domingo, agosto 22, 2010

DEFENSAS ESPINOSAS




En este mundo todo lo que tiene un mínimo valor debe ser protegido para evitar que sea dañado, depredado, destruido, profanado, robado, saqueado o esquilmado. Los seres humanos tenemos un amplísimo vocabulario para expresar todo aquello que significa destrucción, mientras que empleamos muy pocas palabras para describir la creación: construcción, obra, arte y poco más.

El mundo vegetal tampoco escapa a esa imprescindible necesidad de defensa, y muy a menudo emplean sistemas físicos tales como las espinas y aguijones, como las que lucen las flores del cardo azulado (Echinops sphaerocephalus), sobre las que liba néctar una avispa provista de un temible aguijón, como todo el mundo sabe.

Otro vistoso cardo muy conocido es el Cardillo (Scolymus hispanicus), cuyas tiernas rosetas primaverales constituyen una apreciada verdura comestible, aunque en verano sus espinas se endurecen y del centro de la roseta emerge un altivo escapo floral en el que se desarrollan unas brillantes flores amarillas.

En estas fechas, también empiezan a engordar las bellotas de la Coscoja (Quercus coccifera) una especie de arbustiva y espinosa encina, capaz de vivir en resecas laderas margosas. El nombre científico de esta especie, “coccifera”, deriva del sustantivo “coccum”, que quiere decir “kermes”, cochinilla cuya hembra globosa se desarrolla sobre las ramas de las coscojas en los climas más cálidos y secos. A este insecto homóptero se le denominaba “Kermes de grana”, ya que de él se extraía un tinte de color púrpura, grana o carmesí (del árabe quermezí). Don José Quer nos relata que en tiempos de la dominación romana se cobraba a Hispania un crecido tributo anual de esta grana, que se recogía por mayo o junio en las regiones más cálidas del este y sureste. Las ramas se trataban con vinagre y se exponían seguidamente al sol para matar y desecar a las cochinillas antes de que se desarrollen los huevos que portan. Este colorante era muy apreciado en Roma y según Quer servía para teñir la púrpura más exquisita, la “bistincta”, que usaban los miembros del Senado.

La madera de coscoja es muy parecida a la de la encina, pero por el escaso tamaño de sus troncos, sólo suele utilizarse como leña para quemar y para la obtención de carbón menudo (cisco), que es de muy buena calidad.

La corteza, como la de la mayoría de las especies de este género, es rica en taninos; se ha empleado para curtir los cueros y en medicina popular como astringente.

Las bellotas pueden utilizarse como alimento de cerdos y cabras, aunque éstos prefieren las de encina.

Por no hablar de otras especies tan conocidas como las zarzas, espinos y endrinos, de los que ya hablamos en aquella entrada sobre las “orlas espinosas”.

Fotos by Mad Hatter.



2 comentarios:

Paco Becerro dijo...

Hay que defenderse... que no está la cosa como para que le coman a uno, aunque seas una planta.

Qué ricos los cardillos, ahora que lo has puesto, estoy deseando que llegue otra vez su momento, me encantan en revuelto, o guisados como en la receta de la Berza Gitana tan típica de Jerez.

Mad Hatter dijo...

Ja, ja! "Futuro Berzo", ya sabía yo que te ibas a acordar de aquella receta. He comido cardillos un par de veces y la verdad es que es una verdura excelente.
Un abrazo nada espinoso!