viernes, marzo 23, 2007

Piratas en la Nieve


A la mañana siguiente de la gran nevada, amaneció un día radiante, por lo que me calcé las botas y me encaminé hacia los montes de Nieva. Cada paso resultaba penoso, ya que la superficie de la capa de nieve, de medio metro de espesor, se encontraba helada tras la gélida noche, por lo que, cada vez que lograbas levantar todo tu peso por encima de la nieve, inmediatamente la costra dura cedía y tus pies volvían a hundirse hasta el suelo, de manera que, inevitablemente, algún pequeño y frío trozo de nieve se te acababa metiendo dentro de la bota.

Los tibios rayos del sol de finales de marzo atravesaban sin dificultad las ramas desnudas de las hayas y se reflejaban sobre la blanca nieve con un resplandor cegador. La entrada en una mancha de pinar suponía un agradable respiro, ya que, bajo sus copas de follaje perenne, la capa de nieve era mucho más fina y la tenue sombra disminuía la intensidad del resplandor.

Junto al tronco de un pino, pude ver un somero hoyo parduzco que delataba que un corzo había estado descansando allí echado. Algo más allá, unos excrementos negruzcos amontonados, que teñían de color amarillento la nieve sobre la que yacían, me confirmaron la presencia del pequeño y grácil cérvido.

Un poco más lejos, divisé las huellas de una ardilla y los restos que su festín de piñones había dejado sobre la nieve, mientras que, desde la picota de un alto pino, una pareja de piquituertos hacía lo propio, haciendo buen uso de su especializada herramienta, a la vez que parloteaban entre ellos, emitiendo su metálico y lastimero reclamo.

Al coronar la ladera, termina el pinar y penetro en el robledal, de nuevo con más nieve y mayor luminosidad. Siguiendo vereda adelante, llego hasta una zona adehesada con rebollos, rosales y espinos. Un escandaloso mirlo delata mi presencia y sale raudo volando de la base de un rosal entonando su grito de alarma. Después, me topo con las profundas huellas de un jabalí y las sigo durante un largo trecho, hasta que llego a un claro en el que hay gran profusión de huellas de caballos, entre ellas descubro una huella como de un perro grande, pero con las almohadillas de los dedos bastante abiertas y las uñas más largas de lo normal ¡Es un lobo! (pensé). Curioso, seguí el enredado rastro de huellas de caballos y cánidos, hasta que llegué a un charco de sangre sobre la nieve. Efectivamente, todo parecía indicar que una pequeña manada de lobos había conseguido abatir y devorar a algún desgraciado potro.

Emocionado por el descubrimiento, cogí un buen palo (por si acaso) y continué por la vereda que, atravesando la parte superior de un hayedo, me llevaría hasta la pista forestal por la que regresaría a casa de la manera más cómoda y rápida.

Al asomarme al valle desde la vereda que discurre por el borde del hayedo, de repente adiviné entre las desnudas ramas grisáceas una veloz sombra que atravesaba el bosque, y escuché el característico trino de alarma de los asustadizos pajarillos. De inmediato, me quedé inmovil y en silencio, observando con atención hacia el valle, hasta que logré divisar la sombra gris que maniobraba ágilmente entre el mar de ramas y troncos del hayedo. Inesperadamente, el ave viró y se dirigió derecho hacia donde yo estaba. Entonces pude verlo con claridad, su pecho blanquecino, con un brillo azulado, tachonado por un fino y elegante barreado negro, los ojos de un bello color amarillo-ambar, penetrantes, lograron clavarse en los míos a través del ramaje del bosque. No cabía la más mínima duda, se trataba de un impresionante ejemplar de Azor.

Por unos instantes me quedé petrificado, ensimismado por el poderío, la fuerza y la elegancia de este bello pirata de la espesura. Al verme, volvío a girar, dió un par de vueltas por encima y se perdió en la lejanía del valle.

Al llegar a casa, dibujé a lápiz estos dos bocetos que veis arriba. Nunca olvidaré esos ojos amarillos.

Resuena en el sombrero: "The Killing Moon".- Echo & the Bunnymen (Liverpool (UK), 1984).

3 comentarios:

atikus dijo...

Tío ni Rodríguez de la Fuente, lo huera descrito mejor!!

La canción, uno de mis favoritas!, no sale ésta, en el álbum que están fotografiados con el paisaje todo nevado...¿Porcupine??

Mad Hatter dijo...

"Killing Moon" es del LP del 84, "Ocean Rain", en la portada salen en una barca, en un lago por la noche. También es una de mis canciones favoritas.
Y muchas gracias por compararme con el gran Félix.

atikus dijo...

coño!!, como siempre tienes razón, he estado mirando mi vieja colección de LP,s...Porcupine es anterior, del 83, y en el del 82 "Heaven up here" salen en una playita (inglesa) a estos les gustaban mucho los paisajes.