Enlazando con la anterior entrada, siempre que hablo de músicos holandeses me acuerdo del “holandés errante” y de mis queridos “Outsiders”. Curiosamente, esta mañana he sabido de un auténtico “outsider”, un músico actual llamado Paul Fuster (1ª foto) que ha llevado una vida bastante nómada y que rescata la tradición medieval de los juglares y trovadores.
Hijo de padres catalanes que se trasladaron a los Estados Unidos en los 70, nació en Minnesotta (como Bob Dylan), pero se estableció en Nueva York. Allí, Paul fue combinando su talento creativo musical, alimentado con la herencia de la cultura hippy y beat, con la fabricación de bicicletas y guitarras con elementos reciclados (su actual guitarra eléctrica nació de la chapa de la lavadora que tenía en Brooklyn).
En 1998 se trasladó a Cardona (Barcelona) para conocer la tierra de sus padres, y allí publicó sus tres primeros trabajos en inglés (36 Weeks, 1998; Battleship 1999 y Happy Nothing 2002). Sentía que nadie le hacía demasiado caso y regresó a Estados Unidos, donde se embarcó en el proyecto Proton-Proton.
En 2011, Fuster regresó a Cardona y al año siguiente sacó su disco “Repte”, en un perfecto catalán con acento del nord, en el que canta odas al amor atípico, a los aires de la tierra y a la voluntad de superar los problemas. Se trata de un trabajo optimista y vital, en el que el folk se mezcla con el pop, con letras llenas de ironía, haciendo gala de un lenguaje muy peculiar.
En directo, Paul se muestra tranquilo y relajado, haciendo largas pausas entre canción y canción, durante las que charla y bromea con el público, al que enseguida se mete en el bolsillo, debido a su cercanía y transparencia. Se trata de uno de esos personajes entrañables, con los que a veces tenemos la fortuna de tropezarnos en la vida, que nos recuerdan que es lo verdaderamente importante: vivir el día a día, convivir, los sentimientos, la amistad, la solidaridad, la voluntad, superar los problemas con animosidad y buen humor, sin complicarnos la vida en exceso ¿La tecnología? Con una lata atada al zapato basta para llevar el ritmo (2ª foto), y el amplificador al que conecta su guitarra también se lo ha fabricado él mismo, reciclando cables y transistores.
Esta noche comienza en su pueblo, Cardona, una gira por toda Catalunya que va a realizar pedaleando sobre una bicicleta fabricada también por él mismo (3ª foto). La pasada noche, se le ocurrió ponerle un cuentakilómetros para saber la distancia que recorrerá, porque, sinceramente, admite no tener ni las más remota idea.
Se trata de un auténtico juglar del siglo XXI, un creador musical y tecnológico de “andar por casa”, una casa que abarca todo el planeta, sin que ello le haga perder sus raíces, ni el amor que siente hacia su tierra y que lleva en la sangre, lo cual tiene mucho mérito. Motivo por el que Paul se merece con creces que le dedique esta entrada, aunque sólo le conozco de haberle escuchado dos minutos por la radio, más lo que he podido encontrar en internet ¡Ánimo y enhorabuena Paul!
Resuena en el sombrero: “Ja no sap greu”.- Paul Fuster (Cardona (Barcelona), 2012).
4 comentarios:
Me gusta!
Tiene una voz muy agradable.
Saludos
Sí Erna, este chico tiene algo especial, además de ese "tic nervioso" (como dice él) de fabricarse todo.
Saludos.
Mad!!!
No te imaginas la ilusión que me ha hecho volver a leerte. Soy Carmen, de Historiasdelamalavida. Hacía siglos que no entraba y he visto que has regresado! Mil besos, aunque me suena a que son pocos....
¡Qué sorpresa Carmen!¡Cuánto tiempo! ¿Cómo que he regresado? Yo nunca me he ido, he tenido períodos de mayor o menor actividad pero siempre he estado ahí.
¿Qué tal tu peque?
Muchos besos y abrazos!
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