Muchas de las flores que emergen en el suelo de los bosques durante estas fechas, ofrecen toda la gama de colores que van desde el azul al magenta, pasando por las infinitas tonalidades del violeta.
Tras los vistosos y madrugadores Dientes de perro (Erythronium dens-canis) que veíamos hace poco alfombrando nuestros bosques. Ahora, en los prados y eriales, les ha tocado el turno a los hermosos y apretados racimos de los Nazarenos (Muscari racemosum, en la 2ª foto), así llamados porque muchos años su floración coincide con la Semana Santa.
En las montañas, enseguida brotarán las hojas de los árboles, y los húmedos suelos de los sotos y bosques de frondosas se volverán aún más umbríos, por lo que muchas plantas deben apresurarse para aprovechar este breve lapso de tiempo durante la primavera temprana para florecer, tal es el caso de la modesta Hepática (Hepatica nobilis) que despliega sus pequeñas flores de simetría perfecta, cuyo color puede variar entre el blanco y el violeta pálido (3ª foto). Su nombre proviene de la forma de sus hojas trilobadas, que recuerdan lejanamente a un hígado, motivo por el que esta planta ha sido utilizada desde antiguo para tratar las afecciones que aquejan esta víscera.
Otros órganos importantes de nuestros cuerpos, como son los pulmones, pueden ser tratados por otra planta medicinal llamada Pulmonaria (Pulmonaria longifolia), que ahora también despliega sus bellas hojas peludas y moteadas de blanco, coronadas por unos vistoso racimos de flores de un intenso color violeta (1ª foto), que destacan entre los ajados, grisáceos y oscuros tonos verdosos y pardos de las matas de brezo, las hierbas y la hojarasca que cubren el suelo del bosque.
Unos bellos colores púrpura o morado que compiten con los que exhiben las verdaderas Violetas (4ª foto), en este caso se trata de una especie (Viola riviniana) carente del delicioso aroma con el que nos obsequian sus parientes más conocidas (V. odorata); a cambio, esta inodora pero bella violeta muestra una garganta adornada por un vistoso diseño a rayas.
Pero la reina de los bosques, por su delicada y elegante belleza, sin duda es la Escila o Jacinto silvestre (Scilla lilio-hyacinthus), que también florece en hayedos y bosques mixtos, justo antes de que broten las hojas de los árboles, elevando su grácil espiga de flores azuladas (5ª foto), desde una esplendorosa roseta de hojas que lucen un intenso y lujuriante color verde.
Y hablando de violetas, en esta primavera tan lluviosa y con temperaturas tan cambiantes, ha fructificado alguna seta más propia de finales del otoño como es el Pie violeta (Lepista personata) de la 6ª foto, mejor comestible que su primo el Pie azul (Lepista nuda), que me consta que también ha salido en muchos lugares.
Todas estas flores y setas nacen con la música de fondo y al ritmo que marca el monótono canto del Cuco (Cuculus canorus) quien, recién llegado de sus africanos cuarteles de invierno, saluda al sol primaveral con su flamante camiseta a rayas de colores marineros. Fácil de escuchar pero difícil de ver, el vuelo de este ave es raudo y poderoso, impulsado por los esbeltos remos de sus alas y el timón de su larga cola (último dibujo). Cuando surca el nítido cielo de abril, parece como si el aire puro del bosque se aclarase aún más.
Resuenan en el sombrero: “Clear the air”.- Jacco Gardner (Holanda, 2013). "At first sight (violets are blue)".- The Stems (Perth (Australia), 1987).
Todas las fotos y dibujos by Mad Hatter.
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