada, que propició
que César ingresase en un buen colegio liberal, colegio al que también iba
Ángel (hijo de un representante comercial y crítico literario), si bien él
estaba dos cursos más abajo, una diferencia de edad que a esos años resulta
casi insalvable. Sin embargo, César se apunto al grupo de teatro en el que
también estaba la hermana de Ángel, por lo que iba con frecuencia a su casa y tuvo
la oportunidad de conocerle mejor. “Era tremendamente bello” (suspiró César, recordándole,
mientras enmarcaba con sus cejas unos claros ojos azules de nostálgica y
agridulce mirada). Inevitablemente, al poco tiempo, surgió una profunda amistad
entre ellos.
Ambos eran unos
niños bien, pertenecientes a buenas y cultas familias, ambos tenían inquietudes
artísticas un tanto bohemias, y ambos tuvieron la posibilidad de acceder a la
vanguardia de lo que entonces se estaba cociendo en el mundo, a nivel de
teatro, literatura y música. César viajó a Nueva York muy jovencito, allí
conoció en persona todo el ambiente de la “CBGB”, el nacimiento del punk y la
“Velvet Underground”. Mientras que Ángel se abastecía de numerosos discos y
libros, gracias a los frecuentes viajes al extranjero que realizaba su padre.
Un buen día,
César le propuso a Ángel formar un grupo de rock, una idea totalmente peregrina,
ya que contaban con escasísimos medios y todavía menos formación, lo cual, sin
embargo, no fue óbice para que fuese acometida con grandes dosis de ilusión e
imaginación. La batería fue suplida por el golpeteo de una máquina de escribir
y, pretenciosamente, decidieron que su sonido debía ser “ascendente”, es decir
apoyando los amplis sobre cintas y libros apilados. Poco después conocieron a
Eduardo Benavente, al que César enseñó a tocar la guitarra, cogieron a un
batería y formaron “Los Escaparates”, compartiendo local de ensayo con “Alaska
y los Pegamoides”.
Allí fue
donde Ana conoció a Ángel y al resto de “Los Escaparates” (entonces cayó en la
cuenta de que había sido pareja de todos ellos, excepto el batería, en
diferentes etapas de su vida). Nos dijo que nunca en su vida había escuchado
unas letras tan fuertes, motivo por el cual fueron censurados, vetados y
expulsados de numerosos lugares.
Supongo que
cuando “Los Escaparates” estaban activos, ni yo ni mi amigo Carlos estábamos tan metidos en el mundillo “underground” de la movida como
para conocerlos, lo cual confieso que me produjo una cierta sorpresa y
frustración ¿¡Cómo es posible que me haya enterado de la existencia de un grupo
tan primordial y esencial de la movida durante la presentación de unos libros
de poemas 30 años después!? Aunque más vale tarde que nunca, sobre todo
tratándose de la vida de Ana, una de mis musas más queridas y adoradas.
Siguiendo
con la historia, César nos contó que se lo pasaron muy bien juntos, además de
tocar y hacer canciones, iban a conciertos y leían muchos fanzines, revistas y
libros, pero con el paso del tiempo cayeron en la atracción fatal de las
drogas, que atrapó con mayor fuerza a Ángel, quien se hizo adicto a la heroína.
Juntos vivieron el infierno que supone tener que conseguir dinero, perseguir a
un camello que está en determinada calle de 3 a 6, buscarle aunque lloviese o
hiciese frío o calor, esconderse para no ser parados por la policía, buscar un
sitio donde chutarse y procurar no romperse una vena ni morir de sobredosis.
Ambos acabaron
contrayendo el SIDA, que se llevó por delante a Ángel y a todos los amigos de
César, una generación casi entera perdida, él, por suerte, se pudo librar
cuando prácticamente estaba desahuciado, gracias al esfuerzo, empeño y tesón,
tanto de él como de su familia, especialmente sus padres. Nos dijo que lo que
más le llamó la atención de Ángel es cómo alguien que pasa de una familia
estable a caer en el infierno, fue capaz de escribir de la forma que él lo hizo.
Por su
parte, Ana nos contó que, aunque Ángel le gustó y le atrajo desde el principio,
terminó enrollándose con Eduardo, con quien luego estuvo en los “Pegamoides” y más
tarde formaría “Parálisis Permanente”.
Ángel estuvo
unos años viviendo en Montevideo (Urugay), cuando regresó a Madrid, a
principios de los 90, llamó a Ana y le dijo que tenía algo que enseñarle. Lo
que Ana no podía imaginarse es que se trataba de un tocho tremendo de papeles
manuscritos y varias cintas grabadas con su guitarra y su voz. Ana se pasó toda
la noche leyendo y escuchando todo aquello y al día siguiente habló con Ángel y
le dijo: “¡Serás cabrón! ¿Has estado todo este tiempo haciendo todo esto y me lo
dices ahora?” Eran unos poemas y unas canciones tremendamente desgarradoras, con
una fuerza y un talento realmente increíbles.
En aquel
tiempo, Ana estaba con el fotógrafo Alberto García-Alix, a quien enseñó el
trabajo de Ángel y ambos decidieron que había que mostrar todo aquel talento,
el propio Ángel era consciente de que le quedaba poco tiempo de vida, por lo
que en un año hizo todo lo que no pudo hacer durante una década. Así que, con
la inestimable y generosa ayuda de varios amigos, en 1994 consiguió sacar el
disco doble “Polvo de Ángel”, bajo el nombre de “Ángel y los Volcánicos” y su
único libro de poemas –“Los Planos de la Demolición”-, del que se sacaron 2.000 ejemplares que se agotaron al poco tiempo y que ahora es una rareza muy cotizada por la que se pagan más de 200
euros.
Pero el
asunto no se quedó en una mera colaboración entre amigos. Ángel le declaró
abiertamente su amor a Ana y trató de conquistarla. Ella se resistió inicialmente,
alegando que estaba con Alberto y que le quería. Pero Ángel no cejó en su
empeño, llegándoles a proponer que quizás los tres podrían vivir juntos, ante lo
que Alberto le comentó a Ana: “Debe de quererte mucho para ser capaz de
compartirte así conmigo”. Ana estaba confusa, realmente quería a los dos, por lo
que se produjo un triángulo amoroso que se deshizo al poco tiempo, cuando Ana
se fue con Ángel a Sevilla, en 1993, para grabar el disco con los “Volcánicos”
(formados por los músicos de “Los Mercenarios”). Su amor perduró hasta la
muerte de Ángel, en 1995, debida a un linfoma. Durante su último año de vida
permaneció postrado en la cama, con los atentos cuidados de Ana. Realmente eran
almas gemelas.
Por su
parte, Alberto se portó muy bien, ya que, por encima de todo, también sabe
apreciar el talento, y no le importó ayudar activamente a Ángel a publicar y
promocionar su libro “Los Planos de la Demolición”, en 1994.
Ana comentó
que ella había tenido mucha suerte con los hombres, sin hacer ningún esfuerzo
por su parte, tipos muy interesantes, atractivos y con un gran talento se han
acercado a ella y con todos ellos ha mantenido unas relaciones muy intensas y
enriquecedoras que duraron lo que duraron, como pasa siempre.
“Otoño
Asesino” fue escrito por Ángel durante aquel período en que se produjo el
triángulo amoroso con Ana y Alberto, que ésta recordó con un cierto sentido del
humor, pero que en aquel momento fue una experiencia realmente dura y dolorosa.
El texto tiene el inconfundible y personal estilo de Ángel, en el que mezcla lo
callejero y lo onírico, el rockanroll con el catolicismo, en unos versos escritos por alguien que ponía en
el papel las entrañas y que desplegaba su corazón como una generosa ofrenda sin
tributos. Comienza así:
“En los campos están las ciudades
y en las ciudades están las calles
y en las calles están las casas
y en las casas la miseria moral y la
traición
conviviendo con todos los inquilinos,
los perritos y los gatos.
En las calles están las casas
y si te fijas dentro de ellas podrás
distinguir parpadeantes luces de colores
son de los arbolitos
las luces de los arbolitos
porque estamos en navidad y todo el
orbe se encuentra invadido por paquetes y cinismo
y eso hace que las bombillas funciones
como todos los años.
En esta ocasión hasta he podido
escuchar a grupos de jovencitos cantando villancicos
y con cara de creérselos
aunque el que mejor lo hace es Enrique
Morente
lo de cantar villancicos
no sé si se los cree o no
Los Campanilleros
Ana y yo volvimos a estar juntos en
uno de sus conciertos
en un acto de fe más
ella y yo nos queremos a pesar de que
no echemos un polvo desde hace una eternidad
tal vez en nochebuena como los
gañanes”.
Más adelante continúa:
“En los campos están las ciudades
y en las ciudades están las calles
y en las calles están las casas
y en las casas los amantes
atrapando fragmentadas inmensidades
momentos estelares
magia
hacer gemir el más perfecto
violonchelo
disfrutar al fin de la no ausencia
mi boca en tu coño
mis manos aferrándose a las tuyas
y el sudor creando charquitos entre
nuestras costillas
¿Dónde estás, mi amor?
De repente no te veo
el perfume se desvanece y todo se
convierte en traiciones.
¿Por qué los amantes prometen tanto y
cumplen tan poco?
Es mejor no decir “na”
ni “na” ni “na”
todavía no te has ido y ya estoy
echándote de menos
y ahora no me puedo enorgullecer de ti
ni de mí
porque ayer estuviste conmigo y mañana
puede volver a suceder
pero en este momento estás con otro
pájaro
y estiro los brazos y no encuentro
y arqueo mis labios buscándote
y mi boca es un cero
yo soy un cero
abandonado en el bosque de eucaliptos
con un perrito y una guitarra
una guitarra
esa sí que es buena compañía
una fiel compañera
una mujer leal
es bien sabido que todas las guitarras
son hembras y que no salen corriendo.
En los campos están las ciudades
y en las ciudades están las calles
y en las calles están las casas
y en las casas las medias verdades y
propósitos equívocos
yo te he creído siempre
y no sé por qué
después de todo estoy entendiendo
constantemente cosas que tú jamás dijiste
debo de tener una imaginación de cojón
de mico
y de todas maneras da igual
las intenciones hay que demostrarlas
una vez y las que hagan falta
en un grupo de rock´n´roll o en una
relación afectiva.
¿Por qué me permitiste volver a creer
en todo eso?
Me hubiera producido menos sufrimiento
el seguir fiel a mi nihilismo
el ángel escéptico
el que no siente
el que no padece
el que soñó una vez que nada ni nadie
eran necesarios
eso ya no me lo creo ni yo mismo ni tu
madre
ella debe conocerte bastante bien
la pobre mujer
digo pobre porque podía haber llegado
a ser mi suegra
y ya seguramente no voy a tener el
placer ni de conocerla siquiera
tú y ella os lo perdéis
tampoco eso es responsabilidad mía
ni los hijos y nietos maravillosos que
no os daré.
Y yo me pregunto: ¿por qué no?
¿Por qué no puedo derramar en tu
vientre mis últimas semillas y esperar
a ver qué sucede
si el milagro de traduce en una
roquerita atigrada y salvaje
o en un angelito vengador con los ojos
verdes?
Fuera lo que fuese me daría por
satisfecho con que tuviera la mitad de tu belleza
yo ya no puedo aportar nada
la mujer de mi vida está con otro.
En los campos están las ciudades
y en las ciudades están las calles
y en las calles están las casas
y en las casas los cuartos de baño
las toilettes
los cagaderos
los sumideros
los santuarios de las sacerdotisas
los que siempre tienen cerrojo
los tocadores que encierran todos los
secretos y olores de las deseadas
los territorios libres de muchos
toxicómanos que todavía tienen que guardar ciertas formas
a pesar de
todo
los sanitarios
¡Ja, ja, ja!
¿Qué significa un espejo para
vosotros?
¿Algo donde corroboráis la belleza y
la decrepitud?
¿El consejero de todas vuestras
mentiras físicas?
¿El depositario de mil cosas que jamás
os atreveréis a decir a la persona a la que deberíais?
¿El complemento perfecto de todos los
narcisos?
Yo soy el primero
y lo soy hasta la náusea
si hace falta hasta me encargo de llevar
el estandarte
pero estábamos hablando de espejos y
de significados
espejo
inversión
tu huevo izquierdo se convierte en el
derecho y parecen exactamente iguales a los reales porque
son mentira
y nadie se ha visto los huevos de verdad y de frente
inversión
a mi el que siempre me fascinó es el
otro lado
como Alicia intenté acceder a él
muchas veces
ella lo consiguió, pero yo me debí
pegar unos mamporros del copón bendito porque no recuerdo
haber vuelto
a intentarlo
pero el otro lado es y será mío
incluyendo a la diosa morena que
habita la dimensión prohibida
yo ya amé al natural en un hotel
sevillano que tenía un espejo superlativo
ahora quiero también la réplica
o lo que demonios sea esa chica
la deseo
y puede que me haya quedado atascado
en los tigres pero voy a seguir aquí
porque aquí me reunía yo en multitud
de ocasiones con mi novia Heroína
y pasábamos juntos momentos
inolvidables
de ensueño
con toda la lentitud y toda la
ceremonia
además, si te emocionabas demasiado
dándole al émbolo podías llenar todas
las paredes de una bonita explosión de
sangre en primavera
las flores del mal también decoran las
baldosas
pero las baldosas son fáciles de
limpiar
y también es muy fácil enloquecerse
con una jeringa
sobre todo si está cargada con un buen
speed-ball.
Lo exigía todo porque todo lo daba
mas no quería nada para él
sino, simplemente, para que los sueños
continuaran volando sin interrupción
a pesar de que todo era una gran
mentira
pues esa clase de quimeras nunca
habían conseguido levantarse del suelo
y en el suelo es donde te propinan las
más formidables palizas
la crueldad no vuela
camina sobre el asfalto
es algo intrínseco a la miseria y a la
abundancia
y al terreno que pisamos
machácalos a todos y sabrás que eres
un triunfador
un monstruo
una persona como se debe
a la que hay que estar agradecido
porque yo te estoy agradecido hasta
los tuétanos por aquellos inolvidables días que me brindaste
en un
paraíso inexistente
aunque ya no sepa muy bien qué pensar
acerca de ti y de tus motivaciones.
¡Oh, rey de las tinieblas, concédemela
de nuevo y seré tu esclavo
para siempre!
Juntos ella y yo
seré tuyo y obedeceré, cabrón
y ya de paso me podrías rejuvenecer un
poco
y devolverme el pelo perdido.
En los campos están las ciudades
y en las ciudades están las calles
y en las calles están las casas
y en las casas los amigos
las otras víctimas
las demás calamidades
porque es bien sabido que dios los
cría y ellos se juntan
y que todos los cuervos son negros
de un negro azulado”.
Después de
la charla me quedé un rato en la sala, porque pretendía saludar a Ana,
confesarle mi admiración por ella y preguntarle si recordaba a mi amigo Carlos,
si tendría la amabilidad de hacerse una foto conmigo y firmarme alguna cassete
y algún dibujo mío que había traído en una cartera, pero, por alguna extraña
razón, no pude hacerlo. Lo cierto es que acudió más gente de la que esperaba y
no fueron pocos los que habían tenido la misma idea que yo, sorprendentemente
para mí, la mayoría de la gente era muy joven. Una señora algo más talludita se
enrolló un buen rato hablando con Ana, no obstante me acerqué, nuestras miradas
se cruzaron furtivamente durante un segundo, pero no fui capaz de articular
palabra alguna, así que, aprovechando que la señora no terminaba de irse,
abandoné la sala discretamente. Fue como si, después de las cosas tan intensas
que había escuchado y de todo lo que había aprendido aquella tarde sobre la
vida de Ana, Ángel y César, cualquier cosa que yo hubiese podido decir
parecería terrible y ridículamente insignificante. Busqué en vano, entre mis
papeles, alguna vieja entrada de algún concierto de “Parálisis Permanente” o de
“Los Seres Vacíos”, para que me la firmase, pero no la encontré. No pude hacer
nada más, antes tenía que meditar y digerir todo aquello.
Luego me
paré a pensar sobre toda esa generación perdida que murió a causa de las
drogas, el SIDA y los accidentes de tráfico, la generación justo anterior a la
nuestra, a la que pertenecen Ana, César y Ángel. Ellos fueron los pioneros y artífices
de la “movida”, ellos se arriesgaron, fueron innovadores, creativos, se
divirtieron, vivieron al límite, en el lado salvaje, de una manera
extremadamente intensa, dejándose la piel y la vida en ello.
En
comparación, nosotros, la generación posterior, parecemos una versión “light”,
cobarde y acomodaticia, a los que se nos dio casi todo hecho, incluido el
brutal aviso que supuso aquella demoledora experiencia de jugar con las drogas.
La movida,
en sus inicios, utilizó el rock, en su faceta más punk, como un medio más para transgredir y romper con
todo aquello que pudiera sonar a tradicional, sin que les importara mucho la
calidad musical, lo importante era el espíritu rebelde y las ganas de
diversión. Vivieron tan rápido que no les dio tiempo a tener hijos ni a
disfrutar de una apacible vida en familia (en alguno de los versos de El Ángel
se aprecia una cierta frustración por no haber podido dejar descendencia, uno
de los instintos más fuertes de todos los seres vivos).
Por el
contrario, la post-movida de mediados y finales de los 80, supo nadar y guardar
la ropa para fundar una saga familiar, en la que, por un lado, conectó con los
guateques de sus padres, sin renunciar a las tradiciones más folkies y castizas, mientras que, por el otro, ha pasado el testigo a una segunda generación, en el afán de dejar una obra digna, con la suficiente
calidad, que entronque con el glorioso legado del rockanroll.
Pero ambas
“movidas” tienen en común una cosa, ambas supieron divertirse por encima de
todo.
Al
salir de la charla de Ana y César, deseaba buscar toda la información que cayese
en mis manos sobre “Los Escaparates”, pero, curiosamente, no me vino a la mente
ninguna canción de Alaska y los Pegamoides, de Parálisis Permanente, de los
Seres Vacíos, ni de “Digital 21”, sino que no hacía más que canturrear el
“Bette Davis´ Eyes” de Kim Carnes, supongo que me recordaba aquella época de
los primerísimos 80 y aquellos ojos de mirada profunda y ausente, viva y vacía,
a la vez, en los que algunos ángeles privilegiados han tenido la suerte de
reflejarse.
Resuena en el sombrero: “Bette Davis Eyes”.- Kim Carnes (Escocia, 1981).
Fotos 4, 5 y 6 by Mad Hatter.
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