En casi
todas las fotos, Lloyd Cole sale con una cara melancólica y taciturna que
reflejan un espíritu atormentado por un romanticismo exacerbado. Sin embargo,
yo siempre le recordaré esbozando aquella media sonrisa que lucía en la portada
fotocopiada de aquella cinta que compré en el rastro (foto de arriba).
Corría el
año 1984, en plena conmoción de la movida madrileña y al poco de atravesar los oscuros
y enmarañados bosques del afterpunk, de repente apareció la cara fresca y serena
de este chico inglés, que parecía querer trasladarnos a los luminosos y sobrios
paisajes del desierto norteamericano, no exentos de riesgos y peligros, a
juzgar por el título de su primer álbum -“Rattlesnakes”-.
Su imagen
resultaba un tanto clásica y retro para la época, vestía sencillos nikis o
camisas, y en la cabeza lucía un discreto y desaliñado tupecillo 50´s, parecía
el sobrino empollón de Elvis, un buen chico que, para pagarse los estudios, se
dedicaba a participar en combates de boxeo (por el aspecto de su nariz),
mientras en sus ratos libres escribía novelas, poemas y canciones melancólicas.
Unas
canciones que resultaron de una gran consistencia, belleza, serenidad y
madurez, que, en aquella nuestra temprana edad adolescente, nos prepararon para
el cercano advenimiento de unos seres de piel perfecta que nos romperían el
corazón, con los que habría que tener bastante paciencia y que llegarían conduciendo el coche que tomarían prestado de sus
madres, tal y como narra la dulce nana “2CV”, con la que, paradójicamente, fuimos despertados de nuestra adolescencia,
con suma elegancia y suavidad.
Lloyd Cole
siempre fue un inglés un tanto atípico, por alguna extraña razón, siempre pensé
que era de origen escocés (cuando no es así) y tiene canciones que hablan de
cosas tan poco británicas como los incendios forestales o las serpientes de
cascabel, y, además, con esa cara entre Elvis Presley, David Lynch y Chris
Isaac, por eso no es extraño que acabase mudándose a Nueva York.
Con su
grupo, los Commotions, sacaron otros dos álbumes “Easy Pieces” y “Mainstream”, antes
de disolverse en 1989, en ellos se aproximaron más a la imagen y el sonido
modernos dominantes en aquella época, abandonando ese crudo, fresco y silvestre
aire folk, insuflado por cristalinas guitarras "byrdianas" y animado por ritmos
"budyhollianos", que cubrían con una tenue pátina de rockanroll clásico americano
un sobrio y elegante pop inglés, cargado de poesía y romanticismo. Si bien
siguieron haciendo temas impecables como “ Lost Weekend” o “Brand New Friend”,
cuyo vídeo, que grabé de la tele en el 85, en el que corrían y volaban frágiles
hombres de papel de periódico recortados por afiladas tijeras, no he sido capaz
de encontrar ¡Lástima!
Tras una
discreta e intermitente carrera en solitario, parece haber regresado por sus
fueros, como un terremoto californiano que nos sacude con fuerza cada x años, publicando
hace poco un flamante nuevo álbum titulado “Standards” (está claro que lo de
este chico no son los títulos impactantes), en el que con su característica
visión retrospectiva y con temas tan introspectivos como “Period Piece” nos sigue aleccionando sobre los intrincados misterios del tiempo,
el amor y del mundo femenino. Al escuchar “Women´s studies”, me doy cuenta de
que su voz es una mezcla perfecta entre Lou Reed y Paul McCartney, si bien la
música de esta canción tiene claras y probablemente inconscientes reminiscencias
del “Dead Flowers” de los Rolling
Stones.
No,
realmente, Lloyd Cole no ha inventado nada nuevo, su imagen y su música nos pueden
recordar a mucha gente y evocar innumerables sensaciones, pero todas ellas son
buenas, bellas, gratas y grandes, porque él es el verdadero “Profeta del Amor”.
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