Parece que fue ayer, cuando iba ojeando el “Ruta 66” en el autobús y vi la foto de cuatro chicos de Georgia con un aspecto bastante rústico y anticuado “¡Aaah pero estos son los R.E.M.!” Exclamé. Ya había escuchado su estupendo primer LP “Murmur” que me sorprendió porque en plena fiebre tecnopop y de oscura locura afterpunk (1983) ellos se atrevieron a sacar un disco repleto de sonidos acústicos que destilaban una serena lucidez, lleno de poesía que evocaba sosegadas imágenes campestres en color sepia, y claro, en aquel momento, pillaron a todos los críticos musicales a contra pie, seguro que pensaron “¡Ay va la hostia! ¿Y esto qué es? ¿Cómo llamamos a esto?”.
En aquel momento todavía no se había acuñado el término “Americana” y a alguien, al escucharles, se le ocurrió el calificativo de “Rock con raíces” (se sobreentiende que raíces folk o country), que unos años más tarde acabaría desarrollándose extraordinariamente y explotando en un sin fin de bandas, muchas de ellas con una gran creatividad y belleza musical.
Pero entonces los R.E.M. volvieron a sorprender, porque no eran unos chicos tan tranquilitos como parecía, sino que, en el fondo y como buenos sureños, son unos rebeldes e inconformistas irredentos, y ellos siguieron evolucionando totalmente a su bola, ajenos a todo tipo de modas e influencias, de manera que fueron avanzando en la aplicación de los recursos que les ofrecía la tecnología y adquirieron una imagen más urbana, cosmopolita y sofisticada, aunque nunca perdieron la esencia de un sonido caracterizado por la peculiar voz del carismático Michel Stipe (que con los años fue perdiendo su melena rizada), lánguidas armonías vocales y bellas melodías pop que, aunque sencillas y pegadizas, nunca cayeron en una excesiva simpleza y empalagosidad comercial. Recuerdo aquel genial “Shiny Happy People” que cantaron junto a la jovial Kate Pierson de los B-52.
Aunque a mi el que siempre me ha caído mejor del grupo fue el baterista Bill Berry, con esa cara de bruto noblote, enmarcada por gruesas cejas, que, curiosamente, nació en Duluth (Minnesotta), al igual que el gran Bob Dylan, aunque la banda siempre ha tenido su cuartel general en la pequeña ciudad universitaria de Athens (Georgia).
En fin, aunque su separación ha sido noticia en la prensa y los telediarios de todo el mundo, no podía dejar de dedicar unas líneas a este gran grupo que ha puesto banda sonora a buena parte de mi vida y cuya calidad y talento son innegables, aunque lo cierto es que se fueron alejando de lo que se considera Rock & Roll, como quizás ya presagiaban en esta canción:
Resuena en el sombrero: “Don´t go back to Rockville”.- R.E.M. (Athens (Georgia), 1984).
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